“No traemos déficit de acuerdo a la Ley de Ingreso autorizada por el Congreso”, afirmó el presidente Andrés Manuel López Obrador en la conferencia del 23 de julio pasado, a tan solo un par de meses de que el gobierno quede en manos de Claudia Sheinbaum.
Pero el dicho del mandatario es falso. El Congreso autorizó para 2024 un déficit equivalente a 1.8 billones de pesos, o el 5.4% del Producto Interno Bruto (PIB). ¿Y qué es el déficit? Lo que resulta cuando los gastos superan a los ingresos, por lo que se recurre a préstamos y deuda.
Incluso Hacienda elevó recientemente su estimación de cuál será el déficit al terminar 2024, anticipando que será de un equivalente a 5.9% del PIB, un porcentaje que rebasa en 0.5% lo aprobado en sus Criterios Generales de Política Económica 2024.
Este nuevo monto hará que el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP) —la deuda interna total acumulada— cierre 2024 por arriba de los 17 billones de pesos, cuando el año pasado se esperaba que el SHRFSP fuera de 16.78 bdp.
Al cierre del 2024, según la estimación de Hacienda, México tendrá nuevamente una deuda interna total récord equivalente a 50.2% del PIB. Un nivel que solo se había alcanzado en lo que va de este siglo en 2020, año en el que la deuda aumentó debido a las condiciones económicas generadas por la pandemia del Covid-19.
Al respecto, Hacienda refirió que el nivel de deuda esperado es estable y sostenible hacia el mediano plazo.
“Si bien se prevé un mayor déficit presupuestario con respecto al cierre del año anterior, éste tendrá un carácter transitorio… el incremento del gasto público, en el contexto de la culminación de los principales proyectos prioritarios de infraestructura, tendrá su componente más fuerte en 2024. De esta manera, para 2025 se prevé un menor déficit público”, apuntó Hacienda.
“Se anticipa que la deuda pública se mantendrá en un nivel estable de 50.2% del PIB en ambos años, por debajo de las previsiones para otras economías emergentes y otros países con la misma calificación crediticia”, agregó.
Entonces, contrario a lo dicho por el presidente, sí hay déficit. Y en cuanto a si el gobierno se está ciñendo al límite que le aprobó el Congreso, el investigador de Gasto Público en México Evalúa, Jorge Cano, criticó que hay “mucha opacidad”, y se usan conceptos como las “adecuaciones”.
Las cuales, apuntó, “no sabemos a qué se refiere […] lo que hacen es restar el monto de endeudamiento y en algún momento se reduce y se ajusta para que nunca se pase del endeudamiento aprobado por la Cámara”.
Hacienda publica el estimado de endeudamiento a través de los RFSP, apuntó, “que es una medida internacional reconocida”, mientras que Diputados aprueba otra métrica “un poco más laxa que sólo considera la contratación de empréstitos y su refinanciamiento, pero no considera otro tipo de endeudamiento como podría ser la eliminación de activos, como lo es el uso de fideicomisos”.
El presidente aseguró que “no hay ningún riesgo, no hay ningún temor a nada” y que “las finanzas públicas están muy fuertes en nuestro país”, debido a que se dará continuidad al proyecto del nuevo gobierno con Ramírez de la O como secretario de Hacienda.
Sin embargo, Jorge Cano señala que la situación de las finanzas públicas en México “están en una situación bastante crítica por el bajo crecimiento de los ingresos, lo cual ha impulsado también el endeudamiento”.
Cano refiere que este gobierno acumula un crecimiento de los ingresos totales del 6.7%, inferior al alcanzado en los sexenios como el de Peña Nieto (14.7%), Calderón (20%) y Fox (45.7%)”.
Pese a que el gobierno federal ha logrado mejorar la recaudación fiscal, principalmente la recaudación por cobranza y la fiscalización a grandes contribuyentes, estos logros no han sido suficientes para levantar el ingreso a niveles vistos en sexenios anteriores.
De acuerdo con el investigador estas condiciones son consecuencia de “un mal desempeño de los ingresos petroleros”, los cuales han tenido una caída de más del 50%, lo que ha restado recursos a la federación para solventar gastos en salud, educación, ciencia y tecnología, etcétera.
El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) en su último reporte de Pemex en la Mira estima que el gobierno federal ha apoyado a Pemex con un total de 1.73 billones de pesos desde 2019.
De ese monto, 1.23 billones por apoyos directos –aportaciones de capital, estímulos fiscales y otras ayudas– que se contabilizan en sus estados financieros, y 500 miles de millones de pesos por recursos que la propia petrolera calcula que ha dejado de pagar al Estado como consecuencia de la reducción progresiva de la tasa del derecho por la utilidad compartida (DUC), la cual pasó de 65% en 2019 a 40% en 2022 (para 2024 se redujo a 30%).
Y pese al mal desempeño en los ingresos, los gastos del sector público siguen aumentando. De acuerdo con los Números del Erario de México Evalúa al cierre del primer trimestre del 2024, el gasto neto del Sector Público ascendió a un total de 2,319.6 mmdp, lo que equivale a un crecimiento con respecto al año anterior del 18.8% (366.9 mmdp).
“Hemos tenido un gobierno que ha querido impulsar el gasto a pesar de no tener los ingresos correspondientes. En 2024 tenemos a mayo un incremento de más del 17% interanual y este es el mayor crecimiento que se tenga registrado desde el año 2000”, destaca Cano. Y “al no estar respaldado el crecimiento del gasto con un incremento de los ingresos pues está presionando fuertemente el endeudamiento”.
Apenas un día después de que el INE anunció la ventaja en las urnas de Claudia Sheinbaum en las urnas, la virtual presidenta de México anunció que su administración continuará trabajando con Rogelio Ramírez de la O, actual secretario de Hacienda y Crédito Público, un anuncio que fue interpretado por analistas como una medida para amortiguar la devaluación del peso mexicano que se observó luego de que se conociera que el partido gobernante obtendría también la mayoría constitucional en el Congreso.
El plan de desarrollo de Claudia Sheinbaum, además de mantener todos los programas sociales implementados en el gobierno de López Obrador, introduce nuevos como la beca universal de niñas y niños de escuelas públicas —que según ella misma ha informado iniciará en 2025 becando a estudiantes de secundaria— y la pensión del bienestar para mujeres de 60 a 64 años.
En una conferencia de prensa reciente la exjefa de gobierno de la Ciudad de México aseguró, luego de mantener una reunión con el secretario de Hacienda, que las finanzas del gobierno federal están “sanas” y que el presupuesto para el próximo año considera un déficit del 3% del PIB.
“Hay recursos para los programas sociales y para los programas de inversión”, dijo, sin que haya “una reforma fiscal profunda”, ni nuevos impuestos.
Sin embargo, Jorge Cano y el también especialista de México Evalúa, Carlos Vázquez, consideran que “sin una reforma fiscal que incremente los ingresos”, y con la meta de un déficit del 3%, la nueva presidenta no tendrá otra solución que dar motosierra al gasto público”.
“La situación no es sostenible”, destacan los investigadores.
“Si los ingresos públicos aumentan como anticipa Hacienda, el gasto neto del sector público tendría que recortarse en 5.5% o 516.1 mmdp frente al aprobado en 2024, lo que equivale al presupuesto de la Secretaría del Bienestar. El gasto programable tendría que recortarse en 7% o 471.6 mmdp, similar al presupuesto de la SEP”.
Los diferentes cardenales que forman el cónclave deben crear alianzas y acuerdos a lo largo del proceso. En la reunión que comenzará este 7 de mayo, se prevé que surjan nueva posiciones, especialmente después de que se cuenten los resultados de cada ronda de votaciones.
La elección del sucesor del papa Francisco es una decisión política, así siga ritos religiosos y sea fruto de una elección en la que los votantes son un selecto grupo de eminentes sacerdotes que, según la doctrina de la Iglesia católica, actúan bajo inspiración divina.
Para que el nuevo pontífice sea anunciado, los diferentes grupos de cardenales que forman el llamado cónclave -cada uno con sus intereses particulares-, deben formar alianzas y acuerdos a lo largo del proceso.
Cuando los 135 cardenales con derecho a voto —tienen derecho a voto hasta los 80 años— estén encerrados en la Capilla Sixtina, comenzarán las sesiones de votación y se consolidarán algunas convergencias y muchos desacuerdos, iniciados en reuniones anteriores o en contactos informales de los últimos días, semanas e incluso meses.
En la reunión secreta que empezará el 7 de mayo, se formarán nuevas posiciones, especialmente después de que se cuenten los resultados de cada ronda de votaciones.
En el cónclave, el papa sólo es elegido cuando dos tercios de los electores se ponen de acuerdo sobre el mismo nombre y, hasta que esto ocurra, habrá momentos en los que el encuentro estará abierto a la reflexión y al debate entre los cardenales, llamados así en referencia a sus vestimentas rojas.
“Como el papa estaba muy enfermo y anciano, es normal que los participantes en el cónclave ya estuvieran hablando muy discretamente sobre posibles sucesores y realizando sondeos, obviamente orales”, dice el teólogo, filósofo y periodista Domingos Zamagna, profesor de la Universidad Pontificia de São Paulo (PUC-SP) y del Colegio São Bento, en una entrevista con BBC News Brasil.
“Pero aunque no suelen dejar que estos manejos del poder eclesiástico se hagan evidentes”, añade, algunos “proporcionan pequeñas pistas a sus amigos y colaboradores más cercanos”.
“Francisco quería que el futuro papa estuviera alineado con él. Y esto no es un deseo personal, sino el deseo de una tendencia”, declaró a BBC News el teólogo e historiador Gerson Leite de Moraes, profesor de la Universidad Presbiteriana Mackenzie.
“Preparó, en el ámbito político, los cambios en el colegio cardenalicio para que el viento del cambio continuara después de su muerte.”
Pero esta visión de la sucesión como un juego de facciones partidistas está lejos de ser unánime.
El sociólogo Francisco Borba Ribeiro Neto, director del periódico O São Paulo, de la Arquidiócesis de São Paulo, no está de acuerdo con la visión del cónclave como una disputa meramente política.
“Imaginar [el proceso] como una gran asamblea donde los diputados eligen a su presidente […] no es adecuado”, enfatizó a BBC News.
En su opinión, los cardenales buscan un consenso sobre la “propuesta eclesial” más urgente para el mundo actual. Y, al analizar el escenario, ve dos líneas: por un lado, “la gran demanda de los sectores conservadores”; por otro lado, “la necesidad de una Iglesia más acogedora, más capaz de amar a los excluidos, a los que más sufren, a los que se sienten agraviados y marginados”.
“No creo que podamos pensar en el proceso de sucesión del Papa como una cuestión de líneas o partidos, de estar afiliados o no, de estar juntos en la misma estrategia o no. No es así como van las cosas”, explica.
Considerando que, entre los 135 cardenales elegibles para votar, 108 fueron nombrados por el propio papa Francisco, es natural imaginar que el “partido de Francisco” será el más fuerte en el cónclave. ¿Pero puede realmente usarse esta figura?
No hay consenso entre los expertos y las figuras religiosas de la jerarquía católica, ya sea porque no todos los nominados por el pontífice fallecido el 21 de abril estaban alineados con él, o porque rechazan la idea de que la elección se base únicamente en criterios políticos y circunstanciales.
“Lo que no sabemos es si los cardenales serán fieles a su proyecto iniciado hace 12 años. Porque el mundo ha cambiado en estos 12 años. La iglesia ha avanzado, pero, por otro lado, los reaccionarios también se han puesto manos a la obra”, dice Moraes.
Y hay matices a tener en cuenta. Aunque surgen nombres muy alineados con él, como el italiano Matteo Maria Zuppi o incluso el filipino Luis Antonio Tagle, los expertos coinciden en que Francisco no dejó a un único sucesor natural: en los pasillos de la Santa Sede, Benedicto XVI (1927-2022), por ejemplo, fue visto durante mucho tiempo como el sucesor de Juan Pablo II (1920-2005), debido al protagonismo que adquirió durante el pontificado de este último.
“Francisco ha nombrado más cardenales [entre los electores actuales] que los papas anteriores. Esto influirá en la sucesión”, señala Zamagna.
“Pero no veo al Papa planeando la sucesión de forma maquiavélica, como si se tratara de un tablero de ajedrez. Hizo lo que creyó necesario; nunca estuvo en su naturaleza querer incriminar a la gente, siempre pensando en el bien de la Iglesia y del pueblo”.
Lidice Meyer Pinto Ribeiro, profesora de la Universidad Lusófona, en Portugal, y autora del libro recientemente publicado “El cristianismo en femenino”, destacó que “Francisco esperaba que su sucesor mantuviera sus reformas y las llevara más lejos”.
Pero la iglesia actual no vive sólo del “partido de Francisco”. Señala que la antigua institución “se encuentra dividida en un grupo conservador opuesto” a las medidas implementadas en los últimos años.
El teólogo y escritor Frei Betto, fraile dominico, ve la situación con cautela y la califica de “impredecible”. Para él, “no todos los cardenales elegidos por Francisco son progresistas” y esto ocurriría también porque el papa no adoptó un criterio de selección “pensando en su sucesión”.
“El criterio fue dotar a las distintas regiones del planeta de obispos que llevaran la insignia de cardenalicio, un título meramente honorario”, le dijo a BBC News.
Betto dice que el papa argentino “también nombró cardenales conservadores”. Y lo habría hecho por la convicción de que era importante respetar “el consenso de los obispos locales”. “Nunca nombraría a un progresista en un país con un episcopado predominantemente conservador”, explica.
El sociólogo Ribeiro Neto señala también que el criterio de Francisco para elegir a los cardenales “no parece haber sido la línea pastoral, sino más bien la idea de descentralización en relación a una iglesia inicialmente italocéntrica, y después eurocéntrica”.
Cuando Francisco se convirtió en papa, había 28 cardenales italianos. Hoy quedan 17. “Fue el país que más representantes perdió”, señala.
“Él no nombró a todos los cardenales a su imagen y semejanza”, coincide Moraes. “Francisco respetaba el trabajo de otras tendencias”.
Betto pone como ejemplos de conservadores designados por Francisco los casos del italiano Marcello Semeraro, el chileno Fernando Natalio Chomali Garib y el peruano Carlos Castillo Mattasoglio.
La antropóloga Pinto Ribeiro también incluye en esta lista al congoleño Fridolin Ambongo Besungu. Entre los propuestos al cardenalato por Benedicto XVI hay también nombres fuertes de la oposición, como el estadounidense Raymond Leo Burke y el guineano Robert Sarah. El húngaro Péter Erdő es un raro superviviente de los nombrados por Juan Pablo II.
El ala conservadora del liderazgo de la iglesia puede ser pequeña en número, pero es bastante vocal. Entre los estadounidenses, el cardenal Burke, considerado uno de los mayores críticos del papa argentino, es visto como uno de los líderes de la oposición. “Todos sabemos que hubo y hay cardenales que desaprueban la renovación traída por Francisco”, afirma Zamagna.
Francisco lo sabía, por supuesto. Tanto es así que desalojó a Burke de su apartamento en el Vaticano y lo removió de algunas funciones administrativas que tenía en la Curia romana.
Ésta fue la principal táctica de Francisco para lograr gobernar en medio de la disidencia: colocar a amigos en puestos clave. Y mover hilos para que sus detractores tuvieran cada vez menos poder.
Aunque los nombres alineados con Francisco son mayoría, los analistas entienden que si en las primeras votaciones surge un adversario que termina concentrando los votos de todos aquellos que no están de acuerdo con el modelo de Francisco, ese candidato papal tiene posibilidades de ganar con un discurso de cambio, lo que en este caso supondría un retorno a las tradiciones.
Francisco se enfrentó a una oposición que hoy cuenta con el apoyo de la extrema derecha mundial. Sin duda, muchos católicos apoyan el regreso de una tendencia más conservadora.
Por lo tanto, este cónclave será muy interesante: determinará cómo se posicionará la Iglesia católica en los próximos años, afirma Moraes, profesor de la Universidad Presbiteriana Mackenzie.
“¿Podría formarse una coalición reaccionaria en torno a algún nombre de la oposición? Sí”, añade.
El propio papa Francisco dijo en su autobiografía “Esperanza”, recientemente publicada, que el proceso de escrutinio suele tener una primera ronda de “cortesía”. “Votas por un amigo, una persona respetada…”, dijo. En este sentido, es como un homenaje, una deferencia hacia alguien.
“Entonces comienza un mecanismo bien conocido y consolidado: cuando hay varios candidatos fuertes, los indecisos, como fue mi caso, dan su voto a quienes saben que no ganarán. Se trata esencialmente de votos de depósito, que esperan a que la situación se desarrolle y se desenvuelva con mayor claridad”, explicó, hablando de lo ocurrido tras bambalinas, relatando su experiencia en 2013.
El primer día del cónclave sólo se realiza una votación. A partir del segundo hay dos: uno por la mañana y otro por la tarde. A partir de estas, algunos nombres terminan volviéndose más fuertes que otros. Hasta que una inmensa mayoría deposita su confianza en una de las figuras religiosas y ésta termina siendo elegida.
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