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Qué significa que Mickey Mouse es de dominio público en 2024
Qué significa que Mickey Mouse es de dominio público en 2024
Foto de Taha en Unsplash
3 minutos de lectura

Qué significa que Mickey Mouse es de dominio público en 2024

Después de 95 años de exclusiva, las primeras versiones de Minnie y Mickey Mouse serán de dominio público en 2024. Acá te explicamos todo.
27 de diciembre, 2023
Por: Abigail Camarillo
@aabi_cm 

El 1 de enero del 2024 pasará a la historia como el día en el que Mickey Mouse será de dominio público tras 95 años de exclusiva con Disney.

Y sí, tal y como pasó con Winnie Pooh, eso significa que podríamos tener versiones sanguinarias y para adultos del icónico personaje.

Pero ojo, que esto tiene algunas limitaciones así que veamos a detalle lo que esto implica.

Mira: Disney vs Dreamworks: ¿cómo nació la rivalidad entre los dos estudios de animación?

¿Qué significa que Mickey Mouse es de dominio público?

Ok. Vamos poco a poco. Que Mickey Mouse sea de dominio público significa que artistas, cineastas, autores y quien sea podrá usar la imagen del famoso ratón sin esperar una demanda de Walt Disney Company.

¡Peeero ojo! Solo se trata de una versión específica del personaje: el primer Mickey Mouse que debutó en el corto Steamboat Willie.

Solo el Mickey de Steamboat Willie será de dominio público

La protección de derechos de autor en Estados Unidos tiene una vigencia de 95 años a partir del año de su primera publicación o 120 años a partir del año de su creación.

En 2024 se cumplen 96 años de la que es considerada como la primera aparición de Mickey Mouse: el cortometraje Steamboat Willie (o Willie y el barco de vapor).

Lee: ‘Lilo y Stitch’, ‘Aristogatos’, ‘Moana’ y los próximos live actions de Disney de sus clásicos animados

Este corto de 1928 fue dirigido por Walt Disney y Ub Iwerks. También marcó el debut de Minnie Mouse y esta versión del personaje también será de dominio público.

Las demás versiones de Mickey y Minnie siguen siendo propiedad de Disney

Las versiones posteriores de Minnie y Mickey Mouse, que además han aparecido en decenas de películas y programas, todavía seguirán protegidas bajo derechos de autor y serán propiedad de Disney.

Así lo explicó un comunicado enviado a la Associated Press por parte de Disney donde también explican que “Mickey seguirá desempeñando un papel destacado como embajador global de Walt Disney Company”.

AP también explica que Disney todavía posee “una marca registrada de Mickey como mascota corporativa e identificador de la marca”. Esto quiere decir que ninguna otra persona o compañía podría usar al ratón como logo.

Te interesa: Peter Dinklage vs Disney, ¿quién tiene razón en la polémica de Blancanieves?

Tigger también será de dominio público

Ya dijimos que Winnie Pooh pasó a ser de dominio público hace dos años y gracias a eso tuvimos nuevas versiones del oso, como la sangrienta Winnie the Pooh: Blood and Honey.

Y tal y como se había adelantado, la secuela de esa película podrá contar con Tigger, pues en 2024 el libro donde aparece por primera vez, The House at Pooh Corner, cumple 96 años y pasa a ser de dominio público.

Pero tal y como pasó con Pooh, cualquiera podrá usar a Tigger siempre y cuando no sea la versión/interpretación creada por Disney, pues esa todavía es exclusivas del estudio.

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Imagen BBC
Los dos libros imperdibles para entender mejor nuestra turbulenta actualidad
6 minutos de lectura

Vivimos en una época en la que todo tipo de sistemas de control limitan nuestras libertades de expresión, identidad y religión. Combinar la visión de Orwell con la de Huxley ofrece un análisis más profundo.

23 de mayo, 2025
Por: BBC News Mundo
0

¿Existe alguna obra de ficción del pasado que pueda ayudarnos a comprender las preocupantes tendencias actuales?

Considerando la proliferación de referencias a la “neolengua” ofuscadora, líderes al estilo del Gran Hermano y sistemas de vigilancia ineludibles en artículos periodísticos, esta pregunta tiene una respuesta simple: “Sí, y esa obra es ‘1984’ de George Orwell”.

Tanto la izquierda como la derecha política consideran la novela que Orwell escribió en 1949 como el libro del siglo pasado que mejor se relaciona con el presente.

Pero hay otros que consideran la cultura del consumo y la obsesión por las redes sociales como las principales preocupaciones actuales. Entonces la respuesta es diferente: “Sí, y esa obra es ‘Un mundo feliz’, de Aldous Huxley”.

Nosotros, sin embargo, pensamos que la respuesta es “ambas”.

En el largo debate sobre quién fue el escritor más profético de su época, Orwell, que fue alumno de Huxley en Eton, es generalmente el favorito.

Una razón de esto es que las alianzas internacionales que durante mucho tiempo parecieron estables ahora están en constante cambio. En 1984, su última novela, Orwell imaginó un futuro mundo tripolar dividido en bloques rivales con alianzas cambiantes.

En el breve periodo transcurrido desde que el presidente estadounidense Donald Trump inició su segundo mandato, sus políticas y declaraciones han provocado sorprendentes realineamientos.

Estados Unidos y Canadá, socios cercanos durante más de un siglo, están ahora enfrentados. Y en abril, un funcionario de Pekín se unió a sus homólogos de Corea del Sur y Japón para oponerse, formando un trío improbable, a los nuevos aranceles de Trump.

Retrato del escritor inglés Aldous Huxley, fotografiado en casa de su cuñada en Turín el 15 de septiembre de 1958.
Getty Images
Aldous Huxley, en la foto, fue maestro de francés de Orwell durante un breve período en Eton College.

Quizás por eso existe un campo floreciente de “estudios orwellianos”, con su propia revista académica, pero no de “estudios huxleyanos”.

Probablemente también explica por qué “1984”, pero no “Un mundo feliz”, sigue figurando en las listas de los más vendidos, a veces junto con “El cuento de la criada” (1985) de Margaret Atwood.

“Orwelliano” (a diferencia del raramente conocido “huxleyano”) tiene pocos competidores aparte de “kafkiano” como adjetivo inmediatamente reconocible vinculado a un autor del siglo XX.

Por maravillosos que sean Atwood y Kafka, estamos convencidos de que combinar la visión de Orwell con la de Huxley ofrece un análisis más profundo. Esto se debe en parte a, y no a pesar de, la frecuencia con la que se ha contrastado la autocracia que describen Orwell y Huxley.

El ejemplo de Myanmar y Dubái

Vivimos en una época en la que todo tipo de sistemas de control limitan nuestras libertades de expresión, identidad y religión. Muchos no encajan del todo en el modelo que Orwell o Huxley imaginaron, sino que combinan elementos.

Sin duda, hay lugares, como Myanmar, donde quienes ostentan el poder recurren a técnicas que evocan inmediatamente a Orwell, con su enfoque en el miedo y la vigilancia. Hay otros, como Dubái, que evocan con mayor facilidad a Huxley, con su enfoque en el placer y la distracción. Sin embargo, en muchos casos encontramos una mezcla.

Esto es especialmente evidente desde una perspectiva global. Es algo en lo que nos especializamos como investigadores internacionales e interdisciplinarios: un académico literario turco radicado en el Reino Unido y un historiador cultural californiano de China, que también ha publicado sobre el Sudeste Asiático.

Al igual que Orwell, Huxley escribió muchos libros que no eran ficción distópica, pero su incursión en ese género se convirtió en su obra más influyente. “Un mundo feliz” fue muy conocido durante la Guerra Fría.

En cursos y comentarios, se solía comparar con “1984” como una narrativa que ilustraba una sociedad superficial basada en la indulgencia y el consumismo, en contraposición al mundo orwelliano, más sombrío, de supresión del deseo y control estricto.

Portada del libro
Getty Images
“El cuento de la criada” de Margaret Atwood es también una ficción distópica.

Si bien es habitual abordar los dos libros a través de sus contrastes, también pueden tratarse como obras interconectadas y entrelazadas.

Durante la Guerra Fría, algunos comentaristas consideraron que “Un Mundo feliz” mostraba adónde podía llevar el consumismo capitalista en la era de la televisión.

Occidente, según esta interpretación, podría convertirse en un mundo donde autócratas como los de la novela se mantuvieran en el poder. Lo lograrían manteniendo a la gente ocupada y dividida, felizmente distraída por el entretenimiento y la droga “soma”.

Orwell, por el contrario, parecía proporcionar una clave para desbloquear el modo más duro de control en los países no capitalistas controlados por el Partido Comunista, especialmente los del bloque soviético.

Control e ingeniería social

El propio Huxley en “Un mundo feliz” revisitado, un libro de no ficción que publicó en la década de 1950, consideró importante reflexionar sobre cómo combinar, abordar y analizar las técnicas de poder e ingeniería social presentes en ambas novelas.

Y resulta aún más valioso combinar estos enfoques ahora, cuando el capitalismo se ha globalizado y la ola autocrática sigue alcanzando nuevas fronteras en la llamada era de la posverdad.

Los enfoques orwellianos, de corte duro, y huxleyanos, de corte suave, para el control y la ingeniería social pueden combinarse, y a menudo lo hacen.

Vemos esto en países como China, donde se emplean los crudos métodos represivos de un Estado del Gran Hermano contra la población uigur, mientras que ciudades como Shenzhen evocan un mundo feliz.

George Orwell, autor de
Getty Images
George Orwell, autor de “1984”, durante su etapa como periodista de la BBC.

Vemos esta mezcla de elementos distópicos en muchos países: variaciones en la forma en que el escritor de ciencia ficción William Gibson, autor de novelas como “Neuromancer”, escribió sobre Singapur con una frase que tenía una primera mitad suave y una segunda dura: “Disneylandia con la pena de muerte”.

Este puede ser un primer paso útil para comprender mejor y quizás empezar a buscar una manera de mejorar el problemático mundo de mediados de la década de 2020. Un mundo en el que el teléfono inteligente en el bolsillo registra tus acciones y te ofrece un sinfín de atractivas distracciones.

*Emrah Atasoy es investigador asociado de Estudios Literarios Comparados e Inglés e Investigador Honorario del IAS de la Universidad de Warwick.

*Jeffrey Wasserstrom es profesor de Historia China y Universal, Universidad de California, Irvine.

*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para leer la versión original.

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Getty Images

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