
Por primera vez, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) emitió un fallo en el que ordena que se reconozca a los familiares de una víctima de feminicidio como víctimas indirectas y que se repare el daño que sufrieron a causa del delito y de la búsqueda de justicia.
La Primera Sala de la SCJN aprobó por unanimidad la sentencia del Amparo Directo en Revisión ADR 5363/2023 sobre el caso de Fátima Varinia Quintana, privada de la libertad, torturada sexualmente y asesinada en febrero de 2015 en Lerma, Estado de México, así como de sus familiares, quienes han sufrido amenazas, violencia institucional y desplazamiento forzado por la búsqueda de justicia.
El fallo de la Corte reconoce como víctima colateral del feminicidio a Daniel, hermano de Fátima –quien falleció sin atención médica oportuna en el contexto de desplazamiento forzado–, y obliga al Estado de México a garantizar la reparación y medidas de no repetición en el caso, que incluyen una disculpa pública y la construcción de una estatua en memoria de Varinia Quintana.
Tras esta decisión, Lorena Gutiérrez, madre de Fátima, expresa que ella y su familia están contentos, aunque aún se encuentran escépticos ante la posibilidad de que las autoridades responsables den cumplimiento al fallo de la SCJN, ya que los diez años que han transcurrido desde el feminicidio “han sido de constante violencia institucional“.
Fátima fue asesinada el 5 de febrero de 2015, cuando volvía de la secundaria hacia su casa, ubicada en la comunidad Lupita Casas Viejas, en el municipio de Lerma. De acuerdo con las investigaciones, la adolescente de 12 años fue interceptada por tres hombres a unos metros de su domicilio, y tras abusar sexualmente de ella, la mataron y lanzaron su cuerpo en una zanja.
El cuerpo de Fátima fue encontrado por su hermano, Daniel, y con apoyo de los vecinos esa misma tarde detuvieron a los tres agresores. Sin embargo, estas detenciones derivaron en que la familia recibió diversas amenazas, por lo que tuvieron que salir desplazados del Estado de México, y al día de hoy no han podido volver.
Para Lorena y su familia, las pérdidas que han tenido desde entonces son incontables. A diez años de distancia, celebra que el fallo de la Corte los reconozca como víctimas indirectas de lo ocurrido, pero al mismo tiempo señala que para ella “es sólo un paso más” en la búsqueda de justicia por la vida que les arrebataron a ella, a su pareja y a sus hijos.
Y es que, aunque la sentencia de la Corte exhorta a las autoridades a asegurar que los espacios públicos de la comunidad Lupita Casas Viejas sean seguros para mujeres y niñas –con caminos pavimentados, vigilancia policial, botones de auxilio, cámaras de seguridad, transporte público accesible y charlas comunitarias sobre violencia de género–, la familia de Fátima no tiene esperanzas de volver, ya que a la fecha continúan recibiendo amenazas de muerte a través de redes sociales.
Actualmente, dos de los feminicidas –José Juan Hernández y Luis Ángel Atayde– se encuentran presos, con condenas superiores a los 70 años, pero el tercero de los agresores, Mizael Atayde, fue liberado en 2022, tras pasar un quinquenio en prisión, ya que era menor de edad al momento en que se cometió el delito, lo que coloca en mayor vulnerabilidad a la familia.
Además, Lorena remarca que aún queda por delante la lucha porque se haga justicia ante la muerte de Daniel, que ocurrió en el estado de Nuevo León, a donde fueron desplazados, como producto de las complicaciones médicas que tuvo el menor de edad por el impacto que le provocó el feminicidio de Fátima y por las negligencias que se cometieron en su atención.
“Esperamos que este fallo nos abra puertas para acceder a la justicia, porque no sólo es en beneficio de Fátima y Daniel. Ellos no son casos aislados, es para todas las víctimas, para que se garantice la reparación del daño en más casos, porque en México desde hace muchísimos años se vive una crisis de feminicidios“, expresa Gutiérrez.
Con todo, Lorena agradece a los ministros de la Corte que determinaron que se mantengan firmes las sentencias contra los dos agresores que siguen presos y que ordenaron que se reconozca la lucha por justicia para Fátima, con una disculpa pública hacia la familia y con la construcción de una estatua de la niña.
En entrevista, María de la Luz Estrada, directora del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), destaca que el fallo de la Corte no sólo es un reconocimiento a los 10 años de afectaciones que ha sufrido la familia de Fátima, sino que es un precedente para que otras víctimas de feminicidio puedan acceder a una reparación del daño.
“Consideramos que el fallo es un precedente importante en materia de reparación para víctimas de feminicidio, porque cuesta mucho trabajo acceder a la justicia. En este caso, han sido 10 años de lucha para que las sentencias queden firmes y que se atienda lo que ha vivido su familia, que ha sido terrible, sólo porque ese día no pudieron ir a recoger a Fátima a la escuela”, indica.
Aunque celebra el fallo, Estrada lamenta que la reparación del daño no devolverá sus hijos a Lorena, y espera que a la brevedad se revisen las medidas bajo las cuales se encuentran, ya que el desplazamiento al que se ven forzados ha sido “revictimizante” y no ha impedido que continúe en riesgo su seguridad.
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“Es un llamado de atención para el país que plantea una vocación transformadora, porque tenemos que evitar que sigan ocurriendo estas situaciones que impactan a las familias, todo lo que implican los recursos judiciales, las afectaciones económicas y de salud, porque el problema de los feminicidios es grave: en México se siguen asesinando a 10 mujeres todos los días“, agrega.
De acuerdo con María de la Luz, “el contexto no es muy alentador”; sin embargo, apunta que la decisión de la Corte “nos anima porque prevé que se revisen las políticas que hasta ahora no han sido muy funcionales, y que se atiendan los temas económicos, de salud física y mental, así como de seguridad de las víctimas”.
Mientras se da cumplimiento a lo ordenado por la Corte, Lorena y su familia continuarán con su vida en condición de desplazamiento, con el miedo de que las amenazas que reciben puedan alcanzarlos incluso en otro estado del país, “porque aunque estamos bajo medidas de protección, las autoridades sólamente nos dicen que nos tenemos que cuidar”.
Con la voz temblorosa, Gutiérrez concluye: “Esto no debería pasarle a ninguna familia, y ojalá que no nos dejen solos, no permitan que nos sigan intentando silenciar. Lo que pasó con Fátima y Daniel no se puede volver a repetir, y seguiremos en lucha, con todo el amor, hasta que la dignidad se haga costumbre“.

En lo que respecta a la monogamia, los humanos se parecen más a las suricatas y a los castores que a nuestros primos primates.
En nuestra vida amorosa, nos asemejamos más a estas mangostas sociales y unidas que a nuestros primos primates, según sugiere una clasificación de monogamia elaborada por científicos.
Con un 66% de monogamia, los humanos obtienen una puntuación sorprendentemente alta, muy superior a la de los chimpancés y los gorilas, y a la par de las suricatas.
Sin embargo, no somos ni mucho menos la criatura más monógama.
El primer puesto lo ocupa el ratón californiano, un roedor que forma vínculos inseparables para toda la vida.
“Existe una liga de élite de la monogamia, en la que los humanos se encuentran cómodamente, mientras que la gran mayoría de los demás mamíferos adoptan un enfoque mucho más promiscuo para el apareamiento”, afirmó Mark Dyble, investigador del Departamento de Arqueología de la Universidad de Cambridge.
En el mundo animal, el emparejamiento tiene sus ventajas, lo que podría explicar por qué ha evolucionado de forma independiente en múltiples especies, incluida la nuestra.
Los expertos han propuesto diversos beneficios para la llamada monogamia social, en la que las parejas se unen durante al menos una temporada de reproducción para cuidar a sus crías y ahuyentar a los rivales.
Dyble examinó varias poblaciones humanas a lo largo de la historia, calculando la proporción de hermanos de padre y madre (individuos que comparten la misma madre y el mismo padre) en comparación con los medio hermanos (individuos que comparten la madre o el padre, pero no ambos).
Se recopilaron datos similares para más de 30 mamíferos monógamos sociales y de otras especies.
Los humanos tienen un índice de monogamia del 66% de hermanos de padre y madre, por delante de las suricatas (60%), pero por detrás de los castores europeos (73%).
Mientras tanto, nuestros primos evolutivos se sitúan en la parte inferior de la tabla: los gorilas de montaña con un 6%, y los chimpancés con solo un 4% (al igual que el delfín).
En último lugar se encuentra la oveja de Soay, de Escocia, donde las hembras se aparean con múltiples machos, con un 0,6% de hermanos de padre y madre.
El ratón californiano ocupó el primer puesto, con un 100%.
Sin embargo, estar clasificados junto a suricatas y castores no significa que nuestras sociedades sean iguales: la sociedad humana es completamente diferente.
“Aunque la proporción de hermanos de padre y madre que observamos en los humanos es muy similar a la de especies como las suricatas o los castores, el sistema social que vemos en los humanos es muy distinto”, declaró Dyble a la BBC.
“La mayoría de estas especies viven en grupos sociales similares a colonias o, quizás, en parejas solitarias que se desplazan juntas. Los humanos somos muy diferentes. Vivimos en lo que llamamos grupos con múltiples machos y múltiples hembras, dentro de los cuales existen estas unidades monógamas o de pareja estable”, explicó.
Kit Opie, profesor del Departamento de Antropología y Arqueología de la Universidad de Bristol, que no participó en el estudio, afirmó que este es otro elemento clave para comprender cómo surgió la monogamia en los seres humanos.
“Creo que este artículo nos proporciona una comprensión muy clara de que, a lo largo del tiempo y en diferentes lugares, los humanos son monógamos”, declaró.
“Nuestra sociedad se parece mucho más a la de los chimpancés y los bonobos; simplemente hemos tomado un camino diferente en lo que respecta al apareamiento”, agregó.
El nuevo estudio fue publicado en la revista científica Proceedings of the Royal Society: Biological Sciences.
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