El presidente Andrés Manuel López Obrador acusó a Karla Quintana -aunque no presentó ninguna prueba- de alterar como titular de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) el registro nacional de desaparecidos, pero esta base no la construye una sola persona ni una instancia, sino que se alimenta de datos de las 32 fiscalías estatales y la federal, así como de la información de la comisiones estatales de búsqueda y denuncias de particulares.
“No es cierto que haya 126 mil desaparecidos, no es cierto, y lo vamos a probar porque hemos hecho un censo casa por casa y los desaparecidos se han encontrado”, dijo el mandatario en la conferencia matutina.
Tampoco es cierto que haya registrados 126 mil desaparecidos. Actualmente el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas muestra el dato de 113 mil 211 personas desaparecidas y no localizadas.
López Obrador dijo lo anterior en referencia al censo de desaparecidos que encargó a elementos de la Secretaría de Bienestar, que aún sigue en desarrollo y que ha sido criticado por especialistas y activistas por no seguir estándares internacionales, pero también por ser ejecutado por una instancia que no está especializada en la materia. Además, se ha denunciado que revictimizar a las familias de víctimas.
El Presidente también insistió que el número de desaparecidos es menor, pero no hizo ninguna referencia a los subregistros que se han denunciado. Familiares de víctimas, por ejemplo, han señalado que la lista se queda corta y que hay evidencia de que prevalece el subregistro de casos, porque por ejemplo fiscalías estatales como la de Jalisco se han negado a seguir sumando datos, otras como la de Querétaro tardan en actualizar sus cifras, otras reportan menos casos de los que tienen en carpetas y en muchos casos ni siquiera se denuncian las desapariciones por temor o falta de confianza en las autoridades.
“Queda muy claro que el fenómeno de la desaparición en el país está subestimado y no sobrestimado, como parece se quiere dar a entender”, refirió el equipo de Derechos Humanos y Lucha contra la Impunidad de Fundar.
En el sexenio de Felipe Calderón, del 1 de diciembre de 2006 al 30 de noviembre del 2012, se registró a 17 mil 087 personas que permanecen sin ser localizadas. Mientras que en el sexenio de Enrique Peña Nieto fueron 34 mil 230 personas y en el de López Obrador se han sumado al registro 46 mil 993 de las que se sigue sin conocer su paradero. Esto es el 41% del total.
Del 1 de diciembre de 2018 a la fecha, que es el lapso del gobierno de López Obrador, también se observa el dato de 73 mil 235 personas localizadas, 67 mil 100 con vida y 6 mil 135 sin vida.
“Siempre dijimos desde la Comisión Nacional de Búsqueda que el registro de personas desaparecidas es un acercamiento a la realidad, que nos permite entender de mejor manera qué es lo que está sucediendo, pero un registro de personas desaparecidas es antes que todo una herramienta de búsqueda”, dijo Karla Quintana en un seminario reciente en el Colegio de México, acusando que el censo del gobierno es un intento de maquillar las cifras.
El actual registro RNPDNO se aprobó en 2017 pero comenzó a operar en 2020, ya en el sexenio de López Obrador, y aunque se planteó que sumaría casos en tiempo real, las fiscalías estatal que son la principal fuente de datos han tardado en actualizar.
La última carga masiva de información la hicieron autoridades de Querétaro (Fiscalía y Comisión de Búsqueda estatal) a finales de mayo pasado, y reportando casos de 2019 a 2022.
Por otro lado el estado de Jalisco denunció irregularidades en el sistema y su Fiscalía y Comisión de Búsqueda decidieron desde hace más de un año dejar de subir sus casos. Entonces, actualmente el Registro no está recibiendo información de uno de los estados más afectados por desapariciones.
Al RNPDNO se incorporaron registros de 1962 a abril de 2018 que estaban en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas o Extraviadas, la versión publicada en el sexenio de Calderón, al igual que los datos del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas del sexenio de Peña Nieto.
Y a diferencia de los sistemas previos, para este Registro se apostó por recibir reportes de más autoridades, además de las denuncias ante fiscalías: también se registran casos reportados por comisiones locales de búsqueda y, en caso de tener, las fiscalías estatales especializadas en desaparición, además de reportes ciudadanos.
“No es una autoridad la que alimenta el registro, son al menos 66 autoridades que alimentan el registro de personas desaparecidas, 33 comisiones y 33 fiscalías, más otras autoridades y también personas particulares”, refirió Quintana.
El tener más instancias que aporten datos, apunta Jacobo Dayán, especialista en derechos humanos, no significa en sí mismo tener información más acertada, aunque sí es un cambio a considerarse en el análisis.
En la página del Registro actual, se señala que al 17 de mayo de 2023, “más del 65% de los reportes (tanto de desapariciones, no localizaciones como localizaciones con y sin vida), entre 1964 y la actualidad, han sido reportados a partir de 2019, año a partir del cual, por primera vez se tiene una estrategia de seguimiento y se comienza a sistematizar la información de las decenas de autoridades obligadas”.
Aunque el 65% se sumó recientemente, los casos de desaparición ocurridos en sexenios pasados son registrados por fiscalías y comisiones en su año correspondiente, según se denunció cada hecho.
El RNPDNO permitió registrar por primera vez casos a través del portal digital de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB); esto lo pueden hacer ciudadanos o autoridades, sin necesidad de presentar una denuncia formal en el ministerio público.
Por ello se sabe que aproximadamente un 4% del total de los reportes subidos al Registro Nacional fueron realizados por ciudadanía en el portal digital de la Comisión Nacional de Búsqueda. El restante 96% son reportes presentados por fiscalías y comisiones de búsqueda locales.
“Hay una trazabilidad, se sabe no solamente qué institución sino qué persona en la institución informa sobre la persona desaparecida”, señaló Quintana.
En el registro se cruzan datos con otras bases gubernamentales para intentar dar con el paradero de las personas. Por ejemplo, del Instituto de Ciencias Forenses (Incifo) de la Ciudad de México, Instituto Nacional de Migración, Secretaría de Educación Pública, registros civiles, Secretaría de Salud y Secretaría del Bienestar.
”El registro no es como muchas personas creen una lista, no es un Excel, es un ecosistema que permite comunicar a las diferentes autoridades que están obligadas a alimentarlo”, agregó la extitular de la Comisión de Búsqueda.
Hay casos, por ejemplo, de personas como una abuela que no llegó del supermercado, un joven que fue de fiesta y no regresó, pero que después se reconoció que no fue víctima de un delito. Pudieron sufrir un accidente automovilístico, tener un problema personal, pérdida de la memoria o extravío. Y al final, regresar por su propio pie.
“¿Qué pasa con los casos donde no son víctimas de un delito? Al otro día encuentras a la persona, y la gran mayoría de las personas no va a ir a la fiscalía a decir ‘ya la encontré, ya se resolvió la bronca’.
Cuando la fiscalía registra a una persona no localizada, tendría que ser una práctica obligada a los tres días hablar y decir ‘oiga aquí hay un registro de que no encuentran a tal persona, ¿qué pasó?, ah ya apareció y entonces registrarlo’. Pero como no lo hacen, se van acumulando datos”, explica Jacobo Dayan, especialista en derechos humanos.
En este concuerda la extitular de la Comisión Nacional de Búsqueda, Karla Quintana, agregando en su plática en el Colegio de México que también hay casos donde las autoridades pueden estar notificadas del regreso pero no actualizan la información en el RNPDNO, y en otros casos ni siquiera se enteran de que la persona ya regresó a su hogar.
Sin embargo, lo que preocupa más es el subregistro.
No todas las desapariciones se reportan al sistema y ello atenta contra la búsqueda inmediata de las personas desaparecidas y no localizadas.
“Faltan más de los que sobran”, enfatiza Jacobo Dayán.
“Las familias de personas desaparecidas dicen que por cada persona reportada desaparecida hay una, dos, tres, cuatro, yo he escuchado hasta cinco que nunca se han acercado a una autoridad. Esto puede ser por miedo, desconfianza a las autoridades, miedo a la delincuencia organizada”, detalló Karla Quintana.
Otra posibilidad es que las autoridades estatales no suban todos los registros a la plataforma de personas desaparecidas que se presumen están siendo víctima de un delito.
“Cuando estamos hablando de desaparición en México la concepción es muy amplia, no sólo desaparición forzada, puede ser desaparición por particulares, secuestro, trata, reclutamiento forzado, sustracción de menores, homicidio y feminicidio… pero no se están subiendo”, explicó Quintana.
El desfase también ocurre cuando las fiscalías registran más carpetas de investigación relacionadas al delito de desaparición que los casos reportados en el portal.
Por ejemplo, la Fiscalía de Baja California reporta que permanecen abiertas 17 mil 306 carpetas de investigación por el delito de desaparición ocurrido entre 2006 y 2022. Sin embargo, el Registro Nacional solo indica en ese mismo periodo mil 605 casos.
Desaparecer en BC, un proyecto de Elementa, registró este desfase y señaló que la “Fiscalía no ha cumplido con su obligación de enviar la información correspondiente a la Comisión Nacional de Búsqueda para que se publique en el Registro Nacional”.
Jorge Ramírez Plascencia, integrante del Comité Universitario de Análisis en materia de personas desaparecidas de la Universidad de Guadalajara, explica que en parte los estados no comparten su información por temor a ser señalados mediáticamente por el número de casos.
“Se volvió involuntariamente en un instrumento político, con la obligación que tiene de manera trimestral la Comisión Nacional de Búsqueda de rendir un informe, pues empezaron a presentar las cifras y eso se convirtió en lo que yo llamo el ranking del deshonor… y en la medida en que se comenzó a compartir, preocupó a las autoridades locales que buscaron la manera de salirse de ahí”, comenta.
En los últimos cinco meses ninguna autoridad estatal ha actualizado sus reportes. La última fue en mayo la Fiscalía General de Querétaro, reportando el año de 2021; y su Comisión Local de Búsqueda, reportando de 2019 a 2022.
En el caso de Jalisco, el estado con más desapariciones en el país, no sube registros desde marzo de 2022. Su gobernador, Enrique Alfaro, argumentó que “el registro oficial es un caos”.
Ese mes Jalisco reportaba 16 mil 222 personas desaparecidas e hizo un ajuste a la baja y la cifra disminuyó a 14 mil 915 casos, sin transparentar nombres y motivos.
Al revisar el Sistema de Información Sobre Víctimas de Desaparición (SISOVID), —la plataforma reconocida y actualizada por el gobierno estatal—, de enero a septiembre de 2023 se reportaron mil 300 personas que permanecen con estatus de desaparición. Mientras que en el RNPDNO sólo aparecieron 128 reportes. ¿Quién los hizo?
“Estos (más de) 100 casos, podrían haber sido actualizados por la Comisión Nacional de Búsqueda, la Fiscalía General de la República o incluso por personas ciudadanas… ya que pueden hacer la incorporación de un registro de una persona desaparecida”, agrega Chimiak, co-directora de CEPAD.
Los especialistas coinciden en que si bien los estados están obligados en reportar y actualizar sus casos en el RNPDNO, no hay una sanción si no lo hacen. Isabel Suárez, abogada especializada en género e integrante de IDHEAS, señala que la única posible es administrativa, pero es poco factible que se dé.
“Con una impunidad del 99%, ¿qué sanción le van a dar (a las autoridades que no suben el registro)?, ¿quién los va a investigar? ¿la fiscalía va a investigar así misma?, cuestiona Dayán, especialista en derechos humanos.
Al recibir denuncias de diferentes autoridades, una de las preocupaciones es que se reporte de manera doble una desaparición.
Jacobo Dayán, especialista en derechos humanos, pone ejemplos:
“Puedes tener una denuncia sobre la desaparición de una misma persona en diferentes estados. Tú podrías a lo mejor tener una denuncia en la Fiscalía de la Ciudad de México, luego meter otra denuncia en el Estado de México, porque (geográficamente) está a un lado.
También puede ser que la persona desapareció en un estado y es de otro, entonces las familias ponen su denuncia en los dos lados. O están los migrantes que atraviesan todos los estados y entonces las familias ponen la denuncia en todos los estados esperando tener información”, detalla.
El RNPDNO asegura que para evitar duplicidades entre registros subidos por comisiones y fiscalías locales tiene algoritmos que permiten calcular una posible duplicidad o una reincidencia de desaparición. Sin embargo, no existe una información pública sobre cómo opera y los resultados que tiene.
La ex comisionada Karla Quintana menciona que es “ínfima” la posibilidad de duplicidades, aunque reconoce que hay posibilidad de tener mejoras, como en todos los instrumentos y registros.
En el caso de Jalisco, su gobierno acusó fallas.
“Lo que se nos ha explicado es que tras la revisión de los datos en el RNPDNO, se detectaron múltiples fallas en la plataforma: errores en cuanto a la captura de la información plasmada, errores más sustantivos, errores de forma, que han generado de alguna manera duplicados o que han habido registros múltiples correspondientes a la misma persona y ha habido dificultad de actualizar el estatus”, explica Anna Karolina Chimiak, co-directora de CEPAD.
Para dar de baja un registro de desaparición o no localización, cuenta Chimiak, el registro pide que sea la misma autoridad que subió el reporte sea quien lo actualice.
Es decir, si una persona fue localizada por otra autoridad no podrá realizar el cambio. Por lo que el proceso se hace más burocrático.
La compositora argentina Ruth Hillar quería animar a los niños a revelar sus secretos, y lo hicieron. Su composición incluso se incluyó en un caso judicial.
“Hay secretos chiquititos que te invitan a jugar, y hay secretos tan enormes que te vienen a asustar“.
Esas son las primeras líneas de “Hay Secretos”, una canción con un impacto emocional enorme, que conmueve a la gente hasta las lágrimas.
Muchas canciones pueden hacer eso, pero ésta es realmente algo más.
Es una ventana a través de la cual la sociedad puede cuestionarse a sí misma.
La canción incluso se ha usado como prueba en un juicio penal.
Su compositora es Ruth Hillar, quien creció y vive en Santo Tomé, un pequeño pueblo en el centro de Argentina, donde la visité.
“Nací en un hogar muy musical. La música estaba ahí antes que yo llegara: mi mamá y mi papá se conocieron cantando en el coro polifónico de Santa Fe. Mi papá tenía un conjunto de música humor.
“Empecé con la flauta dulce, también a cantar, a estudiar los rudimentos de la música, y siempre lo disfruté muchísimo”.
Con su padre en el violín, tocaban dúos, y cuando le compraron un grabador, jugar con la música era “una de mis diversiones preferidas”.
Otra cosa que siempre le fascinó fue la lectura.
“Pasaba muchas, muchas horas leyendo. En casa había una biblioteca muy linda. Y, de hecho, cuando vi que en las casas de mis amigos de la escuela no había casi libros, organicé una biblioteca en la vereda”.
A pesar de cuanto disfrutaba de la música y la literatura, lo que quería ser cuando grande era veterinaria o pediatra, “siempre como por el lado de curar a alguien, a los niños o a los animales”.
Esa idea de cuidar a los demás, particularmente a los niños, se convertiría más tarde en el centro de su trabajo como compositora.
Ruth estudió literatura durante un año, luego decidió que no le gustaba cómo se dirigía el curso y volvió a estudiar música, ahora como una carrera universitaria.
Al principio pensó que formaría parte de una orquesta, el camino típico que siguen los músicos académicos.
Con el tiempo, sus intereses se ampliaron. Conoció a otra música y decidieron crear un grupo de música infantil: Canticuénticos.
Después de 17 años, ahora tienen seis miembros, seis discos y han dado cientos de conciertos.
En sus inicios, gracias a su estrategia de distribución -que incluyó poner a disposición de todos los temas de su primer disco en YouTube- y a la naturaleza de las canciones, fueron rápidamente descubiertos por los maestros.
“Enseguida los docentes acá en Santa Fe tomaron ese repertorio para usar en las aulas, y la provincia editó algunas canciones en un cancionero para repartir en escuelas. Eso nos ayudó mucho a querer arrancar un poco más en serio con el proyecto, porque no es fácil”.
“Siempre buscamos cómo hacer que las canciones acompañaran a las infancias, no solamente en lo que se considera ‘infantil’, pues hay como la idea de que lo infantil es lo simple, lo fácil”.
“En realidad la vida de las infancias no es ni simple ni fácil. Es muy compleja y a veces es muy difícil, pues en un mundo tan caótico, muchas veces las infancias se llevan la peor parte, porque son más indefensas”.
“Aunque los querramos mantener en una especie de corral, a salvo de un montón de cosas, la realidad se mete por todos lados”.
“Así que nos parece que desde las canciones podemos acompañar en muchos aspectos”.
Es por eso, afirma Ruth, que a veces las canciones de Canticuénticos tratan temáticas inusuales en ese género.
Y admite que, en ocasiones, su deseo es generar algún cambio.
“Parece mucho pedir para una canción, pero muchas veces me salen de esa manera, como respuestas a algo, entonces en ese afán de querer responder tengo que aprender a mirar ese algo más profundamente para que esa respuesta sirva o esté conectada con lo que quiero dialogar”.
Una de esas canciones es “Hay Secretos”, que le habla directamente al oyente, a los niños, sobre ser capaces de hablar cuando un secreto les está haciendo daño.
Estaba destinada a tener un papel importante para ayudar a niños y adultos a lidiar con eventos dolorosos en sus vidas.
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La canción dice que hay “secretos livianitos que te llevan a volar”, pero hay “secretos tan pesados que no te dejan respirar“.
En un pasaje particularmente emotivo, la canción le habla directamente al oyente y dice: “Si no alcanzan las palabras para lo que hay que contar, inventemos otro idioma. Siempre te voy escuchar“.
“Y tiene un un estribillo que quiere ser un mantra: ‘No se tienen que guardar los secretos que hacen mal‘.
“Uno de los estribillos tiene solo un sonido de una caja muy profunda, con voces de nenas, de nenes, y de adultos, mujeres y varones, como representando una comunidad completa que está cantando junta a favor de proteger del abuso”.
Sobre ese flagelo, subraya Ruth, los adultos tienen que ser interpelados, por eso la canción no sólo está dirigida a los niños, sino también a los grandes.
“En realidad los adultos somos los responsables del bienestar de las infancias, no solamente de nuestros hijos, sino de todos los niños y niñas, así que creo que justamente esta canción quiere decir: presten atención, estén atentos, estén donde hay que estar, miren a esos niños y a esas niñas con una mirada sensible y compasiva”.
“Mucho de eso les toca a los docentes y de hecho son los grandes héroes en esta gesta, porque en las escuelas son los que más acceden a esos momentos donde los niños y las niñas se pueden abrir, pues muchas veces los abusos son en sus propias casas, interfamiliares, intrafamiliares”.
Ruth compuso la canción en 2017, y dice que fueron muchos los caminos que la llevaron a hacerlo.
“El tema del abuso estaba más en la esfera pública y pensé: ¿qué podemos hacer? Mi arma, mi forma de actuar es la música, no conozco otras. O por lo menos otras mejores no me salen. Pero quedé como en imposibilidad.
“Recuerdo que estábamos filmando el video de la canción de cuna ‘Noni Noni’, buscando las imágenes más tiernas, de más cobijo que se nos ocurrían, y mirando desde afuera una escena pensé que muchas infancias quedaban fuera de la esfera de esa canción, que había otra canción que es más urgente“.
Decidió que tenía que tratar, “aunque fuera tan difícil, aunque las palabras y los sonidos parecería que no alcanzaran… ¿cómo hablar de eso sin lastimar el que ya está herido?”.
En ese momento le llegó un email de Sabrina Medina, una licenciada en trabajo social de Paraná, una ciudad vecina, diciendo que trabajaba en programas de prevención de abuso y que había muy pocos recursos artísticos.
“Me compartió las ideas principales: el tema del secreto, del miedo, de la confianza, de ofrecer ayuda. Así supe que la canción ya estaba empezada. Escribí una estrofa y se la envié para que me dijera si había algo que pudiera herir”.
“Busqué siempre referenciar sin nombrar, que quien estuviera pasando por una situación de abuso pudiera reconocerse, y quien no, pudiera entender otra cosa, un tema de secretos más fuertes, o más livianitos.
“Enseguida pensé que sería una Vidala, un ritmo folclórico argentino muy introspectivo, muy reflexivo, para que comunicara de una manera tranquila lo que quería comunicar”.
“Hay secretos” apareció en el disco “¿Por qué?, ¿por qué?”, en el año 2018, y pronto Canticuénticos empezó a recibir mensajes de mamás, de docentes, de trabajadores sociales evidenciando que su mensaje estaba siendo recibido.
“Muchas nenas y nenes, e incluso muchos adultos, habían podido hablar de abusos en la niñez.
“Para nosotros fue difícil enfrentar todo eso porque, más allá de la compañía de un abrazo a la distancia, no podemos hacer mucho, pues no somos profesionales”.
Difícil también fue tocar la canción en vivo, pues no sabían si podrían cantarla sin llorar, ni cómo reaccionaría el público.
“Lo que pasó desde el primer momento fue eso, que en alguna frase se nos quebraba la voz, no solo por lo que estábamos cantando, sino por lo que veíamos en la sala.
“Siempre hay lágrimas, siempre hay abrazos muy apretados a sus niños, a sus niñas. Siempre hay esas caras que son mezcla de gratitud con dolor, a veces, con un dolor retroactivo”.
“Entonces, es algo que no queremos dejar de cantar, porque queremos que sea una canción necesaria y, sobre todo, generar ese momento en el cual el público canta junto ese estribillo, porque así como en el disco, en un momento dejamos al público cantando solo.
“Eso creo que interpela mucho, porque ahí sí percibimos que es un grupo humano, heterogéneo, que viene de distintas familias, de distintos lugares, pero que en ese momento se juntan en esta especie de oración o de mantra, y eso es maravilloso, es muy fuerte.
“De a poco, aprendimos a poder cantar la canción entera, sin llorar y sin quebrarnos, pero no por eso dejamos de emocionarnos con cada lágrima que vemos en el público, porque no hay concierto en el cual no pase algo fuerte y hermoso“.
La canción ha llegado incluso a la justicia argentina.
En marzo de 2021, una jueza de la ciudad de Zapala, en la Patagonia argentina, tocó “Hay Secretos” en la sala de audiencias.
Lo hizo para destacar el papel de la canción en el descubrimiento del caso de abuso que se estaba juzgando y por el que se condenó a un hombre.
Lo que había sucedido era que un profesor de música había presentado la canción a los alumnos de primaria. Una de esas alumnas la compartió con su familia en casa y una de sus hermanas, conmovida, reveló que había sido abusada sexualmente por un vecino.
Otros niños del vecindario se presentaron y compartieron sus propias historias de abuso por parte del mismo hombre.
“En realidad ahí el héroe fue el docente que supo elegir esa canción en el marco de la Educación Sexual Integral (ESI), así que fue en realidad el hacedor de esto, ¿no?
“Pero eso que pasó con la canción me vuelve a reconfirmar que el arte tiene un poder enorme”.
Y reverbera más allá de la frontera argentina.
“Una música y antropóloga brasileña me contactó y me dijo: ‘Yo quiero que esta canción esté en portugués, te voy a ayudar a hacer una traducción’, así que lo hicimos.
“Tenemos también una versión en italiano que estamos por grabar, y nos escribieron de Corea para pedirnos autorización para hacer una traducción del texto… nos han escrito de muchísimos lugares distintos.
“En Argentina entró como recurso a la ESI, así como en Uruguay y sé que en otros países también”.
Ahora, Ruth y Canticuénticos están trabajando en una versión en inglés de la canción, para decirle a aún más niños…
“Acá estoy, quiero ayudarte. Sé que decís la verdad. Ya no habrá que andar con miedo porque te voy a cuidar“.
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