Claudia Sheinbaum, la primera presidenta de México, creó la primera Secretaría de las Mujeres a nivel federal, la cual inició operaciones este año. Especialistas reconocen que este cambio político y administrativo elevó la política pública de género, pero señalan que ésta debe ser transversal, es decir, incorporarse en todos los ámbitos y no sólo en el gabinete presidencial.
“La igualdad de género es transversal, entonces, la Secretaría de Salud tiene que hacer lo propio, la Secretaría de Gobernación igual, la Secretaría de Comunicaciones y Transporte, la Secretaría del Trabajo, en fin, todas las secretarías, todos los organismos tienen un rol”, dice en entrevista Natalia Calero, directora del Programa de Derecho en el Tecnológico de Monterrey.
En agosto de 2024, aún como presidenta electa, Sheinbaum anunció la decisión de convertir en una secretaría de estado al Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), creado en 2001 durante la administración de Vicente Fox.
“Después de un análisis profundo de opiniones de compañeras y de la propia titular del Instituto de las Mujeres (Nadine Gasman), tomé la decisión de hacer secretaría al Instituto Nacional de las Mujeres y la titular será Citlalli Hernández”, informó en conferencia.
Al igual que el Inmujeres, la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim) transfirió sus recursos humanos, financieros y materiales, así como las funciones y atribuciones a la nueva secretaría. Pero especialistas insisten en su coordinación con otras áreas.
“Como secretaría no solamente no tiene todas las herramientas para poder hacer toda esta política pública porque necesita coordinarse con las otras áreas de gobierno. Cuenta más bien con las mismas que contaban la Conavim y el Inmujeres, pero tiene más tareas”, señala Martha Tagle, consultora de género y derechos humanos en Mujer Ideas Desarrollo e Investigación (MIDI).
Tras el anuncio, vino la oficialización. En noviembre Sheinbaum presentó a la Cámara de Diputados una iniciativa de reforma a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal para crear la secretaría. Como antecedente, cuando fue jefa de gobierno, Sheinbaum también elevó a rango de secretaría al Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México.
Martha Tagle considera que la nueva Secretaría de las Mujeres trae consigo cambios políticos y administrativos. Primero, porque responde a lo acordado en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, cuando en 1995 los Estados parte establecieron la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, que instan a que la igualdad de género y los derechos de las mujeres estén en las esferas más altas del gobierno.
La propia Secretaría de las Mujeres y ONU Mujeres calificaron como histórico el 1 de enero que entró en funciones. Citlalli Hernández, quien fuera senadora y secretaria General de Morena, comenzó a integrar a su equipo: María Elvira Concheiro Bórquez, extitular de la Tesorería de la Federación; Sayuri Herrera, exfiscal especializada para la investigación del delito de feminicidio; Tania Morales, fundadora de la asociación de Infancias Trans.
Uno de los cambios administrativos viene con el paso del instituto a la secretaría y el cambio de personalidad jurídica. El Inmujeres era un organismo público descentralizado de la Administración Pública Federal, es decir, con autonomía de gestión, y Conavim era un órgano dependiente de la Secretaría de Gobernación; mientras que al estar en el gabinete del Poder Ejecutivo, la Secretaría de las Mujeres adquiere otro nivel.
“La estructura orgánica importa tanto en la autonomía como en las competencias que tiene. Al dejar de ser un organismo descentralizado de la administración pública federal y pasar a ser una secretaría se le establecen competencias únicas y además se le da el mismo nivel que las otras secretarías”, explica Natalia Calero.
La experta considera que esta fusión ayuda a articular una política pública de género mucho más integral porque hay una secretaría que conglomera todo, en lugar de dos organismos.
Por su parte, Martha Tagle señala que la idea de que existiera un instituto descentralizado era para “que pudiera ser el espacio desde donde se trabajara en la transversalidad de las políticas. Es decir, no le tocaba desarrollar en sí mismo la política, sino de vigilar que las demás áreas del gobierno hicieran lo que les correspondía”.
Otro de los cambios administrativos fue que, al momento de presentar el presupuesto para 2025 todavía no se creaba la Secretaría de las Mujeres. El Centro de Análisis e Investigación Fundar advirtió que el presupuesto asignado a la Conavim y al Inmujeres era 7% menor respecto a lo aprobado en 2024.
“Lo que genera dudas sobre la capacidad que tendrá la nueva Secretaría de las Mujeres, una vez que sea promulgada la reforma a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal”, se lee en un comunicado.
Además, como parte de los cambios administrativos, en diciembre 151 de las 251 personas trabajadoras del Inmujeres, de las cuales la mayoría son mujeres, optaron por terminar la relación laboral frente a la opción de continuar laborando en la nueva secretaría con un menor salario y sin conservar su antigüedad.
Incluso Sheinbaum confirmó en una conferencia que a las trabajadoras de la Conavim y el Inmujeres se les planteó la liquidación o la disminución de salarios, sobre todo en honorarios.
Puedes leer: Para crear la nueva Secretaría de las Mujeres, el gobierno despide y disminuye salarios a trabajadoras
El Artículo 42 Bis. de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal establece que a la Secretaría de las Mujeres le corresponde implementar la política nacional en materia de mujeres, adolescentes y niñas, igualdad sustantiva y transversalización de la perspectiva de género, prevención, atención y erradicación de las violencias contra ellas, y el sistema de cuidados.
“Queremos elevarlo a Secretaría porque hoy el Instituto de las Mujeres es más bien normativo, y nosotros queremos que los derechos de las mujeres lleguen a todos los rincones del país. Por eso, la primera tarea de Citlalli es llevar la cartilla de los derechos de las mujeres a cada mujer”, dijo Sheinbaum en conferencia.
Al respecto, las especialistas Martha Tagle y Natalia Calero coinciden en que si bien es necesario informar los derechos de las mujeres, eso no debe ser la única prioridad. Hay que lograr una política pública integral de género.
“Si solamente se le da prioridad al a este programa de la cartilla de los derechos, es como pensar que solamente es una tipo secretaría de bienestar de las mujeres. Es decir, que busquen aumentar las clientelas de mujeres a las cuales les bajen programas sociales directos”, advierte Tagle.
Ambas expertas reconocen que se mencione la implementación del sistema de cuidados. Sin embargo, el presupuesto de 2025 carece de políticas y programas específicos para establecerlo.
“El sistema de sistema de cuidados quedó prácticamente un renglón y nada demás”, lamenta Tagle sobre la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal.
Además de reconocer el cambio político y administrativo que representa la Secretaría de las Mujeres, Calero y Tagle también lo hacen con el nombramiento de Citlalli Hernández en este cargo que apenas comienza a desempeñar.
“El escrutinio que se le haga a la secretaria tiene que ser con base en sus resultados”, concluye Calero.
Escaparon en un viaje tan sorprendente como aterrador rumbo a Australia. Eran 19 jóvenes que lo dieron todo por tener una vida mejor.
La exjugadora de cricket australiana Mel Jones fue una de las tres mujeres que organizaron y financiaron el plan para que el equipo femenino de cricket de Afganistán huyera de su país en 2021 tras el regreso al poder del Talibán.
Entre las 19 jugadoras que hicieron el aterrador viaje a Australia estaba Firooza Amiri, quien temblaba de miedo cada vez que su familia era detenida en el auto en el que viajaba.
Ocho eran los puestos de control por los que tuvieron que pasar para abandonar su país de origen.
Hasta el día de hoy, Amiri no puede comprender cómo se creyeron sus excusas de que iban a asistir a una “boda familiar” y a “llevar a su madre a recibir atención médica en Pakistán”.
“Fue el mayor milagro de mi vida”, le dijo a la BBC.
Tres años y medio después, ella y su equipo pisaron el campo de juego en el Junction Oval, en Melbourne, para representar al equipo femenino de Afganistán que jugaba su primer partido.
Otro capítulo en su notable historia acababa de comenzar.
Entre quienes observaban emocionados estaba Jones, quien se encargó de conseguir visas humanitarias de emergencia, dinero y un pasaje seguro para las jugadoras y sus familias.
Teniendo en cuenta los peligrosos viajes que habían hecho, este iba a ser un día de alegría abrumadora para las jugadoras que finalmente volvían a competir en el deporte que aman.
Pero la insignia especialmente diseñada en sus uniformes, en lugar de un escudo oficial, era un gran recordatorio de que su lucha por jugar está lejos de terminar, mientras el Consejo Internacional de Cricket (ICC, por sus siglas en inglés) no las reconozca como una selección nacional.
En un nuevo documental, “El equipo olvidado de cricket”, la BBC analiza la historia del equipo hablando con las jugadoras y aquellos que desempeñaron un papel crucial en su salida de Afganistán.
Amiri estaba tomando té en casa con su abuela en agosto de 2021 cuando se enteró de que el Talibán había regresado.
“En ese momento me quedé en shock y sentí que lo perdería todo”, dijo con lágrimas en los ojos, agregando que supo de inmediato que el equipo tendría que abandonar el país.
“Mis padres vivieron la primera vez que el Talibán estuvo en Afganistán y sabían lo que les pasaría a las niñas”.
“No sabía si iba a sobrevivir. No sabía si habría una oportunidad para mí y mi familia de salir de Afganistán, no sabía si íbamos a vivir o morir”.
“Lo quemé todo, todos mis certificados, todas mis medallas. No queda nada”.
Según las leyes del Talibán, las mujeres tienen prohibido el acceso a las universidades, el deporte y los parques. También está prohibido que sus voces se escuchen fuera de sus hogares.
La compañera de equipo de Amiri, Nahida Sapan, recordó cómo llegaron a su casa buscándola.
“Mi hermano salió y uno de los miembros del Talibán le preguntó: ‘¿Sabes de una chica de cricket? Creemos que vive aquí’. Mi hermano estaba muy asustado. Yo tenía un libro de resultados de todas mis compañeras de equipo, así que me fui a casa, rompí todos los papeles y los tiré a la basura”.
Sapan, cuyo hermano trabajaba para el gobierno anterior, dijo que su familia comenzó a recibir llamadas y mensajes.
“Eran amenazas directas. Decían: ‘Las vamos a encontrar y, si las encontramos, no las dejaremos vivir. Si encontramos a alguna de ustedes, las encontraremos a todas'”.
“Estaba muy preocupada por todas las chicas del equipo. Todas necesitábamos un lugar seguro”.
Ese lugar seguro iba a venir de una fuente inesperada al otro lado del mundo.
A miles de kilómetros de distancia, Mel Jones se encontraba en cuarentena en un hotel australiano durante la pandemia de covid-19, cuando recibió un mensaje de un periodista indio que le preguntaba si había oído hablar de la situación del equipo de cricket afgano.
Las jugadoras habían pedido ayuda a la Junta de Cricket de Afganistán (ACB, por sus siglas en inglés) después de que el Talibán tomara el poder, pero no recibieron ninguna.
Estaban aterrorizadas bajo el gobierno del grupo islamista.
El periodista puso a Jones en contacto con una de las jugadoras y ella le preguntó si había algo que pudiera hacer para ayudarlas. La jugadora respondió que todas sus compañeras de equipo y el personal de apoyo debían salir de Afganistán.
Jones, quien ganó dos Copas del Mundo con Australia, revisó sus contactos y trajo a varios voluntarios a bordo, incluida su amiga Emma Staples, quien solía trabajar para Cricket Victoria, y Catherine Ordway, quien había ayudado a evacuar a las futbolistas afganas.
Creando una red de personas que podían ayudar, incluso sobre el terreno en Afganistán, organizaron visas y transporte para finalmente sacar a 120 personas del país, principalmente a Pakistán, y luego en vuelos militares a Dubái. Desde allí volaron a Melbourne y Canberra en vuelos comerciales financiados por el gobierno australiano.
“No creo que comprendiera la enormidad de lo que estábamos haciendo en ese momento”, dijo Staples. “Nos dijeron que tal vez no podríamos salvar a todos”.
“Para mí, fue como coordinar un servicio de inmigración clandestino. Tuve que completar los documentos de las visas e intentar transferir dinero a Afganistán para que las chicas compraran pasaportes”.
“Fueron seis semanas de recopilación de información de los miembros de las familias de las jugadoras, tratando de obtener identificaciones, pero solo teníamos esta hoja de cálculo con los detalles de todos”.
La comunicación con las jugadoras fue “realmente desafiante”, pero “nada que Google Translate no pudiera solucionar”, según contó Staples.
“Todo pasó tan rápido para ellas que no creo que tuvieran tiempo de pensar en lo que tuvieron que dejar atrás. No tengo dudas de que algunas de ellas están pasando por la culpa del sobreviviente”.
Jones, de 52 años, quien ahora trabaja como locutora de cricket, dijo que hubo momentos en los que no estaba claro si la misión tendría éxito. Las cosas sucedían minuto a minuto”, dijo.
“Sin sonar frívola, hubo momentos en los que parecía que estabas en una película de Jason Bourne”, contó, recordando que intentaba comentar en televisión mientras enviaba mensajes a una jugadora afgana que trataba de encontrar el auto correcto que la llevara a un lugar seguro.
“Esa fue la parte que me dio miedo, el asegurarme de que tomaran las decisiones correctas”.
Durante meses después de aterrizar en Australia, las jugadoras mantuvieron en secreto su paradero, mientras vivían en un alojamiento temporal, ya que todavía temían por su seguridad.
Los clubes de cricket locales a los que se unieron también ayudaron a proteger sus identidades.
Esperaron hasta diciembre de 2022 y luego escribieron al ICC para decirles que vivían en Australia y para plantear dos grandes preguntas: ¿qué había pasado con sus contratos con la ACB y qué había pasado con el dinero destinado a la ACB y que debería usarse en su preparación?
También solicitaron que algunos de esos fondos se redirigieran a las jugadoras en Australia.
Después de un mes, el ICC respondió que los contratos eran un asunto de la ACB y que dependía de la junta decidir cómo gastar los fondos que recibe del organismo rector mundial.
Pero como la ACB se negó a tratar con las jugadoras, el equipo se quedó con la sensación de que los organismos rectores del deporte se habían desentendido de ellas.
En junio de 2024, tras la llegada del equipo masculino de Afganistán a las semifinales del Mundial T20, las mujeres aprovecharon el momento para escribir una segunda carta al ICC.
Esta vez pidieron que se les permitiera formar un equipo internacional de refugiadas.
Dicen que nunca han recibido respuesta a esa carta.
“Es tan doloroso y tan decepcionante”, dijo Shabnam Ahsan, quien tenía solo 14 años cuando huyó de su país. “No entiendo por qué ellos [el ICC] no están haciendo nada para ayudarnos. Hemos trabajado muy duro y merecemos ayuda como cualquier otro equipo”.
El ICC le dijo a BBC Sport en un comunicado que “sigue comprometido con la situación en Afganistán, con el bienestar y las oportunidades de los jugadores como nuestra máxima prioridad”.
Su presidente, Jay Shah, añadió: “Estamos comprometidos a apoyar el desarrollo del cricket a través de la Junta de Cricket de Afganistán, al tiempo que reconocemos los desafíos que enfrenta el cricket femenino afgano, incluidas las preocupaciones de las jugadoras que viven en el exilio”.
“El ICC también está revisando ciertas comunicaciones relacionadas con el cricket femenino de Afganistán y explorando cómo se las puede apoyar dentro del marco legal y constitucional del ICC. Nuestro enfoque está en el diálogo constructivo y en soluciones viables que salvaguarden los mejores intereses de todas las jugadoras de cricket afganas”.
El día del partido en Melbourne estuvo lleno de emoción y alegría, pero aún queda una pregunta importante: ¿qué le espera al equipo?
No cuentan con financiación oficial, aunque al día siguiente del partido se puso en marcha un fondo en línea llamado “Pitch Our Future”, que pretende recaudar cerca de US$950.000 para ayudar a asegurar el futuro del equipo.
La Marylebone Cricket Club Foundation de Reino Unido también se ha comprometido a que las jugadoras de Afganistán sean las primeras beneficiarias de su nuevo Fondo Mundial de Cricket para Refugiados.
Las jugadoras aún tienen grandes sueños de jugar algún día en el escenario internacional, pero eso depende de que el ICC colabora con ellas.
Sin embargo, una cosa es segura: en un momento en el que las mujeres de Afganistán sienten que no tienen voz, este equipo no será silenciado.
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