Las niñas y adolescentes en México siguen viviendo maternidades y matrimonios forzados, ciberacoso y grooming, desapariciones, trata de personas y feminicidios.
De hecho, entre 2015 y 2023 se cometieron 745 feminicidios contra niñas y adolescentes, la manifestación más letal de violencia hacia ellas: 113 por arma blanca, 106 por arma de fuego, 478 por otro elemento y 48 casos no especificados.
Así lo documenta la organización Save the children en su más reciente “Análisis situacional de las violencias que afectan a las niñas y oportunidades de acción pública renovadora”, donde documenta algunas de las condiciones generales que favorecen la violencia basada en género en contra de niñas y adolescentes.
Entre ellas se encuentra permanecer en entornos en donde existen pocas oportunidades; contextos de violencia comunitaria, escolar y familiar; presencia del crimen organizado, una cultura machista impune, así como usos y costumbres que perpetúan la violencia y discriminación.
Todos estos factores representan un riesgo, pues se limita su desarrollo y las exponen a otras situaciones de violencia que permanecen invisibles, lo cual les impide decidir sobre sus cuerpos y su futuro, alerta el documento.
Además, la pandemia por covid-19 agravó estas circunstancias, al generar por un lado, abandono escolar para quienes no contaban con suficientes herramientas y, por otro, que las niñas y adolescentes pasaran más tiempo en internet, expuestas a los tipos de violencia que se reproducen con mayor facilidad en ámbitos digitales.
Las desapariciones, la trata con fines de explotación sexual y los feminicidios de niñas y adolescentes son tres de las manifestaciones más graves de la violencia que prevalece hacia ellas.
Entre 2013 y marzo de 2024, recupera Save the Children con base en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, han desaparecido y siguen sin encontrarse 10 mil 595 niñas, niños y adolescentes entre los 0 y 17 años, entre los que 5 mil 487 son mujeres.
“A partir de los 12 años el aumento en el número de las mujeres adolescentes desaparecidas es evidente, alcanzando el mayor grado de vulnerabilidad entre los 14 y 16 años, esto podría estar vinculado directamente con actos de violencia de género, y delitos como el secuestro o la trata de personas con fines de explotación sexual”, señala el documento.
De las 10 entidades que durante la última década registraron mayor número de niñas, niños y adolescentes desaparecidos, cinco concentraron la mayor proporción solo en el último año: Ciudad de México y Estado de México, Puebla, Zacatecas y Nuevo León.
Por otro lado, América Latina sigue siendo una de las regiones del mundo en donde la mayor cantidad de víctimas de trata son niñas, adolescentes y mujeres, con fines de explotación sexual, pero también en modalidades como la mendicidad, los matrimonios forzados, las actividades delictivas y la extracción de órganos.
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De cada 10 víctimas a nivel mundial, 3 son niñas o adolescentes. Mientras a nivel global hay una tendencia hacia la disminución, en el caso de México entre 2015 y 2023 se contabilizaron 4 mil 630 mujeres víctimas de trata de personas, de las que 1 mil 787 fueron niñas y adolescentes.
Respecto a los feminicidios, la organización destaca como “particularmente alarmante” que en la mayoría de los casos no existe detalle sobre qué elementos provocaron la muerte de las niñas y las adolescentes, aunque se puede inferir en múltiples ocasiones asfixia, ahorcamiento, ahogamiento y otros.
Las diez entidades federativas con la mayor ocurrencia de este delito en niñas y adolescentes son el Estado de México, Veracruz, Jalisco, Chiapas, Nuevo León, Puebla, Chihuahua, Ciudad de México, Morelos y Sinaloa. Además, entre 2015 y 2022 solo uno de cada cinco asesinatos cometidos contra ellas se clasificó e investigó como feminicidio, por lo que resulta importante contemplar el subregistro.
Una de las formas de violencia centrales que aborda el análisis es el embarazo infantil y adolescente. Si bien este ha disminuido en el grupo de edad de 15 a 19 años, esto no ha ocurrido para las niñas menores de 15, entre las que la tasa subió de 2.71 en 2015 a 2.81 en 2022.
“El embarazo a temprana edad tiene consecuencias graves en la salud y en las oportunidades de bienestar y desarrollo de las niñas y adolescentes. Los riesgos para su supervivencia se multiplican, ya que el riesgo de muerte materna es del doble para menores de 19 años y se cuadruplica para las niñas menores de 15 años”, alerta el documento.
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En tanto, las uniones infantiles tempranas y forzadas siguen siendo una realidad en el país. Si bien en 2020 se logró su prohibición en el Registro Civil, siguen siendo comunes de manera informal o mediante ceremonias religiosas. Hasta 2020, más de 313 mil niñas, niños y adolescentes permanecían en uniones infantiles; el 76% son mujeres, en la mayoría de los casos unidas a un hombre por lo menos seis años mayor que ellas.
El ciberacoso es otra de las formas de violencia documentada en el análisis, el cual habitualmente ocurre mediante publicación de fotografías o videos vergonzosos, divulgación de mentiras, amenazas, envío de mensajes hirientes o suplantación de identidad en medios digitales. Según el Módulo de Ciberacoso del INEGI, en 2023 59% de jóvenes entre 12 y 17 años dijo haber sido ciberacosada por personas de su edad.
Por sexo —advierte Save the children— las mujeres de 12 a 19 años enfrentan con mayor frecuencia acoso a través de medios digitales: la prevalencia es del 30.1%, en contraste con el 23% de hombres en ese rango de edad. Durango es el estado con mayor registro de ciberacoso en niñas y adolescentes de 12 a 19 años de edad, seguida de Guanajuato y Colima.
Los tipos más frecuentes son recibir críticas por apariencia o clase social, mensajes ofensivos, insinuaciones o propuestas sexuales, contacto mediante identidades falsas, usurpación de identidad, llamadas ofensivas, rastreo de cuentas o sitios web, amenazas de publicar información, envío de información personal o publicación y venta de contenido sexual sin consentimiento.
“El ciberacoso y el grooming son amenazas crecientes para las niñas, niños y adolescentes. Las respuestas para prevenir y atender los riesgos y amenazas requieren adaptarse a la acelerada evolución de las tendencias tecnológicas, y al acceso y uso desde edades tempranas a esas tecnologías. Además de fortalecer la educación para el uso seguro y supervisado, es necesario fortalecer los marcos legales y políticas públicas para el ámbito digital”, alerta la organización.
Durante la presentación de este análisis, representantes de Save the Children destacaron que la administración que empieza a cargo de la primera mujer presidenta, Claudia Sheinbaum, tiene una nueva oportunidad de ser un referente para niñas y adolescentes, pero para ello debe considerarlas en las políticas públicas.
“Hoy la presidenta Claudia Sheinbaum realmente tiene una oportunidad grande de seguir inspirando a más niñas para que puedan soñar con ser presidentas, por qué no, pero para lograrlo se necesita generar mejores condiciones para que las niñas se desarrollen sin miedo, sin violencia y sin vulneraciones”, señaló Kirk Glas, CEO de Save the Children.
En tanto, Nancy Ramírez, directora de incidencia política y temas globales, recordó que la mañana de este jueves en su conferencia mañanera, Sheinbaum presentó una serie de acciones dirigidas a las mujeres, pero hizo énfasis en que estas deben contemplar de manera específica y diferenciada a niñas y adolescentes.
“Hoy, en este marco de gobierno, con una mujer al frente de la presidencia, también queremos hacerle un llamado a la presidenta Claudia Sheinbaum: las niñas son el corazón de la transformación social y de la lucha por la igualdad de género. Le pedimos que su gobierno tenga como prioridad una agenda para la igualdad de género que comience desde la niñez”, precisó.
Calificó los anuncios de la mañana del jueves como importantes, aunque en estos no se incluyen medidas específicas para las niñas, excepto por la creación de un Registro Nacional de medidas de protección de las mujeres, adolescentes, niñas y niños.
“Lo que necesitamos es que esos anuncios se aseguren de tener siempre la perspectiva de las niñas y las adolescentes, porque las etapas de vida y las necesidades son diferentes. Tenemos que asegurarnos de que la lucha por la igualdad de género empiece desde la infancia”, subrayó.
Junto con el análisis, Save the children también presentó una Guía de autocuidado para niñas y adolescentes, elaborada también por ellas, para hacerlas sentir poderosas, protegidas e identificar espacios seguros.
La compositora argentina Ruth Hillar quería animar a los niños a revelar sus secretos, y lo hicieron. Su composición incluso se incluyó en un caso judicial.
“Hay secretos chiquititos que te invitan a jugar, y hay secretos tan enormes que te vienen a asustar“.
Esas son las primeras líneas de “Hay Secretos”, una canción con un impacto emocional enorme, que conmueve a la gente hasta las lágrimas.
Muchas canciones pueden hacer eso, pero ésta es realmente algo más.
Es una ventana a través de la cual la sociedad puede cuestionarse a sí misma.
La canción incluso se ha usado como prueba en un juicio penal.
Su compositora es Ruth Hillar, quien creció y vive en Santo Tomé, un pequeño pueblo en el centro de Argentina, donde la visité.
“Nací en un hogar muy musical. La música estaba ahí antes que yo llegara: mi mamá y mi papá se conocieron cantando en el coro polifónico de Santa Fe. Mi papá tenía un conjunto de música humor.
“Empecé con la flauta dulce, también a cantar, a estudiar los rudimentos de la música, y siempre lo disfruté muchísimo”.
Con su padre en el violín, tocaban dúos, y cuando le compraron un grabador, jugar con la música era “una de mis diversiones preferidas”.
Otra cosa que siempre le fascinó fue la lectura.
“Pasaba muchas, muchas horas leyendo. En casa había una biblioteca muy linda. Y, de hecho, cuando vi que en las casas de mis amigos de la escuela no había casi libros, organicé una biblioteca en la vereda”.
A pesar de cuanto disfrutaba de la música y la literatura, lo que quería ser cuando grande era veterinaria o pediatra, “siempre como por el lado de curar a alguien, a los niños o a los animales”.
Esa idea de cuidar a los demás, particularmente a los niños, se convertiría más tarde en el centro de su trabajo como compositora.
Ruth estudió literatura durante un año, luego decidió que no le gustaba cómo se dirigía el curso y volvió a estudiar música, ahora como una carrera universitaria.
Al principio pensó que formaría parte de una orquesta, el camino típico que siguen los músicos académicos.
Con el tiempo, sus intereses se ampliaron. Conoció a otra música y decidieron crear un grupo de música infantil: Canticuénticos.
Después de 17 años, ahora tienen seis miembros, seis discos y han dado cientos de conciertos.
En sus inicios, gracias a su estrategia de distribución -que incluyó poner a disposición de todos los temas de su primer disco en YouTube- y a la naturaleza de las canciones, fueron rápidamente descubiertos por los maestros.
“Enseguida los docentes acá en Santa Fe tomaron ese repertorio para usar en las aulas, y la provincia editó algunas canciones en un cancionero para repartir en escuelas. Eso nos ayudó mucho a querer arrancar un poco más en serio con el proyecto, porque no es fácil”.
“Siempre buscamos cómo hacer que las canciones acompañaran a las infancias, no solamente en lo que se considera ‘infantil’, pues hay como la idea de que lo infantil es lo simple, lo fácil”.
“En realidad la vida de las infancias no es ni simple ni fácil. Es muy compleja y a veces es muy difícil, pues en un mundo tan caótico, muchas veces las infancias se llevan la peor parte, porque son más indefensas”.
“Aunque los querramos mantener en una especie de corral, a salvo de un montón de cosas, la realidad se mete por todos lados”.
“Así que nos parece que desde las canciones podemos acompañar en muchos aspectos”.
Es por eso, afirma Ruth, que a veces las canciones de Canticuénticos tratan temáticas inusuales en ese género.
Y admite que, en ocasiones, su deseo es generar algún cambio.
“Parece mucho pedir para una canción, pero muchas veces me salen de esa manera, como respuestas a algo, entonces en ese afán de querer responder tengo que aprender a mirar ese algo más profundamente para que esa respuesta sirva o esté conectada con lo que quiero dialogar”.
Una de esas canciones es “Hay Secretos”, que le habla directamente al oyente, a los niños, sobre ser capaces de hablar cuando un secreto les está haciendo daño.
Estaba destinada a tener un papel importante para ayudar a niños y adultos a lidiar con eventos dolorosos en sus vidas.
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La canción dice que hay “secretos livianitos que te llevan a volar”, pero hay “secretos tan pesados que no te dejan respirar“.
En un pasaje particularmente emotivo, la canción le habla directamente al oyente y dice: “Si no alcanzan las palabras para lo que hay que contar, inventemos otro idioma. Siempre te voy escuchar“.
“Y tiene un un estribillo que quiere ser un mantra: ‘No se tienen que guardar los secretos que hacen mal‘.
“Uno de los estribillos tiene solo un sonido de una caja muy profunda, con voces de nenas, de nenes, y de adultos, mujeres y varones, como representando una comunidad completa que está cantando junta a favor de proteger del abuso”.
Sobre ese flagelo, subraya Ruth, los adultos tienen que ser interpelados, por eso la canción no sólo está dirigida a los niños, sino también a los grandes.
“En realidad los adultos somos los responsables del bienestar de las infancias, no solamente de nuestros hijos, sino de todos los niños y niñas, así que creo que justamente esta canción quiere decir: presten atención, estén atentos, estén donde hay que estar, miren a esos niños y a esas niñas con una mirada sensible y compasiva”.
“Mucho de eso les toca a los docentes y de hecho son los grandes héroes en esta gesta, porque en las escuelas son los que más acceden a esos momentos donde los niños y las niñas se pueden abrir, pues muchas veces los abusos son en sus propias casas, interfamiliares, intrafamiliares”.
Ruth compuso la canción en 2017, y dice que fueron muchos los caminos que la llevaron a hacerlo.
“El tema del abuso estaba más en la esfera pública y pensé: ¿qué podemos hacer? Mi arma, mi forma de actuar es la música, no conozco otras. O por lo menos otras mejores no me salen. Pero quedé como en imposibilidad.
“Recuerdo que estábamos filmando el video de la canción de cuna ‘Noni Noni’, buscando las imágenes más tiernas, de más cobijo que se nos ocurrían, y mirando desde afuera una escena pensé que muchas infancias quedaban fuera de la esfera de esa canción, que había otra canción que es más urgente“.
Decidió que tenía que tratar, “aunque fuera tan difícil, aunque las palabras y los sonidos parecería que no alcanzaran… ¿cómo hablar de eso sin lastimar el que ya está herido?”.
En ese momento le llegó un email de Sabrina Medina, una licenciada en trabajo social de Paraná, una ciudad vecina, diciendo que trabajaba en programas de prevención de abuso y que había muy pocos recursos artísticos.
“Me compartió las ideas principales: el tema del secreto, del miedo, de la confianza, de ofrecer ayuda. Así supe que la canción ya estaba empezada. Escribí una estrofa y se la envié para que me dijera si había algo que pudiera herir”.
“Busqué siempre referenciar sin nombrar, que quien estuviera pasando por una situación de abuso pudiera reconocerse, y quien no, pudiera entender otra cosa, un tema de secretos más fuertes, o más livianitos.
“Enseguida pensé que sería una Vidala, un ritmo folclórico argentino muy introspectivo, muy reflexivo, para que comunicara de una manera tranquila lo que quería comunicar”.
“Hay secretos” apareció en el disco “¿Por qué?, ¿por qué?”, en el año 2018, y pronto Canticuénticos empezó a recibir mensajes de mamás, de docentes, de trabajadores sociales evidenciando que su mensaje estaba siendo recibido.
“Muchas nenas y nenes, e incluso muchos adultos, habían podido hablar de abusos en la niñez.
“Para nosotros fue difícil enfrentar todo eso porque, más allá de la compañía de un abrazo a la distancia, no podemos hacer mucho, pues no somos profesionales”.
Difícil también fue tocar la canción en vivo, pues no sabían si podrían cantarla sin llorar, ni cómo reaccionaría el público.
“Lo que pasó desde el primer momento fue eso, que en alguna frase se nos quebraba la voz, no solo por lo que estábamos cantando, sino por lo que veíamos en la sala.
“Siempre hay lágrimas, siempre hay abrazos muy apretados a sus niños, a sus niñas. Siempre hay esas caras que son mezcla de gratitud con dolor, a veces, con un dolor retroactivo”.
“Entonces, es algo que no queremos dejar de cantar, porque queremos que sea una canción necesaria y, sobre todo, generar ese momento en el cual el público canta junto ese estribillo, porque así como en el disco, en un momento dejamos al público cantando solo.
“Eso creo que interpela mucho, porque ahí sí percibimos que es un grupo humano, heterogéneo, que viene de distintas familias, de distintos lugares, pero que en ese momento se juntan en esta especie de oración o de mantra, y eso es maravilloso, es muy fuerte.
“De a poco, aprendimos a poder cantar la canción entera, sin llorar y sin quebrarnos, pero no por eso dejamos de emocionarnos con cada lágrima que vemos en el público, porque no hay concierto en el cual no pase algo fuerte y hermoso“.
La canción ha llegado incluso a la justicia argentina.
En marzo de 2021, una jueza de la ciudad de Zapala, en la Patagonia argentina, tocó “Hay Secretos” en la sala de audiencias.
Lo hizo para destacar el papel de la canción en el descubrimiento del caso de abuso que se estaba juzgando y por el que se condenó a un hombre.
Lo que había sucedido era que un profesor de música había presentado la canción a los alumnos de primaria. Una de esas alumnas la compartió con su familia en casa y una de sus hermanas, conmovida, reveló que había sido abusada sexualmente por un vecino.
Otros niños del vecindario se presentaron y compartieron sus propias historias de abuso por parte del mismo hombre.
“En realidad ahí el héroe fue el docente que supo elegir esa canción en el marco de la Educación Sexual Integral (ESI), así que fue en realidad el hacedor de esto, ¿no?
“Pero eso que pasó con la canción me vuelve a reconfirmar que el arte tiene un poder enorme”.
Y reverbera más allá de la frontera argentina.
“Una música y antropóloga brasileña me contactó y me dijo: ‘Yo quiero que esta canción esté en portugués, te voy a ayudar a hacer una traducción’, así que lo hicimos.
“Tenemos también una versión en italiano que estamos por grabar, y nos escribieron de Corea para pedirnos autorización para hacer una traducción del texto… nos han escrito de muchísimos lugares distintos.
“En Argentina entró como recurso a la ESI, así como en Uruguay y sé que en otros países también”.
Ahora, Ruth y Canticuénticos están trabajando en una versión en inglés de la canción, para decirle a aún más niños…
“Acá estoy, quiero ayudarte. Sé que decís la verdad. Ya no habrá que andar con miedo porque te voy a cuidar“.
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