¿Después de la segunda audiencia de Jaime Maussan no dejas de pensar en ovnis? Si bien este término se utilizó durante muchos años, recientemente fue sustituido por FANI, siglas de Fenómeno Anómalo No Identificado.
Pero ¿cómo pasamos de hablar de OVNI a FANI? ¿Qué significan palabras como extraterrestre, marciano o alienígena? Seguramente vienen a tu mente seres verdes, parecidos a las personas, a bordo de un platillo volador.
Por eso, en El Sabueso preparamos este glosario con ayuda de especialistas como Gabriela Frías y José Franco y la consulta de publicaciones científicas, para que sepas cómo usar estos términos que pueden causar desinformación y mucha confusión. Eso sí, te adelantamos que en ningún caso se trata de otras formas de vida.
Objeto Volador No Identificado es el significado de OVNI o en inglés UFO (Unidentified Flying Object). Algunos medios de comunicación refieren que el estadounidense Josef Allen Hynek, quien fue presidente del Departamento de Astronomía de la Universidad Northwestern, acuñó este término para hacer estudios más serios.
“Primero eran platillos voladores y uno se imaginaba estas naves que llegaban a la Tierra como en las películas de ciencia ficción. Después se cambió el término a Objeto Volador No Identificado”, explica en entrevista Gabriela Farías, doctora en Filosofía de la Ciencia por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La página de la librería de la Universidad Northwestern menciona que en 1972, dicho astrónomo publicó el libro La experiencia OVNI en el que explicó tres clases de “encuentros cercanos” que van desde la observación, las evidencias físicas y el contacto. De ahí el nombre de la película de ficción Encuentros cercanos del tercer tipo, de Steven Spielberg.
Pero recientemente instituciones de Estados Unidos prefieren el término FANI o UAP (Unidentified Aerial Phenomenon en inglés).
En entrevista, José Franco, investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM, reconoce como un acierto el paso de OVNI a FANI.
“Cuando se conceptualizaba así se estaba diciendo que era un objeto, aunque no sea de esa manera; y que además volaba, lo que tampoco, necesariamente, es correcto”, sostiene.
El 25 de junio de 2021, la Agencia Nacional de Inteligencia de Estados Unidos publicó el informe titulado Evaluación Preliminar: Fenómenos Aéreos No Identificados. Es decir, ya había sustituido el término OVNI por FANI.
El 9 de junio de 2022, la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) anunció un nuevo equipo de 16 integrantes para estudiar FANI, es decir, observaciones en el cielo que no pueden identificarse como aeronaves o fenómenos naturales conocidos.
Esto no quiere decir que la NASA busque activamente FANI. Sino que desde una perspectiva científica recopila datos, por ejemplo de la atmósfera terrestre, para comprender mejor lo desconocido.
“No hay pruebas de que los FANI sean de origen extraterrestre”, aclaró la NASA en el comunicado.
Al respecto, la comunicadora de la ciencia Gabriela Frías señala la importancia de entender que lo no identificado no alude a vida de otro planeta, como muchas veces se piensa.
“Un punto importante de esto es que un FANI pudiera ser un meteorito, un fenómeno atmosférico, un drone, un avión de otro país, tomando como referencia a Estados Unidos. Todo lo que no está plenamente identificado”, insiste.
En esto coincide José Franco, doctor en Física por la Universidad de Wisconsin-Madison.
“El hecho de que no tengan una explicación clara dentro de las cosas que conocemos no quiere decir que su origen sea de tal tipo, no se sabe lo que son. Y eso no quiere decir que yo le pueda inventar atribuciones”, sostiene.
En julio de 2022 fue creada la Oficina de Resolución de Anomalías en Todos los Dominios (AARO, por sus siglas en inglés) cuyo equipo de expertos lidera los esfuerzos del gobierno estadounidense para abordar fenómenos no identificados aéreos, marítimos, espaciales o transmedia utilizando un marco científico riguroso y un enfoque basado en datos.
Un año después, el 16 de diciembre de 2022, Ronald Moultrie, subsecretario de Defensa para Inteligencia y Seguridad del Departamento de Defensa de Estados Unidos, sustituyó la palabra aéreos por anómalos para ampliar los fenómenos no identificados en todos los ámbitos, ya sea en el aire, la tierra, el mar o el espacio.
“Es posible que hayan notado que acabo de decir fenómenos anómalos no identificados, mientras que en el pasado el Departamento ha utilizado el término fenómenos aéreos no identificados. Esta nueva terminología amplía el alcance de los FANI para incluir objetos sumergidos y transmedios”, explicó según la transcripción del discurso del funcionario.
Sí, la invitación a la segunda audiencia en la Cámara de Diputados, Maussan y los ponentes usaron el término Fenómenos Aéreos Anómalos No Identificados pero ¿por qué ocurre esto?
Frías califica al discurso de Maussan como pseudocientífico, ya que pretende usar los métodos y hallazgos de la ciencia pero se basa en evidencia insuficiente. De hecho el Ministerio de Cultura de Perú y la propia UNAM han desmentido sus supuestas pruebas.
“Muchas veces se usa el lenguaje o terminología científica para tratar de justificar cosas que en realidad no existen, son palabras que toman de la ciencia sin argumentaciones lógicas, sin pruebas, sin fundamentos”, agrega.
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José Franco explica que la Tierra es el único lugar donde sabemos que hay vida. La búsqueda que se ha hecho desde la ciencia no ha dado resultados positivos en ningún lado donde se ha explorado, ya sea directamente o indirectamente.
Sin embargo, existen palabras que asociamos con seres no humanos o humanoides debido a la ciencia ficción y a la cultura popular. Marcianos se refiere a habitantes de Marte, hay una canción que dice que llegaron bailando ricachá y el escritor estadounidense Ray Bradbury publicó Crónicas marcianas en 1950 pero:
“No se ha encontrado ni siquiera una bacteria marciana. Hasta ahorita no hay evidencia alguna de que existan los marcianos más allá de la ciencia ficción”, aclara Gabriela Frías.
Lo mismo ocurre con términos como alienígena o alien, con los cuales seguro vienen a tu mente los personajes de Toy Story con tres ojos y una antena. No obstante, el primero, etimológicamente significa engendrado en otra tierra por lo que es usado para hablar de lo extranjero y el segundo quiere decir ajeno.
“Se aplica a seres que vienen de otros mundos. Pero hasta el momento no hay un sólo indicio de ninguna forma de vida extraterrestre”, añade Frías.
A propósito, con esta palabra sucede algo similar que con alienígena y alien. Su significado es mucho más sencillo, todo lo que está fuera de la Tierra, aunque se asocie a personajes como E.T.
“Extraterrestre tiene un significado muy claro, algo de fuera de la Tierra. La Luna es extraterrestre, el Sol es extraterrestre, las estrellas son extraterrestres. El asociarlo a un ser viviente no tiene sentido”, comenta Franco.
Protagonizada por Scarlett Johansson y Jonathan Bailey, la última entrega de la exitosa saga de Jurassic Park sigue el modelo de la entrega original, pero no está a su altura.
¡Vaya! La más reciente entrega de la saga de Jurassic Park tiene un claro olor a rancio.
Se esfuerza por ofrecer una nueva visión de una fórmula —un escape del acecho de los dinosaurios— que ha recaudado miles de millones de dólares y con la que claramente no se puede jugar demasiado, pero los cineastas debieron haber jugado un poco más con ella.
Jurassic World Rebirth cuenta con grandes estrellas como Scarlett Johansson y Jonathan Bailey, así como con criaturas mejor diseñadas que nunca, pero ofrece tan pocas emociones que puede que sea la más floja de la saga.
Esta séptima entrega en esencia es un relanzamiento de un relanzamiento y sigue el modelo creado por Steven Spielberg en la primera cinta de Parque Jurásico, aquella protagonizada por Sam Neill y Laura Dern hace 32 años. Le siguió una trilogía de Jurassic World, con Chris Pratt y Bryce Dallas Howard.
Y esta de 2025 parecía prometedora. Johansson, tan vibrante como estrella de acción en Black Widow, interpreta a una mercenaria, Zora Bennett, contratada por una gran empresa farmacéutica para recuperar ADN de dinosaurios.
Bailey encaja perfectamente en el papel del Dr. Henry Loomis, un paleontólogo inteligente que se une a la peligrosa misión. Él puede identificar a los dinosaurios, que deambulan libremente por una isla tropical abandonada donde los experimentos para crear híbridos salieron mal.
En la misión de Bennet, el ADN que busca recuperar se utilizará para crear un medicamento para prevenir enfermedades cardíacas, lo que proporcionará enormes beneficios a la empresa farmacéutica que la contrata.
Rupert Friend interpreta al villano, el codicioso representante de la empresa, lo que lo convierte instantáneamente en el más propenso a ser devorado por un dinosaurio. Y Mahershala Ali interpreta al confiable colega de Bennett, un marinero contratado para llevarlos a la isla.
Pero es un problema cuando la historia principal de una película, repleta de estrellas, se ve eclipsada por la trama secundaria, lo cual es el improbable resultado en Jurassic World Rebirth.
Como siempre en una película de esta saga, hay una familia en peligro. Aquí, el padre es Reuben (Manuel García-Rulfo, de la serie de Netflix The Lincoln Lawyer). Está de viaje en barco con sus hijas, Teresa (Luna Blaise), que está en la universidad, e Isabella (Audrina Miranda, muy buena interpretando el miedo), de 11 años, y el novio de Teresa, Xavier (David Iacono).
Su historia es la más llena de suspenso desde el principio, cuando su barco es atacado y volcado por un enorme pez dinosaurio —oficialmente un mosasaurio, más grande que una ballena y más feroz que un tiburón— en una secuencia con niveles de peligro similares a los de Tiburón.
Son rescatados por la tripulación de Bennet, pero en la isla se separan. Durante la mayor parte de la película, la trama de la familia discurre en paralelo a la de la expedición, y se desarrolla de forma más a medida que avanzan con dificultad por el bosque, sobresaltándose ante cualquier rugido y descubriendo que lo que parece un tronco de árbol podría ser un dinosaurio durmiendo.
Las amenazas son más viscerales para la familia, en parte porque sus personajes podrían ser víctimas en cualquier momento. ¿Qué probabilidades hay de que Scarlett Johansson o Jonathan Bailey sean devorados? Las situaciones peligrosas de las estrellas tienen que ser especialmente tensas para compensar su supervivencia segura, como ocurre en la mayoría de las películas de Jurassic Park.
Aquí, sus percances no son lo suficientemente aterradores como para mantener a los espectadores en vilo. El director, Gareth Edwards (director de Rogue One: Una historia de Star Wars y, más recientemente, The Creator), no suele situarlos tan cerca de los dinosaurios como a la familia y la acción es mala.
Cuando Henry se aferra al borde de un acantilado con la punta de los dedos, se podría pensar generosamente que es un homenaje a muchas cosas, pero resulta ser un cliché. Y Edwards añade algunos detalles que distraen. En dos momentos diferentes, Henry mastica ruidosamente una pastilla de menta, un intento fallido y vergonzoso de hacer humor.
El texto al comienzo de la película explica que, en los años transcurridos desde el regreso de los dinosaurios, estos se han visto amenazados por los cambios del medioambiente y también por el “desinterés del público”.
La frase suena como un pretexto para que el director cree monstruos más grandes y aterradores. Zora y Henry tienen que sedar y obtener ADN de un titanosaurio, el carnívoro más grande que haya existido, y del quetzalcoatlus, un ave voladora, feroz y con pico, así como del mosasaurio, un reptil acuático.
Junto con muchas otras criaturas, no son tan aterradoras ni impresionantes, y a veces resultan hermosas de contemplar por su gigantesco tamaño. En un momento dado, vemos a docenas de dinosaurios de cuello largo pastando pacíficamente.
La majestuosa música original de John Williams, que el compositor Alexandre Desplat inserta con elegancia en su nueva partitura, se eleva, y podemos sentir el asombro de Loomis mientras contempla a unas criaturas que nunca antes había visto.
Pero esa escena, que evoca deliberadamente la sensación de asombro que experimentaron los personajes de Neill y Dern —y el público del cine— al ver manadas de dinosaurios pacíficos en Jurassic Park, es un recordatorio de lo bien que se mantiene la original de Spielberg.
De las siete películas, es insuperable a la hora de crear tensión y mantener al público cautivado. Las secuelas han tenido altibajos, sin llegar nunca a igualar a la original en cuanto a emoción pura.
Edwards ha dicho que Spielberg le asesoró en la historia y que estuvo “muy involucrado” en la realización de Jurassic Wordl Rebirth, pero eso obviamente no es lo mismo que dirigirla.
Si no se puede mejorar a Spielberg —y, realmente, cuando se trata de este tipo de películas, ¿quién puede hacerlo?— es mejor intentar algo atrevido para evitar que decaiga el interés por los dinosaurios.
★★☆☆☆
Jurassic World Rebirth
Director: Gareth Edwards
Reparto: Scarlett Johansson, Jonathan Bailey, Mahershala Ali
Duración: 2 h 14 m
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