Los vapeadores son dispositivos electrónicos utilizados para inhalar aerosoles de nicotina. La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) los define como productos de tabaco que utilizan “e-líquido”.
El vapeador usa baterías. Al encenderlo se calienta el “e-líquido” y se crea un aerosol que el usuario inhala. Además de la nicotina, los vapeadores, cigarros electrónicos o ‘vapes’ pueden tener aditamentos de aromas o sabores artificiales, sustancias como propilenglicol, glicerina vegetal y otros ingredientes.
La FDA refiere que “si bien el aerosol de cigarrillos electrónicos generalmente contiene niveles más bajos de sustancias químicas nocivas que el humo del cigarrillo, ningún producto de tabaco es seguro”. De hecho, diversos estudios han demostrado que, al igual que los cigarrillos comunes, su consumo implica riesgos en la salud.
Un informe del Ministerio de Salud de España (2022) señaló que no se encuentra justificado el uso de vapeadores como estrategia de reducción de riesgo ante el tabaco. “La eficacia de los cigarrillos electrónicos como ayuda para dejar de fumar, no ha sido demostrada”, indicó.
En el mismo sentido Guadalupe Ponciano, investigadora del programa de investigación y prevención del tabaquismo de la Facultad de Medicina de la UNAM, refirió que para las que personas que quieren dejar de fumar son mejores otras alternativas de reemplazo de la nicotina.
Por otro lado, el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido sí menciona que los cigarros electrónicos pueden ayudar a dejar de fumar, sin que ello signifique que su consumo no tenga impacto en la salud, y advirtiendo que estos productos no deben ser consumidos por jóvenes.
“Cambiar al vapeo reduce significativamente la exposición a toxinas que pueden causar cáncer, enfermedades pulmonares y enfermedades del corazón y de la circulación, como ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares. Estas enfermedades no son causadas por la nicotina, que es relativamente inofensiva para la salud.
Sin embargo, vapear no está exento de riesgos. Los no fumadores y los jóvenes menores de 18 años no deberían empezar a vapear”, señala el Servicio.
La opción más saludable, agrega su guía, es no fumar ni vapear. “Por lo tanto, si vapeas para dejar de fumar, deberías intentar dejar de vapear también con el tiempo”.
Los vapeadores contienen una batería, en algunos casos recargable, para que el dispositivo funcione de manera portátil. Además llevan un cabezal o atomizador, que contiene una resistencia y un algodón.
Dentro del vapeador está un cartucho o un depósito para cartuchos recargables, que son los que almacenan el “e-líquido”.
Al presionar el botón del vapeador, la batería activa la resistencia que calienta el cabezal o atomizador, se vaporiza el e-líquido impregnado en el algodón y el vapor producido se inhala mediante la boquilla.
Hoy en día existen numerosos diseños de vapeadores, con distintas cargas de nicotina y otras sustancias, según la regulación de cada país. Aunque también existe un mercado informal, por el que autoridades de Salud e investigadores advierten de riesgos, de que la gente no sepa realmente qué está consumiendo.
Vapeadores similares a cigarro o conocidos como “cig-a-likes”. Son compactos y ligeros, su batería es de uso limitado no recargable. Ya son muy poco comunes, pues se les conoce como vapeadores de primera generación.
Los vapeadores desechables, como su nombre lo dice, se desechan después de su uso, cuentan con un “e-líquido” precargado y una cantidad ya establecida de inhalaciones que van entre 200 o mil 500, mismas que dependen del uso del usuario.
En enero de este año Reino Unido informó sobre la prohibición de este tipo de vapeadores de un solo uso, que “suelen caracterizarse por sus colores llamativos o sus sabores afrutados o dulces, entre otros métodos de marketing que pueden atraer a la población joven”, como refirió el sitio Newtral. Esto, para prevenir que jóvenes los consuman.
Las Vape Pens son más compactas, generan menos vapor y se pueden rellenar con “e-líquidos” o cartuchos de sabores y colores, estos también pueden ser utilizados alternando con otro tipo de sustancias, como el aceite de cannabis.
Los sistemas de Pods son dispositivos de vapeo que utilizan un atomizador rellenable y reemplazable emparejado con un dispositivo de batería, que se activan al inhalar. Al igual que las Vape Pens, éstos también se pueden rellenar con diferentes “e-líquidos.
El “e-líquido” de los vapeadores contiene sustancias que, al igual que el cigarrillo común, pueden ser nocivas para la salud.
La nicotina es un estimulante adictivo que se encuentra en los cigarros comunes, pero también presente en los vapeadores, ya que éstos se diseñaron como una alternativa para personas que deseaban dejar de fumar y disminuir gradualmente su dependencia a la nicotina.
En esta infografía, la UNAM refiere que un cigarro de tabaco tiene, en promedio, 8 mg de nicotina y al fumar solo llega entre 1 y 2 mg al organismo. Pero “los e-cigarros no tienen una dosis específica y las cantidades de nicotina varían de acuerdo con cada fabricante, por lo que el consumidor realmente no sabe qué ni cuánto está consumiendo”.
Otra sustancia presente en el “e-líquido” de los vapeadores es el Propilenglicol (PG), líquido base de los vapeadores que ayuda a producir el “vapor”. Esta sustancia derivada del glicerol es utilizada para uso cosmético y farmacéutico.
La Glicerina vegetal (VG) es similar al PG, de igual manera se utiliza para generar el aerosol, sin embargo ésta produce “nubes de vapor” más densas.
“Los glicoles son sustancias que podemos encontrar en los anticongelante de los autos. Cuando los inhalas, por supuesto que van a tener un efecto en tu organismo y ese efecto es un efecto totalmente inflamatorio”, explicó la doctora Ponciano Rodríguez.
Aunque ambos compuestos se consideran inocuos al consumirse oralmente, refiere la guía del Ministerio de Salud de España, por estar presentes en gran cantidad de productos alimenticios, su uso en combustión e inhalados por las vías respiratorias conlleva efectos negativos para la salud.
“Estos compuestos, al ser inhalados, producen irritación de las vías respiratorias lo cual conlleva el agravamiento de enfermedades del tracto respiratorio y pueden propiciar infecciones. En este sentido, se ha relacionado el consumo de cigarrillos electrónicos con el agravamiento de enfermedades como el asma, la fibrosis quística y la EPOC. Además, al ser sometidos a combustión, estos compuestos generan pequeños compuestos orgánicos como son el formaldehído, el acetaldehído y la acroleína. Todos estos compuestos son mutagénicos y cancerígenos”.
El “e-líquido” también contiene diversos saborizantes artificiales, además de colorantes que hacen más atractiva la experiencia con los vapeadores, pues generalmente los dispositivos tienen diseños muy llamativos y suelen combinarse con sustancias coloridas.
Ponciano Rodriguez explica que si bien los saborizantes artificiales utilizados en los vapeadores están aprobados para el consumo humano, es muy distinto el consumo mediante el aparato digestivo a consumirlo a través del aparato respiratorio.
La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) y la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic) emitieron a finales de 2021 una alerta sobre el riesgo para la salud al utilizar vapeadores, pues consideraron que “ocasionan graves daños a la salud de la población y son altamente adictivos”.
Mediante la técnica de cromatografía, que permite separar, identificar y cuantificar los componentes del vapeador, la Cofepris encontró 30 componentes químicos nocivos para la salud y que no son declarados en los empaques de los vapeadores en su totalidad, pues éstos sólo indicaban que contenían glicerina, propilenglicol y saborizantes.
“Se logró identificar: dimetil éter, sustancia inflamable utilizada para quemar verrugas; linalol, usado como insecticida; eugenol, el cual se emplea para matar peces en acuarios; alcohol bencílico, empleado en jabones, cremas y productos de limpieza”, refirió Alejandro Svarch Pérez, titular de Cofepris cuando presentó la campaña producida por Canal Once “Déjalo ya. Alto riesgo a la salud por vapeadores” en octubre del 2022.
El Laboratorio Nacional de Referencia fue el encargado de analizar diferentes vapeadores y señalan que, a mediados del 2022, la Comisión de Control Analítico de Cobertura (CCAYAC) “recibió productos empleados en el uso y consumo de vapeadores” con el fin de ser analizados.
Sin embargo, no se especifican cuántos ni de qué tipo de vapeadores fueron revisados.
Aunque en un video promocional de la campaña muestran una recreación de cómo se realizaron los análisis, se observa que se realiza a un vapeador desechable, y en el estudio no especifica a cuales o a qué tipo de vapeadores se aplicaron las pruebas.
En cuanto a su método, refieren que en la regulación vigente hasta entonces “no existía un método de análisis que indicara los procesos de preparación de muestras para el análisis de compuestos orgánicos volátiles en estos dispositivos”.
Razón por la que “se procedió a abrir los productos para evaluar las partes que lo componen”. Identificaron las partes generales del dispositivo y del cartucho donde se encuentra el “e-líquido”, y se le realizó una extracción con diclorometano para el análisis de los compuestos orgánicos volátiles.
Dicho extracto se analizó mediante la técnica de cromatografía de Gases-MS/MS. (masas-masas), que permite la separación e identificación de mezclas de sustancias volátiles y semivolátiles, de acuerdo con el Instituto de Química Aplicada de la Universidad Veracruzana.
El análisis también refiere que los componentes encontrados se analizaron utilizando la biblioteca del National Institute of Standards and Technology (NIST), Mass Spectral Search Program Library, un grupo de la División de Medición Biomolecular (BMD), que se encarga de desarrollar bibliotecas que permiten identificar compuestos en fase gaseosa, ubicado en Estados Unidos.
El estudio concluyó que, debido a que 30 de las 33 sustancias analizadas no fueron declaradas en las etiquetas de los vapeadores, no están diseñadas para ser ingeridas por su nivel de toxicidad y representan un ”alto riesgo para quienes vapean”.
Por su parte, el presidente López Obrador, en diferentes ocasiones ha manifestado su intención de prohibir el uso de los vapeadores o los dispositivos electrónicos apelando a la salud de los mexicanos.
“Estamos viendo cuántas sustancias dañinas tiene un vapeador. Es un orgullo que sea México el primer país que hace un análisis, porque no se atreven a hacerlo, sobre lo que contienen los vapeadores. El sector salud de México, número uno mundial para encontrar que: declaran que son tres sustancias que desde luego no dañan, cuando hay 30 sustancias no dadas a conocer, dañinas”, dijo en su conferencia de prensa del pasado 13 de febrero 2024.
Sin embargo, además del estudio de España que se ha citado ya en este artículo, en septiembre de 2019 la ciudad de Nueva York en Estados Unidos y la India, por un día de diferencia, fueron los primeros países en prohibir los vapeadores, de acuerdo con medios internacionales y datos del propio gobierno federal de México.
En mayo del mismo año, un organismo gubernamental de la India publicó un informe que recomendaba la prohibición del uso de vapeadores al no haber suficiente evidencia científica que avalara la seguridad en su uso, de igual forma la medida se adoptó luego de que varios estadios indios tomaran medidas similares.
“Depende quién lo utilice, si los dispositivos electrónicos los utilizan las personas adultas fumadoras que quieren dejar de fumar y que lo han intentado previamente y no han podido, pues evidentemente entonces estos dispositivos electrónicos son de gran utilidad. Si los utilizan menores de edad, como está ocurriendo en nuestro país debido a la falta de regulación y de supervisión por las autoridades, pues entonces está terrible”.
Así lo explicó a El Sabueso José Manuel Mier, cirujano de tórax y coordinador de la Clínica de cáncer de pulmón y tumores de tórax del Hospital Ángeles de las Lomas, así como también el director del Instituto de Cirugía Torácica.
El especialista dice que los vapeadores son mundialmente conocidos como dispositivos de riesgo reducido, si bien, esto no significa que son libres de riesgos para la salud. “No es una medida inocua, pero sí es una medida menos mala”, señaló.
De acuerdo con el Royal College of Physicians, vapear es menos dañino que fumar.
Aunque a diferencia de países como Estados Unidos, los vapeadores que contienen nicotina y que se venden en Reino Unido están regulados por la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios (MHRA, por sus siglas en inglés). No se les permite contener cannabis ni ingredientes derivados del cannabis, ni aceite de acetato de vitamina E, que también ha sido vinculado a enfermedades pulmonares y, en algunos casos, la muerte.
También en Reino Unido, en 2023 el gobierno implementó un esquema llamado “Swap to stop”, que significa “cambiar para parar”, el cual consistió en entregar un kit de inicio en el vapeo de forma gratuita, así como el ofrecimiento de 400 libras a mujeres embarazadas para dejar de fumar, así como una campaña en contra de la venta ilegal de vapeadores con el fin de que estos dispositivos no llegaran a menores de edad y no fumadores.
De igual forma, en países como Suiza refieren que el uso monitoreado de vapeadores como una alternativa para dejar de fumar ha dado una mayor eficacia para dejar de fumar en su totalidad, de acuerdo con la revista de ciencia The New England, Journey and Medicine.
“En el líquido de los cigarrillos electrónicos se puede utilizar cualquier droga que se pueda diluir en ese líquido, estamos hablando aceite de cannabis, puedes utilizar fentanilo, puedes usar MDMA puedes usar ghd, o sea, todas las drogas que se puedan o disolver o que sean líquidas”, refiere la académica de la UNAM.
El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades CDC y la FDA recomiendan a los usuarios evitar el consumo de vapeadores que contengan THC, específicamente aquellos que consigan de manera informal.
Un sumergible no tripulado exploró más de 1.000 kilómetros de ida y vuelta bajo una plataforma de hielo en la Antártida. El resultado fue el descubrimiento de un paisaje de hielo de otro mundo.
Cuando los científicos miraron debajo de una de las plataformas de hielo flotantes de la Antártida, se sorprendieron al encontrar un paisaje invertido de picos, valles y mesetas.
“Nos sorprendió; tuvimos que comprobar dos veces que era real”, dice Anna Wåhlin, profesora de oceanografía física en la Universidad de Gotemburgo, Suecia.
“Pero nos dimos cuenta de que realmente se ven así: existen estas formas. Hay un paisaje de hielo ahí abajo del que antes no teníamos ni idea“, agrega.
En 2022, un equipo internacional de científicos dirigido por Wåhlin bajó un sumergible no tripulado debajo de un hielo antártico de 350 metros de espesor.
Durante 27 días, viajó más de 1.000 kilómetros de ida y vuelta bajo la plataforma de hielo Dotson en la Antártida occidental, escaneando el hielo sobre ella con un sonar avanzado.
El resultado fue el primer mapa de la parte inferior de una plataforma de hielo y el descubrimiento de un paisaje de hielo de otro mundo, que Wåhlin compara con ver el lado oscuro de la luna por primera vez.
Los remolinos y hendiduras nunca antes vistos trazan el recorrido del agua de deshielo a medida que fluye bajo el hielo, lo que nos brinda una nueva comprensión de cómo el océano derrite el hielo de la Antártida y cómo su destino podría afectarnos a todos.
“La capa de hielo de la Antártida occidental (WAIS, por sus siglas en inglés) es como llamamos a todo lo que está al oeste de las montañas Transantárticas”, afirma Wåhlin.
“Es una cantidad enorme de hielo; sería dramático si terminara en el océano“, sostiene.
Sabemos que el hielo se está derritiendo gracias a décadas de imágenes satelitales. La pregunta, según Wåhlin, es a qué velocidad.
Mientras los líderes mundiales discutían los efectos potencialmente devastadores del aumento del nivel del mar en la COP29 en Bakú, Azerbaiyán, en noviembre de 2024, a unos 16.000 kilómetros de distancia, en el fondo de la Tierra, científicos estaban ocupados estudiando las plataformas de hielo de la Antártida.
Esperan que, al profundizar en la comprensión de cómo se derrite el hielo marino, podamos predecir mejor cómo su destino podría afectar a las ciudades de todo el mundo.
La WAIS es una zona de hielo del mismo tamaño que India.
Desemboca en el océano a través de varios glaciares (Isla Pine, Thwaites, Haynes, Smith, Pope y Kohler) y está perdiendo masa a un ritmo acelerado.
“En los últimos 30 años, la tasa de derretimiento del glaciar Thwaites prácticamente se ha duplicado, y sabemos que se está acelerando. Creemos que seguirá acelerándose y en algún momento podría ser mucho más rápida”, advierte Alex Brisbourne, geofísico de glaciares del British Antarctic Survey (BAS), el instituto nacional de Reino Unido dedicado al estudio de la Antártida.
“Estamos muy preocupados por la rapidez con la que la Antártida va a depositar todo este hielo adicional en el océano. Pensemos en todas las grandes ciudades costeras: Londres, Nueva York”, señala.
Uno de los glaciares más dinámicos del WAIS, el Thwaites, es un río de hielo congelado aproximadamente del tamaño de Uruguay y es uno de los sistemas de hielo y océano que cambia más rápidamente en la Antártida, que actualmente se afina a un ritmo de varios metros por año.
“Si se derrite todo el hielo del glaciar Thwaites, se elevarán los niveles del mar en 65 centímetros, que es el aumento medio del nivel del mar en todo el planeta”, plantea Brisbourne.
A diferencia de los glaciares, que descansan sobre la tierra, las plataformas de hielo, como la Dotson, flotan y, por lo tanto, ya forman parte del océano.
Pero, si bien el derretimiento de las plataformas de hielo no contribuye directamente al aumento del nivel del mar, estas capas de hielo flotantes refuerzan el hielo en la tierra, lo retienen y evitan que fluya hacia el océano.
A medida que las plataformas de hielo se derriten, este hielo terrestre puede comenzar a deslizarse hacia el mar, con el tiempo se derrite y contribuye al aumento del nivel del mar.
Se cree que el aumento del flujo de los glaciares en la Antártida occidental se debe al adelgazamiento de las plataformas de hielo que las sostienen, que se están derritiendo a medida que el agua cálida se extiende hacia el sur desde el océano Antártico a lo largo de la fosa Dotson-Getz y hacia las cavidades debajo de las plataformas de hielo.
Sin embargo, se sabe muy poco sobre las plataformas de hielo de la Antártida, dice Wåhlin, ya que el acceso puede ser complicado.
“No tenemos muchos datos del interior de las cavidades, y casi nada de la interfaz océano-hielo”.
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En 2022, cuando el equipo de Wåhlin no logró llegar a la plataforma de hielo Thwaites, ya que el hielo marino y los icebergs bloquearon su ruta, en su lugar hicieron su investigación en Dotson.
La plataforma de hielo Dotson, ubicada al suroeste en la bahía del mar de Amundsen, sostiene los glaciares Kohler y Smith, y se está adelgazando aproximadamente un 30% más rápido que cualquier otra plataforma de hielo en el citado mar.
Ahora, los expertos dicen que comprender la circulación del agua de mar cerca de la plataforma de hielo es esencial para entender cómo los cambios en las temperaturas oceánicas impulsan el derretimiento de las plataformas de hielo.
El sumergible sin tripulación del equipo, llamado Ran, fue programado mientras estaba en el barco, con “cientos de líneas de comandos que le decían qué hacer, adónde ir, qué sensores encender”, explica Wåhlin.
Y cuando el equipo de la Colaboración Internacional del Glaciar Thwaites vio que Ran se hundía fuera de la vista debajo de la plataforma de hielo, estaban “realmente nerviosos”, recuerda.
Pero cuando el sumergible regresó con imágenes detalladas de la parte inferior de la plataforma de hielo, Wåhlin se sorprendió por lo que vio: picos, valles, mesetas y formaciones con forma de lágrima.
El hielo puede derretirse a diferentes velocidades a lo largo de la misma plataforma de hielo, dependiendo del movimiento del agua, y las imágenes de Ran revelaron que la topografía basal de la plataforma de hielo Dotson varía significativamente de este a oeste.
En el este, el hielo es grueso y se derrite lentamente.
“Allí fue donde vimos la mayor sorpresa”, asegura Wåhlin. “Parecía el Gran Cañón. Había mesetas y patrones en espiral fundidos en el hielo”.
Al avanzar hacia el centro de la plataforma de hielo, las imágenes mostraban formaciones en terrazas.
Mientras tanto, en el oeste, el hielo era notablemente más delgado con formas suaves, lo que indica corrientes de movimiento más rápido y, por lo tanto, tasas de fusión más altas.
“[Aquí] la superficie era bastante lisa y se podían ver claramente vetas en el hielo que parecían erosión causada por el agua que se movía debajo de ella”, describe Wåhlin.
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“Lo que nos sorprendió, en la parte occidental, fueron estas bolas de hielo. Era como si un gigante hubiera tomado una bola de helado y la hubiera sacado. Vimos muchas, estaban por todas partes, creo que contamos 75, con forma de lágrimas o mejillones azules. Tenían hasta 300 metros de largo (o incluso más) y su extensión vertical era de hasta 20 metros”, relata.
Las imágenes también revelaron fracturas verticales que se extendían hacia arriba a través de la plataforma de hielo.
“Vimos estas fracturas por toda la plataforma de hielo”, dice Wåhlin. “Ya lo esperábamos porque son visibles desde el espacio, pero lo sorprendente fue cómo se veían desde abajo”.
La base de las fracturas, explica Wåhlin, no era lisa como esperaba el equipo, sino que también tenía cavidades que corrían casi en ángulo recto con la fractura principal.
Cuanto más antiguas eran las fracturas (la más antigua tenía unos 40 años según los datos satelitales), más cavidades tenían. “Se podía ver claramente que habían sido erosionadas. Eran redondas en la base”, afirma Wåhlin.
Por el contrario, las fracturas más nuevas (las que tenían entre dos y tres años, señala Wåhlin) no tenían cavidades visibles y sus bordes eran abruptos. “No teníamos idea de que se vería una diferencia tan clara entre las fracturas antiguas y las nuevas”, según Wåhlin.
“Esta nueva riqueza de procesos, todos activos bajo una única plataforma de hielo, debe tenerse en cuenta para predecir con precisión el futuro derretimiento de la plataforma de hielo antártica”, escribieron Wåhlin y sus coautores en un artículo científico sobre lo que encontraron.
El derretimiento del hielo afecta no solo el nivel del mar.
El mar de Amundsen es un punto de interés biológico y la polinia de la región –una zona de agua abierta rodeada de hielo marino– es la cuarta más grande de la Antártida y tiene la mayor productividad primaria.
Los productores primarios, normalmente fotosintetizadores como el fitoplancton, son la puerta de entrada a través de la cual la energía entra en la red alimentaria y forman la base de la cadena alimentaria.
Ahora, el aumento del derretimiento del hielo está alterando el estado físico del océano y los ecosistemas que lo habitan.
“Está muy lejos. Se tarda una eternidad en llegar allí [a la Antártida]”, dice Patricia Yager, oceanógrafa de la Universidad de Georgia, que ha visitado la Antártida cuatro veces para su investigación sobre los vínculos entre los ecosistemas marinos y el cambio climático.
“Cuando el rompehielos rompe el hielo y se da vuelta, está cubierto de hermosas algas doradas y krill alimentándose de ellas. Es colorido y lleno de vida, como un arrecife de coral”.
Esto no es un desierto biológico, apunta Yager.
Era diciembre de 2010 cuando Yager llegó a la Antártida y vio un océano verde de vida.
En la mayor parte del océano Antártico, el fitoplancton suele tener dificultades para crecer porque carece de los nutrientes necesarios.
Pero en el mar de Amundsen, el agua de deshielo que fluye desde la plataforma de hielo Dotson trae consigo hierro, lo que podría permitir que estas algas marinas microscópicas prosperen.
El fitoplancton es la base de la red alimentaria marina y en las regiones polares, donde la disponibilidad limitada de luz puede inhibir las floraciones de fitoplancton, el hielo marino estacional desempeña un papel vital en el impulso del ecosistema.
Además de ser comida de los animales de la cadena alimentaria que se encuentran por encima, el fitoplancton desempeña un papel importante en la regulación del clima.
Esta alga marina microscópica consume tanto dióxido de carbono como todas las plantas terrestres, incluidos todos los árboles de los bosques de la Tierra.
El derretimiento primaveral del hielo marino estacional suele estabilizar la capa superficial del océano, lo que ayuda al fitoplancton a permanecer en la zona iluminada por el sol, donde puede realizar la fotosíntesis y florecer siempre que haya suficientes nutrientes.
Sin embargo, el aumento del derretimiento del hielo está provocando un cambio “significativo”, según una investigación de científicos portugueses y brasileños.
Esto plantea preguntas, alegan, sobre cuáles podrían ser las consecuencias para la captura global de carbono y las redes alimentarias antárticas en el futuro, si los componentes vitales del suministro de nutrientes, la exposición a la luz y la estabilidad del derretimiento del hielo marino no coinciden.
“Este lugar no parece haber sido tocado por los humanos”, dice Yager, “pero está muy tocado”.
Una década después de su primera visita, Yager regresó y encontró que se había vertido “mucha más agua dulce” en el océano a medida que el hielo se derretía cada vez más rápido.
“La salinidad del océano era mucho menor que antes”, afirma.
“Hay una cantidad de agua caliente que invade los primeros 100 metros del océano. Y eso es bastante chocante. Hace que sea más difícil que se forme el hielo marino, porque éste depende de que el agua esté lo suficientemente fría como para congelarse”, afirma Yager.
“Hay lugares donde el hielo no vuelve a formarse tan pronto como debería en otoño, y lugares donde desaparece antes de lo que debería en primavera”.
Si el cambio climático continúa aumentando la disponibilidad de agua de deshielo y hierro en la polinia del mar de Amundsen, el fitoplancton seguirá floreciendo a corto plazo, explica Yager.
Pero si no se controla, podría significar el fin del hielo marino por completo.
Si el hielo desaparece, las delicadas capas del mar se mezclarán y el viento mezclará el fitoplancton hasta el punto en que ya no podrá florecer, continúa Yager.
Entonces, agrega, el hierro adicional del agua de deshielo glacial no ayudará.
En 2024, el equipo de Wåhlin regresó a la Antártida para seguir cartografiando la parte inferior de la plataforma de hielo Dotson, pero después de solo dos inmersiones, Ran desapareció en la oscuridad y se perdió sin dejar rastro.
“La dificultad aquí está en la programación”, dice Wåhlin.
“Hay que pensar en todos los escenarios posibles: qué podría encontrar [el sumergible no tripulado] y cómo reaccionará si se topa con algo que no se ha previsto. Por ejemplo, comprueba constantemente: ‘¿A qué distancia estoy del fondo marino y a qué distancia estoy del hielo que hay encima?'”.
La teoría de Wåhlin es que el sumergible pudo haber chocado con algunos mamíferos marinos curiosos, lo que lo hizo cambiar de rumbo para evitar la colisión.
“Notamos muchas focas de Weddell en la zona”, cuenta. Si las focas giraran alrededor del vehículo, agrega, se desencadenaría una nueva maniobra, y otra y otra.
“Al final podría quedarse atascado, lo que apagaría todos los sistemas y detendría la hélice para intentar conservar energía. Si eso sucediera bajo el hielo, no volvería a salir”.
Pero también quedan preguntas sin respuesta sobre las estructuras que encontró el sumergible. Los investigadores vieron patrones en la base de la plataforma de hielo que no esperaban, tal vez formados por agua fluyendo bajo la influencia de la rotación de la Tierra, de acuerdo a Wåhlin.
Los modelos actuales no pueden explicar estos descubrimientos, afirma, y queda una gran cantidad de procesos por descubrir en futuras misiones de investigación bajo los glaciares.
“Esperamos poder reemplazar a Ran y continuar con este importante trabajo”, anhela Wåhlin.
“Me encantaría volver atrás y mirar nuevamente los patrones, para ver cómo cambian a lo largo de los años”.
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