Ningún gran viaje puede estar completo sin una buena playlist y eso incluye a los viajes espaciales.
Desde el rítmico “bip, bip, bip” con el que el satélite ruso Sputnik orbitó la Tierra en 1957 -dando inicio a la “era espacial”-, hasta la playlist que creó la NASA para musicalizar la misión que en 2024 llevará a la primera mujer a la Luna.
La música se ha colado en misiones, transmisiones, lanzamientos, vuelos espaciales y hasta en la vida diaria de los astronautas en la Estación Espacial Internacional.
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Por ello, y para celebrar la Semana Mundial del Espacio (4 al 10 de octubre), aquí te presentamos 10 curiosidades que demuestran que la música ha sido -y seguro seguirá siendo- el mejor acompañante para explorar las maravillas y misterios del espacio:
Mucho antes de que las playlist fueran nuestro pan de cada día, la mejor forma de recopilar las canciones perfectas para un viaje era grabarlas en un cassette.
Aprovechando las grabadoras y cassettes que la NASA les daba para hacer notas de voz -en esa época eran tecnología de punta ¡OMG!-, Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins recopilaron las canciones que deseaban escuchar a bordo del Apollo 11.
OJO: Puede que no reconozcas algunas, pero siempre es buen momento para buscarlas en Spotify y escuchar algo diferente.
La mixtape de la misión que en 1969 llevó al primer ser humano a la Luna incluía: Galveston de Glen Campbell, People de Barbra Streisand, Three O’Clock in the Morning de Lou Rawls, Angel of the Morning de Bettye Swann, Everyday People de Peggy Lee y Spinning Wheel del grupo Blood, Sweat & Tears.
https://www.youtube.com/watch?v=8G021T3FKp4
Y no fue la primera música en el espacio. Los astronautas del Apollo 10 escucharon el clásico Fly Me to the Moon de Frank Sinatra, Greenfields de The Brothers Four y Stranger on the Shore de Acker Bilk. Los del Apollo 12 eligieron Sugar, sugar de The Archies y Son of a Preacher Man de Dusty Springfield.
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En 1977, las sondas Voyager fueron lanzadas al espacio interestelar. Estas ‘botellas al mar’ llevaban discos (como esos que escuchaban tus papás o tus abuelos) con datos científicos, obras de arte y canciones y sonidos de la Tierra.
El disco incluía la palabra “hola” en 55 idiomas, música tradicional de distintos países, canciones de Mozart, Bach, Beethoven, el ritmo de rock de Johnny B. Goode de Chuck Berry, y hasta Melancholy Blues de Louis Armstrong, entre muchos otros. También llevan sonidos de la Tierra: trenes, llantos de bebé, ballenas, lluvia.
Esta es una playlist con esa música en el espacio:
Hechos de cobre y cubiertos con oro para protegerlos de temperaturas extremas y radiación, esos discos seguramente continúan flotando por el espacio en espera de que alguna forma de vida los encuentre y siga las instrucciones para escucharlos.
Más recientemente, la canción Far Out de la banda británica Blur fue la primera canción de rock tocada en Marte. ¿Cómo? Pues fue enviada dentro del vehículo de reconocimiento Beagle 2. Una vez en el Planeta Rojo, el rover la transmitió por radio hasta la Tierra en 2002.
Apenas el pasado martes, la NASA reveló varios sonidos captados en Marte por el módulo robótico InSight tras aterrizar allí en mayo de 2018.
Esta sonda es capaz de registrar los sismos que ocurren en el planeta rojo con un instrumento llamado Experimento Sísmico para Estructura Interior (SEIS, por sus siglas en inglés). Hasta ahora, ha escuchado más de 100 movimientos sísmicos en Marte, 21 de los cuales han sido identificados como probables “martemotos”.
Los sensores de SEIS son tan sensibles que también captan otras vibraciones como corrientes de viento o hasta el que produce InSight al mover su brazo robótico.
La NASA también publicó sonidos producidos por el propio instrumento SEIS. Los científicos creen que son causados cuando el equipo se enfría al finalizar el día.
Los astronautas Walter Schirra y Thomas Stafford fueron los primeros en llevar un instrumento musical al espacio. Lograron meter una armónica y algunas campanas en la misión Géminis 6 en 1965.
El siguiente fue Ron McNair y su historia es recordatorio de lo peligrosa que puede ser la exploración espacial. En 1986, estaba previsto que McNair tocara el saxofón a bordo del Challenger. Tocaría una pieza especialmente escrita para la ocasión por el compositor Jean Michel Jarre y sería transmitido en vivo a un concierto en la Tierra.
Sin embargo, a sólo segundos del despegue, el transbordador espacial Challenger explotó, provocando la muerte de todos sus tripulantes, incluido McNair. Tras la tragedia, el saxofonista Kirk Whalun tocó y grabó La pieza de Ron, en honor al astronauta. Aquí está esa canción:
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La música dentro de la Estación Espacial Internacional no suena diferente, pero los astronautas dicen que es más difícil tocar algunos instrumentos debido a la falta de gravedad.
“Imagínate flotando en una alberca, o tal vez simplemente parado de cabeza, tratando de tocar la guitarra con precisión. Es así de desorientador y poco familiar. Tan pronto como la guitarra está flotando libremente, ya no tienes la misma habilidad que en la Tierra”, dijo Chris Hadfield a BBC.
A pesar de la falta de gravedad, en 2013 Hadfield se grabó tocando su guitarra ‘extraterrestre’ y cantando una versión de Space Odyssey de David Bowie mientras orbitaba la Tierra. Todo un hit de la música en el espacio.
Hadfield reveló a BBC que se siente conmovido por la relevancia que tiene esta canción para la vida en la estación espacial, especialmente considerando que fue lanzada antes de que el hombre siquiera hubiera pisado la Luna.
“Es como si Space Oddity hubiera sido escrito para ese entorno. El hecho de que Bowie pudiera reflejar eso tan bien, tan pronto, para mí es como una muestra de su imaginación”, señaló.
Desde los inicios de las misiones Géminis, Skylab, y Apollo, la NASA comenzó a transmitir música a los transbordadores y la Estación Espacial Internacional como un servicio de despertador para los astronautas. La tradición continuó por 46 años hasta el 2011.
Ahora, artistas de la talla de Michael Stipes, Elton Jones, Paul McCartney y Beyonce llaman a los astronautas para decirles “Buenos días”. Checa el saludo de la cantante a partir del segundo 50 de este video:
Allá donde vaya el ser humano, seguramente habrá un instrumento musical y la prueba es la Estación Espacial Internacional. Allí, astronautas de distintos países han amenizado sus largas estadías con guitarras, teclados, armónicas, panderos y flautas. Una gran variedad de música en el espacio.
Y ha habido muchas ‘primeras veces’ de la música en la EEI:
– A fines de los 80’s, el cosmonauta Yuri Romanenko escribió 20 canciones mientras vivía allí, aunque no las grabó en la EEI.
– En los 90, el estadounidense Chris Hadfield llevó una guitarra eléctrica plegable y, junto al “astro-guitarrista” Thomas Reiter tocó baladas populares rusas y canciones de los Beatles.
– La EEI tiene su propia guitarra comunitaria desde el 2001 y es tocada regularmente por astronautas de distintos países.
– En 2011, la astronauta Cady Coleman y el músico Ian Anderson protagonizaron el primer dueto de flauta espacio-Tierra. Chéca el video:
– En 2012, Don Petit convirtió un tubo de vacío en un didgeridoo. Escúchalo:
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Como si quisiera recrear la aventura del Mayor Tom, Elon Musk lanzó en 2018 el Falcon Heavy, el cohete más grande del mundo, con el que Space X pretende liderar las misiones a Marte.
Y aprovechando que también es dueño de la empresa automotriz Tesla, Musk puso dentro del cohete un descapotable rojo, que fue lanzado al espacio con un radio reproduciendo Space Oddity en loop. Música en el espacio que seguramente refleja la visión de Bowie:
Las imágenes parecen sacadas de la icónica canción del cantante inglés:
This is Major Tom to Ground Control…/ Este es el Mayor Tom a Control en Tierra
Here am I floating round my tin can / Aquí estoy flotando alrededor de mi lata
Far above the Moon / Muy por encima de la Luna
Planet Earth is blue / El planeta Tierra es azul
And there’s nothing I can do / Y no hay nada que yo pueda hacer
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Un viaje de tres días definitivamente necesita una buena playlist. Y justo por eso, la NASA lanzó en junio una campaña en redes para que usuarios de todo el mundo sugirieran las canciones que deberían ser incluidas en la playlist que acompañará a la tripulación de la misión Artemisa en 2024.
Después de recibir miles de sugerencias, esto es lo que escuchará la primera mujer que llegará a la Luna. Ti-e-nes que escucharla:
Una de las doce astronautas actualmente activas de la NASA podrían ser la elegida. Todas tienen entre 40 y 54 años. Son ex pilotos militares, médicas o tienen doctorados, y su participación en Artemisa podría inspirar a más niñas y jóvenes que quieran llegar al espacio.
Attenborough afirma que el estado de los océanos casi le ha hecho perder la esperanza en el futuro de la vida en el planeta. Pero lo que lo ha alejado de la desesperación es que el océano puede “recuperarse más rápido de lo que jamás habíamos imaginado”.
El célebre naturalista y divulgador científico británico David Attenborough presenta este martes una de las películas más importantes de su carrera, en vísperas de cumplir 99 años.
Su nuevo largometraje, Océano, puede ser decisivo para salvar la biodiversidad y proteger al planeta del cambio climático, dice, asegurando que aún estamos a tiempo de hacerlo.
“Después de casi 100 años en el planeta, ahora entiendo que el lugar más importante del planeta no está en la tierra, sino en el mar“, señaló.
El océano es el sistema de apoyo del planeta y el mayor aliado de la humanidad contra la catástrofe climática, argumenta la película, que muestra cómo los océanos del mundo se encuentran en una encrucijada.
El estreno del filme tendrá lugar en el Royal Festival Hall, en Londres, y contará con una alfombra azul (y no roja).
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Toby Nowlan, productor de Océano, afirma que esta nueva producción no es la típica película de Attenborough: “No se trata de ver nuevos comportamientos en la historia natural. Es el mensaje más importante que ha comunicado”.
La película documenta cómo el estado de los océanos del mundo y nuestra comprensión de su funcionamiento ha cambiado a lo largo de la vida del naturalista, que cumple los 99 años este 8 de mayo.
David Attenborough recuerda su primera inmersión en la Gran Barrera de Coral en 1957: “Me quedé tan sorprendido por el espectáculo que tenía ante mí que momentáneamente olvidé respirar”.
Desde entonces, se ha producido un declive catastrófico en la vida en los océanos del mundo. “Casi no nos queda tiempo”, advierte.
Océano contiene algunas de las imágenes más gráficas jamás vistas del daño que la pesca de arrastre de fondo —una práctica pesquera habitual en todo el mundo— puede causar en el lecho marino.
Según el naturalista, es un claro ejemplo de cómo la pesca industrial puede acabar con la vida de los océanos del mundo.
Las nuevas imágenes muestran cómo la cadena que estos barcos arrastran tras de sí socava el lecho marino, obligando a las criaturas que perturba a introducirse en la red que queda detrás.
Con frecuencia buscan una sola especie, de manera que más de tres cuartas partes de lo que capturan puede ser desechado.
“Es difícil imaginar una forma más derrochadora de capturar peces”, comenta Attenborough.
El proceso también libera grandes cantidades de dióxido de carbono que contribuyen al calentamiento de nuestro planeta.
No obstante, la pesca de arrastre de fondo no solo es legal, sino que muchos gobiernos la fomentan activamente.
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Attenborough afirma que el estado de los océanos casi le ha hecho perder la esperanza en el futuro de la vida en el planeta. Pero, lo que lo ha alejado de la desesperación es lo que él llama “el descubrimiento más extraordinario de todos”: que el océano puede “recuperarse más rápido de lo que jamás habíamos imaginado”.
El naturalista dice también que la historia de las ballenas del mundo ha sido para él una fuente de enorme optimismo.
Se calcula que la industria ballenera mató 2,9 millones de ballenas solo en el siglo XX. Los científicos afirman que se trata de la mayor matanza de animales de la historia en términos de biomasa total. Esto llevó a casi todas las especies de ballenas al borde de la extinción.
Solo quedó un 1% de ballenas azules, dice David Attenborough: “Recuerdo que pensé que eso era todo. No había vuelta atrás. Habíamos perdido las grandes ballenas”.
Pero en 1986 los legisladores cedieron a la presión pública y prohibieron la caza comercial de ballenas en todo el mundo. Desde entonces, la población de ballenas se ha recuperado rápidamente.
Uno de los directores de la película, Keith Scholey, trabajó con el naturalista durante 44 años. “Cuando conocí a David, yo iba en pantalón corto”, bromea. Fue en 1981, dos años después de que dimitiera como director de programas de la BBC, uno de los puestos más altos de la corporación. “Había hecho una carrera y se iba a la siguiente”.
A pesar de estar a punto de cumplir 99 años, Attenborough sigue mostrándose extraordinariamente enérgico, comenta Scholey. “Cada vez que trabajas con David, aprendes algo nuevo”, dice. “Es muy divertido. Pero además, David te mantiene alerta, porque él está muy alerta y, ya sabes, siempre es un proceso muy creativo”.
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El mensaje de David Attenborough en la película es que no todo está perdido.
Los países prometieron proteger un tercio de los océanos del mundo y él espera que su nueva película anime a los líderes a actuar con firmeza para cumplir esta promesa en una conferencia de la ONU el mes próximo.
Él cree que eso podría ser transformador.
“El océano puede volver a la vida”, dice. “Si se lo deja en paz puede no solo recuperarse, sino prosperar más allá de lo que nadie vivo haya visto jamás”.
Un ecosistema oceánico más sano también podría atrapar más dióxido de carbono, y ayudar así a proteger al mundo del cambio climático, según los científicos.
“Tenemos ante nosotros la oportunidad de proteger nuestro clima, nuestros alimentos, nuestro hogar”, concluye Attenborough, quien, a sus casi 99 años, continúa luchando por proteger el mundo natural del que a lo largo de su vida nos ha mostrado en todo su esplendor.
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