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Sí hay deuda y para 2024 el gobierno propone un nivel récord: los puntos clave sobre ese instrumento financiero
Sí hay deuda y para 2024 el gobierno propone un nivel récord: los puntos clave sobre ese instrumento financiero
5 minutos de lectura

Sí hay deuda y para 2024 el gobierno propone un nivel récord: los puntos clave sobre ese instrumento financiero

Con el presupuesto que propone el gobierno para 2024 el endeudamiento total de México será de 16.8 billones de pesos, 2.6 bdp mayor a la cifra de 2018 y el monto más alto de los últimos 23 años.
27 de septiembre, 2023
Por: Frasua Esquerra
@ 

De aprobarse su propuesta de presupuesto para 2024, el presidente Andrés Manuel López Obrador dejará en términos reales una deuda superior en 2.6 billones de pesos a la que México tenía en el 2018.

Equivaldrá al 48.8% del PIB y habrá crecido 5.2 puntos respecto al último año de la administración de Enrique Peña Nieto.

Porque sí, aunque el mandatario ha dicho en reiteradas ocasiones que no habrá más deuda, la realidad es que su gobierno sí ha recurrido a ese instrumento financiero. 

De hecho en el pasado él mismo criticó que existiera déficit, es decir, que se gastará más de lo que se ingresa, y que entonces se recurriera a la deuda, aunque especialistas han mencionado que como tal no es un recurso negativo, si se utiliza para productos de inversión que a la larga den beneficios.

Durante la crisis sanitaria por COVID-19 el gobierno decidió no recurrir a la deuda, aunque ahora sí lo hace, en el último año del sexenio y cuando se tendrá el proceso electoral, lo que ha generado críticas de oposición y especialistas.

Aunque por otro lado, la administración federal defiende que es un plan sostenible a largo plazo.

A continuación te contamos más detalles clave del endeudamiento de México: 

¿Qué tanto ha crecido la deuda?

El partido Morena afirmó, citando al propio presidente, que “el gobierno de López Obrador dejará la deuda de nuestro país en un nivel más bajo que en los gobiernos de Felipe Calderón y de Peña Nieto”.

Sin embargo, esta afirmación es engañosa. Ya que, si bien es cierto que el crecimiento de la deuda total ha sido menor en el sexenio de López Obrador que en las administraciones de Felipe Calderón y Peña Nieto, esto no significa que la deuda se haya reducido y que se encuentre hoy “en un nivel más bajo” que hace seis o doce años.

Solo durante el primer año de la gestión del presidente López Obrador (2019) la deuda logró reducirse 0.2 bdp en términos reales, pero a partir del 2020 la deuda total ha crecido ininterrumpidamente (2020-2024).

Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público

De acuerdo con la Secretaría de Hacienda la deuda del próximo año será de 1.8 bdp (equivalente a 5.4% del PIB). Esta cifra será 50% superior a los 1.2 bdp solicitados para el año en curso, y el endeudamiento o déficit más alto en un año del que se tiene registro.

En 2024 el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP) se ubicará en 16.8 bdp, equivalente al 48.8% del PIB y el monto más alto del endeudamiento acumulado de los últimos 23 años

Víctor Gómez Ayala, investigador del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), en entrevista con Animal Político, refiere que el SHRFSP considera toda la deuda del sector público federal, dicha medición incluye “la deuda del Gobierno Federal, la deuda de Pemex, la deuda de CFE y la deuda de la banca de desarrollo”.

Crecimiento de la deuda del 2000 al 2024

Nominalmente —sin tomar en cuenta la inflación— durante el gobierno de López Obrador se ha registrado el mayor aumento de la deuda (6.2 bdp).

Pero en términos reales, tomando en cuenta la inflación, es el gobierno de Peña Nieto el periodo en el que más se ha abonado al crecimiento de la misma.

¿En qué se gastarán los recursos?

De acuerdo con México Evalúa, solo el 59% del endeudamiento que se propone para 2024 se gastará en inversión, es decir, en proyectos de los que se espera obtener ganancias en el futuro. Este porcentaje es “la proporción más baja desde 2009”.

El 41% restante se utilizará para financiar el gasto corriente. En este rubro se encuentran: los servicios públicos de salud, educación y energía eléctrica; así como el pago de pensiones, la compra de medicamentos y las remuneraciones a maestros, médicos, policías y personal militar, entre otros. 

En el artículo 73 de la Constitución se refiere que en materia de deuda pública “ningún empréstito podrá celebrarse sino para la ejecución de obras que directamente produzcan un incremento en los ingresos públicos”.

¿Es preocupante la deuda que se propone para 2024?

Pese a que la deuda de México en relación a su PIB es menor en comparación con otros países, como Estados Unidos, China o Brasil, economías en las que la deuda supera el 50% de su PIB; esto no significa que el país pueda o deba endeudarse más. 

Víctor Gómez Ayala refiere que “lo más importante con el endeudamiento es si es sostenible… si vas a poder pagarlo”.

El investigador refirió que para una economía como la mexicana, que en promedio en los últimos 30 años ha crecido al 2%, y con tasas de interés reales como las que ahora están arriba del 5% en promedio, los números que se proponen “sí generan un poco de preocupación”. 

“Hay espacio como porcentaje de la economía, pero quizás donde no hay tanto espacio es que no va a tener el país, con el ritmo de crecimiento que tiene, la capacidad de endeudarse más”.

Gómez Ayala mencionó que si la deuda es productiva y financia proyectos de inversión que hagan que la economía crezca más “entonces hace sentido que contrates más deuda”, pero que no tiene tiene sentido “si el resultado de ese endeudamiento original no ocasiona que la economía crezca a una tasa más alta”.

El investigador del ITAM señaló que la justificación de Hacienda ante el endeudamiento es que hay que acabar las obras prioritarias del Gobierno, como el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas, las cuales están generando un costo extra. 

Y ante ello, dice Gómez Ayala, “el tema de la rentabilidad económica o social de esas obras es bastante cuestionable”.

¿Aún tenemos ahorros?

En el 2020 —año de pandemia— el presidente López Obrador decidió que México no se endeudaría al grado en el que muchos países lo hicieron para sostener sus economías.

Aunque por otro lado el gobierno utilizó fondos de estabilización —ahorros nacionales para enfrentar situaciones adversas— para financiarse.

Estos son el Fondo de Estabilización de Ingresos de Entidades Federativas (FEIEF) y el Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestarios (FEIP).

Y de acuerdo con un análisis del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), ya que se agotaron esos fondos actualmente el país no tendría los recursos suficientes para hacer frente a una nueva crisis económica de la magnitud que se tuvo en 2020.

Es otro punto a considerar en medio de la preocupación que han señalado especialistas por el nivel de déficit que propone el gobierno.

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Imagen BBC
Racionalidad vs. Superstición: ¿Por qué incluso las mentes más lógicas creen en lo absurdo?
7 minutos de lectura

La mente humana intenta asociar distintos eventos que le permitan anticiparse a la realidad, lo que deriva en supersticiones.

17 de septiembre, 2024
Por: BBC News Mundo
0
Según he escuchado alguna vez, la actriz española Elsa Pataky llevaba calcetines de diferente color en una de sus primeras audiciones en Hollywood.

Con las prisas se puso los primeros que encontró por casa. La audición le fue genial. En el siguiente casting, volvió a su costumbre habitual de lucir calcetines emparejados, y la prueba le salió fatal. A partir de ese momento, Elsa Pataky siempre lleva calcetines de distinto color en sus audiciones.

Le dan buena suerte.

No dispongo de pruebas de la veracidad de esta anécdota, pero es un excelente modelo de cómo se forja y se consolida una superstición en nuestra mente. Confío en que Elsa Pataky no se moleste por utilizarla como ejemplo. Toquemos madera.

Tendencia predictiva

Una de las principales motivaciones de la mente humana es la necesidad de encontrar asociaciones entre distintos eventos que le permitan anticiparse a la realidad.

La selección natural ha favorecido la búsqueda de relaciones causa-efecto para descubrir las reglas del mundo y así promover la supervivencia y la reproducción.

Somos buscadores compulsivos de conexiones, arqueólogos de la regularidad, futurólogos intuitivos. Nuestro sistema cognitivo tiene alergia a la ambigüedad y a la incertidumbre. La asociación de eventos es el antídoto para esta “reacción alérgica mental”.

Las supersticiones son el lado oscuro de esa tendencia predictiva tan útil para la supervivencia: asocian eventos que, en realidad, no están relacionados de ninguna forma. ¿Qué tendrá que ver el color de los calcetines con las dotes actorales de Elsa Pataky?.

La tendencia humana a predecir el mundo inventa estas conexiones. Al fin y al cabo, el aprendizaje de asociaciones es la piedra angular de nuestra adquisición de comportamientos.

Con las supersticiones, esos mecanismos asociativos se pasan de largo, pecan por exceso.

Qué dice la ciencia

El primer acercamiento científico a la conducta supersticiosa la realizó en 1948 el psicólogo B. F. Skinner mediante un famoso estudio con palomas.

Skinner programó que la dispensación de comida ocurriera de manera automática cada quince segundos. Hicieran lo que hicieran, las palomas recibirían alimento con esa cadencia.

Transcurrido un tiempo, el científico norteamericano comprobó que la mayoría de las aves (seis de ocho, en concreto) habían desarrollado sus propios rituales supersticiosos para conseguir la comida.

Vaquita de San Antonio.
Getty Images
La superstición determina conexiones ficticias entre distintos eventos.

Una paloma daba vueltas sobre sí misma, otras movían la cabeza de un lado a otro y otra picoteaba el suelo.

Este fenómeno se denomina “condicionamiento adventicio” para diferenciarlo del aprendizaje por “condicionamiento operante”, cuando el animal aprende en función de las consecuencias positivas o negativas realmente causadas por su comportamiento.

Con humanos se han encontrado resultados muy similares mediante tareas en las que se instauran conexiones ficticias entre eventos.

De hecho, hay todo un campo de estudio en Psicología dedicado a las ilusiones de causalidad, que incluso se han relacionado con la proliferación de pseudomedicinas alternativas, como la homeopatía o el reiki, o las creencias paranormales.

El “sesgo de confirmación”

Cuando ya hemos creado una conexión causal entre eventos, uno de los mecanismos que fomenta su mantenimiento es el llamado “sesgo de confirmación”, que forma parte de nuestra caja de herramientas cognitivas.

Tendemos a prestar más atención a aquellos sucesos que confirman nuestras creencias que a los que las contradicen: “Siempre que lavo el coche, llueve”; “el repartidor de Amazon siempre llega cuando no estoy en casa”.

Trébol de la suerte.
Getty Images
Determinados objetos pueden convertirse en amuletos de la suerte para los supersticiosos.

Olvidamos con facilidad las numerosas veces que no se cumplieron tales predicciones. Y, al mismo tiempo, recordamos vivamente el momento en que ocurrieron esos incómodos eventos debido al impacto emocional que generan.

Otro mecanismo que favorece el mantenimiento de las supersticiones se basa en lo que los psicólogos denominan “profecía autocumplida”. Es decir, la propia creencia en una predicción puede hacer que se convierta en realidad a través de nuestras acciones.

Así, si obligamos a Elsa Pataky a llevar calcetines del mismo color para su siguiente audición, probablemente se pondrá muy nerviosa al no disponer de su amuleto y su rendimiento se verá seriamente afectado.

La actriz llegará a la conclusión de que se confirma su profecía, aunque haya sido ella misma quien se ha ocupado de ratificarla.

Nuestras supersticiones nos esclavizan: si las ignoramos, la ansiedad hará que rindamos peor. Que se lo digan a los deportistas, acumuladores compulsivos de manías, rituales y supersticiones.

“Por si acaso”

Las supersticiones son absurdas, pero generalmente fáciles de cumplir.

Se mantienen gracias al “por si acaso” y al “¿y si fuera cierto?”. Tocar madera, no pasar por debajo de una escalera, no brindar con agua, cruzar los dedos: todos son actos muy fáciles de realizar, muy baratos.

Herradura.
Getty Images
El físico Niels Bohr tenía colgada una herradura en la pared de su despacho para la buena suerte.

El físico Niels Bohr (1885-1962) tenía colgada una herradura en la pared de su despacho. Cuando le preguntaron cómo era posible que una de las mentes más analíticas de su tiempo creyera en amuletos, Bohr respondió: “No creo en ellos, pero me han dicho que dan suerte incluso a los que no creen en ellos”.

Tampoco cuesta tanto, ¿no? La conducta supersticiosa lo tendría más difícil si tuviéramos que realizar cien flexiones para acumular suerte antes de un examen. Somos tontos, pero no tanto como para ganarle a la pereza.

El vínculo con la cultura

A menudo, las supersticiones se implantan en el acervo de las tradiciones y costumbres de una sociedad. Nos permiten identificarnos con los valores de nuestra cultura, a través de hábitos y rituales compartidos.

Resulta sencillo imaginar que la superstición de Elsa Pataky se extendiera entre la población y que la gente llevara calcetines desparejados en el examen de conducir o en sus citas de Tinder.

Muchas supersticiones culturales tienen raíces centenarias o incluso milenarias, lo que dificulta mucho rastrear sus orígenes.

Parece que tocar madera proviene de las antiguas creencias celtas sobre las almas que habitaban los árboles.

Por su parte, los gatos negros se asociaban a las brujas durante la Edad Media, aunque en Escocia es símbolo de buena suerte. Una bonita demostración de la arbitrariedad de las supersticiones, por cierto.

El número trece tiene muy mala prensa. Según la compañía Otis, en torno al 85 % de sus ascensores instalados en edificios más de doce plantas omiten el botón con el número trece.

Parece que el origen está relacionado con Judas Iscariote, el comensal número trece en la Última Cena del cristianismo. El miedo al Viernes 13 combina esta superstición numérica con el recuerdo de la celebración del Viernes Santo, día fatídico en el que fue crucificado Jesucristo.

De la lógica a la intuición

Somos seres racionales… pero de los que toman raciones en los bares, tal y como declama la banda Siniestro Total en una de sus canciones. Nuestra racionalidad natural no es lógica sino bio-lógica o psico-lógica.

La evolución nos ha dotado de un arsenal de atajos cognitivos para procesar grandes cantidades de información y tomar decisiones rápidas (generalmente exitosas) con los datos parciales y ambiguos que recibimos del medio.

Un gato negra y una escalera.
Getty Images
Los gatos negros o pasar por debajo de una escalara pueden ser sinónimo de mala suerte para los supersticiosos.

En cambio, el ejercicio del pensamiento lógico y razonado requiere de la fatigosa tarea de disciplinar nuestra mente para prevenir las falacias y sesgos del pensamiento humano.

Ambos sistemas de pensamiento habitan en nosotros sin aparente conflicto.

Por un lado, un sistema intuitivo y automático que está guiado por reglas de andar por casa y que puede derivar en sesgos y falacias del pensamiento.

Por el otro lado, un sistema analítico y reflexivo pero más lento y más costoso, que en las condiciones adecuadas puede comportarse de manera racional y lógica.

Por eso, incluso en las mentes más racionales y analíticas pueden residir creencias irracionales y supersticiones absurdas. Que se lo digan a Niels Bohr, con su herradura de la suerte.

Cuando nos quitamos la bata del científico o la toga del juez, nuestra mente es tan crédula como la de nuestros antepasados prehistóricos. Cruzaremos los dedos para que la razón no nos abandone del todo.

*Pedro Raúl Montoro Martínez es profesor titular del Departamento de Psicología Básica I de la UNED – Universidad Nacional de Educación a Distancia, en Madrid.

Línea gris.
BBC

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