Netflix y las producciones mexicanas andan con todo últimamente, primero con el éxito de la serie Control Z y ahora con el lanzamiento de Ya no estoy aquí, la nueva película del director Fernando Frías de la Parra, grabada con actores no profesionales.
Ya no estoy aquí cuenta la historia de un chico de 17 años llamado Ulises, líder de una pandilla conocida como Los Terkos, quienes pasan su tiempo escuchando cumbia y yendo a fiestas.
Los Terkos son unos “cholombianos” que forman parte de Kolombia, una subcultura urbana popular en el noreste de México que junta los sonidos colombianos con los chicanos.
Sin embargo, después de un enfrentamiento con un cártel local, Ulises se ve forzado a dejar su vida en México y se muda junto con su familia a Nueva York, donde ahora debe vivir con una comunidad diversa de inmigrantes.
Este joven actor de 20 años originario de Monterrey no sólo es el protagonista de Ya no estoy aquí, sino que también es un músico y tiene una banda llamada El Son de Kumbia.
Además de su papel en la película mexicana, la actriz de 24 años originaria de Nueva York apareció en la película Following Phil y también es una bailarina de danza tradicional china.
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Ya no estoy aquí, filmada en Monterrey, Nuevo León, fue la película ganadora del Festival Internacional de Cine de Morelia y recibió un galardón en el Festival de Cine del Cairo, en Egipto.
Además, antes de su estreno en Netflix, la obra de Fernando Frías de la Parra fue exhibida en el festival de Tribeca en Nueva York y en el de Göteborg en Suecia.
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Beijing informa que a partir del lunes impondrá sus propios aranceles de 15% a las importaciones de carbón y 10% al petróleo y camionetas provenientes de Estados Unidos.
China anunció una serie de aranceles a productos estadounidenses, en represalia por las tarifas a bienes chinos impuestas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Los aranceles chinos, que entrarán en vigor el lunes próximo, incluyen un impuesto del 15% al carbón y al gas natural licuado, además del 10% al petróleo, maquinaria agrícola, camionetas y algunos autos de lujo.
Este martes en la madrugada comenzaron a aplicarse aranceles del 10% a todas las importaciones de China a EE.UU.
El presidente Trump alega que la medida contra los productos chinos son en respuesta al déficit comercial que existe con la nación asiática y son una manera para forzar a China a que frene el flujo de fentanilo a EE.UU.
Por su parte, el gobierno de Beijing acusó al de Washington de violar las reglas del comercio internacional.
“La imposición unilateral de aranceles por parte de EE.UU. es una seria violación de las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). No sólo no ayuda a resolver sus propios problemas, sino que además socava la cooperación y comercio normales entre China y EE.UU.”, dice el comunicado que anunciaba las tarifas de represalia.
Además califica la acción de “flagrante” y que “representa un ejemplo típico de unilateralidad y proteccionismo comercial”.
El Ministerio de Comercio de China anunció que presentará una queja ante la OMC para que intervenga en aras de “salvaguardar sus derechos e intereses legítimos”.
En una medida adicional, el ente de vigilancia de competencia en China afirma haber iniciado una investigación de la empresa Google.
La Administración Estatal de Regulación del Mercado dice sospechar que el gigante informático viola las leyes antimonopolio.
Con los anuncios, Beijing dejó claro que no rehuirá de un enfrentamiento comercial contra Washington.
No es la primera vez que esto sucede entre las dos principales potencias económicas del mundo, que ya se habían enfrascado en una guerra arancelaria durante el primer mandato de Trump en 2018.
En ese momento, Trump implementaba su agenda conocida como “EE.UU. primero”, imponiendo serie tras serie de aranceles a los productos extranjeros. Cientos de miles de millones de dólares en productos chinos enfrentaron nuevos impuestos o tarifas más altas, lo que motivó una represalia por parte de Beijing.
Durante el gobierno de Joe Biden, Washington mantuvo los aranceles y hasta incrementó algunos de ellos. Biden adoptó una estrategia más enfocada en el sector de alta tecnología con más tarifas y restricciones a los productos como semiconductores y vehículos eléctricos.
A pesar de las tensiones, estas dos grandes economías están profundamente entrelazadas, comenta João da Silva, analista económico de la BBC.
Ambos países son importantes socios comerciales. Las importaciones de China a EE.UU. alcanzaron US$401.000 millones en los primeros 11 meses del año pasado, mientras que China importó de EE.UU. el equivalente a US$131.000 millones.
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