El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), señaló que “no hubo ambientalistas” que reclamaran por las actividades de la empresa Calizas Industriales del Carmen (Calica) en los más de 30 años que ha extraído piedra de Quintana Roo.
Sin embargo, se trata de una afirmación falsa. Hay fotos, testimonios e incluso un documental que confirman que ambientalistas alertaron sobre las actividades de Calica antes de que iniciara su gobierno.
“Calica hizo lo que quiso con la complicidad de los ambientalistas”, dijo en la conferencia matutina, reclamando supuesta hipocresía porque ahora denuncian el daño ambiental por el Tren Maya.
“¿Cuándo llegaron los ambientalistas a Calica? ¿Cuándo?”, cuestionó el mandatario. “Los ambientalistas evidenciaron esos daños”, insistió una periodista.
“Nada, nada”, aseguró López Obrador.
Contrario a la declaración del mandatario, Iván Restrepo, director general del Centro de Ecología y Desarrollo (Cecodes), explicó que, en los 90 él mismo acompañó al Grupo Ecologista del Mayab (GEMA) en las advertencias sobre este proyecto.
“Si una batalla han dado realmente los ecologistas fue la batalla contra Calica (…) a mí me tocó encabezarla junto con el Grupo Ecológico del Mayab, ellas fueron las que dieron la primera voz de alerta”, dijo en entrevista con El Sabueso.
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De acuerdo con sus columnas en La Jornada, tanto GEMA como grupos de ambientalistas locales comenzaron a protestar por Calica en 1986, obligando a la empresa, dedicada a extraer y exportar piedra caliza al extranjero, a emitir una “declaración de principios” donde se comprometía con el medio ambiente.
En 2016, Cancún fue la sede de la Conferencia de las Partes sobre Biodiversidad (COP13) a la que asistió el entonces presidente Enrique Peña Nieto. A las afueras del recinto, se tomó una fotografía donde Marciano Toledo Sánchez, el hoy regidor de Solidaridad -entonces activista social- y otros ambientalistas se manifestaron en contra de las actividades de Calica.
“A todos los ambientalistas: Frenen el ecocidio y daños a nuestros mantos freáticos y la devastación de mineral pétreo de las empresas ecocidas: Calica (Vulcan) y ABC”, se lee en la imagen publicada por Quinta Fuerza en 2016.
Ese mismo año, Carlos Underwood y Sergio Santiago grabaron el documental “Erosión”, que se publicó hasta el 6 de junio de 2018, meses antes de que López Obrador llegara a la presidencia.
Este filme expone los conflictos ambientales en la zona norte de Quintana Roo, incluido el caso Calica. Sus imágenes, acompañadas de señalamientos por explotar “más de lo que tiene permitido” y de propiciar “el mayor desastre ambiental en la Península de Yucatán”, fueron incluso transmitidas en la mañanera del 4 de mayo de 2022.
“El Gobierno Federal no citó la fuente (en la conferencia) y evitó decir la verdad: el documental denunciaba Calica desde 2016 y esos mismo activistas son los que hoy se oponen, no al desarrollo, sino al ecocidio del tramo 5 del Tren Maya”, señaló Underwood en una entrevista.
Además, Otto Von Bertrab, director General del Río Secreto, una reserva natural cercana a la zona de explotación de Calica, advirtió a Canal 10 de Playa del Carmen las consecuencias de la minería de esta empresa.
“Es triste que ves en un mapa satelital y ves agujeros kársticos en nuestra Península. Probablemente en algún momento dijeron ‘es un negocio, generará empleos’, hoy yo te puedo decir que fue un error, están en zonas turísticas con potencial de ecoturismo, (con potencial) de ser responsables con la naturaleza”, aseguró.
Otro evento que hizo a los activistas levantar la voz, fue en 2017, luego de que el diputado local Carlos Toledo publicó el video de un sobrevuelo de la zona de Calica, que exponía las consecuencias de la extracción.
Organizaciones como La Tierra Nuestra Casa se pronunciaron al respecto y señalaron: “Condenamos y exigimos se castigue a los responsables de este ecocidio en la Riviera Maya”.
Además, un exhorto del Senado de la República, emitido desde el 26 de abril de 2017 y firmado por la entonces vicepresidenta de la Mesa Directiva, Blanca Alcalá Ruiz, señala que a finales de los ochenta la sociedad civil en Quintana Roo mostró preocupación por la ecología gracias a varios proyectos que impactarían la zona.
“Uno de los eventos que propició el inicio del movimiento ambientalista en Quintana Roo fue la entrada en operación de la empresa Calica”, se lee en el archivo, que también señala la afectación al patrimonio cultural por la presencia de sitios arqueológicos en esa zona.
En 2018, meses antes de que López Obrador llegara a la presidencia, se registró una nueva protesta encabezada por Marciano Toledo, afuera de las instalaciones de Calica.
“Están ofreciendo 50 millones de dólares de soborno para que se cambie el uso de suelo, no lo permitamos, señalemos a esos vende patrias, si lo llegan a hacer”, asegura en un video publicado por Noticaribe en enero de ese año.
Toledo, además de entrar al servicio público, lidera la organización Grupo Cívico Político 28 de Julio, que también denunció el ecocidio de Calica antes del sexenio de López Obrador.
El negocio de Calica, ahora llamada Sac-Tun, pertenecía a Ingenieros Civiles y Asociados (ICA) y Vulcan Material Company, un gran productor de piedra triturada, arena, grava, entre otros insumos para la construcción, que en 2001 compró las acciones de su socio.
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A grandes rasgos, un primer permiso, otorgado en 1986, permitía a Calica extraer roca caliza por debajo del manto freático en el predio “La Rosita”. Para 1996 el gobierno permitiría la extracción superficial en “El Corchalito” y “La Adelita”.
Cuatro años después, la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (Semarnap), dirigida entonces por Julia Carabias, autorizó una vigencia de 20 años para la extracción subterránea de material pétreo.
El 5 de mayo de 2022, y luego de ser señalada también por López Obrador, Carabias reconoció en una carta que el permiso fue entregado. No sin antes asegurar que fue tras revisar manifestaciones de impacto ambiental y aclarar que la autorización se dio para extraer piedra por debajo de dos predios que ya trabajaba la empresa y con “estrictas medidas para mitigar el daños”.
A partir de ese año y ya en el sexenio de López Obrador, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) clausuró y sancionó a Calica en varias ocasiones por “aprovechamiento de roca mayor de lo autorizado” y por daños graves a los ecosistemas.
Las autoridades también denunciaron a Calica ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por el desastre en Quintana Roo, pero ahora buscan llegar a un acuerdo para adquirir 2 mil hectáreas de zona afectada por entre 6 y 8 millones de pesos. ¿El objetivo? Convertir una parte del terreno en un centro de diversión y el resto en una reserva natural protegida.
Attenborough afirma que el estado de los océanos casi le ha hecho perder la esperanza en el futuro de la vida en el planeta. Pero lo que lo ha alejado de la desesperación es que el océano puede “recuperarse más rápido de lo que jamás habíamos imaginado”.
El célebre naturalista y divulgador científico británico David Attenborough presenta este martes una de las películas más importantes de su carrera, en vísperas de cumplir 99 años.
Su nuevo largometraje, Océano, puede ser decisivo para salvar la biodiversidad y proteger al planeta del cambio climático, dice, asegurando que aún estamos a tiempo de hacerlo.
“Después de casi 100 años en el planeta, ahora entiendo que el lugar más importante del planeta no está en la tierra, sino en el mar“, señaló.
El océano es el sistema de apoyo del planeta y el mayor aliado de la humanidad contra la catástrofe climática, argumenta la película, que muestra cómo los océanos del mundo se encuentran en una encrucijada.
El estreno del filme tendrá lugar en el Royal Festival Hall, en Londres, y contará con una alfombra azul (y no roja).
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Toby Nowlan, productor de Océano, afirma que esta nueva producción no es la típica película de Attenborough: “No se trata de ver nuevos comportamientos en la historia natural. Es el mensaje más importante que ha comunicado”.
La película documenta cómo el estado de los océanos del mundo y nuestra comprensión de su funcionamiento ha cambiado a lo largo de la vida del naturalista, que cumple los 99 años este 8 de mayo.
David Attenborough recuerda su primera inmersión en la Gran Barrera de Coral en 1957: “Me quedé tan sorprendido por el espectáculo que tenía ante mí que momentáneamente olvidé respirar”.
Desde entonces, se ha producido un declive catastrófico en la vida en los océanos del mundo. “Casi no nos queda tiempo”, advierte.
Océano contiene algunas de las imágenes más gráficas jamás vistas del daño que la pesca de arrastre de fondo —una práctica pesquera habitual en todo el mundo— puede causar en el lecho marino.
Según el naturalista, es un claro ejemplo de cómo la pesca industrial puede acabar con la vida de los océanos del mundo.
Las nuevas imágenes muestran cómo la cadena que estos barcos arrastran tras de sí socava el lecho marino, obligando a las criaturas que perturba a introducirse en la red que queda detrás.
Con frecuencia buscan una sola especie, de manera que más de tres cuartas partes de lo que capturan puede ser desechado.
“Es difícil imaginar una forma más derrochadora de capturar peces”, comenta Attenborough.
El proceso también libera grandes cantidades de dióxido de carbono que contribuyen al calentamiento de nuestro planeta.
No obstante, la pesca de arrastre de fondo no solo es legal, sino que muchos gobiernos la fomentan activamente.
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Attenborough afirma que el estado de los océanos casi le ha hecho perder la esperanza en el futuro de la vida en el planeta. Pero, lo que lo ha alejado de la desesperación es lo que él llama “el descubrimiento más extraordinario de todos”: que el océano puede “recuperarse más rápido de lo que jamás habíamos imaginado”.
El naturalista dice también que la historia de las ballenas del mundo ha sido para él una fuente de enorme optimismo.
Se calcula que la industria ballenera mató 2,9 millones de ballenas solo en el siglo XX. Los científicos afirman que se trata de la mayor matanza de animales de la historia en términos de biomasa total. Esto llevó a casi todas las especies de ballenas al borde de la extinción.
Solo quedó un 1% de ballenas azules, dice David Attenborough: “Recuerdo que pensé que eso era todo. No había vuelta atrás. Habíamos perdido las grandes ballenas”.
Pero en 1986 los legisladores cedieron a la presión pública y prohibieron la caza comercial de ballenas en todo el mundo. Desde entonces, la población de ballenas se ha recuperado rápidamente.
Uno de los directores de la película, Keith Scholey, trabajó con el naturalista durante 44 años. “Cuando conocí a David, yo iba en pantalón corto”, bromea. Fue en 1981, dos años después de que dimitiera como director de programas de la BBC, uno de los puestos más altos de la corporación. “Había hecho una carrera y se iba a la siguiente”.
A pesar de estar a punto de cumplir 99 años, Attenborough sigue mostrándose extraordinariamente enérgico, comenta Scholey. “Cada vez que trabajas con David, aprendes algo nuevo”, dice. “Es muy divertido. Pero además, David te mantiene alerta, porque él está muy alerta y, ya sabes, siempre es un proceso muy creativo”.
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El mensaje de David Attenborough en la película es que no todo está perdido.
Los países prometieron proteger un tercio de los océanos del mundo y él espera que su nueva película anime a los líderes a actuar con firmeza para cumplir esta promesa en una conferencia de la ONU el mes próximo.
Él cree que eso podría ser transformador.
“El océano puede volver a la vida”, dice. “Si se lo deja en paz puede no solo recuperarse, sino prosperar más allá de lo que nadie vivo haya visto jamás”.
Un ecosistema oceánico más sano también podría atrapar más dióxido de carbono, y ayudar así a proteger al mundo del cambio climático, según los científicos.
“Tenemos ante nosotros la oportunidad de proteger nuestro clima, nuestros alimentos, nuestro hogar”, concluye Attenborough, quien, a sus casi 99 años, continúa luchando por proteger el mundo natural del que a lo largo de su vida nos ha mostrado en todo su esplendor.
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