La Cámara de Diputados volvió a sus actividades con dos gritos que hicieron vibrar el salón de sesiones. “¡Presidenta! ¡Presidenta!”, exclamaban 257 morenistas en referencia a Claudia Sheinabum. “¡Resistencia! ¡Resistencia!”, decían al mismo tiempo 71 panistas en alusión al papel que jugarán los próximos tres años en este recinto legislativo.
Palabras que, dichas a todo pulmón, suenan casi igual, pero con significado totalmente distinto. Los primeros celebraban que, por segundo sexenio consecutivo, gobernarán el país con Claudia Sheinbaum como presidenta. Los segundos intentaban llamar la atención para dejar claro que, pese a su número de integrantes, serán la principal fuerza opositora federal.
El duelo de gritos entre panistas y morenistas, que inevitablemente ganaron los segundos por ser más, se desató en la sesión de constitución de la Sexagésima Sexta Legislatura en la Cámara de Diputados.
A la lucha se sumaron con menos enjundia los 27 diputados de Movimiento Ciudadano y los 36 legisladores del otrora poderoso Partido Revolucionario Institucional (PRI), a quienes apenas se pudo escuchar en el recinto legislativo.
A la celebración de Morena se sumaron sus aliados: 60 diputados del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y 47 legisladores del Partido del Trabajo (PT). Unidos los tres para sacar adelante las últimas 17 reformas constitucionales del presidente Andrés Manuel López Obrador y para apoyar a la próxima presidenta, Claudia Sheinbaum.
El momento que se vive en la Cámara de Diputados quedó claro en el discurso de Ifigenia Martínez, diputada de Morena y presidenta de la Mesa Directiva de este recinto, quien se sumó al llamado para seguir “transformando” el país, un lema de cajón utilizado por su partido.
“Tenemos la alta encomienda que nos confió el pueblo a través de su voto para que sigamos transformando nuestro país”, expresó Ifigenia Martínez, mujer histórica de la política mexicana.
Para la oposición el panorama es diferente: el Partido Acción Nacional (PAN) y el PRI aún no liman asperezas luego de que su alianza política los hizo perder la mayoría de las diputaciones, senadurías y gubernaturas en las elecciones del pasado 2 de junio. Mientras MC ha dejado claro que con los priistas “ni a la esquina”.
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El PAN, PRI y MC apenas suman 134 diputados federales, pero ni siquiera están juntos. Y si lo estuvieran tampoco serviría de mucho, pues sus votos serían insuficientes para frenar reformas o para impugnar las leyes que Morena y sus aliados aprueben.
Las condiciones para el PAN y el PRI han cambiado totalmente. Perdieron la elección, desapareció su tercer aliado (el PRD), dieron por terminada su alianza electoral y no renovaron la alianza legislativa que pactaron desde 2021.
Hace dos años, ambos partidos firmaron una “moratoria” para votar contra cualquier reforma constitucional del presidente Andrés Manuel López Obrador.
La cerrazón de la oposición, a la que por separado se unió MC, orilló al presidente a cambiar de táctica: dejó de lado las reformas constitucionales, que Morena no podía aprobar por falta de votos, e intentó hacer modificaciones a leyes secundarias.
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López Obrador hizo este movimiento para intentar transferir la Guardia Nacional al Ejército y para modificar al Instituto Nacional Electoral (INE). En ambos casos la oposición tenía la posibilidad de impugnar las reformas en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) porque tenía el 44% de los integrantes de la Cámara de Diputados.
Ahora la oposición ha perdido esa posibilidad debido a que solo representan el 26% de los integrantes de la Cámara y para impugnar en la SCJN requieren un 33% de representatividad.
Perdida esta opción para los diputados, la esperanza está en que la oposición del Senado —donde el PAN, PRI y MC tienen exactamente el 33% de representatividad— pueda resistir el vendaval de Morena para impugnar reformas.
De momento, el partido guinda ya convenció de pasarse a sus filas a los dos senadores que quedaban del extinto Partido de la Revolución Democrática (PRD), con lo que solo le falta conseguir un legislador más para tener mayoría calificada y, de paso, arrebatarle a la oposición la posibilidad de impugnar sus reformas en la Corte.
Previo a la sesión constitutiva de la Sexagésima Sexta Legislatura, priistas, panistas y emecistas se saludaban, se sonreían y se tomaban fotografías, aunque sus líderes no dejaron claro si conformarán un solo bloque opositor como lo hicieron los últimos dos años.
“¿Cuál será la relación con los otros partidos de oposición?”, se le preguntó a Noemí Luna, coordinadora de los diputados del PAN. “La apuesta en primer lugar es por nosotros mismos”, respondió la líder panista, sin cerrar la puerta al diálogo con los otros partidos.
Los priistas, en voz de su coordinador, Rubén Moreira, llegaron resignados al inicio de actividades de la Cámara de Diputados, a sabiendas de que son la cuarta fuerza política de este recinto, incluso por debajo del PVEM y el PT.
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“Eso fue lo que quiso la población. Será responsabilidad de Morena lo bueno que pase en el país y todo lo malo”, dijo Moreira ante los medios de comunicación.
La sesión constitutiva de la nueva Legislatura estuvo marcada por un golpe en la mesa que dio Morena. El partido guinda logró negociar que 15 diputados del PVEM se pasaran a sus filas para así tener 251 legisladores, lo que le da el control de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) los siguientes tres años.
La Jucopo es el órgano político más poderoso de la Cámara, por donde pasan todos los acuerdos partidistas y donde se toman las decisiones de qué temas se van a discutir y cuáles de plano se quedan en la congeladora.
Ivonne Ortega, la coordinadora de MC, calificó como un “agandalle” la transferencia de diputados del PVEM a Morena para que se quede con la Jucopo los tres años. Los panistas, en voz de Elías Lixa, su vicecoordinador, advirtieron que se confirma un “fraude constitucional para inflar grupos parlamentarios”.
Más allá de lo testimonial, la oposición no pudo hacer nada para frenar el movimiento de Morena en la Jucopo. Noemí Luna y Elías Lixa lograron que la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados sea presidida por el PAN entre 2025 y 2026, al ser la segunda fuerza política.
El PRI, que por su cantidad de legisladores no tendrá acceso a los órganos más fuertes de la Cámara, simplemente se resignó. “Es un trabajo entre aliados y hay que respetarlo”, expresó Moreira previó al arranque de la sesión.
La historia es totalmente distinta para Morena y sus dos aliados, el PT y el PVEM. Los tres partidos llegaron unidos a la sesión constitutiva de la Sexagésima Sexta Legislatura, al grito de “¡Presidenta! ¡Presidenta!” y con aplausos para López Obrador.
La transferencia de 15 legisladores del Partido Verde a Morena, para darle a este último el control de la Jucopo por tres años, representó un gesto de unidad entre ambos partidos, si bien no se dijo con claridad qué es lo que el partido guinda dará a sus aliados a cambio.
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“No fuimos solo una coalición electoral, somos también una coalición parlamentaria y ratificamos ese compromiso”, expresó Carlos Puente, el coordinador de los diputados del PVEM, en referencia a la transferencia de 15 de sus diputados a Morena, un movimiento que se dio en la noche del 28 de agosto.
Ricardo Monreal, coordinador de los diputados de Morena y quien presidirá la Jucopo los siguientes tres años, agradeció la generosidad del Partido Verde al ceder 15 diputados.
“La negociación con el Partido Verde fue producto de diálogo y, por qué no decirlo, de generosidad del Partido Verde Ecologista de México de conceder 15 legisladores que hoy se unen a Morena”, mencionó Monreal en una conferencia de prensa.
La primera lucha que la alianza Morena-PT-PVEM enfrentarán juntos es la de la reforma judicial, la cual se pondrá a discusión entre el lunes, martes y miércoles de la próxima semana.
Esta coalición cuenta con más de 364 diputados federales, por lo que podrán aprobar cualquier proyecto por su cuenta y sin necesidad de negociar con la oposición.
Una aplanadora que está lista para activarse.