El ingreso de agentes de la policía de Ecuador a la embajada de México el viernes 5 de abril para detener al exvicepresidente de ese país Jorge Glas, perseguido por acusaciones de corrupción, fue el detonante para el rompimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países.
El 17 de diciembre de 2023, Glas, quien fue vicepresidente durante los gobiernos de Rafael Correa y Lenin Moreno (2013-2018), del partido izquierdista Revolución Ciudadana, acudió a la sede de la Embajada de México en Quito en busca de protección y alegando temor por su seguridad y libertad personal, según explicó la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
Desde entonces, tanto las autoridades diplomáticas de México y Ecuador mantienen un conflicto con miras a concretar la detención del exvicepresidente ecuatoriano.
Anteriormente, Jorge Glas fue detenido en 2017 por corrupción en el caso Odebrecht en Ecuador y fue sentenciado a seis años de prisión. Salió en 2022 bajo libertad condicional.
En diciembre pasado, las autoridades ecuatorianas requerían su presencia para participar de diligencias relacionadas con acusaciones de corrupción conocidas como caso Reconstrucción.
En dicha investigación, se acusa que exfuncionarios autorizaron de manera irregular el uso de recursos para atender la emergencia por un sismo en 2016 para el desarrollo de proyectos que no eran prioritarios y que no beneficiaron a personas damnificadas.
Uno de los funcionarios acusados por este caso es el exvicepresidente Jorge Glas, quien presidió el Comité de Reconstrucción y Reactivación Productiva del Empleo, creado para atender la crisis provocada por un sismo en la localidad de Manabí en abril de 2016.
En 2019 y 2020, el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, encargado de revisar posibles casos de corrupción, presentó dos denuncias contra el exvicepresidente y dos funcionarios más por haber participado en la autorización de fondos prioritarios para 584 proyectos que no cumplían con los requisitos técnicos para ser considerados emergentes.
Además, la Fiscalía recibió un informe de la Contraloría General del Estado con indicios de probable responsabilidad de funcionarios con el desarrollo de obras financiadas con fondos para la reconstrucción aunque no les correspondían dichos recursos.
Dicho informe señala la realización de una obra vial y un parque con recursos para la reconstrucción tras el sismo cuando la primera no se acreditó que hubiera sufrido daños y la segunda no existía antes del sismo.
Además, en el mismo documento también se hace referencia a una reunión de los funcionarios acusados en marzo de 2017, donde aprobaron obras que incumplían con los criterios para usar recursos para la reconstrucción, y que fue base de una de las denuncias del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social.
En mayo de 2023, la Fiscalía unificó las denuncias y el informe, y determinó que se continuara con la investigación. Desde el 1 de junio de ese año, solicitó una audiencia para formular cargos contra Jorge Glas y los otros dos funcionarios.
Ante estas acusaciones, Jorge Glas se presentó en diciembre de 2023 ante la sede diplomática mexicana, donde se le recibió como huésped. Ese día, la Cancillería de Ecuador llamó a las autoridades mexicanas a invitar a Glas a que cooperara con las autoridades policiales de ese país.
La SRE admitió como su huésped a Glas, y respondió que mantendría diálogo y cooperación con el gobierno ecuatoriano y anunció que en caso de que solicitara asilo, la dependencia mexicana analizaría a profundidad y conforme a tratados internacionales.
Al día siguiente, el 18 de diciembre, la titular de la FGE, Diana Salazar, confirmó que en ese momento sólo se requería a Glas para participar de las diligencias por el caso Reconstrucción, según consignó la agencia EFE.
El medio GK informó que desde el 20 de diciembre, tres días después de su ingreso, el exvicepresidente solicitó formalmente asilo político a México.
Luego, el 5 de enero de 2024, tras dos intentos fallidos de audiencia, un juez dictó prisión preventiva contra el exvicepresidente de Ecuador por las acusaciones de peculado.
El 21 de febrero de 2024, tras haber tramitado recursos de apelación contra dicha medida, la Corte Nacional de Ecuador declaró improcedente esta petición contra la prisión preventiva en contra de Jorge Glas.
El 1 de marzo, la Cancillería de Ecuador solicitó el ingreso de la policía a la sede diplomática mexicana para la detención de Glas, pero la titular de la SRE, Alicia Bárcena, respondió con una negativa.
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El pasado 3 de abril, en su conferencia matutina, el presidente López Obrador habló del pasado proceso electoral en Ecuador, entre agosto y octubre pasados, cuando se produjo el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio, tras lo cual Daniel Noboa ganó impulso y se impuso en la elección a la candidata de izquierda Luisa González.
“Hubo elecciones en Ecuador, iba la candidata de las fuerzas progresistas como 10 puntos arriba, 10 puntos. Como tres, cuatro, cinco candidatos más. Entonces, un candidato que habla mal de la candidata que va a arriba de repente es asesinado, y la candidata que iba arriba se cae, y el candidato que iba en segundo sube”, afirmó.
Según el presidente, tras ese crimen, se señaló a la candidata puntera en las encuestas como sospechosa. Además, el presidente mexicano acusó que esto enrareció el ambiente en ese país, a lo que contribuyeron los medios de comunicación como la televisión, radio y la prensa.
En respuesta a estas declaraciones, el jueves 4 de abril, la Cancillería de Ecuador declaró persona non grata a la embajadora de México en el país, Raquel Serur Smeke.
Así, el viernes 5 de abril, el presidente López Obrador anunció la salida de la embajadora mexicana en Ecuador con apoyo de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, confirmó que se mantendrían las relaciones diplomáticas.
Además, informó la decisión de otorgar asilo político a Jorge Glas, tras lo cual solicitó un salvoconducto para permitir el traslado del exfuncionario de la Embajada al aeropuerto y salir de Ecuador.
Sin embargo, el gobierno ecuatoriano negó dicho permiso y por la noche, la policía de ese país irrumpió en la sede diplomática para detener al exvicepresidente, lo que va en contra de la Convención de Viena, que defiende la inviolabilidad de los locales de las misiones diplomáticas, como las embajadas, suscrita por ambos países.
En respuesta, el Gobierno de México anunció el rompimiento de relaciones diplomáticas con el país sudamericano y el retiro de toda la misión diplomática de ese país.
Además, el país presentará una denuncia ante la Corte Internacional de Justicia y los órganos regionales por las violaciones contra la sede diplomática mexicana.
Tras los hechos ocurridos el viernes, países como Chile, Panamá y Argentina, así como la Organización de Estados Americanos condenaron la irrupción de la policía ecuatoriana en la Embajada de México.
Y aunque se avisó el cese de la relación entre ambos países, esto no debe afectar la presencia de ciudadanos mexicanos en Ecuador, explicó Gabriela de la Paz, profesora de Relaciones Internacionales del Tecnológico de Monterrey.
“No debería haber una represalia hacia las personas ecuatorianas por esta razón, y viceversa”, dijo a El Sabueso.
Por ahora, la SRE tiene pendiente la solicitud de apoyo a una embajada afín para poder asistir a la población mexicana que se encuentre en ese país sudamericano.
A propósito del 80 aniversario de la liberación del infame campo de concentración, en BBC Mundo recuperamos este reportaje sobre un grupo no muy conocido.
ADVERTENCIA: Este artículo contiene imágenes extremadamente gráficas que incluyen cadáveres y descripciones de asesinatos en masa.
“Yo trabajé en los crematorios. Llevaba personas de las cámaras de gas a los hornos”, recordó Dario Gabbai.
El exprisionero del campo de concentración de Auschwitz (situado en la Polonia ocupada por los nazis) se refería a la tarea de retirar los cadáveres de las víctimas judías para llevarlos a ser incinerados.
Gabbai, con quien la BBC conversó antes de su fallecimiento en 2020, era uno de los últimos testigos oculares de la Solución Final: el plan nazi para eliminar a los judíos de Europa que acabó con el asesinato de seis millones de judíos.
En el 80 aniversario de la liberación de Auschwitz-Birkenau, recuperamos de nuestros archivos la historia de los Sonderkommandos, los prisioneros judíos que eran obligados a cooperar en el Holocausto.
Para acelerar el ritmo de los asesinatos, los nazis establecieron campos de exterminio como Auschwitz-Birkenau y crearon una unidad especial llamada Sonderkommando (comandos especiales).
Estaba formada por prisioneros judíos deportados a Auschwitz desde 16 países, cuyo trabajo alimentó la máquina de matar.
“Es algo que nunca olvidaré. Yo tuve la suerte de sobrevivir”, declaró Gabbai.
Después de la liberación de Auschwitz el 27 de enero de 1945 por las fuerzas soviéticas, muchos sobrevivientes expresaron en libros sus experiencias.
Pero se escuchó muy poco de los pocos Sonderkommandos que lograron salir.
En la década de 1980, Gideon Greif, un historiador experto en el Holocausto establecido en Israel, comenzó la larga tarea de descubrir el misterio de aquellos miembros de los comandos especiales.
“Uno de mis objetivos era mejorar su imagen. Cuando comencé la investigación, se les consideraba colaboradores y asesinos. Pero ellos eran las víctimas, no los perpetradores”, le dijo Greif a la BBC.
El reconocido sobreviviente de Auschwitz Primo Levi escribió en el libro “Los hundidos y los salvados” que la creación de Sonderkommando fue el crimen más satánico del nazismo. Y Greif está de acuerdo.
“Fue la decisión deliberada de los alemanes de utilizarlos. También querían que los judíos compartieran la culpa. Esta es una idea muy cruel. Querían borrar la diferencia entre criminal y víctima”, agregó el investigador.
Greif documentó la experiencia de 31 Sonderkommandos en su primer libro sobre ellos, “Lloramos sin lágrimas”.
Los miembros de los comandos especiales se vieron obligados a ayudar en los procesos de asesinato. Las SS cometieron realmente la matanza.
Este grupo de prisioneros tenía que buscar implantes como dientes de oro y objetos de valor ocultos en los cuerpos antes de deshacerse de los cadáveres.
Existen muy pocas imágenes de Sonderkommandos trabajando en Auschwitz, pero después de la liberación del campo, los soviéticos escenificaron varias imágenes que recreaban los horrores por los que pasaron.
Gabbai tenía la tarea específica de cortar y recoger el cabello de las mujeres asesinadas.
Décadas después, recordó cómo se sintió entonces conversando con una organización estadounidense dedicada a entrevistar a los sobrevivientes del Holocausto, la USC Shoah Foundation.
“Me dije a mí mismo: ‘¿cómo puedo sobrevivir? ¿Dónde está Dios?'”, se preguntó Gabbai.
Un hombre polaco le dijo entonces que se mantuviera fuerte, y él decidió seguir ese consejo.
“Me dije a mí mismo: ‘soy un robot… cierra los ojos y haz lo que sea que tengas que hacer sin preguntar demasiado'”, comentó.
Gabbai no podía darse el lujo de desobedecer órdenes. Cuando alguien era un poco lento o ineficiente, era castigado brutalmente.
A veces, los guardias de las SS inspeccionaban los cadáveres de camino a las incineradoras. Si veían un implante de oro que los miembros de los comandos habían pasado por alto, la persona responsable podía ser arrojada viva a las llamas.
Otros castigos incluían ser disparado, torturado, golpeado o rodar desnudo sobre la grava.
Estos castigos se realizaban en presencia de otros Sonderkommandos para intimidar a todo el grupo.
El trabajo ofrecía poca protección. Los nazis solían matar a los miembros de los comandos especiales cada seis meses y traían nuevos reclutas.
“Estaban en un estado de shock constante. Vieron a miles de judíos ser asesinados cada día. Era un gran desafío permanecer con vida”, dijo Greif.
Sin embargo, muchos como Gabbai no solo sobrevivieron sino que ofrecieron información sobre el funcionamiento real de aquella fábrica de la muerte.
“Cerraban las puertas. Luego, las SS lanzaban el Zyklon B desde las aberturas de arriba. Tardaban unos cuatro-cinco minutos en morir, excepto las personas en el lado de donde venía el gas. Allí tomaba un par de minutos”, agregó.
El Zyklon B llegaba a los campamentos en forma de bolitas de cristal. Tan pronto como los gránulos estaban expuestos al aire, se convertían en gas venenoso y comenzaban a matar personas.
Uno de los Sonderkommandos documentado por Greif fue Ya’akov, el hermano de Dario Gabbai.
Ya’akov vio a dos de sus primos aparecer en la cámara de gas. Les indicó que se sentaran cerca de donde salía el gas para tener una muerte rápida e indolora. Le dijo a Greif: “¿Por qué deberían sufrir tanto?”.
Greif señaló que muchos de los que trabajaban en los comandos cambiaron para siempre.
“Para dar servicio a una fábrica de la muerte como aquella se convirtieron en personas sin emociones. Eso no significa que no fueran buenas o malas personas. Algunos de ellos me contaron lo que hicieron para ayudar a mantener la dignidad de las víctimas judías”, añadió.
Josef Sackar fue el primer Sonderkommando que Grief conoció en 1986.
El hombre a menudo trabajaba en el lugar donde se pedía a las mujeres que se desnudaran.
“Movía mi cabeza hacia otra dirección y me aseguraba de que no se avergonzaran mucho”, le relató a Grief.
Shaul Chasan tenía que sacar los cuerpos de los muertos de la cámara de gas y colocarlos en los ascensores que los llevarían a los crematorios.
Él le contó a Grief que siempre se esforzaba por asegurarse de que los cuerpos no fueran arrastrados sobre la tierra y los escombros del suelo de las cámaras de gas.
La mayoría de los miembros de estos comandos eran judíos ortodoxos. Greif aseveró que muchos días lograban rezar tres veces al día, como lo estipula el judaísmo.
Sorprendentemente, podían orar juntos cada vez que obtenían el número mínimo de diez que requieren las leyes religiosas.
Cuando los guardias del campo no estaban cerca, algunos incluso recitaban el kadish -una oración tradicionalmente dedicada en memoria de los muertos- durante el proceso de cremación.
Menos de 100 Sonderkommandos, reclutados durante la deportación de judíos húngaros a Auschwitz, lograron sobrevivir a la Segunda Guerra Mundial.
En Yad Vashem, el Museo de la Historia del Holocausto de Israel, se señala cómo aumentaron los asesinatos después de que comenzara la deportación de judíos húngaros en mayo de 1944.
“En solo ocho semanas, unos 424.000 judíos fueron deportados a Auschwitz-Birkenau”.
La tasa de asesinatos superó por mucho la capacidad de los crematorios. Pero el militar alemán a cargo, Otto Moll, fue implacable y ordenó a los Sonderkommandos que desenterraran algunas fosas crematorias.
Una foto tomada de manera clandestina por un Sonderkommando muestra claramente cuerpos incinerados en una fosa al aire libre, lo cual supondría años más tarde una valiosa evidencia.
Shlomo Dragon fue testigo de inusuales actos de desafío y habló a Greif sobre uno de ellos.
“Una mujer se negó a desnudarse por completo, y cuando un hombre de las SS, Schillinger, le apuntó con su arma y le exigió que se quitara la ropa interior, se quitó el sostén, se lo pasó por la cara y le golpeó con él, consiguiendo que soltara su arma. La mujer rápidamente la agarró, apuntó y disparó, matando a Schillinger”, contó.
La mujer, identificada como la bailarina polaca Franceska Mann, logró una reputación legendaria después de su muerte.
Otro miembro de los comandos vio cómo un grupo de niños polacos desnudos comenzó a cantar Shema Yisrael, una oración judía, y entró a la cámara de gas con perfecta disciplina.
A quienes formaban parte de estos comandos se les daba normalmente más comida y mejores condiciones de vida que al resto de los prisioneros, a quienes se les daba sopa aguada.
También podían quedarse con la ropa de las víctimas. Greif dijo que se trataba de “incentivos marginales”.
También tenían alojamientos separados y eran monitoreados todo el tiempo. Sin embargo, lograron protagonizar una lucha que se conoce como “la rebelión del Sonderkommando”.
“Dos hermanos estuvieron involucrados en la planificación del levantamiento del sábado 7 de octubre de 1944. Fue una revuelta judía. Fue una historia de coraje. Debería estar escrita en letras de oro”, sostuvo Greif.
Ese día, algunos miembros de los comandos atacaron a sus guardias de las SS con piedras y prendieron fuego a un crematorio. Fue rápidamente sellado y 451 Sonderkommandos fueron asesinados a tiros.
Otros prisioneros como Marcel Nadjari registraron su ira en pedazos de papel.
“No estoy triste porque voy a morir, estoy triste porque no podré vengarme como quisiera”, escribió en noviembre de 1944.
Las cenizas de cada víctima adulta pesaban unos 640 gramos, según sus notas.
Este judío griego escondió luego su manuscrito de 13 páginas en un termo, que selló con una tapa de plástico. Luego colocó el termo en una bolsa de cuero y lo enterró.
Las notas dejadas por Nadjari y otras personas fueron recuperadas años después y descifradas minuciosamente.
Estos documentos son conocidos como “los rollos de Auschwitz” y proporcionan una valiosa información sobre la escala del crimen.
Tras la guerra, algunos miembros del Sonderkommando se enfrentaron a sus antiguos guardias en los tribunales.
Henryk Tauber testificó contra el comandante de las SS Otto Moll.
“En varias ocasiones, Moll arrojaba a personas vivas a las fosas crematorias”, recordó durante el juicio ante un tribunal militar estadounidense.
Moll fue finalmente condenado y ahorcado por su papel en una “marcha de la muerte”.
Temiendo la derrota, las SS comenzaron a evacuar el campamento desde mediados de enero de 1945. Cerca de 60.000 reclusos hambrientos y semidesnudos se vieron obligados a caminar a través de la nieve a temperaturas de -20 °C hasta ciudades a más de 50 kilómetros de distancia.
Los que no podían seguir el ritmo fueron asesinados a tiros.
Sin embargo, muchos criminales nunca fueron castigados. De aproximadamente 7.000 empleados en Auschwitz, solo alrededor de 800 respondieron ante la ley, según “Auschwitz”, una serie documental de la BBC/PBS.
El complejo Auschwitz-Birkenau es el sitio que albergó la mayor masacre en masa de la historia humana: se calcula que 1,1 millones de personas fueron asesinadas, de las cuales más del 90% eran judíos.
Esto es más que las pérdidas humanas sufridas por Reino Unido y Estados Unidos durante toda la guerra.
Greif estimó que el número de personas asesinadas supera los 1,3 millones. Insistió en que la búsqueda de la justicia no debe acabar.
“Ningún criminal nazi alemán merece morir en su cama”.
En varias ocasiones ha comparecido ante tribunales europeos para testificar contra presuntos criminales nazis.
“Los intentos alemanes de destruir todas las pruebas de sus crímenes llevaron a un vacío documental que solo puede ser llenado por los recuerdos de los sobrevivientes”, dijo Greif.
El historiador aseguró que su mayor logro es cambiar esa percepción sobre los Sonderkommandos.
“Nadie se atreverá a llamarlos colaboradores ahora”, zanjó.
El único sobreviviente del Sonderkommando, Gabbai, vivió en Los Ángeles hasta su muerte. Hace diez años, durante su visita para conmemorar el 70 aniversario de la liberación de Auschwitz, habló con la BBC.
“Me dije: ‘esta guerra va a terminar algún día y cuando termine puedo sobrevivir y contarle la historia al mundo'”.
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