En noviembre pasado, Tarsila Molina, alcaldesa de San Nicolás, Guerrero, tuvo que huir del municipio por amenazas cuando apenas llevaba un mes en el cargo, hasta que recibió protección y pudo regresar a cumplir sus funciones.
Este lunes 16 de diciembre, Tarsila Molina, de la coalición Morena, PT y Partido Verde, asistió al primer encuentro de presidentas municipales del país en Los Pinos para compartir experiencias y capacitarse sobre políticas públicas y presupuesto con perspectiva de género.
Molina es la primera presidenta de su municipio. Orgullosa de su tierra, explicó en entrevista que son una localidad “de reciente creación, ya que antes formaba parte de Cuajinicuilapa, y somos el municipio con mayor número de afromexicanos de todo el país, un lugar buyanguero, fiestero y cálido”.
San Nicolás es un municipio afrodescendiente de Guerrero, que fue reconocido como municipio por el Congreso local apenas en mayo de 2022.
Emocionada, Tarsila participó en este primer encuentro convocado por la Secretaría de las Mujeres tras verse obligada a desplazarse por las amenazas.
“Significa mucho que nos hayan invitado, porque históricamente hemos sido violentadas, por muchos años se nos negó el acceso a la política, y ahora que llegamos no es tarea fácil, pero el hecho de que tengamos una presidenta mujer y que nos convoquen a reunirnos a todas las alcaldesas es un paso importante”, dijo.
Lee también | Afromexicanas, grupo más olvidado en la agenda y el segundo más discriminado en México; reforma resulta insuficiente, aseguran
Iris López Zavaleta, de San Lorenzo Cacaotepec, Oaxaca, es la segunda mujer que preside el municipio, ubicado en la región de los Valles Centrales del estado. Es también la persona más joven que ha gobernado.
“Fui nombrada a mano alzada en una asamblea comunitaria, y me siento muy contenta de que se convoque a estas capacitaciones para acceder a recursos federales y que nos acerquen al gobierno de la primera presidenta, porque a veces, por estar lejos, pensamos que nadie nos voltea a ver”, apuntó.
López Zavaleta destacó que las presidentas presentes “estamos rompiendo con muchos cacicazgos y quienes estamos haciendo la diferencia abrimos paso a las mujeres jóvenes, y estos espacios son una oportunidad para comunicarnos con otras lideresas, ver que somos más fuertes y sentirnos empoderadas”.
Por su parte, Valeria Aguilar, alcaldesa de Cueneo, Michoacán, por la coalición Morena, PT y PVEM, agregó que “ser presidenta es todo un reto, porque el machismo sigue latente, pero afortunadamente con trabajo y el apoyo de la sociedad, hemos sabido sobrellevar las dificultades de llegar al poder”.
Durante la inauguración del encuentro, Moni Pizani, representante de ONU Mujeres en México, recordó que en 1975, nuestro país fue sede de la primera Conferencia Mundial de la Mujer, “y desde entonces la situación ha cambiado, alcanzamos la paridad legislativa, tenemos a la primera mujer presidenta y hay más de 600 alcaldesas, avances que son el resultado de décadas de lucha de quienes se atrevieron a soñar en una nación más justa e igualitaria”.
A las “herederas de este legado”, Pizani les dijo que los desafíos que enfrenten “no son barreras infranqueables, sino oportunidades para demostrar nuestra resiliencia e innovación, y la violencia política, lejos de silenciarnos, nos ha unido más y hemos construido redes de apoyo que protegen la resistencia del liderazgo femenino“.
Citlalli Hernández, titular de la Secretaría de las Mujeres, explicó que el objetivo de este espacio es “que las mujeres que trabajan en distintas instancias municipales busquen ejercer el poder de manera distinta”, por lo que en el encuentro se llevaron a cabo talleres sobre planeación municipal, presupuesto, mecanismos de mediación, resolución de conflictos y comunicación política.
“Porque muchas veces las mujeres llegamos solas al ejercicio del poder y pocas veces se nos enseña, o tenemos de dónde aprender para no fallar, porque muchas veces desconocemos cómo es hacer política, y eso es una vulnerabilidad”, apuntó la secretaria de las Mujeres.
Por ello, adelantó que este fue el primero de varios encuentros que se llevarán a cabo con las presidentas municipales del país, para continuar con su capacitación.
“Probablemente ustedes son las primeras presidentas en sus territorios, y la responsabilidad que recae en nosotras no es menor, porque toca abrir caminos, toca dar el ejemplo y hacerlo bien”, señaló Hernández.
Asimismo, anunció que se buscará “atender de manera particular las distintas problemáticas que viven las mujeres en los municipios, y ya tenemos varias acciones que iremos presentando en la Secretaría de las mujeres, y creo que podremos trabajar de la mano de ustedes, con liderazgos comunitarios para apoyar a las mujeres que viven violencia o que están buscando cómo desarrollarse para tener más autonomía”.
Te puede interesar | El camino de las mujeres en la política
Frente a las 350 presidentas municipales, de todos los partidos políticos, que se registraron para asistir al evento, Mónica Soto, presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), enfatizó que es necesario que se continúe trabajando para erradicar la violencia política en razón de género que afecta a las mujeres que ostentan cargos de representación en el país.
“Tenemos diversas vías para que se denuncie la violencia política. No perdamos tiempo, ni la oportunidad de demostrarnos, primero a nosotras mismas, y después a la ciudadanía, que las mujeres estamos listas, preparadas y capacitadas para ejercer cargos públicos”, agregó Soto.
También indicó que “es necesario reconocer que el ámbito municipal sigue siendo el eslabón más débil y el de mayor violencia para la participación política de las mujeres, es una realidad que expresamos, no como queja, sino como desafío, justo como nos gusta ver las cosas a las mujeres que estamos participando en política a nivel local”.
“¿Y cómo mejorar la realidad en sus comunidades, en sus pueblos y municipios?”, cuestionó la secretaría de las Mujeres, a lo que respondió: “a veces el monstruo de la administración pública y la falta de acompañamiento y de capacitación vuelven muy complejo que las voluntades se materialicen en hechos concretos, entonces para nosotros es importante que sepan que queremos encontrarnos ya sea de manera virtual, regional o en sus estados y poder acompañarlas con diversas capacitaciones que puedan fortalecer el ejercicio de gobierno que ustedes están realizando”.
Las fechas de los próximos encuentros serán anunciadas por la Secretaría de las Mujeres, institución que se encargará de elaborar los programas de capacitación que serán llevados a cabo en las siguientes sesiones.
En el remot asentamiento de Kapisillit, los groenlandeses le cuentan a la BBC que Trump puede visitar la isla “pero eso es todo”.
El sol se eleva sobre las montañas cubiertas de hielo del fiordo de Nuuk mientras viajamos por una de las últimas fronteras salvajes del mundo.
Pero hay sombras que se ciernen sobre este paisaje y sobre el resto de los espacios helados de Groenlandia.
Con Donald Trump a punto de convertirse en presidente de Estados Unidos, su negativa a descartar la toma de Groenlandia por la fuerza resuena en conversaciones de toda la isla.
“Será bienvenido si viene a visitarnos, por supuesto”, dice el patrón del barco pesquero reconvertido que nos lleva hacia el este. Consciente de que necesita relacionarse con gente de todos los colores políticos, pide que no se le nombre, pero utiliza una frase que se oye a menudo por aquí.
“Groenlandia pertenece a los groenlandeses. Así que Trump puede visitarla, pero nada más”.
Las aguas están en calma cuando llegamos al asentamiento aislado de Kapisillit, de unos 40 habitantes, donde unos cuantos cazadores salen en busca de focas.
La temperatura es de -16 ºC y, con el viento, la sensación térmica es de -27 ºC.
Pero cerca del puerto me encuentro con Kaaleeraq Ringsted, un bisabuelo de 73 años, que está secando filetes de bacalao pescados en las abundantes aguas junto a la puerta de su casa.
Cuando le pregunto si el presidente electo Trump comprará o invadirá Groenlandia, al principio se ríe. Luego su tono se vuelve serio.
“No se puede aceptar que diga esto. Groenlandia no está en venta”.
Luego me cuenta cómo aprendió a pescar y cazar aquí con su padre y su abuelo, y cómo quiere preservar esta vida para sus hijos y nietos.
Al cruzar la bahía, el barco se adentra en el hielo roto de la superficie. Dos águilas se posan en una roca en busca de peces en las aguas cristalinas.
Nos dirigimos a la granja de Angutimmarik Hansen, que cría ovejas y caza focas, aves silvestres y conejos.
Todo el alimento de invierno para las ovejas tiene que importarse de Dinamarca, un recordatorio de cómo el duro clima determina las condiciones de vida aquí.
En la puerta de su casa hay un estante con rifles de caza. Se da cuenta de que los miro.
“Son por si hay una invasión”, bromea.
Pero su actitud ante la retórica belicosa procedente de Mar-A-Lago dista mucho de ser tranquila.
“Menudo estúpido que es Trump”, afirma. “Jamás venderemos Groenlandia”.
Esta pequeña granja está a unos 4.828 km de Florida, donde el presidente entrante de EE.UU. dio su ya célebre rueda de prensa la semana pasada.
“Pero Trump no es EE.UU. Podemos entendernos con la gente de EE.UU.”, declara Hansen.
El efecto Trump se disparó con la llegada a Groenlandia de Donald Trump Jr, que se sumó a las declaraciones de su padre. Llegó a la capital, Nuuk, en el avión 757 de la familia, el Trump Force One, y permaneció allí durante cuatro horas y treinta y tres minutos.
“Ha sido un placer increíble conocer gente, y la gente estaba muy contenta de reunirse con nosotros”, dijo, después de almorzar en un hotel local. “Papá tendrá que venir aquí”.
Luego regresó a los climas más soleados de Florida.
Trump Jr fue recibido por el empresario local Jorgen Boassen, que en su día hizo campaña por el presidente electo.
Boassen declaró a los medios locales que era el “mayor fan” de Trump y que “por supuesto que están interesados en nuestro país, y pueden venir y ver cómo es nuestro país. También se trata de abrirse al comercio y la cooperación”.
La ciudad de Nuuk es la capital más septentrional del mundo. Tiene una próspera sociedad civil y una prensa potente. Y hay cierta satisfacción por que los comentarios de Trump hayan impulsado el debate sobre la independencia de Groenlandia a la escena internacional.
Debe haber una Groenlandia que no sea colonia de nadie, dicen activistas como Kuno Fencker, diputado de la coalición gobernante y miembro de la Comisión de Asuntos Exteriores y Seguridad del Parlamento local.
Nos reunimos en el puerto, bajo la estatua de bronce de Hans Egede, el misionero del siglo XVIII considerado aquí como el hombre que abrió el camino a la colonización.
“Donald Trump es un político”, dice Fencker.
“Es un duro hombre de negocios y conocemos su retórica, y esa retórica es algo a lo que nos hemos acostumbrado desde 2019, y solo se trata de hablar con un igual, un aliado, sobre cómo podemos resolver las cosas aquí en el Ártico y también en la OTAN”.
Fencker ofrece el argumento central de los independentistas.
“Lo que hace falta aquí es que Groenlandia, como Estado soberano, negocie directamente con Estados Unidos y no que Dinamarca lo haga por nosotros”.
La independencia de Dinamarca podría tener un coste financiero importante.
Groenlandia recibe subvenciones de Copenhague por valor de aproximadamente una quinta parte de su PIB cada año. Fencker sugiere, al igual que otras figuras destacadas, que la isla negocie con Estados Unidos y Dinamarca para obtener ayuda.
“No somos ingenuos. Necesitamos apoyo en defensa, seguridad y también desarrollo económico. Queremos una economía sostenible y autosuficiente”.
El director del periódico local Sermitsiaq, Maasana Egede, admite que le preocupó la amenaza implícita de fuerza de Donald Trump, pero quiere ver si la realidad coincide con la retórica.
En cuanto a la independencia, Egede se siente frustrado por lo que considera un debate polarizado en los medios de comunicación locales e internacionales.
“Estamos contando esta historia de que tiene que haber independencia o no independencia. Pero hay todo un relato intermedio, y es que la gente quiere la independencia, pero no a cualquier precio. Hay un nivel de vida que hay que mantener. Hay un comercio que hay que mantener. Hay formas de vida que hay que mantener”.
Existe la expectativa de que en algún momento -no en un futuro inmediato- se vote a favor y Dinamarca acepte el resultado.
El primer ministro de la isla, Mute Egede, ofreció una rueda de prensa conjunta con la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, a raíz de los últimos comentarios de Donald Trump.
“No queremos ser daneses, no queremos ser estadounidenses, queremos ser groenlandeses”, dijo. La primera ministra danesa se cuidó de no ofender a nadie, y menos al presidente entrante de Estados Unidos.
“El debate sobre la independencia de Groenlandia y los últimos anuncios de EE.UU. nos demuestran el gran interés que despierta Groenlandia”, declaró.
“Acontecimientos que ponen en marcha muchas reflexiones y sentimientos en Groenlandia y Dinamarca”, añadió.
Frederiksen sabe muy bien que este sentimiento viene de lejos en Groenlandia. El recuerdo de la injusticia y el racismo sigue fresco entre la población indígena inuit.
Escándalos como la campaña de inserción de dispositivos intrauterinos (DIU) para evitar embarazos en miles de mujeres y niñas inuit en los años 60 y 70 ensombrecen la relación entre Groenlandia y Dinamarca.
No se sabe cuántos de estos procedimientos se llevaron a cabo sin el permiso de las implicadas, pero las cifras son considerables. El objetivo era reducir la población groenlandesa.
Maliina Abelsen es exministra de Finanzas del gobierno de Groenlandia, y ahora asesora a empresas y organizaciones que trabajan en la isla. También ha trabajado para UNICEF Dinamarca y para importantes empresas groenlandesas, como el grupo marisquero Royal Greenland.
Abelsen cree que hay que hacer mucho más para corregir las injusticias del pasado.
“Creo que mucha gente está diciendo, quizá también el gobierno y el Estado daneses: ‘Oh, bueno, ya sabes que esto ocurrió en el pasado. Fue hace muchos años. ¿Cómo vamos a ser responsables de ello? Es hora de seguir adelante'”.
“Pero no puedes seguir adelante si no lo has superado y no has reconocido lo que te ocurrió. Ese es un trabajo que tenemos que hacer junto con Dinamarca, no algo que Groenlandia pueda hacer por sí sola”.
A pesar de su alto perfil en la sociedad civil y los círculos empresariales, Maliina Abelsen afirma que cuando se trata de racismo -por ejemplo, bromas sobre los inuit- ella puede hablar en nombre de la mayoría de los groenlandeses “ya que todos lo hemos experimentado en nuestra vida”.
Las cuestiones de la autodeterminación y de afrontar el pasado están íntimamente entrelazadas.
Ahora, la intervención de Donald Trump ha puesto ambas ante los ojos del mundo.
Pero el mensaje que escuchamos -desde los remotos asentamientos del fiordo hasta la capital, Nuuk- es que el destino de Groenlandia debe decidirse aquí, entre personas cuyas voces han sido ignoradas durante demasiado tiempo.
Con información adicional de Adrienne Murray y Kostas Kallergis.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.