
Lleca, una organización dedicada a apoyar a población LGBT+ en condición de calle y a trabajadoras sexuales de la Ciudad de México, pasó de ser una iniciativa para regalar comida durante la pandemia de Covid-19 a un albergue que inicialmente estuvo en la casa de su fundadora, Victoria Sámano. Luego de tres años, consiguieron recursos para abrir el refugio en la alcaldía Cuauhtémoc, pero ante el crecimiento de la demanda de atención, en 2026 se mudarán a un espacio más grande en Iztapalapa.
Este año, además de llevar a cabo la recaudación para la “Navitrans” –cena que preparan para pasar Navidad en compañía de poblaciones callejeras y trabajadoras sexuales desde 2020–, buscan recursos que les permitan habilitar y amueblar el nuevo refugio, donde tendrán capacidad para recibir a 30 personas, tres veces más de las que pueden atender en donde se encuentran ahora.

“Entre más pasa el tiempo las demandas han ido creciendo. Lleca ha sido un referente para estas poblaciones que saben que cuentan con un espacio donde se les puede atender“, cuenta Victoria sobre esta nueva etapa en la que el proyecto va a crecer.
El nuevo espacio, “más grande y más digno para las personas que se encuentran viviendo aquí, es resultado de un trabajo de muchos años, de constantes movilizaciones para exigir al gobierno que si hacemos su trabajo al menos aportaran algo. Fue así como logramos este objetivo de un lugar en la alcaldía Iztapalapa. Es un lugar que pertenece a la Ciudad de México y que nos lo está otorgando en comodato”.
“Vamos a firmar un contrato, ahorita estamos en los trámites y estamos esperando que nos entreguen las llaves a principios del próximo año”, celebra la activista.

Este año, la Navitrans dará de cenar a 200 personas en los alrededores del metro Revolución. Victoria explica que esta celebración tiene como finalidad que “personas trabajadoras sexuales en situación de calle y mujeres trans se sientan acompañadas, porque son fechas muy complejas ya que muchas han sido rechazadas por sus familias”.
Además, dice, es un espacio para concientizar a quienes acuden a la cena o pasan por ahí sobre el hecho de que “la mayoría de las personas tenemos una casa, un techo, una familia con quién pasar las fechas, sin embargo, hay quienes no cuentan con eso. No es sólo el hecho de llevarles comida, sino de compartir, que se arme el baile y nos sentemos todas a la mesa“.
Este año, el menú que servirán será consomé de pavo, pavo adobado, puré de papa, pasta, ensalada de manzana y ponche, para lo cual se encuentran recibiendo donativos económicos o en especie, con lo que esperan también comprar piñatas para las infancias que llegan a la cena.
“Ya es una tradición. Las personas que están habitando ahí o trabajando saben que pueden dirigirse a ese espacio y que van a tener una cena calentita y a pasar un buen rato”, agrega.
En su mayoría, los donativos económicos que se reciban en el marco de la Navitrans serán utilizados para cubrir gastos relacionados con la restauración y mantenimiento del nuevo espacio de Lleca: resane, pintura, arreglo de tuberías, limpieza, impermeabilización y compra de inmobiliario, como colchones y camas.

Acerca de los logros que ha tenido Lleca en los años que lleva de trabajo, Sámano reflexiona: “no ha sido nada sencillo negociar con el gobierno, ha sido muy pesado tener este nuevo espacio que no es nuestra meta final como organización. Lo que nosotras quisiéramos es que no tuvieran que existir este tipo de espacios, que las personas en situación de calle no tuvieran que ir a los albergues, sino que la vivienda fuera accesible para todos”.
Al inicio, Lleca se dedicó a apoyar a trabajadoras sexuales que quedaron en situación de calle cuando el gobierno de la Ciudad de México decidió cerrar los hoteles por la pandemia. La activista les daba alojamiento en su departamento y les regalaba comida, toallas sanitarias y condones que costeaba de su bolsillo, con apoyo de personas voluntarias; sin embargo, “se volvió insostenible, porque era insostenible y decidimos cerrar”.
Para 2023, se constituyó como asociación civil, lo que permitió que obtuviera recursos suficientes para retomar su labor, esta vez ya no en un departamento, sino en un inmueble que pudieron rentar, algo que sorprendió gratamente a Sámano, ya que, dice, “nunca imaginé que este proyecto iba a llegar a un punto en el que hubiera más personas involucradas y que tendríamos un espacio así de grande”.
El acompañamiento de las poblaciones que albergan requiere de personal que entienda y tome en cuenta “todas las intersecciones que les atraviesan, como el consumo problemático de sustancias, el trabajo sexual y los contextos violentos que enfrentan por ser parte de la población LGBT”, explica María Elena, psicóloga que trabaja con la organización.
De acuerdo con una encuesta realizada en el marco de la investigación “Experiencias sobre violencia, discriminación, autonomía y cuidados colectivos de mujeres trans en situación de calle en la zona centro de la Ciudad de México”, el 100 % de las entrevistadas mencionaron haber sido víctimas de amenazas, intimidación, manipulación, humillación y control, y el 98 % reportó que vivieron violencia laboral, con escasos puestos de trabajo, obstáculos y despidos por ser personas trans.

María X., una de las jóvenes apoyadas por Lleca, cuenta que terminó en situación de calle luego de que su madre terminara en prisión. Aunque trató de conseguir empleo para pagar una renta y continuar estudiando, no lo consiguió. Hasta que conoció a Sámano recuperó la esperanza y pudo comenzar un tratamiento contra las adicciones.
Celeste S., otra de las usuarias que estuvo en el refugio, coincide en que fuera de este espacio las mujeres trans tienen un panorama difícil en México, más si son migrantes en condición irregular, como ella, que salió de Honduras durante la pandemia por la violencia contra las trabajadoras sexuales y la discriminación.
Frente a este tipo de casos, Victoria afirma: “vamos a seguir exigiendo al gobierno, a seguir movilizándonos y a hacer lo necesario para que las personas que están habitando en Lleca tengan su propio techo y una vida más digna”.
Asimismo, subraya, con el Mundial 2026 en puerta, “Lleca tendrá mayor carga de trabajo acompañando las denuncias de limpieza social y protegiendo a las personas que están habitando en las calles. Creo que se vienen tiempos difíciles, ya lo vimos con las trabajadoras sexuales, y sabemos que en otros países, cuando hay este tipo de eventos, lo que quieren es que la ciudad se vea impecable y que quienes incomodan al gobierno y algunos estratos sociales no sean visibles”.
Con este reto, mantendrán su trabajo en el comedor comunitario de la colonia Peralvillo, donde actualmente se encuentra el refugio, e iniciarán con actividades en Iztapalapa, para lo cual reciben apoyos a través de una campaña en la plataforma GoFundMe, además de que lanzan convocatorias sobre requerimientos específicos en sus redes sociales.

La organización, nacida en Alemania durante la Primera Guerra Mundial, ha estado en el centro de la atención tras las acusaciones de abuso contra su fundador.
José Antonio Kast, presidente electo de Chile, es un hombre de profundas convicciones religiosas.
Así lo dejó en claro en su primer discurso, apenas se conocieron los resultados de las votaciones del domingo, cuando afirmó: “Nada es posible si no tuviéramos a Dios”.
“Nada ocurre en la vida, para los que somos de fe, que no sea en relación directa con Dios”, prosiguió.
Y a continuación, pidió a su creador que le concediera “humildemente” la “sabiduría, templanza y fortaleza para estar siempre a la altura” del desafío que asumirá el próximo 11 de marzo, cuando releve a Gabriel Boric en el Palacio de La Moneda.
Estas fueron tres de las cinco frases con carga religiosa que el abogado de 59 años pronunció durante la casi hora que habló ante los miles de sus seguidores que se congregaron en Santiago para celebrar su triunfo en las elecciones presidenciales.
Sin embargo, lo anterior no debería sorprender. ¿La razón? El político y varios de sus hermanos se formaron bajo los lineamientos de Schoenstatt, un movimiento católico conservador que tiene presencia en más de 100 países, incluyendo todos los de América Latina.
Los vínculos del mandatario electo con el movimiento comenzaron gracias “a su hermano mayor, Miguel”, aseguró a BBC Mundo el filósofo chileno Álvaro Ramis Olivo. Miguel Kast se unió a Schoenstatt tras conocer a algunos de sus miembros durante su etapa universitaria.
Sin embargo, otras fuentes sostienen que fueron los padres del político, Michael Kast y Olga Rist, quienes tuvieron el primer contacto con Schoenstatt. Ambos eran profundamente religiosos y devotos de la Virgen María, una práctica muy extendida en la Baviera alemana de donde provenían.
Schoenstatt es “un movimiento apostólico de renovación, nacido en el seno de la Iglesia”, con un marcado “carácter mariano”, según se lee en su página web.
“La formación de un hombre y de una comunidad nueva que sirvan a la Iglesia y a la sociedad” constituye el objetivo de la organización, explicó a BBC Mundo el padre Felipe Ríos, coordinador del movimiento en América.
Schoenstatt fue fundado en octubre de 1914, pocos meses después del estallido de la Primera Guerra Mundial, por el sacerdote alemán José Kentenich (1885-1968).
Su nombre proviene de un pueblo ubicado en la zona de Vallendar, a orillas del río Rin, en el actual estado de Renania-Palatinado, al oeste de Alemania y cerca de las fronteras con Luxemburgo y Bélgica.
Kentenich, quien era miembro de la Sociedad del Apostolado Católico -mejor conocida como Padres palotinos-, era profesor en un seminario que la orden tenía en la localidad de Schoenstatt, palabra alemana que se puede traducir literalmente como “lugar hermoso”.
El religioso, junto a un grupo de estudiantes, restauró una pequeña capilla ubicada en los jardines del seminario y pidió a la Virgen María que la convirtiera en un lugar de peregrinación.
Uno de los signos distintivos de este grupo es que en donde tienen presencia levantan replicas idénticas a la capilla alemana.
“Mucho antes de que cadenas de comida rápida como McDonald’s descubrieran el efecto cultural de establecimientos totalmente idénticos, el Espíritu Santo en Schoenstatt comenzó a hacerlo”, se lee en el sitio web de la agrupación, en el cual se asegura que actualmente hay 200 “santuarios filiales” en todo el mundo.
Pero, ¿qué es exactamente Schoenstatt? ¿Se trata de una congregación religiosa o de algo distinto?
“Es una organización dentro de la Iglesia católica que nació con la idea de que los laicos podían realizar tareas similares a las de las órdenes religiosas, pero con autonomía respecto de los jerarcas eclesiásticos”, explicó a BBC Mundo el filósofo chileno Ramis.
“El movimiento cuenta con una rama laica -personas que no han tomado los hábitos- y otra religiosa, que incluye una orden sacerdotal y una comunidad de mujeres laicas consagradas. Estas se asemejan mucho a las monjas, aunque no lo son, ya que no toman votos”, añadió el experto en teología, quien es rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano de Chile.
La historiadora italiana Alexandra von Teuffenbach, además de confirmar que el grupo está conformado por “varias ramas”, señaló que algunas de ellas son “institutos seculares”; es decir, organizaciones cuyos miembros, sin ser religiosos, se comprometen a vivir en pobreza, castidad y obediencia, permaneciendo al mismo tiempo en su entorno social y profesional habitual.
“Comparar a Schoenstatt con el Opus Dei es acertado”, afirmó la investigadora a BBC Mundo, cuando se le mencionaron otras agrupaciones católicas que podrían considerarse equiparables.
Sin embargo, Ramis advirtió que existen diferencias significativas entre Schoenstatt y la organización fundada por el español Josemaría Escrivá de Balaguer.
“Aunque existen semejanzas, Schoenstatt no ha intentado influir en la política. En cambio, durante el franquismo en España, el Opus Dei aprovechó la coyuntura para ubicar a sus miembros en puestos clave de la economía y la banca, los llamados ‘tecnócratas'”, puntualizó el académico chileno.
Hasta la elección de Kast, solo otro miembro de este movimiento católico había ocupado un alto cargo en Chile: su hermano mayor, Miguel, quien se desempeñó como ministro y presidente del Banco Central durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
“Este grupo prioriza la vida familiar más que la vida pública”, explicó Ramis.
“Y aunque comparte con el Opus Dei el rigorismo sexual y moral, no tiene un tono tan culpabilizador. No recurre a penitencias como las flagelaciones o el silicio como se denuncia del Opus Dei”, dijo.
“Tiene una fuerte implantación en clases adineradas, aunque también en sectores medios, profesionales y empresariales. No es progresista, sino bastante conservador, pero en algunos elementos se ve un mayor pluralismo ideológico que otras organizaciones de la Iglesia”, remató.
Los calificativos de “ultracatólico” o “ultraconservador” que desde algunos sectores de la sociedad y de la prensa se le da a Schoenstatt no le quitan el sueño a Ríos.
“Somos un movimiento dentro de la Iglesia católica y, por lo tanto, seguimos sus lineamientos. En mi opinión, no somos de los más conservadores dentro de la Iglesia”, remató.
Sudamérica fue la primera región fuera de Europa a la que Schoenstatt se extendió, de acuerdo con los registros de la organización.
En la primera mitad de la década de 1930, uno de los seguidores del padre Kentenich llegó a Argentina y, para 1935, se le sumaron cuatro Hermanas de María, integrantes de una de las organizaciones religiosas femeninas que forman Schoenstatt.
Casi simultáneamente arribaron miembros del movimiento a Brasil y, dos años después, ya estaban presentes en Uruguay.
Actualmente, el movimiento católico tiene presencia en todos los países de América Latina, salvo “algunas islas del Caribe, las dos Guyanas y Surinam”, aseveró Ríos.
“Funcionamos más bien desde los santuarios; solo entre Chile, Argentina y Brasil hay casi 80”, agregó el representante de Schoenstatt, quien indicó que también administran más de una docena de colegios en cuatro países (Chile, Argentina, Ecuador y México), así como un hospital en Buenos Aires (Sanatorio Mater Dei) y otras obras dedicadas a “los más pobres”.
La expansión por la región fue impulsada por el propio fundador, quien la visitó en varias ocasiones, según se lee en su biografía.
“Chile, por ejemplo, es uno de los lugares donde Schoenstatt tiene mayor fuerza internacional, debido a que su fundador vivió un tiempo aquí”, explicó Ramis.
En 1941, agentes de la Gestapo detuvieron al religioso por sus enseñanzas y, meses después, fue enviado al campo de concentración de Dachau, donde permaneció hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945.
Tras el conflicto bélico, los años de persecusión sufridos en manos de los nazis le otorgaron un nuevo prestigio a Kentenich pero, para finales de la década de 1940, sectores de la jerarquía católica alemana comenzaron a ver con preocupación la forma en que este hombre dirigía el movimiento y el control que ejercía sobre sus miembros.
“La autoridad suprema, a saber, el director general (Kentenich) y la superiora general, son los ‘padres’, es decir, ‘padre de la familia’ y ‘madre de la familia’. Las Hermanas son hijas o niñas. Pero, en la práctica, la ‘madre de la familia’ está totalmente sometida a la voluntad del ‘padre de la familia’, que para todas las Hermanas se equipara a Dios”, alertó en 1949 monseñor Bernhard Stein, obispo auxiliar de Tréveris, a sus colegas de la Conferencia Episcopal de Alemania.
Además, algunas de las hermanas señalaron al sacerdote de haber abusado de ellas.
En 1951 el papa Pío XII separó a Kentenich de su posición dentro de Schoenstatt y lo envió al exilio en Estados Unidos donde permaneció 14 años hasta que se le permitió regresar a Alemania, donde murió en 1965.
“Los seguidores de Kentenich nunca han negado este episodio, pero lo presentaron como un conflicto de poder, donde Kentenich fue víctima de celos y envidias de jerarcas de la Iglesia”, afirmó Ramis.
Sin embargo, en 2020 la historiadora italiana Von Teuffenbach publicó el primero de sus dos libros sobre Schoenstatt y su fundador.
En su obra, la investigadora afirmó que Kentenich abusó sexualmente de una integrante de Schoenstatt en Chile en 1947, según la información contenida en los diarios de uno de los investigadores que el Vaticano envió en la década de 1950 para indagar sobre él y su movimiento, así como a partir de archivos del pontificado de Pío XII (1939-1958).
Desde Schoenstatt han negado los señalamientos, aunque han admitido que algunos aspectos del comportamiento de su fundador son controvertidos. Sin embargo, la experta considera que los hechos le dan la razón.
“En el caso de Kentenich, el proceso que llevó a los decretos y al exilio en EE.UU., como también a la prohibición de tener contactos con las monjas, se basa en motivaciones que no están escritas en los decretos. Pero vienen explicadas en los ‘actos’, y en ellos se detallan todas las pruebas que se encontraron. Y sobre esta base los jueces (del Santo Oficio) decidieron”, agregó.
Los señalamientos de Von Teuffenbach contribuyeron a paralizar el proceso de beatificación del sacerdote, iniciado en 1975.
“Cuando la Iglesia beatifica a alguien afirma: este hombre o mujer es un ejemplo para todos. Yo reconozco ciertamente que Kentenich escribió cosas interesantes y seguramente hizo cosas buenas, pero no querría en absoluto que fuera considerado como ejemplo de vida cristiana”, remató la historiadora.
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