Los vapeadores son dispositivos electrónicos utilizados para inhalar aerosoles de nicotina. La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) los define como productos de tabaco que utilizan “e-líquido”.
El vapeador usa baterías. Al encenderlo se calienta el “e-líquido” y se crea un aerosol que el usuario inhala. Además de la nicotina, los vapeadores, cigarros electrónicos o ‘vapes’ pueden tener aditamentos de aromas o sabores artificiales, sustancias como propilenglicol, glicerina vegetal y otros ingredientes.
La FDA refiere que “si bien el aerosol de cigarrillos electrónicos generalmente contiene niveles más bajos de sustancias químicas nocivas que el humo del cigarrillo, ningún producto de tabaco es seguro”. De hecho, diversos estudios han demostrado que, al igual que los cigarrillos comunes, su consumo implica riesgos en la salud.
Un informe del Ministerio de Salud de España (2022) señaló que no se encuentra justificado el uso de vapeadores como estrategia de reducción de riesgo ante el tabaco. “La eficacia de los cigarrillos electrónicos como ayuda para dejar de fumar, no ha sido demostrada”, indicó.
En el mismo sentido Guadalupe Ponciano, investigadora del programa de investigación y prevención del tabaquismo de la Facultad de Medicina de la UNAM, refirió que para las que personas que quieren dejar de fumar son mejores otras alternativas de reemplazo de la nicotina.
Por otro lado, el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido sí menciona que los cigarros electrónicos pueden ayudar a dejar de fumar, sin que ello signifique que su consumo no tenga impacto en la salud, y advirtiendo que estos productos no deben ser consumidos por jóvenes.
“Cambiar al vapeo reduce significativamente la exposición a toxinas que pueden causar cáncer, enfermedades pulmonares y enfermedades del corazón y de la circulación, como ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares. Estas enfermedades no son causadas por la nicotina, que es relativamente inofensiva para la salud.
Sin embargo, vapear no está exento de riesgos. Los no fumadores y los jóvenes menores de 18 años no deberían empezar a vapear”, señala el Servicio.
La opción más saludable, agrega su guía, es no fumar ni vapear. “Por lo tanto, si vapeas para dejar de fumar, deberías intentar dejar de vapear también con el tiempo”.
Los vapeadores contienen una batería, en algunos casos recargable, para que el dispositivo funcione de manera portátil. Además llevan un cabezal o atomizador, que contiene una resistencia y un algodón.
Dentro del vapeador está un cartucho o un depósito para cartuchos recargables, que son los que almacenan el “e-líquido”.
Al presionar el botón del vapeador, la batería activa la resistencia que calienta el cabezal o atomizador, se vaporiza el e-líquido impregnado en el algodón y el vapor producido se inhala mediante la boquilla.
Hoy en día existen numerosos diseños de vapeadores, con distintas cargas de nicotina y otras sustancias, según la regulación de cada país. Aunque también existe un mercado informal, por el que autoridades de Salud e investigadores advierten de riesgos, de que la gente no sepa realmente qué está consumiendo.
Vapeadores similares a cigarro o conocidos como “cig-a-likes”. Son compactos y ligeros, su batería es de uso limitado no recargable. Ya son muy poco comunes, pues se les conoce como vapeadores de primera generación.
Los vapeadores desechables, como su nombre lo dice, se desechan después de su uso, cuentan con un “e-líquido” precargado y una cantidad ya establecida de inhalaciones que van entre 200 o mil 500, mismas que dependen del uso del usuario.
En enero de este año Reino Unido informó sobre la prohibición de este tipo de vapeadores de un solo uso, que “suelen caracterizarse por sus colores llamativos o sus sabores afrutados o dulces, entre otros métodos de marketing que pueden atraer a la población joven”, como refirió el sitio Newtral. Esto, para prevenir que jóvenes los consuman.
Las Vape Pens son más compactas, generan menos vapor y se pueden rellenar con “e-líquidos” o cartuchos de sabores y colores, estos también pueden ser utilizados alternando con otro tipo de sustancias, como el aceite de cannabis.
Los sistemas de Pods son dispositivos de vapeo que utilizan un atomizador rellenable y reemplazable emparejado con un dispositivo de batería, que se activan al inhalar. Al igual que las Vape Pens, éstos también se pueden rellenar con diferentes “e-líquidos.
El “e-líquido” de los vapeadores contiene sustancias que, al igual que el cigarrillo común, pueden ser nocivas para la salud.
La nicotina es un estimulante adictivo que se encuentra en los cigarros comunes, pero también presente en los vapeadores, ya que éstos se diseñaron como una alternativa para personas que deseaban dejar de fumar y disminuir gradualmente su dependencia a la nicotina.
En esta infografía, la UNAM refiere que un cigarro de tabaco tiene, en promedio, 8 mg de nicotina y al fumar solo llega entre 1 y 2 mg al organismo. Pero “los e-cigarros no tienen una dosis específica y las cantidades de nicotina varían de acuerdo con cada fabricante, por lo que el consumidor realmente no sabe qué ni cuánto está consumiendo”.
Otra sustancia presente en el “e-líquido” de los vapeadores es el Propilenglicol (PG), líquido base de los vapeadores que ayuda a producir el “vapor”. Esta sustancia derivada del glicerol es utilizada para uso cosmético y farmacéutico.
La Glicerina vegetal (VG) es similar al PG, de igual manera se utiliza para generar el aerosol, sin embargo ésta produce “nubes de vapor” más densas.
“Los glicoles son sustancias que podemos encontrar en los anticongelante de los autos. Cuando los inhalas, por supuesto que van a tener un efecto en tu organismo y ese efecto es un efecto totalmente inflamatorio”, explicó la doctora Ponciano Rodríguez.
Aunque ambos compuestos se consideran inocuos al consumirse oralmente, refiere la guía del Ministerio de Salud de España, por estar presentes en gran cantidad de productos alimenticios, su uso en combustión e inhalados por las vías respiratorias conlleva efectos negativos para la salud.
“Estos compuestos, al ser inhalados, producen irritación de las vías respiratorias lo cual conlleva el agravamiento de enfermedades del tracto respiratorio y pueden propiciar infecciones. En este sentido, se ha relacionado el consumo de cigarrillos electrónicos con el agravamiento de enfermedades como el asma, la fibrosis quística y la EPOC. Además, al ser sometidos a combustión, estos compuestos generan pequeños compuestos orgánicos como son el formaldehído, el acetaldehído y la acroleína. Todos estos compuestos son mutagénicos y cancerígenos”.
El “e-líquido” también contiene diversos saborizantes artificiales, además de colorantes que hacen más atractiva la experiencia con los vapeadores, pues generalmente los dispositivos tienen diseños muy llamativos y suelen combinarse con sustancias coloridas.
Ponciano Rodriguez explica que si bien los saborizantes artificiales utilizados en los vapeadores están aprobados para el consumo humano, es muy distinto el consumo mediante el aparato digestivo a consumirlo a través del aparato respiratorio.
La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) y la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic) emitieron a finales de 2021 una alerta sobre el riesgo para la salud al utilizar vapeadores, pues consideraron que “ocasionan graves daños a la salud de la población y son altamente adictivos”.
Mediante la técnica de cromatografía, que permite separar, identificar y cuantificar los componentes del vapeador, la Cofepris encontró 30 componentes químicos nocivos para la salud y que no son declarados en los empaques de los vapeadores en su totalidad, pues éstos sólo indicaban que contenían glicerina, propilenglicol y saborizantes.
“Se logró identificar: dimetil éter, sustancia inflamable utilizada para quemar verrugas; linalol, usado como insecticida; eugenol, el cual se emplea para matar peces en acuarios; alcohol bencílico, empleado en jabones, cremas y productos de limpieza”, refirió Alejandro Svarch Pérez, titular de Cofepris cuando presentó la campaña producida por Canal Once “Déjalo ya. Alto riesgo a la salud por vapeadores” en octubre del 2022.
El Laboratorio Nacional de Referencia fue el encargado de analizar diferentes vapeadores y señalan que, a mediados del 2022, la Comisión de Control Analítico de Cobertura (CCAYAC) “recibió productos empleados en el uso y consumo de vapeadores” con el fin de ser analizados.
Sin embargo, no se especifican cuántos ni de qué tipo de vapeadores fueron revisados.
Aunque en un video promocional de la campaña muestran una recreación de cómo se realizaron los análisis, se observa que se realiza a un vapeador desechable, y en el estudio no especifica a cuales o a qué tipo de vapeadores se aplicaron las pruebas.
En cuanto a su método, refieren que en la regulación vigente hasta entonces “no existía un método de análisis que indicara los procesos de preparación de muestras para el análisis de compuestos orgánicos volátiles en estos dispositivos”.
Razón por la que “se procedió a abrir los productos para evaluar las partes que lo componen”. Identificaron las partes generales del dispositivo y del cartucho donde se encuentra el “e-líquido”, y se le realizó una extracción con diclorometano para el análisis de los compuestos orgánicos volátiles.
Dicho extracto se analizó mediante la técnica de cromatografía de Gases-MS/MS. (masas-masas), que permite la separación e identificación de mezclas de sustancias volátiles y semivolátiles, de acuerdo con el Instituto de Química Aplicada de la Universidad Veracruzana.
El análisis también refiere que los componentes encontrados se analizaron utilizando la biblioteca del National Institute of Standards and Technology (NIST), Mass Spectral Search Program Library, un grupo de la División de Medición Biomolecular (BMD), que se encarga de desarrollar bibliotecas que permiten identificar compuestos en fase gaseosa, ubicado en Estados Unidos.
El estudio concluyó que, debido a que 30 de las 33 sustancias analizadas no fueron declaradas en las etiquetas de los vapeadores, no están diseñadas para ser ingeridas por su nivel de toxicidad y representan un ”alto riesgo para quienes vapean”.
Por su parte, el presidente López Obrador, en diferentes ocasiones ha manifestado su intención de prohibir el uso de los vapeadores o los dispositivos electrónicos apelando a la salud de los mexicanos.
“Estamos viendo cuántas sustancias dañinas tiene un vapeador. Es un orgullo que sea México el primer país que hace un análisis, porque no se atreven a hacerlo, sobre lo que contienen los vapeadores. El sector salud de México, número uno mundial para encontrar que: declaran que son tres sustancias que desde luego no dañan, cuando hay 30 sustancias no dadas a conocer, dañinas”, dijo en su conferencia de prensa del pasado 13 de febrero 2024.
Sin embargo, además del estudio de España que se ha citado ya en este artículo, en septiembre de 2019 la ciudad de Nueva York en Estados Unidos y la India, por un día de diferencia, fueron los primeros países en prohibir los vapeadores, de acuerdo con medios internacionales y datos del propio gobierno federal de México.
En mayo del mismo año, un organismo gubernamental de la India publicó un informe que recomendaba la prohibición del uso de vapeadores al no haber suficiente evidencia científica que avalara la seguridad en su uso, de igual forma la medida se adoptó luego de que varios estadios indios tomaran medidas similares.
“Depende quién lo utilice, si los dispositivos electrónicos los utilizan las personas adultas fumadoras que quieren dejar de fumar y que lo han intentado previamente y no han podido, pues evidentemente entonces estos dispositivos electrónicos son de gran utilidad. Si los utilizan menores de edad, como está ocurriendo en nuestro país debido a la falta de regulación y de supervisión por las autoridades, pues entonces está terrible”.
Así lo explicó a El Sabueso José Manuel Mier, cirujano de tórax y coordinador de la Clínica de cáncer de pulmón y tumores de tórax del Hospital Ángeles de las Lomas, así como también el director del Instituto de Cirugía Torácica.
El especialista dice que los vapeadores son mundialmente conocidos como dispositivos de riesgo reducido, si bien, esto no significa que son libres de riesgos para la salud. “No es una medida inocua, pero sí es una medida menos mala”, señaló.
De acuerdo con el Royal College of Physicians, vapear es menos dañino que fumar.
Aunque a diferencia de países como Estados Unidos, los vapeadores que contienen nicotina y que se venden en Reino Unido están regulados por la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios (MHRA, por sus siglas en inglés). No se les permite contener cannabis ni ingredientes derivados del cannabis, ni aceite de acetato de vitamina E, que también ha sido vinculado a enfermedades pulmonares y, en algunos casos, la muerte.
También en Reino Unido, en 2023 el gobierno implementó un esquema llamado “Swap to stop”, que significa “cambiar para parar”, el cual consistió en entregar un kit de inicio en el vapeo de forma gratuita, así como el ofrecimiento de 400 libras a mujeres embarazadas para dejar de fumar, así como una campaña en contra de la venta ilegal de vapeadores con el fin de que estos dispositivos no llegaran a menores de edad y no fumadores.
De igual forma, en países como Suiza refieren que el uso monitoreado de vapeadores como una alternativa para dejar de fumar ha dado una mayor eficacia para dejar de fumar en su totalidad, de acuerdo con la revista de ciencia The New England, Journey and Medicine.
“En el líquido de los cigarrillos electrónicos se puede utilizar cualquier droga que se pueda diluir en ese líquido, estamos hablando aceite de cannabis, puedes utilizar fentanilo, puedes usar MDMA puedes usar ghd, o sea, todas las drogas que se puedan o disolver o que sean líquidas”, refiere la académica de la UNAM.
El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades CDC y la FDA recomiendan a los usuarios evitar el consumo de vapeadores que contengan THC, específicamente aquellos que consigan de manera informal.
Creando un “gemelo virtual”, esta nación espera preservar su condición de Estado soberano, su cultura y los derechos de sus 11.000 ciudadanos.
Ante la posible desaparición de su territorio debido al cambio climático, Tuvalu decidió crear un país gemelo virtual. La pequeña nación insular en el Pacífico está recreando digitalmente desde sus casas hasta sus árboles, mientras se esfuerza por salvar lo que pueda.
Tuvalu, un pequeño país en el Océano Pacífico formado por nueve islas de coral, enfrenta un futuro en el que tal vez ya no sea habitable.
El aumento del nivel del mar causado por el cambio climático está devorando sus costas.
Ante semejante amenaza existencial, ¿qué haces? ¿Construir diques? ¿Intentar recuperar algo de tierra del mar? ¿Abandonar el territorio? Todas son soluciones barajadas por otras naciones insulares que enfrentan problemas similares y también por Tuvalu.
Pero este país decidió ir un paso más allá en su intento de preservar su tierra y su condición de Estado.
A medida que la realidad física de la nación se hunde bajo el océano, el gobierno está construyendo una copia digital del país, recreeando todo, desde sus casas hasta sus playas y sus árboles.
Tuvalu espera que esta réplica virtual preserve la belleza y la cultura de la nación, así como los derechos legales de sus 11 mil ciudadanos para generaciones venideras.
La iniciativa fue anunciada por primera vez en 2022 por el ministro de Asuntos Exteriores de Tuvalu, Simon Kofe, a través de un discurso en video divulgado en la COP27 en Sharm El-Sheikh, Egipto.
El plan es parte de un proyecto más amplio del gobierno llamado Future Now, Futuro Ahora, (o Te Ataeao Nei en tuvaluano), que se centra tanto en la diplomacia internacional como en la adaptación pragmática al cambio climático.
En el video, que parece más una secuela de The Matrix que un discurso oficial de gobierno, Kofe parece al principio estar parado en una playa, con arena blanca y palmeras. Pero a medida que la cámara se aleja, revelando más paisaje, la imagen comienza a fallar. Las rocas y la arena se mueven de forma antinatural y un ave marina vuela sobre un abismo negro de fondo.
Este no es el Tuvalu real, sino el comienzo de su gemelo digital, una reconstrucción virtual de Te Afualiku, un islote bajo que se espera sea el primero en quedar sumergido.
“Nuestra tierra, nuestro océano, nuestra cultura son los bienes más preciados de nuestra gente y, para mantenerlos a salvo de cualquier daño, sin importar lo que suceda en el mundo físico, los trasladaremos a la nube“, dice Kofe en el video.
Además de crear una copia virtual de las islas, el proyecto Digital Nation o Nación Digital busca preservar el patrimonio cultural de la nación. Se ha invitado a los ciudadanos a enviar objetos sentimentales para su digitalización, y a compartir recuerdos valiosos como bailes tradicionales o historias relatadas por abuelos.
La idea es crear un archivo “diseñado para transportar el alma misma de Tuvalu”, según señaló Kofe en 2023.
Pero el ministro también dejó en claro que hay un elemento muy práctico en el proyecto. Los pequeños Estados insulares, ante la pérdida de su masa física, están lidiando de manera muy real con la cuestión de cómo preservar su soberanía.
El derecho internacional actual no es adecuado para países que enfrentan una pérdida de territorio o habitabilidad debido al cambio climático.
Las normas internacionales exigen que un Estado-nación soberano tenga tanto un territorio claramente definido como una población permanente, dos características que ya no pueden garantizarse en el caso de Tuvalu en el futuro.
Por ello, además de asegurar las fronteras de la nación dentro del metaverso, el gobierno de Tuvalu busca crear pasaportes digitales, almacenados en tecnología blockchain, para permitir que el gobierno continúe funcionando.
Este mecanismo permitirá desde la celebración de elecciones y referendos hasta llevar un registro de nacimientos, defunciones y matrimonios.
En última instancia, Tuvalu espera que el proyecto proporcione un nuevo modelo de Estado, mejor adaptado a las necesidades de un mundo que enfrenta una emergencia climática.
Tuvalu ya consagró en un su propia Constitución una nueva definición de Estado reconocida por un número creciente de países, especialmente aquellos en una situación similar.
Queda por ver si otras naciones que no enfrentan amenazas existenciales verán la idea de una forma positiva.
Algunos son escépticos ante la propuesta de un “país digital”, y argumentan que se basa en el mismo tipo de enfoque intensivo en recursos que está causando el cambio climático en primer lugar.
Incluso dentro del gobierno de Tuvalu ha habido críticas al proyecto.
En el fondo, el plan reconoce que se están produciendo cambios en las islas y que muchos inevitablemente deberán marcharse a medida que la vida se vuelva más difícil y las oportunidades más escasas.
Según una evaluación reciente realizada por científicos de la NASA, gran parte del territorio de Tuvalu, incluida su infraestructura crítica, se ubicará por debajo del nivel de la marea alta actual para 2050.
En todos los escenarios climáticos el país experimentará más de 100 días de inundaciones cada año para finales de este siglo. Y luego están los otros impactos a tener en cuenta, como la intrusión de agua salada, las olas de calor y la intensificación de los ciclones.
Los científicos han demostrado que superar un promedio de 1,5 °C de aumento de la temperatura global es una gran amenaza para los pequeños estados insulares.
Entre febrero de 2023 y enero de 2024 las temperaturas globales superaron los 1,5°C durante todo un año por primera vez.
Las naciones desarrolladas siguen sin reducir sus emisiones lo suficientemente rápido como para cambiar la trayectoria ascendente de temperatura. Ante esa realidad, el gemelo digital permitirá a los miembros de la diáspora tuvaluana permanecer conectados entre sí y con su tierra.
Podría decirse que esto representa un cambio de retórica para las naciones insulares del Pacífico, cuyo mantra central ha sido hasta ahora “no quedaremos sumergidos, estamos luchando”.
La perspectiva de una reubicación masiva de Tuvalu a Australia (a unos 5.000 km de distancia) ya se convirtió recientemente en una realidad, tras un tratado de 2023 entre las dos naciones que permite la migración de 280 tuvaluanos cada año.
Los migrantes tendrán visas que les permitirán vivir, trabajar y estudiar en Australia, y la posibilidad de obtener la ciudadanía.
Pero no todo el mundo cree que ha llegado el momento de renunciar al territorio físico de las islas.
“El concepto de creación de una nación digital de Tuvalu en el metaverso implica que Tuvalu desaparecerá debido al aumento del nivel del mar y que deberíamos hacer una copia digital de él”, dijo el exprimer ministro Enele Sopoaga, ahora líder de la oposición en 2023.
“No hay fundamento para tal propuesta en el derecho internacional, y no hay absolutamente ninguna razón para creer que Tuvalu desaparecerá aunque aumente el nivel del mar”.
Hablando en septiembre en una sesión plenaria de la Asamblea General de la ONU sobre las amenazas existenciales derivadas del aumento del nivel del mar, la activista climática de Tuvalu Grace Malie dijo a los delegados que su país y otros Estados oceánicos “no se adentrarán silenciosamente en el mar”, sino que “continuarán la lucha” por su tierra, su cultura y su futuro.
“Lo que está en juego es algo más que nuestras casas”, dijo. “Es nuestra dignidad, nuestra cultura, nuestra herencia. No es algo que podamos meter en maletas y llevarnos con nosotros. Hemos hecho lo mínimo para causar la crisis climática, pero estamos pagando el precio más alto”.
E incluso cuando algunos de sus habitantes consideran migrar a Australia, Tuvalu ha redoblado sus esfuerzos para presionar a ese país con el fin de que reduzca su extracción y exportación de combustibles fósiles.
Otros, sin embargo, señalan que la construcción de un gemelo digital de Tuvalu no significa renunciar a los esfuerzos por salvar las islas. Pare ellos, los esfuerzos por proteger el terreno físico del país pueden complementarse con la preservación de su memoria en el metaverso.
“El programa Nación Digital no representa una aceptación de la pérdida de la nación como entidad física”, dice Taukiei Kitara, investigador tuvaluano de la Universidad Griffith en Australia y coautor de un estudio reciente sobre la iniciativa Nación Digital.
Kitara señala que el proyecto tiene la ventaja de ser impulsado por los propios tuvaluanos y además es sólo uno de muchos en la lucha de Tuvalu contra el cambio climático.
El gobierno también está invirtiendo millones de dólares en recuperación de tierras a través de un proyecto de adaptación costera.
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En los últimos dos años se han añadido, mediante construcción de terrenos elevados, franjas de tierra a las islas de Funafuti y Fogafale, proporcionando espacio para viviendas, infraestructura y otros servicios esenciales.
En las islas exteriores de Nanumaga y Nanumea nuevas barreras protectoras están impidiendo que las mareas lleguen a hogares, escuelas, hospitales, tierras de cultivo y bienes culturales.
“Planificar para múltiples escenarios –tanto el mejor como el peor y los intermedios- es sensato cuando se trata de gestión de riesgos. Este es el enfoque del actual gobierno de Tuvalu y de gobiernos anteriores”, añade Kitara.
Dejando de lado la cuestión de si el gobierno debería o no prepararse para un futuro más allá de las islas, algunos han sugerido que el plan de la Nación Digital simplemente no es práctico en un país que permanece comparativamente desconectado del mundo digital.
Algunos críticos argumentan que el plan digital es poco más que un ejercicio de relaciones públicas, diseñado para captar la atención internacional y persuadir a naciones más ricas a reducir sus emisiones, algo que es clave para la supervivencia física de las islas.
Pero el esfuerzo que está haciendo el gobierno de Tuvalu para mapear sus islas y mejorar la conectividad sugiere que este proyecto es más que un simple medio de aplicar presión diplomática.
En el primer año después del anuncio de la COP27, Tuvalu completó un escaneo 3D de sus 124 islas e islotes utilizando tecnología Lidar, una técnica de detección remota mediante pulsos láser.
El país está además mejorando su conectividad digital mediante la construcción de un cable submarino de telecomunicaciones, que ayudará a proporcionar el ancho de banda necesario para poner en marcha el plan.
En marzo y abril de 2024 una organización global sin fines de lucro llamada Place, que apoya el acceso abierto a la cartografía y otros datos geográficos, comenzó a mapear Funafuti, la capital de Tuvalu, utilizando drones y cámaras de 360 grados para registrar cada detalle tanto desde el aire como a nivel del terreno.
Estos datos sin procesar se pueden utilizar para crear una imagen similar a las de Google Earth o Street View, pero con la altísima resolución necesaria para captar cada pormenor de las islas, que en algunos lugares tienen sólo decenas de metros de ancho. Cuando se trata de detalles muy finos, la precisión de las imágenes satelitales no es suficiente.
“Condujimos por toda la isla, luego cambiamos a motos y caminamos por senderos con cámaras GoPro”, dice Frank Pichel, supervisor de operaciones de Place. “Creo que hemos recorrido unos 80 o 90 kilómetros y realmente hemos cubierto todo lo que pudimos”.
Pichel señala que, lejos de ser un ejercicio de relaciones públicas, la creación de un “gemelo digital” tiene varias aplicaciones en el mundo real, como ayudar a la nación a adaptarse y mitigar el cambio climático de manera práctica.
Al registrar el tamaño y el ángulo de los tejados, por ejemplo, se puede modelar la capacidad de los paneles solares en el futuro. Mientras tanto, los escaneos de los tanques de almacenamiento de agua pueden ayudar a estimar la disponibilidad de agua potable en la isla.
Es un enfoque que no es exclusivo de lugares como Tuvalu, aunque en este último caso el aspecto cultural y la urgencia del cambio climático añaden otra dimensión a la tarea, agrega Pichel.
“Las economías avanzadas están buscando ir por este camino, incluso si no usan el término ‘gemelo digital’. Londres quiere un ‘gemelo digital’ de su cableado subterráneo para asegurarse de que no se tope con la red vieja de alcantarillado. Así que es algo que existe en la gestión de datos espaciales desde hace mucho tiempo”.
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El siguiente paso para Tuvalu será mapear el resto de las islas y luego llenar los vacíos restantes, dice Pichel.
Debido a las distancias, ya que las islas de coral se sitúan en una cadena de unos 676 kilómetros, se trata de una tarea difícil y que requerirá mucho tiempo.
No obstante, el equipo de Place espera regresar y capturar cada dos años más datos de las islas, que están en constante cambio debido al impacto del cambio climático.
A medida que se eleve el nivel del mar, construir una réplica digital puede ayudar a Tuvalu a salvar más de su nación de lo que hubiera logrado sin ese plan.
El futuro físico de las islas puede ser incierto, pero su viaje digital apenas ha comenzado.