El dispositivo intrauterino (DIU) es un método anticonceptivo con una efectividad de más de 99% y puede durar de 3 a 10 años, dependiendo del material del que esté hecho. Sin embargo, su colocación sigue rodeada de mitos, desinformación y, en algunos casos, temor debido a la posibilidad de dolor o molestias.
Ginecólogas y especialistas en salud reproductiva explican cómo funciona este método y qué medidas pueden tomarse para tener una mejor experiencia en su colocación.
Hablamos con Mariana Robles, médica cirujana con especialidad en ginecología y obstetricia; Abril Rios, de Ginecología y Obstetricia Integral; y Hannah Borboleta, partera y directora de Morada Violeta.
El DIU es un dispositivo en forma de “T” que se coloca dentro del útero para prevenir embarazos. Existen dos tipos principales: los DIU hormonales y los DIU de cobre.
Los hormonales liberan levonorgestrel, una hormona sintética que adelgaza la capa interna del útero —el endometrio— y espesa el moco cervical, dificultando que los espermatozoides lleguen al óvulo. Este tipo de DIU puede hacer que las mujeres dejen de menstruar mientras lo usan.
Los de cobre —también existen en mezcla con otros metales, como la plata— alteran el moco cervical, volviéndolo hostil para los espermatozoides, lo que impide que lleguen al óvulo. Además, generan una inflamación controlada en el endometrio, lo que dificulta la implantación del óvulo en caso de que ocurra la fecundación. Este tipo de DIU no provoca cambios en el ciclo menstrual, aunque puede generar un sangrado más abundante.
Te puede interesar: ¡Por fin! Anticonceptivos masculinos
Es importante aclarar que el DIU sólo previene el embarazo, pero no protege contra enfermedades de transmisión sexual (ETS). La ginecóloga Ríos recomienda el uso del DIU junto con el condón.
Además de ser un método preventivo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el DIU de cobre es el “método anticonceptivo de urgencia más eficaz que existe”. Si la colocación del dispositivo se realiza cinco días después de la relación sexual sin protección, y si se inserta 120 horas después, la prevención de embarazo es superior a 99%.
En el sector privado, el costo del DIU puede ser de entre 700 y cinco mil pesos, mientras que en instituciones públicas puede ser gratuito o tener un costo simbólico.
En cuanto a los efectos secundarios, el DIU de cobre puede causar cólicos más intensos, sangrado abundante o entre periodos, especialmente, en los primeros meses. Las especialistas explican que aunque esto pasa en algunos casos, muchas mujeres continúan con su periodo de manera usual.
Estos efectos suelen disminuir con el tiempo, pero si el dolor o el sangrado continúan se recomienda acudir con profesionales de salud para evaluar si el dispositivo está bien colocado o si es necesario considerar otra opción anticonceptiva.
Por otro lado, el DIU hormonal suele hacer que la menstruación sea más ligera o incluso desaparezca por completo, aunque los primeros meses puede haber un poco de sangrado irregular. También está reportado que puede ayudar a disminuir los cólicos menstruales.
Dependiendo de la marca del dispositivo, pueden venir indicados otros efectos secundarios, por lo que es importante que se te informe al respecto antes de su colocación. Por ejemplo, la marca Mirena (DIU hormonal) puede presentar como efectos secundarios dolor de cabeza, acné, dolor en mamas, cambios de humor, calambres o dolor en la pelvis.
Para introducir el DIU, se coloca un instrumento llamado espéculo en la vagina y, con un tubo pequeño, se introduce el DIU a través del cuello uterino hasta llegar al útero.
La ginecóloga Robles recomienda que la colocación sea en el segundo o tercer día del ciclo menstrual, ya que la entrada del útero está un poco más abierta.
Es normal que haya incomodidad o dolor, ya que el útero tiene muchas terminaciones nerviosas y puede causar cólicos intensos pero, por lo general, dura sólo unos segundos.
Respecto a si se puede usar anestesia, aunque el proceso de colocación suele ser muy rápido —desde cinco minutos— sí es posible pedir un bloqueo que se inyecta directo en el cérvix. Pero no es muy común porque la inyección por sí misma puede ser incómoda y podría conllevar riesgos en caso de una mala aplicación o de alergias.
Para tener una mejor experiencia durante el proceso de la colocación del DIU, especialistas consideran:
Aun así, hay estudios que muestran que existe una disparidad en cómo se trata el dolor entre hombres y mujeres, en donde las experiencias de dolor de las mujeres a menudo no se toman en cuenta.
Después de quejas en redes sociales por este procedimiento, en agosto de 2024, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) emitieron una guía que indica que se debe de asesorar a las pacientes sobre el manejo del dolor antes del procedimiento de colocación del DIU.
Pero las investigaciones aún continúan para que la colocación del dispositivo intrauterino sea una experiencia menos dolorosa para las mujeres o personas con útero.
Existen muchas ideas erróneas que rodean el uso del DIU, pero las ginecólogas consultadas nos dieron más información sobre esto:
“Es muy fácil embarazarse con el DIU”. Aunque ningún método anticonceptivo es 100% seguro, si el dispositivo es colocado correctamente tiene una efectividad de 99%. Se recomienda ir a una revisión médica entre 4 y 6 semanas después para asegurarse de que el DIU sigue en su posición correcta.
También hay casos donde se coloca justo después de parir, pero el útero es muy grande en ese momento y puede prestarse a malas colocaciones o que se desplace, por lo que se recomienda que se coloque 30 días después del parto.
“El DIU ‘perfora’ el útero”. Si bien puede haber complicaciones raras como que el DIU se desplace, esto no implica perforación o daño irreparable al útero. La probabilidad de perforación uterina relacionada con el DIU es de 0.2%.
“El DIU de cobre provoca infecciones”. No hay evidencia de que el DIU cause infecciones pélvicas si se coloca correctamente y en condiciones de higiene.
“No puedo usar tampón o copa menstrual si tengo el DIU”. Tras ser colocado puedes hacer todas las actividades que realizabas antes. No hay restricción para usar tampones y copas menstruales, ni tener relaciones sexuales —después de 24 a 48 horas de su colocación—.
Las especialistas recuerdan que cualquier procedimiento debe de ser realizado con el consentimiento pleno del paciente, ya que reportan que hay casos de anticoncepción forzada, especialmente después de partos.
Recuerda consultar a un especialista en salud para obtener información adaptada a tus necesidades antes de tomar cualquier decisión sobre anticoncepción.
El conflicto entre India y Pakistán tiene sus orígenes en la independencia del imperio británico. Te contamos cómo se forjó la enemistad histórica entre estos dos países poseedores de armas nucleares y qué papel tiene la disputada región de Cachemira.
El ataque con misiles de India contra Pakistán ocurrido en la madrugada de este 7 de mayo es el episodio más reciente de un largo conflicto, cuyas raíces se extienden por más de siete décadas.
Hasta 1947, India y Pakistán eran parte de un mismo territorio sometido al dominio colonial británico.
Al declararse la independencia de India, el territorio se dividió en dos partes: una de mayoría musulmana (Pakistán) y otra de mayoría hindú (India).
Fue un proceso que desató una ola de violencia que produjo aproximadamente un millón de muertos y 15 millones de desplazados. Sus consecuencias se extienden hasta hoy.
Este miércoles, India lanzó ataques contra varios objetivos en Pakistán, según reconocieron funcionarios de ambos países. Al menos 7 personas murieron, según Pakistán.
La zona de Cachemira, donde ocurrieron parte de los bombardeos, es el corazón de la enemistad entre los dos países.
A continuación, te contamos en tres preguntas el origen de este conflicto, que preocupa especialmente al mundo por tratarse de dos países con armas nucleares.
La India bajo control británico abarcaba 4.3 millones de kilómetros cuadrados, más del doble del tamaño de México.
Sus entonces 400 millones de habitantes se repartían en un complejo entramado de antiguos reinos con una amplia diversidad religiosa.
Los hindús conformaban aproximadamente el 65 % de la población, mientras los musulmanes eran la principal minoría con el 25 %, por delante de sijes, jainas, budistas, cristianos, parsis y judíos.
Estos colectivos coexistían con la mayoría hindú en las regiones del sur, centro y parte del norte, y con la mayoría musulmana en provincias del noreste y noroeste del país.
Con el Imperio Británico inmerso en la II Guerra Mundial (1939-45), el movimiento pacifista por la independencia de India liderado por Mohandas Karamchand Gandhi ganó protagonismo.
Una India soberana y emancipada de Londres era cuestión de tiempo. Pero, ¿cómo sería?
Además de Gandhi, dos figuras marcaron el devenir del país: Jawaharlal Nehru y Mohamed Ali Jinnah.
Nehru, de ascendencia hindú, aunque agnóstico declarado, era un popular líder independentista que, al igual que Gandhi, anhelaba una India unida en la que convivieran personas de distintos credos.
Jinnah, por su parte, presidía la Liga Musulmana, el partido político que demandaba una nación separada para los indios seguidores del Islam y que gozaba de un fuerte respaldo popular en las provincias donde se profesaba esa religión.
“A medida que veían más cerca la independencia, a más musulmanes indios les preocupaba vivir en un país gobernado por una mayoría hindú”, explica el académico Gareth Price, del instituto de política exterior Chatham House de Reino Unido.
En aquellos años los colonizadores británicos acostumbraban a dividir a la población local por grupos religiosos, destaca la profesora Navtej Purewal, miembro del Consejo de Investigación de Artes y Humanidades de India.
“Por ejemplo, creaban listas separadas de votantes musulmanes e hindúes para las elecciones locales. También había escaños reservados para políticos musulmanes y para hindúes. La religión se convirtió en un factor en la política”, apunta.
Tras varios motines en sus destacamentos militares en India, en 1946 Londres accedió a abandonar el país y organizar una transición pacífica del poder a las autoridades locales en un plazo máximo de dos años.
El Imperio, urgido a zanjar el asunto cuanto antes por la creciente inestabilidad social en la colonia, decidió que la mejor opción era dividir India en dos.
“Llegar a un acuerdo sobre cómo funcionaría una India unida habría llevado mucho tiempo”, por lo que la partición “parecía ser una solución rápida y sencilla”, explica Price.
Y, para trazar las nuevas fronteras entre hindúes y musulmanes, Londres designó al abogado británico Cyril Radcliffe.
Radcliffe, que nunca antes había estado en India y desconocía su complejo crisol cultural y religioso, viajó al país con el cometido de diseñar las líneas divisorias en solo 5 semanas.
Fue así que el 15 de agosto de 1947 nacieron India, de mayoría hindú, y Pakistán, de mayoría musulmana.
Nehru fue primer ministro de India hasta fallecer en 1964 y Jinnah gobernó Pakistán también hasta su muerte, aunque esta ocurrió solo un año después de la independencia, en 1948.
La nueva frontera de unos 3 mil kilómetros delimitaba dos territorios separados: el que ocupa actualmente Pakistán y Pakistán del Este, que en 1971 se desvinculó políticamente de Islamabad para convertirse en la República de Bangladesh.
Tras la partición en 1947 se produjo la mayor migración en masa de la historia, con una cifra estimada de 15 millones de desplazados.
Hindús y sijes que vivían en el territorio asignado a Pakistán emprendieron el camino hacia un futuro incierto en India, mientras musulmanes hacían el recorrido opuesto.
En muchos casos se trataba de distancias de miles de kilómetros que por lo general las mayoritarias clases bajas recorrían a pie, las clases medias en trenes y las clases acomodadas en vehículos privados y aviones.
Los meses posteriores a la independencia estuvieron marcados por una radicalización del conflicto, que produjo un enorme derramamiento de sangre en medio de un ambiente de caos e impunidad.
Grupos de soldados acostumbraban atacar trenes y puntos de concentración de desplazados.
“La Liga Musulmana formó milicias, al igual que los grupos hindúes de extrema derecha”, explica Eleanor Newbigin, profesora de historia del sur de Asia de la Universidad de Londres SOAS.
“Los grupos terroristas expulsaban a la gente de sus aldeas para ganar el control para su bando”, afirma.
Gran parte de la violencia ocurrió en el estado fronterizo de Punjab, donde las turbas se ensañaron especialmente con las mujeres, que sufrieron violaciones y mutilaciones.
Solo en ese estado se estima que unas 100 mil mujeres fueron secuestradas, violadas y en muchos casos forzadas a casarse con sus captores.
Además, la casi impenetrable alambrada que separa a los dos países dejó a millones de familias divididas de forma permanente.
Las fronteras siguen siendo objeto de disputa entre India y Pakistán hasta hoy.
Cachemira, una región del Himalaya conocida por la belleza natural de sus paisajes y también por su diversidad étnica, ha sido el principal foco de conflicto desde la independencia hasta hoy.
Según el plan de reparto contemplado por el Acta de Independencia de India, Cachemira podía elegir libremente si ser parte de India o de Pakistán.
En 1947, el gobernante local, maharajá Hari Singh, eligió India, lo que provocó el estallido de una guerra que duró dos años.
Desde entonces India mantiene el control de aproximadamente la mitad de la región, mientras Pakistán domina algo más de un tercio en las áreas del noroeste, y China administra los territorios restantes, en el norte y noreste.
Tanto Pakistán como India reclaman la totalidad de Cachemira.
Los habitantes de la parte de Cachemira que es administrada por Pakistán relataron a la BBC cómo en los ataques de este miércoles fueron despertados por las explosiones inesperadamente.
“Antes de que pudiéramos siquiera procesar lo que estaba pasando, más misiles caían”, señaló un residente de Muzaffarabad.
En 1965 y 1999, India y Pakistán ya habían protagonizado choques bélicos por la región.
India también luchó contra Pakistán en 1971, cuando intervino para apoyar la independencia de Bangladesh.
Ambos países son potencias nucleares.
Actualmente, un 14 % de la población india es musulmana, mientras solo un 2% de los pakistaníes practica el hinduismo.
“Pakistán se ha vuelto cada vez más islámico”, afirma Price. E India, “está cada vez más bajo la influencia del nacionalismo hindú”, agrega.
Las minorías en ambos países “se han vuelto más pequeñas y vulnerables”, señala Newbigin.
Para la profesora Navtej Purewal, la división del país podría haberse evitado.
“Crear una India unida pudo haber sido posible en 1947. Habría sido una federación flexible de estados, incluidos aquellos donde los musulmanes eran mayoría”, dice.
“Pero tanto Gandhi como Nehru insistieron en construir un estado unificado, controlado desde el centro. Realmente no tuvieron en cuenta cómo podría vivir una minoría musulmana en ese modelo de país”.
Esas decisiones de hace 78 años tienen todo que ver con la escalada actual del conflicto entre dos rivales armados con armas nucleares.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.
Utilizamos cookies propias y de terceros para personalizar y mejorar el uso y la experiencia de nuestros usuarios en nuestro sitio web.