Home
>
México Desigual
>
Océanos en crisis: informe de la Unesco alerta sobre calentamiento y contaminación del mar
Océanos en crisis: informe de la Unesco alerta sobre calentamiento y contaminación del mar
La pesca es una de las actividades productivas afectadas por el calentamiento del mar. Foto: Carlos Aguilar.
12 minutos de lectura

Océanos en crisis: informe de la Unesco alerta sobre calentamiento y contaminación del mar

El informe Estados del Océano 2024, de la Unesco, señala que se ha incrementado la acidificación mientras que se están reduciendo los niveles de oxígeno en los océanos.
22 de junio, 2024
Por: Yvette Sierra Praeli/ Mongabay

El océano se está calentando de manera acelerada, al doble del ritmo de lo que ocurría hace 20 años, lo que está ocasionando consecuencias preocupantes como el aumento del nivel del mar. En 2023, se registró uno de los mayores aumentos de temperatura desde la década de 1950. Así lo estableció la Organización Meteorológica Mundial (OMM) a inicios de este año y el último informe, Estado del Océano 2024 de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), presentado recientemente, confirmó la información.

“Mientras que las temperaturas atmosféricas tienden a fluctuar, el océano se está calentando de manera constante y sostenida”, indica el reporte.

El informe elaborado por más de 100 científicos de casi 30 países, ofrece un panorama nada alentador con datos inquietantes sobre las amenazas que enfrenta el océano. La contaminación por plástico; la eutrofización por el aumento del nitrógeno y de fósforo; la reducción de los niveles de oxígeno y la intensificación de eventos como los tsunamis son algunos de los problemas descritos en el reporte.

Contaminación oceanos
La contaminación por plásticos es uno de los mayores problemas de contaminación del océano. Foto: Daniel Muller / Greenpeace

 

“Tiene que haber cambios en las políticas, pero eso no está sucediendo en la mayor parte de los países. Somos conscientes del diagnóstico, pero no estamos haciendo nada por hacer un cambio, creo que hay que avanzar mucho más rápido. El aumento de temperatura lo  venimos escuchando hace más de 20 años, pero sigue aumentando y el escenario sigue siendo malo”, señala el chileno Carlos Gaymer, director del Centro de Ecología y Manejo Sostenible de Islas Oceánicas (ESMOI) y profesor del Departamento de Biología Marina de la Universidad Católica del Norte.

Leer: Así es como PACE de la NASA nos ayuda a estudiar los océanos desde el espacio

Para Juan Carlos Riveros, director científico de Oceana en Perú, el informe muestra que estamos “avanzando hacia una extinción en términos de las condiciones de vida  que podría haber en el océano en los próximos 20 años”. Riveros menciona que estamos casi a la mitad de la Década de los Océanos, y no se ha hecho mucho. “Estamos en un punto de quiebre”.

En diciembre de 2017, la Organización de las Naciones Unidas proclamó el Decenio de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible que se iniciaba en 2021 y se extendía hasta 2030. El propósito fue establecer una alianza científica para unir a las personas con el océano, además de garantizar la relación entre la ciencia y la política para asegurar una buena gestión de los océanos y de las costas.

El océano se está calentando de manera constante y sostenida. Foto: Eduardo Sorensen / Oceana.
El océano se está calentando de manera constante y sostenida. Foto: Eduardo Sorensen / Oceana.

En medio de este panorama complicado, también hay tiempo para la esperanza. El informe menciona los esfuerzos que se están haciendo para recoger información con el fin de tener mayor conocimiento sobre el papel fundamental del océano en la vida del planeta, así como los programas de cultura oceánica que se están implementando en diversas partes del mundo. Estos esfuerzos incluyen el reconocimiento de los conocimientos de los pueblos indígenas que han observado, utilizado y conservado el océano y sus recursos durante cientos de años.

“La idea del Estado del Océano 2024 es también llamar la atención a todas las audiencias sobre los problemas que enfrentamos como humanidad. Pero más allá de solo continuar hablando, debemos priorizar acciones para reducir o contrarrestar lo que hemos venido haciendo por décadas”, señala Daniela Hill, una de las investigadoras que participó en la elaboración del informe.

Un mar que se calienta

Uno de los datos que revela el documento es que la temperatura del mar ha subido en promedio 1.45 °C por encima de los valores preindustriales. Sin embargo, hay zonas en el Mediterráneo, el Océano Atlántico Tropical y el Océano Meridional donde la temperatura ya alcanzó  los 2 °C por encima de los niveles preindustriales. Esto significa que en el mar ya se superó el límite establecido en el Acuerdo de París, de no sobrepasar los 1,5 °C en relación a la era preindustrial, para frenar el calentamiento global y sus consecuencias dramáticas para  el planeta.

El calentamiento del mar puede ocasionar consecuencias críticas como el aumento del nivel del mar. “El océano absorbe el 90 % del exceso de calor liberado en la atmósfera y, a medida que el agua se calienta, se expande”, señala el informe. Además, según explica Carlos Gaymer, director del ESMOI, el calentamiento del mar está derritiendo los hielos, lo que también contribuye al aumento del nivel del mar.

Sumado a eso, el reporte señala que una mayor  temperatura en el mar “altera las corrientes oceánicas” e indirectamente puede incidir en las trayectorias de las tormentas. Al respecto, Gaymer asegura que se trata de algo “tremendamente crítico”, porque los cambios en las corrientes marinas pueden impactar en el funcionamiento de los ecosistemas. “Estos cambios pueden generar, entre otras cosas, variaciones en la distribución de especies y como consecuencia afectar actividades productivas como la pesca, puesto que también se producen variaciones en la distribución de los recursos pesqueros”.

La situación es, además, particularmente preocupante si se considera que los ecosistemas marinos también están siendo afectados por otras amenazas, como la eutrofización, es decir, el exceso de nutrientes orgánicos como fósforo y nitrógeno lo que provoca una disminución del oxígeno en el agua y la variación en el PH marino, es decir, su acidificación. Todo ello está fomentando una pérdida de biodiversidad,extinción de especies, blanqueamiento de los corales, enfermedades infecciosas y l cambios en el comportamiento animal incluídos  la reproducción y la distribución de hábitats.

Por otra parte, Juan Carlos Riveros, de Océana Perú, agrega que el calentamiento del océano aumenta la probabilidad de “un mar más movido”, lo que implica generalmente oleajes que afectan las estructuras costeras como muelles, puertos e incluso zonas urbanizadas. En ese sentido, menciona que la frecuencia de accidentes o de eventualidades que pudieran tener los pescadores va a aumentar notablemente como consecuencia de este desequilibrio en la temperatura.

Según el estudio, el océano contiene 40 veces más carbono que la atmósfera. “Eso hace que actúe como una especie de refrigerante, pero también tiene sus consecuencias, pues así como absorbe dióxido de carbono, plásticos y otros elementos, eso tiene un límite”, dice Riveros.

delfines en océanos
El calentamiento del mar también impacta sobre las especies marinas. Foto: Pablo Heimplatz.

“Ese calor regresa con vientos más fuertes, con un aumento de la transpiración y con una mayor producción de nubes y mayor turbulencia. El mar acepta el calor, lo retiene, pero tiene capacidades limitadas para, en algún momento, devolverlo, y eso tiene consecuencias para nuestra vida diaria”, comenta Riveros.

El director científico de Oceana también explica que a nivel biológico, la productividad marina se ha mantenido más o menos estable en los últimos siglos, pero que eso puede estar cambiando. “Aún podemos conseguir ciertos pescados, sobre todo los más apetecibles como lenguado y corvina, pero son más pequeños, son una fracción del tamaño de hace 20 ó 30 años. Lo mismo sucede con especies que antes eran populares como las machas o las navajas, que eventualmente han entrado en peligro de extinción local”.

Entérate: Misión que vigila la vaquita marina ha visto menos ejemplares que en 2023; redes de pesca son la principal amenaza de la especie 

Esto significa que en el futuro cada vez habrá menos pescados, indica Riveros, y que muchas especies serán reemplazadas, paulatinamente, por otras de menor valor nutricional, con ciclos de vida más cortos y que no requieren tanta complejidad en su desarrollo como un pez grande. “En cierto sentido nuestro capital de alimentación que tenemos en el océano cada vez es más pobre, hay menos especies y están siendo reemplazadas por variedades con menor valor nutricional. Mientras sigamos sobreexplotando el océano lo que vamos a tener es un mar empobrecido”, asegura Riveros.

Más contaminación y menos oxígeno

“El océano sigue actuando como un sumidero, absorbiendo grandes cantidades de carbono” señala el informe de la Unesco, cuyos datos indican que el mar absorbe alrededor de la cuarta parte de las emisiones anuales de dióxido de carbono (CO2) de origen antropogénico que se emiten hacia la atmósfera. Eso aliviana los impactos del cambio climático en el planeta, pero produce que el océano se acidifique, explica el documento, lo que amenaza organismos marinos y servicios ecosistémicos, incluidos la seguridad alimentaria porque se reduce la biodiversidad y se degradan los hábitats.

 especies marinas
La acidificación del océano y la reducción de oxigeno afecta a las especies marinas. Foto: Oceana / Carlos Aguilera.

La eutrofización es otro de los problemas expuestos en el informe. Esto ocurre cuando el océano recibe un exceso de nutrientes, particularmente de nitrógeno (N) y de fósforo (P), que llegan principalmente de la producción agrícola y la descarga de aguas residuales domésticas e industriales, y que favorece un rápido crecimiento de algas y otras plantas que cubren la superficie del agua. En un primer momento, la proliferación de algas provoca que la luz solar no pueda penetrar profundo en el agua y, como consecuencia, la vegetación muere al no poder llevar a cabo la fotosíntesis. Luego, los microorganismos que se alimentan de la materia muerta, como las bacterias, consumen el oxígeno que necesitan otras especies como peces y moluscos para sobrevivir.

“El aumento de la eutrofización finalmente ocasiona que zonas completas empiecen a morir. Hay lugares donde esto significa disminución de oxígeno a nivel local y un riesgo altísimo de que se produzcan floraciones de algas nocivas que tienen efecto directo en la distribución de especies y en la comunidad que consumen organismos que viven en zonas aledañas”, explica Gaymer.

Las denominadas ‘zonas muertas’, son lugares donde casi no queda vida marina debido a la disminución de la cantidad de oxígeno. Este descenso de los niveles de oxígeno está asfixiando a las especies costeras, señala el estudio.

En Latinoamérica, agrega Gaymer, los mayores efectos están ocurriendo en la costa atlántica y el Caribe. “En toda la zona de Brasil se ve el aumento de la eutrofización. También en Argentina, así como en el Caribe. Lo estamos viendo cada vez más en las zonas costeras asociadas a las desembocaduras de los ríos que aportan grandes concentraciones de contaminantes”, menciona el científico del ESMOI.

pesca en el mar
Expertos señalan que uno de los riesgos es la reducción de la cantidad de peces en el mar. Foto: Andre Baertschi.

“Desde la década de 1960, el océano ha perdido el 2 % de su oxígeno como consecuencia del calentamiento de las temperaturas y los contaminantes, entre ellos las aguas residuales y la escorrentía agrícola. Las áreas costeras son las más afectadas”, se indica en el informe según el cual se han identificado aproximadamente 500 de estas zonas.

Juan Carlos Riveros explica que muchas de estas zonas muertas son temporales, pues se producen sobre todo en época de lluvias cuando éstas arrastran  nutrientes al mar, principalmente nitrógeno, fósforo y potasio como resultado de la actividad agrícola o del mal manejo de los desechos. “Lo que sucede en el mar es un aumento de la actividad bacteriana y fotosintética que finalmente absorbe el oxígeno y todo lo que ingresa en ese espacio muere porque no puede respirar”.

Riveros menciona que en la costa de Perú, en la desembocadura de los ríos por ejemplo, se presentan estas zonas muertas temporales.

A todos estos factores contaminantes del mar se suma el plástico que, desde la década de 1990, ha aumentado significativamente. “La contaminación por plástico no tiene solución posible en este momento si es que no se considera realmente reducir la producción de plástico de un solo uso y de plástico en general”, señala Gaymer.

En busca de soluciones

“Las áreas marinas protegidas brindan refugio a la vida marina contra estos factores estresantes. Más del 70% de especies en peligro de extinción buscan refugio en estas zonas. Y esos puntos críticos de biodiversidad marina son cruciales para apoyar tanto la seguridad alimentaria como la salud general de los océanos ahora y en el futuro”, señala el informe.

Peces en el mar
El mar absorbe alrededor de la cuarta parte de las emisiones anuales de dióxido de carbono. Foto: Nina Cordero.

Según el reporte,  estos espacios protegidos albergan el 72 % de las 1500 especies marinas en peligro de extinción incluidas en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). “Los nuevos datos de la Unesco demuestran que, cuanto mayor es el nivel de regulación en una área marina protegida, más efectiva es en la protección de los ecosistemas locales”, se lee en el documento.

También se propone un mejor entendimiento y valoración del océano como un camino para intentar detener la degradación de los océanos, de tal forma que la sociedad en general reconozca sus vínculos con el océano y desarrolle un sentido de cuidado y conexión, generando cambios en valores, comportamientos y acciones.

Daniela Hill, directora de la Fundación Amiguitos del Océano en Ecuador y uno de los 20 científicos que integra el Grupo de expertos en cultura oceánica de la Unesco, explica que entender que la relación entre los seres humanos y el océano es un camino  de doble vía. “La idea es lograr que las personas realmente encuentren este sentido de conectividad y de cómo nuestras propias acciones están beneficiando o no a esta casa común que tenemos todos”. Lo que se espera, insiste, “es que la gente entienda de que todos estos problemas que son del océano, que es la base fundamental de la vida en el planeta Tierra, nos repercute a todos. No solo es un tema de biodiversidad, sino también de economía y de la parte social”.

En ese sentido, el informe subraya la importancia de la participación no solo de los científicos en el conocimiento de los mares, sino también de quienes no forman parte del mundo académico.

El reporte destaca también la importancia del conocimiento de los pueblos indígenas. “Su conocimiento sobre cómo mantener el intrincado equilibrio entre la naturaleza y la humanidad sigue siendo un importante recurso al que pueden recurrir los investigadores y los responsables de la formulación de políticas”, señala el documento.

Paisaje submarino
Paisaje submarino en los arrecifes del área natural protegida Parque Nacional Bajos del Norte. Foto: Oceana / Carlos Aguilera.

Si las personas desde el sector pesquero, el sector acuícola o el sector agrícola realmente entendieran que pueden trabajar con la naturaleza para su beneficio sin destruirla, sería un cambio significativo, dice Hill. “Creamos áreas protegidas, ampliamos estas áreas, pero ¿cuál es realmente la efectividad del manejo y la gestión de esas áreas si las personas que viven en esos lugares o los visitan no tienen una vinculación real con el mar?”, se pregunta Hill. El origen de la solución, sostiene, ”es un tema educativo y cultural”.

Leer: Vaquita marina: gobierno de AMLO abandonó desde 2021 proyecto esencial para su conservación

El informe de la Unesco también impulsa el uso de sistemas de alerta temprana y la preparación y resiliencia de las comunidades costeras para hacer frente a los riesgos relacionados con los océanos, principalmente tsunamis y tormentas.

Silvia Chacón-Barrantes, de la Universidad Nacional de Costa Rica, y miembro del equipo de científicos que elaboró el informe de la Unesco, comenta sobre la importancia de que las comunidades costeras, así como los gobiernos locales y nacionales entiendan la importancia de la preservación del ambiente y de enfrentar los efectos del cambio climático para tener comunidades mejor preparadas ante eventos como tsunamis y tormentas.

“Se tiene que mejorar las protecciones naturales, mantener en un buen estado los arrecifes coralinos y conservar los manglares que son defensas naturales”, señala Chacón-Barrantes, quien también es la coordinadora del Sistema Nacional de Monitoreo de Tsunamis de Costa Rica (Sinamot).

Chacón-Barrantes destaca el trabajo que se está realizando con comunidades costeras a través del programa Tsunami Ready, de Unesco, que busca construir comunidades resilientes a través de estrategias de preparación ante estos eventos. “Como parte del programa de tsunamis de la década de los océanos nos hemos enfocado en dos metas. La primera es monitorear de forma global y en tiempo real el océano para estar enterados de posibles amenazas para nuestras zonas costeras. Lo segundo es que el 100% de las comunidades en riesgo de tsunamis estén preparadas para el 2030”.

Imagen principal: El informe de la Unesco alerta sobre el calentamiento del océano. Foto: Sindicato de Pescadores de Ventanas.

Nota publicada originalmente en Mongabay Latam

 

 

Lo que hacemos en Animal Político requiere de periodistas profesionales, trabajo en equipo, mantener diálogo con los lectores y algo muy importante: independencia
Tú puedes ayudarnos a seguir.
Sé parte del equipo
Suscríbete a Animal Político, recibe beneficios y apoya el periodismo libre.
Etiquetas:
contaminación de oceános
unesco
Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...
Imagen BBC
¿Los animales tienen conciencia? La nueva evidencia que marca un ‘cambio radical’ en lo que sabemos
9 minutos de lectura

Hay millones de tipos diferentes de animales y se han llevado a cabo muy pocas investigaciones sobre cómo experimentan el mundo.

24 de junio, 2024
Por: BBC News Mundo
0

Charles Darwin ocupa un lugar casi sagrado entre los científicos por su teoría de la evolución. Sin embargo, su idea de que los animales son conscientes de la misma manera que los humanos ha sido rechazada durante mucho tiempo. Hasta ahora.

“No existe una diferencia fundamental entre el hombre y los animales en su capacidad de sentir placer y dolor, felicidad y miseria”, escribió Darwin.

Pero su sugerencia de que los animales piensan y sienten fue vista como una herejía científica entre muchos, si no la mayoría, de los expertos en comportamiento animal.

Atribuir conciencia a los animales en función de sus respuestas se consideraba un pecado capital. El argumento era que proyectar rasgos, sentimientos y comportamientos humanos en los animales no tenía base científica y no había forma de probar lo que sucede en las mentes de los animales.

Pero si surge nueva evidencia de la capacidad de los animales para sentir y procesar lo que sucede a su alrededor, ¿podría significar que son conscientes?

Darwin
Charles Darwin aseguraba que los animales tenían capacidad de sentir placer y dolor, felicidad y miseria. Foto: Getty Images

El ejemplo de las abejas

Ahora sabemos que las abejas pueden contar, reconocer rostros humanos y aprender a utilizar herramientas.

El profesor Lars Chittka de la Universidad Queen Mary de Londres ha trabajado en muchos de los principales estudios sobre la inteligencia de las abejas.

“Si las abejas son tan inteligentes, tal vez puedan pensar y sentir algo que sea la base de la conciencia”, afirma.

Los experimentos del profesor Chittka demostraron que las abejas modificaban su comportamiento después de un incidente traumático y parecían capaces de jugar, haciendo rodar pequeñas bolas de madera, una actividad que, según él, parecían disfrutar.

Estos resultados han persuadido a uno de los científicos más influyentes y respetados en la investigación con animales a hacer esta declaración fuerte, cruda y polémica:

“Dada toda la evidencia que hay sobre la mesa, es muy probable que las abejas tengan conciencia”, dijo.

Abeja
Estudios indican que las abejas modifican su comportamiento después de un incidente traumático. Foto: Getty Images

“Cambio radical”

No se trata sólo de las abejas. Muchos coinciden en que ha llegado el momento de reevaluar nuestro pensamiento sobre la conciencia animal, a partir de nueva evidencia que marca un “cambio radical”.

En ese grupo de científicos se encuentra el profesor Jonathan Birch de la London School of Economics.

“Tenemos investigadores de diferentes campos que empiezan a atreverse a hacer preguntas sobre la conciencia animal y a pensar explícitamente en cómo su investigación podría ser relevante para esas preguntas”, afirma Birch.

Sin embargo, cualquiera que busque un momento eureka quedará decepcionado.

En cambio, el aumento constante de evidencias para repensar este paradigma ha generado comentarios entre los investigadores involucrados. Ahora muchos reclaman un cambio en el pensamiento científico en este campo.

Lo que se ha descubierto puede no ser una prueba concluyente de la conciencia animal, pero en conjunto, es suficiente para sugerir que existe “una posibilidad realista” de que los animales sean capaces de tener conciencia, indica Birch.

Esto no sólo se aplica a los llamados animales superiores, como los simios y los delfines, que han alcanzado un estado de desarrollo más avanzado que otros animales. También para criaturas más simples, como serpientes, pulpos, cangrejos, abejas y posiblemente incluso moscas de la fruta.

Este grupo de científicos busca financiación para hacer nuevas investigaciones y determinar si los animales son conscientes y, de ser así, en qué medida.

Simios
Los científicos consideran a los simios animales superiores por tener un estado de desarrollo mayor que otras especies. Foto: Getty Images

Cómo definir la conciencia

Si usted se pregunta qué entendemos por conciencia, no está solo. Es algo en lo que los científicos ni siquiera pueden ponerse de acuerdo.

Uno de los primeros esfuerzos se produjo en el siglo XVII, por parte del filósofo francés René Descartes, quien dijo: “Pienso, luego existo”.

“El lenguaje es el único signo cierto del pensamiento escondido en un cuerpo”, añadió.

Pero este razonamiento ha enturbiado las aguas durante demasiado tiempo, considera el profesor Anil Seth de la Universidad de Sussex, quien ha debatido sobre la definición de conciencia durante gran parte de su carrera profesional.

“Esta impía trinidad de lenguaje, inteligencia y conciencia se remonta a Descartes”, dijo a la BBC con malestar frente a la falta de cuestionamientos a este enfoque hasta hace poco.

La “trinidad impía” está en el centro de un movimiento llamado conductismo, que surgió a principios del siglo XX. Dice que los pensamientos y sentimientos no pueden medirse con métodos científicos y, por lo tanto, deben ignorarse al analizar el comportamiento.

Aunque muchos expertos en comportamiento animal se formaron en esta escuela, comienza a abrirse un enfoque menos centrado en el ser humano, asegura Seth.

“Debido a que vemos las cosas a través de una lente humana, tendemos a asociar la conciencia con el lenguaje y la inteligencia”, explica. “El hecho de que estén juntos en nosotros no significa que vayan juntos en general”.

Anil Seth
El investigador Anil Seth cuestiona la definición de la conciencia. Cortesía del Canadian Institute of Advanced Research.

Sensibilidad en lugar de conciencia

Algunos son muy críticos con ciertos usos de la palabra conciencia.

El campo está repleto de palabras ambiguas y desafortunadamente una de ellas es la conciencia“, advierte el profesor Stevan Harnad de la Universidad de Quebec.

“Es una palabra que mucha gente utiliza con confianza, pero significa algo diferente para cada persona, por lo que no está nada claro qué significa”.

Harnad asegura que una palabra mejor, menos ambigua, puede ser “sensibilidad“, que se define más estrictamente como la capacidad de sentir.

“Sentirlo todo, un pellizco, ver el color rojo, sentirte cansado y hambriento, son todas las cosas que sientes”, indica.

Otros que se han mostrado instintivamente escépticos ante la idea de que los animales sean conscientes dicen que la nueva interpretación más amplia de lo que significa ser consciente marca la diferencia.

Una de ellas es la doctora Monique Udell, de la Universidad Estatal de Oregón, quien tiene una formación conductista.

“Si observamos distintos comportamientos, por ejemplo, qué especies pueden reconocerse a sí mismas en un espejo, cuántas pueden planificar con anticipación o recordar cosas que sucedieron en el pasado, podemos probar estas preguntas con experimentación y observación y sacar más conclusiones precisas basadas en datos”, afirma.

“Y si vamos a definir la conciencia como una suma de comportamientos mensurables, entonces se puede decir que los animales que han tenido éxito en estas tareas particulares tienen algo que elegimos llamar conciencia”.

Ésta es una definición de conciencia mucho más estrecha que la que promueve el nuevo grupo, pero según la doctora Udell, la ciencia se trata de un choque respetuoso de ideas.

“Contar con personas que tomen las ideas con cautela y tengan un ojo crítico es importante, porque si no abordamos estas preguntas de diferentes maneras, será más difícil progresar”.

laboratorio
Los científicos coinciden en que es importante ampliar las investigaciones científicas sobre los animales. Foto: Getty Images.

Una declaración de conciencia animal

¿Pero qué sigue? Algunos dicen que es necesario estudiar muchas más especies para determinar si es posible que los animales tengan conciencia.

“En este momento, la mayor parte de la ciencia se hace en humanos y monos y estamos haciendo el trabajo mucho más difícil de lo necesario porque no estamos aprendiendo sobre la conciencia en su forma más básica“, dice Kristin Andrews, profesora de Filosofía especializada en mentes animales en la Universidad de York en Toronto.

Andrews y muchos otros creen que la investigación en humanos y monos es el estudio de un nivel de conciencia superior (que se manifiesta en la capacidad de comunicarse y sentir emociones complejas), mientras que un pulpo o una serpiente también pueden tener un nivel de conciencia más básico que estamos ignorando por no investigarlo.

Esta investigadora fue una de las principales impulsoras de la Declaración de Nueva York sobre la Conciencia Animal, firmada a principios de este año y que hasta ahora ha sido suscrita por 286 investigadores.

La breve declaración de cuatro párrafos establece que es “irresponsable” ignorar la posibilidad de la conciencia animal.

“Debemos considerar los riesgos para el bienestar y utilizar la evidencia para informar nuestras respuestas a estos riesgos”, dice.

Kristin Andrews
Kristin Andrews promovió la Declaración de Nueva York sobre la Conciencia Animal. Foto: Cortesía de la Universidad de York

Chris Magee pertenece al Understanding Animal Research, un organismo del Reino Unido respaldado por organizaciones de investigación y empresas que realizan experimentos con animales.

Asegura que se asume que los animales tienen conciencia cuando se realizan experimentos con ellos y advierte que las regulaciones del Reino Unido exigen que los experimentos se realicen sólo si los beneficios para la investigación médica superan el sufrimiento causado.

“Hay pruebas suficientes para que adoptemos un enfoque de precaución”, afirma.

“Pero también hay muchas cosas que no sabemos, incluso sobre crustáceos decápodos como cangrejos, langostas, cangrejos y camarones”.

“No sabemos mucho sobre su experiencia vivida, ni siquiera cosas básicas como el momento en que mueren. Y esto es importante porque necesitamos establecer reglas para protegerlos, ya sea en el laboratorio o en la naturaleza”.

Una revisión dirigida por Birch en 2021 evaluó 300 estudios científicos sobre la sensibilidad de los decápodos y cefalópodos, que incluyen pulpos, calamares y sepias.

El equipo del profesor Birch descubrió que había pruebas sólidas de que estas criaturas eran sensibles, ya que podían experimentar sensaciones de dolor, placer, sed, hambre, calidez, alegría, consuelo y excitación.

Las conclusiones de esta revisión llevaron al gobierno británico a incluir a estas criaturas en su Ley de Bienestar Animal en 2022.

“Se han descuidado las cuestiones relacionadas con el bienestar de los pulpos y los cangrejos”, afirma Birch. “La ciencia emergente debería alentar a la sociedad de tomar estas cuestiones un poco más en serio”.

Pulpo
Animales como los pulpos podrían tener un nivel de conciencia que se desconoce porque no se está investigando. Foto: Getty Images.

Los herejes

Hay millones de tipos diferentes de animales y se han llevado a cabo muy pocas investigaciones sobre cómo experimentan el mundo.

Sabemos un poco sobre las abejas y otros investigadores han mostrado indicios de comportamiento consciente en cucarachas e incluso moscas de la fruta, pero hay muchos otros experimentos por realizar con muchos otros animales.

Es un campo de estudio que los herejes que firmaron la Declaración de Nueva York afirman que ha sido descuidado, incluso ridiculizado. Su enfoque, decir lo indecible y arriesgarse a ser sancionado, no es nada nuevo.

Casi al mismo tiempo que René Descartes decía “pienso, luego existo”, la Iglesia católica encontró al astrónomo italiano Galileo Galilei “vehementemente sospechoso de herejía” por sugerir que la Tierra no era el centro del Universo.

Fue un cambio de pensamiento que nos abrió los ojos a una imagen más verdadera y rica del Universo y nuestro lugar en él.

Desplazarnos del centro del Universo por segunda vez puede tener el mismo efecto en nuestra comprensión de nosotros mismos y de los demás seres vivos con quienes compartimos el planeta.

Línea gris
BBC
Lo que hacemos en Animal Político requiere de periodistas profesionales, trabajo en equipo, mantener diálogo con los lectores y algo muy importante: independencia
Tú puedes ayudarnos a seguir.
Sé parte del equipo
Suscríbete a Animal Político, recibe beneficios y apoya el periodismo libre.
Etiquetas:
contaminación de oceános
unesco
Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...