Una pensión equivalente al 100% del último salario, es lo que promete el presidente Andrés Manuel López Obrador con una iniciativa de reforma que puso de nuevo sobre la mesa el tema del sistema de pensiones y la presión que representan para las finanzas públicas.
Misma que a decir de especialistas hace inviable lo que plantea el mandatario, al menos sin una reforma fiscal que aumente los recursos públicos disponibles, ya que actualmente 22 pesos de cada 100 del presupuesto de egresos está destinado al pago de pensiones.
Solo 26.1 millones de trabajadores en México, que equivale al 44%, podrían beneficiarse de la reforma que propone el presidente, pues se encuentran trabajando de manera formal, de acuerdo a Encuesta Nacional de Empleo y Ocupación (ENOE).
Otros 32.4 millones de mexicanos, que equivalen a más del 55% de la fuerza laboral en el país, están en el sector informal y no tienen acceso a ese tipo de pensión.
A continuación te presentamos puntos clave sobre el sistema de pensiones en México, qué fue la reforma del 97, cuánto aporta para su retiro cada trabajador y el gobierno, y qué papel juegan las afores:
En México existe el concepto de “pensión contributiva”, que significa que una persona después de trabajar por un periodo de su vida o tras sufrir una discapacidad a causa de su trabajo pueda recibir de manera mensual un monto económico, para vivir sin necesidad de continuar en la actividad laboral.
Cuánto recibirá de pensión depende de: cuántos años trabajó en el sector formal, cuál era su salario -del que cada quincena se retuvo una porción para su retiro-, y en qué año comenzó a trabajar, ya que en 1997 hubo una reforma clave sobre las pensiones.
De ahí que se hable de que hay trabajadoras y trabajadores que deben seguir los lineamientos de modalidad 73, en referencia a la ley de pensiones de aquel año, y otro más joven bajo la ley 97.
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Para acceder a la pensión, actualmente se deben cumplir varios requisitos. Si estás bajo la modalidad 73, debes acreditar por lo menos 10 años de trabajo y tener más de 60 años. Si es por la modalidad 97 deben ser al menos 16 años de trabajo y tener más de 65 años.
El IMSS tiene actualmente poco más de 4 millones de pensionados y el ISSSTE poco más de un millón 200 mil personas, de acuerdo a sus reportes más recientes.
Dentro del concepto de pensión, existe el término “jubilación”. Se utiliza cuando un trabajador cumple con el mínimo de semanas laboradas y cotizadas ante el seguro social, o tiene más de 65 años y entonces accede a una pensión.
Mientras que cuando se habla de pensión, se incluye a un espectro de beneficiarios más amplio. Están las personas jubiladas, las personas trabajadoras que pudieron acreditar que sufren de discapacidad a raíz de su actividad laboral, las personas incapacitadas, las que son viudas de un trabajador, son huérfanos de un trabajador o los padres perdieron a su hijo trabajador.
La Ley del Seguro Social tuvo una reforma en 1995 e inició su vigencia el 1 de julio de 1997. A esta reforma se le conoce como ‘reforma del 97’ o ‘modalidad 97’.
Si tienes menos de 50 años, es muy probable que sea esta modalidad por la que te jubiles, ya que aplica para todas las personas trabajadoras que comenzaron a cotizar a partir del 1 de julio de 1997.
Surgió tras la crisis financiera de 1994, cuando se devaluó la moneda y entonces México recurrió a un préstamo del Banco Mundial que, como parte de los requisitos para otorgar el dinero, le pidió cambiar su esquema pensionario.
La apuesta del Banco Mundial era promocionar el sistema pensionario de Chile que había arrancado en 1981, explica Carlos Contreras, actuario e investigador de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social.
La reforma estableció que ahora las personas trabajadoras se pensionan con base al monto que logren ahorrar a lo largo de su vida laboral, a través de aportaciones obligadas por la ley, aportaciones voluntarias y lo correspondiente a aportaciones patronales.
Las aportaciones son depositadas en una cuenta individual que es gestionada por una Administradora de Fondos para el Retiro, conocida como afore, con el fin de invertir y generar ganancias.
En palabras de Ángel Edoardo Ruiz, académico de la Universidad de Guadalajara, esto significa que privatizaron el derecho a la pensión. “Ahora se tiene el derecho de comprar una pensión. Parece una diferencia mínima, pero no lo es”, enfatiza.
La reforma lleva 26 años en activo y los trabajadores adscritos a ella ya comienzan a pensionarse. Entre enero de 2021 y septiembre de 2023, 68 mil 930 trabajadores obtuvieron una pensión bajo esta modalidad, detalla el informe trimestral más reciente, de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar).
Encontraron que quienes se están jubilando están recibiendo montos que están “por debajo de lo ideal”. Las pensiones promedio otorgadas eran de 5 mil 483 pesos, entre 2022 y 2023, detalla el IMSS. Quedando por debajo del salario mínimo mensual que es de 7 mil 468 pesos.
Durante toda su vida laboral los trabajadores adscritos a este modelo hicieron aportaciones obligatorias del 6.5% de su salario, un porcentaje menor en comparación con otras partes del mundo, detalla la Consar. Por ejemplo, en Chile, las aportaciones son del 10% y en países integrados a la OCDE es del 19.6%.
Aportando el 6.5% de su salario a lo largo de su vida laboral, y con lo que aportan el gobierno y los patrones, se estima que reciban como pensión el equivalente al 30% de lo que ganaban, explica Carlos Contreras, actuario e investigador de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social.
Con una reforma en 2020 a la Ley del Seguro Social (LSS) y la Ley de los Sistemas de Ahorro para el Retiro (LSAR), se estableció un crecimiento gradual de la aportación, para partir de 6.5% y llegar al 15% en 2030.
Pero la reforma mencionada también modificó el número de semanas cotizadas para acceder a una pensión.
En 2024 se le pide a la trabajadora o trabajador tener un acumulado de 825 semanas cotizando. La cifra crece cada año, y se prevé que para 2031 sean 1,000 semanas para poder pensionarse bajo la modalidad 97.
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La Administradora de Fondos para el Retiro o Afore se encarga de guardar en una cuenta individual el dinero del trabajador y busca generar rendimientos a través de inversiones.
Cuando una persona se registra en un afore, el contrato advierte que esta puede perder parte de los rendimientos generados al intentar reinvertirlos, y no está obligada a regresar el monto dado que es un riesgo del mercado financiero.
Las afores cobran un monto por administrar la cuenta, resguardar e invertir. “El negocio de las afores es ese, que nunca dejan de cobrar”, explica el actuario Carlos Contreras. Este 2024 el promedio de cobro es de 0.56%.
Antes de 2018 se cobraba más por el mismo servicio. Era del 1%, pero la Consar estableció reducirlo porque en países como Estados Unidos y Chile el promedio de cobro es del 0.6% y en Colombia del 0.5%.
El afore cobra un porcentaje del total del dinero de una cuenta por administrar el servicio. Por ejemplo, si una persona trabajadora suma 45 mil 275 destinados a su “Retiro, cesantía en edad avanzada y vejez”, la Afore le cobrará de manera anual el 0.56%, que son 253.54 pesos.
“Siempre se me ha hecho un robo que se cobren comisiones del porcentaje que sea, (por)que es directo de los trabajadores y no tienen opción de que un afore les invierta o no, están obligados por la ley”, dice Ángel Edoardo Ruiz, segurólogo y académico de la Universidad de Guadalajara.
En México solo existen 10 afores. Penssioniste es la única del tipo gubernamental. Las restantes son privadas: Inbursa, Profuturo, Sura, XXI Banorte, Principal, Invercap, Coppel, Citibanamex y Azteca.
Hasta junio de 2023, las afores del país administraban un total de 5 billones 568 mil millones de pesos.
La ‘modalidad 73’ era una reforma de pensiones que se concentraba en poder pagar las pensiones de los jubilados con el dinero ingresado por los trabajadores en activo.
Estableció que solo se calculara cuánto se debe recibir de pensión con el salario promedio de los últimos 5 años. Para jubilarse sólo se pedía un mínimo de 10 años cotizando ante el seguro social y tener por lo menos 60 años.
En cambio con la ‘modalidad 97’ las personas se pensionan considerando el dinero que ahorraron a través del Afore. Es decir, contrario a lo que pasaba en la modalidad anterior, no importa el último salario, sino lo que se acumuló a lo largo de la etapa laboral .
El Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) detalla que las generaciones que se jubilan bajo la ‘modalidad 73’, pueden recibir por lo menos el 40% de su último salario. En cambio, bajo la ‘modalidad 97’ es de 30%. “Cuándo se recomienda que internacionalmente, oscile entre 50% y 70%”, apunta su informe.
Por ejemplo, con la ‘modalidad 73’: una persona que ganó durante los últimos cinco años de su vida laboral 20 mil pesos, se estima pueda recibir una pensión máxima mensual de hasta el 60% de su salario, que equivale a 12 mil pesos, aunque durante los primeros años de trabajo su sueldo promedio fue inferior a 10 mil pesos.
Mientras que una persona con la ‘modalidad del 97’, recibirá una pensión mensual equivalente a lo ahorrado en su afore, sin importar cuál era el monto del último salario. Lo que significa que aunque su sueldo promedio de toda su vida laboral fuera de 20 mil pesos mensuales, lo que recibirá podría ser cerca de un 30% de su salario, lo que equivale a menos de 10 mil pesos.
Además, actualmente pide un mínimo de 16 años trabajando para poder pensionarse y tener 65 años. Y para 2031 se prevé que el requisito llegue a un mínimo de 20 años trabajando.
Sin embargo, bajo el sistema del 73 tampoco se entregaban pensiones equivalentes al 100% de su último salario, advierte Carlos Contreras, actuario e investigador de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social.
“Con 30 años y jugando con los datos de la tabla, podríamos decir que las pensiones mejorcitas, oscilan entre un 60% y 65%”, calcula el actuario.
El gobierno de México destina un presupuesto anual para cubrir lo que se conoce como “cuota social” de cada trabajador. Esta cuota es un derecho del trabajador y debe ser garantizada por el estado.
Por ejemplo:
Además, cuando un trabajador no alcanza a pensionarse con el salario mínimo mensual, el estado aporta el dinero restante para que obtenga una “pensión mínima garantizada”.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, sostiene que presentará una iniciativa de reforma el próximo 5 de febrero para que los trabajadores se jubilen con el 100% de su último salario.
“Para tranquilidad de empresarios y trabajadores, sobre todo de los empresarios, para que no los atemoricen, el gobierno va a asumir una parte considerable de este equilibrio”, dijo López Obrador durante la conferencia matutina del 15 de enero.
Pero según especialistas no hay espacio fiscal para destinar más dinero en pensiones. Este 2024, dos billones de pesos, que son el 22% del dinero del presupuesto de egresos, está destinado para el pago de pensiones.
Esto representa el 5.4% del Producto Interno Bruto del país (PIB), un monto mayor al de otros rubros. Por ejemplo, el monto destinado al sector salud representa menos del 3%, detalla el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).
Las economistas Valeria Moy, directora del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) y Gabriela Siller, académica del Tec de Monterrey, advierten que para hacer posible el pago del 100% a pensiones, el gobierno tendría que endeudarse y no hay un plan de sostenibilidad financiera para cubrir la deuda.
Ambas enfatizan que al no haber información de un plan financiero, el tema suena a una promoción en medio de campañas electorales.
Actualmente el país tiene un déficit fiscal, lo que implica que está teniendo mayores gastos que ingresos fiscales. “En México ya tenemos un elevado déficit fiscal, para este año se está presupuestando un déficit de 4.9% del PIB que sería el mayor déficit desde 1988”, detalla Siller.
Además, la propuesta enfrenta el reto de que año con año se incrementa el gasto público destinado a pensiones, porque la población está envejeciendo, detalla la organización México Cómo Vamos.
En 2023, el 8.2% de la población era mayor a 65 años y se prevé que en 2050 sea el equivalente al 17% de la población.
Friedrich Merz, líder de la CDU, vencedora de las elecciones, representa un giro conservador en la línea de su partido y, mientras que sus defensores consideran que servirá de revulsivo ante la crisis que atraviesa Alemania, sus críticos temen que podría abrir la puerta a que la ultraderecha entre al poder.
Sus partidarios aseguran que es el antídoto que Alemania necesita ante la crisis de confianza en Europa, y una mayoría de alemanes lo respaldaron este domingo para ser el próximo canciller.
El democristiano Friedrich Merz ha logrado que su partido, la conservadora CDU, vuelva a ser la fuerza más votada en Alemania en las elecciones celebradas este domingo, según las proyecciones de resultados que lo sitúan con entorno a un 30 % de los votos.
Alejado del Bundestag durante años para dedicarse a las finanzas y amasar una fortuna, Merz regresó a la política después de que su gran rival en el partido, la excanciller Angela Merkel se retirara de la política.
Merz lidera la Unión Demócrata Cristiana desde el pasado septiembre, y ni sus propuestas ni su estilo podrían estar más alejados de los de la mujer que gobernó Alemania durante 16 años.
El líder democristiano ha prometido bajar los impuestos y recortar el gasto social para relanzar la estancada economía alemana.
Pero también mano dura contra la inmigración ilegal, un mantra del que la ultraderecha de Alternativa por Alemania (AfD, según sus siglas en alemán), segunda fuerza política del país tras obtener su mejor resultado histórico.
A finales de enero Merz ya se valió de los votos de la extrema derecha para intentar endurecer las normas migratorias, lo que reveló hasta dónde estaba dispuesto a arriesgar el nuevo líder de la CDU rompiendo los tabúes que hasta ahora habían dominado la política alemana.
Pero aunque Merz no lograra finalmente cambiar la ley, su maniobra supuso un terremoto en la campaña electoral que precipitó el colapso del gobierno del socialista Olaf Scholz a finales del año pasado.
Sin embargo, el vencedor de los comicios de este domingo ha dicho, en repetidas ocasiones, que no pactará con AfD para formar gobierno, y que importantes cuestiones ideológicas alejan a ambas formaciones como, por ejemplo, la cercanía a Rusia de los ultras.
Merz ha hecho hincapié en su defensa de Ucrania. “No somos neutrales”, dijo en uno de los últimos debates antes de los comicios, donde reafirmó que “también por eso haré todo lo posible por que la AfD no entre en el gobierno”.
Descartada la AfD, ahora la pregunta es con quién formará gobierno.
Merz dijo este domingo en la noche que la líder de AfD, Alice Weidel, no quiere solucionar los problemas de Alemania porque “están felices de que los problemas vayan cada vez a peor”.
Entonces, ¿con quién puede gobernar? Los socialdemócratas son la elección obvia, aunque deberán encontrar puntos de acuerdo en economía y migración.
Si Merz necesita a los Verdes, deberá superar la animosidad entre ambos partidos. En las últimas semanas Merz criticó al líder de los Verdes, Robert Habeck, mientras que Markus Söder, dirigente de los democristianos del estado de Baviera, descartó cualquier pacto con los ambientalistas, cuarta fuerza en el Parlamento.
“Un gobierno sin los Verdes sería un mejor gobierno”, dijo Söder, mientras que Merz también prefiere un único socio en lugar de dos.
Alto (mide 1.98 m), delgado, siempre con traje impecable y gafas, Merz ofrece una imagen tranquila, convencional, de hombre de negocios dispuesto a ejercer el poder.
En un país donde los políticos no suelen hacer alarde de riqueza y donde la ostentación se mira con recelo, Merz, que tiene licencia de piloto, protagonizó en 2022 una anécdota que revela que no es un político conservador al uso.
Invitado a la boda del también político Christian Lindner en la isla de Sylt, en el norte de Alemania, Merz se presentó en el casamiento pilotando su propio avión, un Diamond DA62, lo que levantó numerosas críticas.
En lugar de amilanarse, el hoy líder de la CDU se defendió asegurando que cualquier vehículo oficial gastaba más combustible que su “pequeño avión”.
Puede que su actitud refleje un cambio en la política alemana, que hasta hace no tanto consideraba a Merz como una figura del pasado.
Su camino hasta la cancillería no ha sido fácil.
Merz nació en la ciudad alemana de Brilon en 1955, en el seno de una familia católica conservadora.
Su padre fue juez de la localidad, al igual que lo es su esposa Charlotte, con quien lleva casado 40 años.
Sintió una inclinación política desde muy joven, ya que se afilió a la CDU cuando aún estaba en la escuela.
Pese a su educación conservadora, Merz ha ofrecido en el pasado pinceladas de una juventud más rebelde de lo que se habría podido suponer.
En una entrevista concedida hace 25 años al diario alemán Tagesspiegel, Merz contó que hacía carreras en moto por las calles, que pasaba el rato con sus amigos junto a un puesto de papas fritas y que se dedicaba a jugar a las cartas al fondo de la clase.
En una fiesta de adolescentes de la que habló, un grupo de alumnos acabó orinando en el acuario de la escuela, según la revista Der Spiegel.
Pero existe cierto escepticismo sobre si el Merz adolescente fue realmente un gamberro o si se trata de una forma de suavizar su imagen.
Personas que lo conocen y han tratado de cerca contaron a la corresponsal en Berlín de la BBC, Jessica Parker, que le gusta salir a tomarse una cerveza y que puede ser divertido, aunque pocos pudieron ofrecerle una anécdota que lo ilustrara.
Tras la escuela, Merz hizo el servicio militar antes de estudiar Derecho y casarse con su compañera Charlotte Gass en 1981.
La pareja tiene tres hijos.
Trabajó como abogado durante unos años, pero siempre estuvo interesado en la política, y en 1989, a los 33 años, fue elegido diputado al Parlamento Europeo.
“Los dos éramos bastante jóvenes y podríamos decir que poco contaminados”, aseguró Dagmar Roth-Behrendt, que se convirtió en eurodiputada al mismo tiempo por el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), de centro-izquierda.
El joven Merz le parecía serio, fiable, honesto y educado.
Incluso gracioso, una cualidad que ahora le parece menos evidente: “Supongo que la cantidad de golpes sufridos con el tiempo le habrán endurecido un poco”.
Pero, ¿se le veía al principio de su carrera como un canciller en potencia?
“Probablemente habría dicho que no, de ninguna manera”, dijo Roth-Behrendt a Jessica Parker.
Sin embargo, todo el mundo lo veía como alguien muy ambicioso y Merz no tardó en pasar de la política de la UE al Parlamento nacional alemán, el Bundestag, en 1994.
Ascendió en las filas de la CDU, donde era considerado un valor en alza en la facción tradicionalista más a la derecha del partido.
“Es un orador espléndido y un pensador profundo”, asegura Klaus-Peter Willsch, diputado de la CDU en el Bundestag y que lo conoce desde hace más de 30 años.
“Un luchador”, afirma Willsch, como demuestra el hecho de que Merz haya protagonizado tres intentos de liderar su partido.
Sus dos primeros fracasos, en 2018 y enero de 2021, podrían leerse también como una señal de su dificultad para ganarse a las bases.
Pero fue a principios de los años noventa que sus ambiciones se descarrilaron por primera vez, cuando perdió frente a Angela Merkel en una lucha por el poder del partido.
Entre Merkel, la discreta química cuántica del antiguo Este comunista, y Merz, el abogado abiertamente seguro del Oeste, nunca hubo mucha coincidencia.
Merz minimiza este amargo episodio en una breve entrada autobiográfica en el sitio web de la CDU, en la que afirma que en 2009 decidió abandonar el Parlamento para “dejar espacio a la reflexión”.
Sus años de reflexión consistieron en forjarse una carrera en las finanzas y el derecho empresarial, convirtiéndose en directivo de varias empresas internacionales y, según se dice, en millonario.
Entre otros, Merz llegó a dirigir la filial alemana de BlackRock, el mayor fondo de inversión del mundo.
Tuvo que pasar más de una década antes de que regresara al Parlamento, donde ha intentado desde entonces romper la doctrina más centrista de Merkel en el conservadurismo de la CDU.
Merz criticó en numerosas ocasiones las políticas de Merkel, en particular, su decisión de acoger a un millón de refugiados en 2015.
Aquel año, ante las oleadas de personas que huían de la guerra en Siria e Irak y llegaban en precarias embarcaciones a las costas europeas, la canciller pronunció su famoso “wir schaffen das“, “podemos hacerlo”.
Merz planteó sus dudas sobre la capacidad de integrar a esta cantidad de refugiados, un asunto que ha sido capital durante la campaña electoral, donde ha propuesto que Alemania pueda rechazar en su frontera a solicitantes de asilo procedentes de otros países de la Unión Europea.
Esta ruptura política se escenificó a finales del mes pasado, cuando Merz impulsó una proposición de ley sobre el endurecimiento de las normas de inmigración, apoyándose en los votos de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).
Insistió en que no hubo colaboración directa con la AfD, pero su maniobra provocó protestas masivas en el país, y ha sido condenada en dos ocasiones por la propia Merkel.
Sus detractores dicen que fue una táctica electoral imperdonable que solo beneficiará a la AfD, pero sus partidarios insisten en que Merz está, de hecho, tratando astutamente de captar el voto de la extrema derecha.
No es la primera vez, sin embargo, que se arriesga a distanciarse de los sectores más moderados del electorado. En los años 90, Merz votó en contra de un proyecto de ley que incluía castigar la violación dentro del matrimonio.
Según explicó después, el entonces diputado consideraba que la violación conyugal ya era un delito, y a lo que se oponía era a otras cuestiones del proyecto de ley.
Las encuestas sugieren que no es especialmente popular entre los jóvenes y las mujeres, pero Klaus-Peter Willsch cree que la imagen que dan de él los medios de comunicación alemanes es injusta.
“Lo he visto varias veces en mi circunscripción”, señaló a la corresponsal de la BBC en Berlín. “Las mujeres se acercan y dicen que es un buen tipo”.
Charlotte Merz, su esposa, también ha salido en su defensa, declarando al diario Westfalenpost: “Lo que algunos escriben sobre la imagen que mi marido tiene de las mujeres es sencillamente falso”.
Según ella, su matrimonio ha sido de apoyo mutuo: “Ambos nos ocupábamos del trabajo del otro y nos repartíamos el cuidado de los niños de forma que fuera compatible con nuestras obligaciones profesionales”.
*Con reportería de la corresponsal de la BBC en Berlín, Jessica Parker.
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