Desde que era jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum propuso eliminar el examen de Comipems para que las y los estudiantes elijan la institución de educación media superior más cercana a su casa. Ahora, como candidata presidencial, repitió esta propuesta.
“No debe haber examen de admisión en la preparatoria pública. Los jóvenes deben ir a la preparatoria que les quede más cerca de su casa y todos los sistemas educativos tienen que tener el mismo nivel educativo”, dijo Sheinbaum el 8 de abril de 2024, cuando asistió a un encuentro con la comunidad del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Esto también lo ha planteado Clara Brugada, quien aspira a gobernar la capital del país. La Ciudad de México es una de las entidades donde se lleva a cabo el examen para la asignación a la educación media superior y donde se ubican algunas instituciones públicas; otras están en el Estado de México.
“Gestionaremos que el examen de Comipems desaparezca para la entrada de los estudiantes al nivel medio superior”, mencionó Brugada durante la presentación de su plan de gobierno el 3 de marzo de 2024.
En El Sabueso te explicamos cómo surgió Comipems y en qué consiste. También consultamos a especialistas que coinciden en que quitar el examen y elegir la institución con base en la cercanía de la casa no eliminaría las desigualdades educativas. Además, lo defienden como una manera de ordenar el acceso al nivel medio superior que no tienen otras entidades, aunque consideran que puede mejorarse antes de eliminarse por completo.
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En 1995 instituciones públicas de la zona metropolitana establecieron un acuerdo para ofrecer un proceso en el cual las y los egresados de secundaria eligieran de entre sus opciones las que más se apegaran a sus aspiraciones. Así surgió la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior (Comipems).
En 1996 se realizó por primera vez este concurso de asignación que consiste en un registro, pago y un examen. Esto para elegir desde una hasta 20 opciones de 486 planteles que forman parte de nueve instituciones:
Valentina Itandehui Sifuentes García, investigadora posdoctorante del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM), comenta que antes, las nueve instituciones públicas llevaban a cabo sus respectivos concursos. Pero eso ocasionaba el pago de varias cuotas de examen, fechas que se empalmaban, asignación de varios lugares a un mismo aspirante y saturación de ciertos planteles, como ocurre en otras entidades del país que aún no tiene un proceso estandarizado.
“Hay algunas entidades que no tienen unificados los procesos de admisión y se vuelve muy complicado para los estudiantes ir a cada opción educativa a presentar un examen y, en muchas ocasiones, pagar varios costos”, coincide Jimena Hernández Fernández, doctora en Educación por el Centro de Educación Internacional de la Universidad de Sussex.
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El examen de 128 preguntas de Comipems no califica o evalúa porque no reprueba o aprueba, sino que a partir del puntaje obtenido asigna lugares, explica Valentina Itandehui Sifuentes García, doctora en Sociología por el Colegio de México.
En 2023 se registraron 286 mil 572 aspirantes. Esto significó un aumento de 1.4% en la demanda con respecto a 2022.
“A medida que ha incrementado exponencialmente la demanda por este nivel educativo y dada la diversidad también de las opciones y modalidades educativas en la Ciudad de México, pues se requiere un mecanismo para para ordenar”, sostiene Jimena Hernández Fernández, del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación de la Universidad Iberoamericana.
Del total de quienes se registraron, 245 mil 621 obtuvieron un lugar en alguna de sus opciones; es decir, 88.7%. Ningún aspirante es asignado a una opción no solicitada.
“Si revisamos también los datos, son muy pocos los estudiantes que se quedan en la Ciudad de México y el área metropolitana sin opciones educativas. Comipems les da a los estudiantes la oportunidad de seleccionar entre diferentes instituciones, de ordenar sus preferencias”, argumenta Hernández Fernández.
Por eso, en 1997, se estableció la categoría con derecho a otra opción, que permite a quienes no fueron asignados en sus opciones, elegir entre las instituciones educativas que todavía cuentan con lugares. Fue el caso de 31 mil 232 aspirantes que se registraron en 2023.
El año 2013 se suprimió el requisito de obtener al menos 31 aciertos para acceder a un lugar. Desde entonces, sólo hay que presentar el examen y contar con certificado de secundaria.
“Quienes participaron y no tienen asignado un lugar tiene que ver con que les falta a lo mejor un documento con que no contaban”, menciona la académica de la Universidad Iberoamericana.
A pesar de los beneficios de contar con un examen estandarizado, Jimena Hernández Fernández reconoce la desigualdad de oportunidades de acceso a la educación. Por ejemplo, la condición económica que impide inscribirse al examen o que permite a otros prepararse para obtener mayores puntajes.
“Esa desigualdad también se arrastraría, por ejemplo, con la escuela que te quede cerca, porque también las instituciones se encuentran estratificadas por zonas y hay una correlación entre la calidad de la educación y la ubicación con mayores ventajas económicas. Por ejemplo, en Coyoacán vamos a encontrar una Preparatoria 6 de la UNAM y en la alcaldía Venustiano Carranza no. Va a haber una desigualdad pero ahora asociada a donde vives”, advierte Valentina Itandehui Sifuentes García.
Hernández Fernández señala que la cercanía de la escuela pasa a segundo plano cuando las y los estudiantes buscan oportunidades como el pase a la universidad con el que cuenta la UNAM. No obstante, en 2023 más de 60 mil jóvenes deseaban ingresar a la UNAM, pero sólo 31 mil fueron aceptados.
“No han profundizado en cómo se solucionarían las desigualdades más allá de decir que haya tantas preparatorias como secundarias pero esto no termina de ayudar a igualar las condiciones. Aunque haya muchos lugares, si estos no son de calidad o atractivos para los estudiantes, aunque estén cerca va a ocurrir lo mismo”, agrega Sifuentes García.
Las expertas concuerdan en que disminuir las desigualdades educativas requiere más que la eliminación de un examen estandarizado, sobre todo cuando las candidatas de Morena no han detallado qué es lo que va a suplir el procedimiento que ordena el ingreso a la educación media superior.
“Me parece que quitar las cosas sin mayor argumento no beneficia al proceso de admisión y tampoco va a beneficiar a los estudiantes. Yo creo que hay que incorporar diferentes visiones, invitar a las instituciones para a lo mejor integrar algunas otras condiciones, no sólo el puntaje, sino no la trayectoria del alumno o a lo mejor considerar el estatus socioeconómico”, concluye Hernández Fernández.
En medio de “la capital mundial del automóvil”, existe una serena isla sin vehículos donde viven 600 personas, 600 caballos y un modo de vida de antaño.
Michigan, Estados Unidos, es la cuna de la “ciudad del motor” de Detroit, donde nacieron empresas como Ford, General Motors y Chrysler, y que se conoce a menudo como “la capital mundial del automóvil”. Pero frente a la costa septentrional del estado, en el lago Hurón, hay una isla serena y pintoresca que lleva cientos de años atrayendo a los viajeros, y que ha prohibido los coches prácticamente desde que se inventaron.
Bienvenido a Mackinac: una isla de 3,8 km2 donde viven 600 personas todo el año, no hay vehículos motorizados y cuenta con la única carretera estadounidense donde no está permitido conducir. Incluso los carritos de golf están prohibidos en sus calles, así que lo más probable es que si oyes un bocinazo o un chillido, sea de uno de los gansos o búhos de la isla.
Como dice Urvana Tracey Morse, propietaria de una tienda de artesanías en la calle principal, “aquí el caballo es el rey”.
Según la tradición local, cuando en 1898 un coche petardeó y asustó a los caballos cercanos, las autoridades del pueblo prohibieron los motores de combustión interna, y la medida se extendió al resto de la isla dos años después. Desde entonces, los lugareños se han aferrado a este tranquilo modo de vida.
Más de un siglo después, unos 600 caballos hacen que todo funcione, desde el invierno hasta el verano, cuando aproximadamente 1,2 millones de personas se embarcan en un transbordador de 20 minutos desde Mackinaw City o St Ignace, en la Alta Península de Michigan, y llegan al pequeño pueblo (también llamado Isla Mackinac), en el extremo sur de la isla.
Allí, los visitantes compran el famoso caramelo del pueblo, exploran sus 110 km de senderos y se empapan de los sonidos de una época más sencilla.
“Los caballos se utilizan en todo, desde la retirada de basura hasta las entregas de FedEx”, dice Morse, que ha estado vendiendo arte, joyas y otras mercancías después de visitar la isla por primera vez como estudiante universitario en 1990.
“Así ha sido nuestro estilo de vida; así es nuestro ritmo”, agrega. “A una parte de nosotros le gusta la tradición de desplazarnos en bicicleta, a pie o en taxi a caballo”.
Durante cientos de años, las comunidades indígenas utilizaron la estratégica ubicación de la isla, en la confluencia de los lagos Hurón y Michigan, como lugar de pesca y caza. Pensaban que sus acantilados de piedra caliza y sus bosques verdes se asemejaban a una tortuga gigante surgiendo del agua, así que la llamaron Michilimackinac o “lugar de la gran tortuga” en anishinaabemowin.
Las fuerzas británicas acortaron el nombre y establecieron un fuerte defensivo en la isla en 1780. En la actualidad, los visitantes pueden seguir a los intérpretes disfrazados, ver disparos de cañón y visitar los aposentos de un oficial en el interior del edificio más antiguo de Michigan. Pero más de 200 años después de que EE.UU. tomara el control de Mackinac, tras la Guerra de 1812, sus raíces indígenas permanecen.
“La isla Mackinac es uno de los lugares más importantes y destacados de la historia y la cultura anishnaabe”, afirma Eric Hemenway, un miembro anishnaabe que ha desempeñado un papel decisivo en la recuperación de la historia indígena de la isla.
“El pueblo anishnaabeek ha estado en el estrecho (las vías fluviales que conectan el lago Hurón y el lago Michigan) desde tiempos inmemoriales, dicen algunos. Y seguimos estando en el lugar de nuestros antepasados, aquí en el estrecho. Las aguas eran y siguen siendo las autopistas del Medio Oeste”, explica.
Como señala Hemenway, en la isla se ha encontrado un gran número de enterramientos indígenas, algunos de los cuales se remontan a hace unos 3.000 años. “(Mackinac) es uno de nuestros lugares más sagrados de los Grandes Lagos”, sostiene.
Hemenway también ha trabajado en el desarrollo de Biddle House, que alberga el Museo Nativo Americano de la Isla Mackinac, inaugurado en 2021.
“Mi mayor éxito es cuando veo pasar a otros nativos… esta es nuestra historia”, dice Hemenway.
A finales del siglo XIX, la isla de Mackinac se había convertido en un lugar de recreo para familias industriales adineradas de Chicago, Detroit y otras partes del otrora próspero Medio Oeste, que acudían a la isla en verano para relajarse en sus aguas prístinas.
El Grand Hotel de Mackinac, de 138 años de antigüedad, tiene habitaciones decoradas individualmente y presume de tener el porche más largo del mundo. También es uno de los últimos hoteles en pleno funcionamiento de la Edad Dorada de la América industrial.
Tal es el singular atractivo del Grand Hotel que la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, acudió recientemente a la red social X (ex Twitter) para proponer a la isla como escenario de la cuarta temporada de la serie “The White Lotus”.
Aunque la propuesta fue divertida, Morse no quiere que Mackinac se convierta en un destino turístico multitudinario. “Uno se siente orgulloso del lugar donde vive, pero al mismo tiempo no quiero decirle a la gente lo bonito que es”, dice.
En efecto, esta pequeña isla tiene mucho que ofrecer. El 80% de la superficie de Mackinac está ocupada por el Parque Estatal de la Isla Mackinac, donde los visitantes pueden pasear por bosques centenarios, admirar imponentes pilares de piedra caliza y hacer senderismo, montar en bicicleta o alquilar un coche de caballos para fotografiar una de las atracciones más famosas de la isla: el Arch Rock, de 15 metros de ancho.
Los lugareños también sugieren dirigirse al norte para recorrer la carretera de cerca de 13 km convertida en sendero para bicicletas y excursionistas que recorre la circunferencia de la isla y ofrece vistas del puente colgante Mackinac, de ocho kilómetros de longitud, y acceso a tranquilas playas cubiertas de guijarros y bosques.
Dejando a un lado los caballos, las 1.500 bicicletas de alquiler de la isla son el principal medio de transporte de residentes y visitantes, un medio de transporte autopropulsado que muestra que los habitantes de Mackinac están encantados de moverse a un ritmo diferente al del resto del país.
Vivir en un lugar sin coches es una de las principales razones por las que Morse, que monta en bicicleta nueve meses al año, ha decidido vivir todo el año en la isla, a pesar de los duros inviernos.
“Me encanta la idea de subirme a la bici y bajar (al pueblo) entre los árboles. Me prepara para el día”, dice. “Siempre estás saludando y hablando con la gente”.
Pero aunque el ciclismo es el medio de transporte más fácil y popular, las bicicletas desempeñan claramente un papel secundario en la isla.
“Sin los caballos, este lugar no sería lo que es. Es lo que te hace sentir que has retrocedido en el tiempo cuando te bajas del barco y oyes ese ‘clip clop'”, dice Hunter Hoaglund, quien trabaja en Arnold Freight, una empresa que lleva 140 años prestando servicio de ferry a la isla y que cada mes de abril embarca una manada de sus caballos que pasan el invierno en la Península Superior de Michigan.
“Todos los días aparecen por aquí nuestros camiones (para dejar a los caballos) y en el próximo mes probablemente aparezcan entre 200 y 300 más”, explica.
Se calcula que entre 20 y 30 caballos permanecen en la isla durante el invierno para recoger la basura, entregar paquetes y mantener la isla en funcionamiento.
Rodeada de aguas cristalinas, Mackinac puede quedar aislada periódicamente del continente en invierno, cuando los témpanos de hielo interrumpen los servicios de transbordador hacia o desde la isla.
Pero en primavera y verano, Mackinac cobra vida.
Las decenas de lilas que salpican las calles del pueblo empiezan a florecer en junio, en vísperas del popular Festival de la Lila, de 10 días de duración.
Los observadores de estrellas se dirigen al Fuerte Holmes de Mackinac, el punto más alto de la isla, y al bar Cupola del Grand Hotel para contemplar sin filtros el cielo nocturno del norte de Michigan.
Pero para la mayoría de los visitantes, felizmente agotados tras recorrer la isla en bicicleta, lo mejor es disfrutar de un helado o un trozo de caramelo frente al puerto deportivo.
Y todo ello sin el sonido del motor de un coche que estropee la experiencia.
*Este artículo fue publicado en BBC Travel. Haz clic aquí si quieres leer la versión original (en inglés).
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