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Qué es la violencia política de género y en qué forma se dan estos actos
Qué es la violencia política de género y en qué forma se dan estos actos
Foto: Cuartoscuro Archivo
4 minutos de lectura

Qué es la violencia política de género y en qué forma se dan estos actos

El presidente cuestionó si no había "violación de género" por críticas en su contra, cuando esta forma de violencia se da contra las mujeres.
08 de abril, 2021
Por: Siboney Flores y Samedi Aguirre
@ 

“Todo lo que me dicen a mí, ¿no hay violación de género?”, preguntó el presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia del 9 de agosto, insistiendo en su rechazo a la determinación del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) sobre que sí hay expresiones del mandatario que pudieran constituir violencia política de género en contra de la aspirante presidencial del Frente Amplio por México, Xóchitl Gálvez.

La violencia política de género ocurre contra mujeres que participan activamente en la política, cuando se les agrede, se les menoscaban sus derechos u opiniones, o se les intenta anular en el ámbito político, por el solo hecho de ser mujeres. 

Es decir, se violenta a una mujer con base en estereotipos de género, tomando decisiones que las afectan más a ellas que a los hombres, en la búsqueda de ejercer cargos públicos.

Fátima López, directora de la Red de Abogadas Violeta, menciona que esta violencia parece invisible y  está tan normalizada que se cree que las mujeres no quieren participar.

“Pero no es que no quieran, es que no pueden. Hay un sistema, una estructura, que le impide llegar a esos cargos”, enfatiza Fátima López. 

El marco legal

La violencia política contra las mujeres ha existido desde hace décadas, pero apenas hace tres años se logró establecer un marco legal armonizado a nivel federal, para intentar reducir y sancionar estas conductas. 

En abril del 2020 se publicó en el Diario Oficial de la Federación un decreto por el que se reforman y adicionan diversas disposiciones a 8 legislaciones en materia de violencia política de género.

Ahí se define a la violencia política de género como “toda acción u omisión, incluida la tolerancia, basada en elementos de género y ejercida dentro de la esfera pública o privada, que tenga por objeto o resultado limitar, anular o menoscabar el ejercicio efectivo de los derechos políticos y electorales de una o varias mujeres”.

Se entenderá que las acciones u omisiones se basan en elementos de género, se detalla, “cuando se dirijan a una mujer por su condición de mujer”.

El decreto de abril de 2020, según Jesika Alejandra Velázquez Torres, abogada por la UNAM, permite que “ya se vincule con otra legislación, no solamente con que ya había tratados internacionales sino también en cuanto a la Ley general de acceso a las mujeres a una vida libre de violencia, en donde ya pueden tipificar a la violencia política de género”. 

En dicha Ley se establece que la violencia política de género puede ser cometida por “agentes estatales, por superiores jerárquicos, colegas de trabajo, personas dirigentes de partidos políticos, militantes, simpatizantes, precandidatas, precandidatos, candidatas o candidatos postulados por los partidos políticos o representantes de los mismos. 

E incluso “por medios de comunicación y sus integrantes, por un particular o por un grupo de personas particulares”. 

Se considera violencia política de género actos como: “divulgar imágenes, mensajes o información privada de una mujer candidata o en funciones, por cualquier medio físico o virtual, con el propósito de desacreditarla, difamarla, denigrarla y poner en entredicho su capacidad o habilidades para la política, con base en estereotipos de género”. 

Del mismo modo, “amenazar o intimidar a una o varias mujeres o a su familia o colaboradores con el objeto de inducir su renuncia a la candidatura”, así como “discriminar a la mujer en el ejercicio de sus derechos políticos por encontrarse en estado de embarazo”.

También “obligar a una mujer, mediante fuerza, presión o intimidación, a suscribir documentos o avalar decisiones contrarias a su voluntad o a la ley”, o “impedir, por cualquier medio, que las mujeres electas o designadas a cualquier puesto o encargo público tomen protesta de su encargo”, entre otras acciones. 

La diferencia entre “violencia política” y “violencia política de género”

En una guía el Instituto Nacional Electoral (INE) explica que la violencia política “radica en la comisión de conductas que busquen generar un detrimento en el goce y ejercicio de un derecho político-electoral, sin que necesariamente se relacione dicha conducta con el género de la persona afectada.

Y por otro lado, la violencia política por razón de género “comprende todas aquellas acciones u omisiones, que se dirigen a la persona en razón de su género, y que tienen un impacto diferenciado ante las demás personas, afectándolas (o) desproporcionadamente”.

Gráfico del INE

*Nota publicada originalmente en 2021 y actualizada este 9 de agosto de 2023

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Imagen BBC
Los dos libros imperdibles para entender mejor nuestra turbulenta actualidad
6 minutos de lectura

Vivimos en una época en la que todo tipo de sistemas de control limitan nuestras libertades de expresión, identidad y religión. Combinar la visión de Orwell con la de Huxley ofrece un análisis más profundo.

23 de mayo, 2025
Por: BBC News Mundo
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¿Existe alguna obra de ficción del pasado que pueda ayudarnos a comprender las preocupantes tendencias actuales?

Considerando la proliferación de referencias a la “neolengua” ofuscadora, líderes al estilo del Gran Hermano y sistemas de vigilancia ineludibles en artículos periodísticos, esta pregunta tiene una respuesta simple: “Sí, y esa obra es ‘1984’ de George Orwell”.

Tanto la izquierda como la derecha política consideran la novela que Orwell escribió en 1949 como el libro del siglo pasado que mejor se relaciona con el presente.

Pero hay otros que consideran la cultura del consumo y la obsesión por las redes sociales como las principales preocupaciones actuales. Entonces la respuesta es diferente: “Sí, y esa obra es ‘Un mundo feliz’, de Aldous Huxley”.

Nosotros, sin embargo, pensamos que la respuesta es “ambas”.

En el largo debate sobre quién fue el escritor más profético de su época, Orwell, que fue alumno de Huxley en Eton, es generalmente el favorito.

Una razón de esto es que las alianzas internacionales que durante mucho tiempo parecieron estables ahora están en constante cambio. En 1984, su última novela, Orwell imaginó un futuro mundo tripolar dividido en bloques rivales con alianzas cambiantes.

En el breve periodo transcurrido desde que el presidente estadounidense Donald Trump inició su segundo mandato, sus políticas y declaraciones han provocado sorprendentes realineamientos.

Estados Unidos y Canadá, socios cercanos durante más de un siglo, están ahora enfrentados. Y en abril, un funcionario de Pekín se unió a sus homólogos de Corea del Sur y Japón para oponerse, formando un trío improbable, a los nuevos aranceles de Trump.

Retrato del escritor inglés Aldous Huxley, fotografiado en casa de su cuñada en Turín el 15 de septiembre de 1958.
Getty Images
Aldous Huxley, en la foto, fue maestro de francés de Orwell durante un breve período en Eton College.

Quizás por eso existe un campo floreciente de “estudios orwellianos”, con su propia revista académica, pero no de “estudios huxleyanos”.

Probablemente también explica por qué “1984”, pero no “Un mundo feliz”, sigue figurando en las listas de los más vendidos, a veces junto con “El cuento de la criada” (1985) de Margaret Atwood.

“Orwelliano” (a diferencia del raramente conocido “huxleyano”) tiene pocos competidores aparte de “kafkiano” como adjetivo inmediatamente reconocible vinculado a un autor del siglo XX.

Por maravillosos que sean Atwood y Kafka, estamos convencidos de que combinar la visión de Orwell con la de Huxley ofrece un análisis más profundo. Esto se debe en parte a, y no a pesar de, la frecuencia con la que se ha contrastado la autocracia que describen Orwell y Huxley.

El ejemplo de Myanmar y Dubái

Vivimos en una época en la que todo tipo de sistemas de control limitan nuestras libertades de expresión, identidad y religión. Muchos no encajan del todo en el modelo que Orwell o Huxley imaginaron, sino que combinan elementos.

Sin duda, hay lugares, como Myanmar, donde quienes ostentan el poder recurren a técnicas que evocan inmediatamente a Orwell, con su enfoque en el miedo y la vigilancia. Hay otros, como Dubái, que evocan con mayor facilidad a Huxley, con su enfoque en el placer y la distracción. Sin embargo, en muchos casos encontramos una mezcla.

Esto es especialmente evidente desde una perspectiva global. Es algo en lo que nos especializamos como investigadores internacionales e interdisciplinarios: un académico literario turco radicado en el Reino Unido y un historiador cultural californiano de China, que también ha publicado sobre el Sudeste Asiático.

Al igual que Orwell, Huxley escribió muchos libros que no eran ficción distópica, pero su incursión en ese género se convirtió en su obra más influyente. “Un mundo feliz” fue muy conocido durante la Guerra Fría.

En cursos y comentarios, se solía comparar con “1984” como una narrativa que ilustraba una sociedad superficial basada en la indulgencia y el consumismo, en contraposición al mundo orwelliano, más sombrío, de supresión del deseo y control estricto.

Portada del libro
Getty Images
“El cuento de la criada” de Margaret Atwood es también una ficción distópica.

Si bien es habitual abordar los dos libros a través de sus contrastes, también pueden tratarse como obras interconectadas y entrelazadas.

Durante la Guerra Fría, algunos comentaristas consideraron que “Un Mundo feliz” mostraba adónde podía llevar el consumismo capitalista en la era de la televisión.

Occidente, según esta interpretación, podría convertirse en un mundo donde autócratas como los de la novela se mantuvieran en el poder. Lo lograrían manteniendo a la gente ocupada y dividida, felizmente distraída por el entretenimiento y la droga “soma”.

Orwell, por el contrario, parecía proporcionar una clave para desbloquear el modo más duro de control en los países no capitalistas controlados por el Partido Comunista, especialmente los del bloque soviético.

Control e ingeniería social

El propio Huxley en “Un mundo feliz” revisitado, un libro de no ficción que publicó en la década de 1950, consideró importante reflexionar sobre cómo combinar, abordar y analizar las técnicas de poder e ingeniería social presentes en ambas novelas.

Y resulta aún más valioso combinar estos enfoques ahora, cuando el capitalismo se ha globalizado y la ola autocrática sigue alcanzando nuevas fronteras en la llamada era de la posverdad.

Los enfoques orwellianos, de corte duro, y huxleyanos, de corte suave, para el control y la ingeniería social pueden combinarse, y a menudo lo hacen.

Vemos esto en países como China, donde se emplean los crudos métodos represivos de un Estado del Gran Hermano contra la población uigur, mientras que ciudades como Shenzhen evocan un mundo feliz.

George Orwell, autor de
Getty Images
George Orwell, autor de “1984”, durante su etapa como periodista de la BBC.

Vemos esta mezcla de elementos distópicos en muchos países: variaciones en la forma en que el escritor de ciencia ficción William Gibson, autor de novelas como “Neuromancer”, escribió sobre Singapur con una frase que tenía una primera mitad suave y una segunda dura: “Disneylandia con la pena de muerte”.

Este puede ser un primer paso útil para comprender mejor y quizás empezar a buscar una manera de mejorar el problemático mundo de mediados de la década de 2020. Un mundo en el que el teléfono inteligente en el bolsillo registra tus acciones y te ofrece un sinfín de atractivas distracciones.

*Emrah Atasoy es investigador asociado de Estudios Literarios Comparados e Inglés e Investigador Honorario del IAS de la Universidad de Warwick.

*Jeffrey Wasserstrom es profesor de Historia China y Universal, Universidad de California, Irvine.

*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para leer la versión original.

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