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Caso Cienfuegos: fiscales de EU presumieron pruebas sólidas, pero gobierno de AMLO presionó y fue liberado
Caso Cienfuegos: fiscales de EU presumieron pruebas sólidas, pero gobierno de AMLO presionó y fue liberado
Foto: Mario Jasso/cuartoscuro
8 minutos de lectura

Caso Cienfuegos: fiscales de EU presumieron pruebas sólidas, pero gobierno de AMLO presionó y fue liberado

En dos meses y once días, la FGR concluyó que no había delito por el que perseguir al exsecretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, quien fue acusado por vínculos con el narcotráfico en Estados Unidos.
12 de febrero, 2025
Por: Oscar Nogueda Romero
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La reaparición pública del general Salvador Cienfuegos en la llamada Marcha de la Lealtad reavivó los cuestionamientos sobre por qué fue liberado luego de que Estados Unidos lo acusara en 2020 de presuntos vínculos con el narcotráfico.

La presidenta Claudia Sheinbaum y el fiscal general Alejandro Gertz Manero insistieron en la mañanera de este 11 de febrero en que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no pidió detener el proceso penal contra quien fue secretario de Defensa en el sexenio del priista Enrique Peña Nieto. Según el fiscal Gertz, la justicia estadounidense desestimó el caso por falta de pruebas. 

Sin embargo, hay evidencia de que el gobierno de López Obrador sí presionó políticamente para que el militar fuera devuelto a México. Estas conversaciones con autoridades estadounidenses las reconocieron el propio presidente, y el entonces canciller y ahora secretario de Economía de Sheinbaum, Marcelo Ebrard. 

Los fiscales estadounidenses insistieron hasta el último momento en que tenían fuertes evidencias para culpar a Cienfuegos, según consta en el documento del 17 de noviembre de 2020 con el que pidieron a un juez estadounidense desestimar las acusaciones, para que el caso continuara siendo investigado en México. Ahí se lee que lo hicieron por motivos diplomáticos y para conservar la cooperación con México. No refirieron que esto se diera por falta de pruebas, como defendieron Sheinbaum y Gertz. 

“Después de conversaciones entre funcionarios de los gobiernos de Estados Unidos y México, el Departamento de Justicia ha considerado que este desistimiento es de interés público de los Estados Unidos en reconocimiento de la estrecha cooperación entre Estados Unidos y México”, se lee en el documento. 

La FGR inició una carpeta de investigación contra Cienfuegos el 3 de noviembre de 2020, y decidió no ejercer acción penal el 14 de enero de 2021. La investigación mexicana contra el general duró 72 días. 

Ante cuestionamientos de la prensa, tanto la presidenta y el fiscal resaltaron que el gobierno de López Obrador había abierto el expediente de la acusación de Estados Unidos contra Cienfuegos. 

En ese documento se puede leer una carta dirigida por el funcionario Timothy J. Shea, administrador interino de la DEA, al entonces canciller Marcelo Ebrard, el 29 de octubre de 2020. Esto luego de que Ebrard llamara al fiscal general de Estados Unidos, William Barr.

Ahí el funcionario estadounidense aseguró que tenían pruebas para que Cienfuegos pudiera ser enjuiciado, y adjuntaron capturas de pantalla de presuntas conversaciones, que luego el gobierno de López Obrador rechazaría como evidencia, al considerar que no correspondían con la forma de escribir de Cienfuegos. 

En el caso del expediente de la FGR en México, la mayor parte del documento que se puede descargar en su página está testado.

Captura de pantalla Expediente de Salvador Cienfuegos, FGR
La FGR difundió el expediente sobre Cienfuegos, aunque con gran parte de la información testada. Ante ello intervino el INAI, para ordenar en junio de 2021 que se entregara una nueva versión pública

 

Gobierno de AMLO pugnó por el regreso de Cienfuegos a México

El 15 de octubre de 2020, el general Salvador Cienfuegos fue detenido en el aeropuerto internacional de Los Ángeles, Estados Unidos, acusado por presuntos vínculos con el narcotráfico y lavado de dinero.

Un día después, el expresidente López Obrador dijo: “esto es una muestra inequívoca de la descomposición del régimen, de cómo se fue degradando la función pública, la función gubernamental en el país, durante el periodo neoliberal”. 

Sin embargo, su discurso y acciones cambiaron en el transcurso de los días. El exmandatario pasó de destacar la detención del exsecretario de la Defensa con Peña Nieto a acusar a la DEA de fabricarle delitos al general. 

En el libro A la mitad del camino, el propio López Obrador relata que en aquel entonces pidió a Ebrard que revisara durante un fin de semana el expediente del caso, y que luego de leer las notas del canciller y hacerle preguntas, “llegué a la conclusión de que no existían pruebas de nada y que habían fabricado la acusación”.

Otra de sus acciones fue pedirle a un especialista que revisara la gramática del general, en una carta que le envió para decirle que su detención había sido arbitraria, y la comparara con la de capturas de pantalla de conversaciones que supuestamente había tenido el militar con criminales, según el expediente de la DEA.

“Entregué también a la experta estos contenidos y en su dictamen estableció que eran estilos completamente distintos y que no correspondían a una misma persona”.

Entonces, “cuando estábamos totalmente seguros de que no había elementos, como dicen los abogados, se solicitó, primero de manera diplomática y luego a través de la Fiscalía General de la República, que enviaran a México al general para que fuera investigado y se resolviera lo legalmente procedente.

Las gestiones del Canciller

El 28 de octubre de 2020, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) envió una nota diplomática a la embajada de Estados Unidos en México, para mostrar su extrañamiento por la investigación contra Cienfuegos, y que el gobierno mexicano no hubiera sido notificado. 

A un mes del arresto, el ahora secretario de Economía, Marcelo Ebrard, confirmó que el gobierno mexicano pugnó con las autoridades estadounidenses para desestimar las acusaciones contra el general, y que si iba a ser investigado, esto ocurriera en México. 

Ebrard refirió que se había reunido y dialogado, entre otros funcionarios, con el entonces embajador estadounidense, Christopher Landau, y el entonces fiscal, William Barr. La conversación con Barr fue el 6 de noviembre, y 11 días después, Estados Unidos pidió desestimar la acusación.  

“No estamos defendiendo a una persona. Lo que está defendiendo México es un principio. El general Cienfuegos va a ser sujeto de investigación en México; sería muy costoso para México haber optado por tener esta conversación con Estados Unidos, lograr que se desestimen por primera vez en la historia los cargos contra un exsecretario, en este caso de la Defensa, que sea retornado a México y luego no hacer nada. Yo ya sería casi suicida, para eso mejor no decimos nada, que se quede allá”, dijo Ebrard. 

Mientras que el documento dirigido por la Fiscalía estadounidense a la jueza Carol Amon mencionó que: “durante las conversaciones, Estados Unidos fue informado que la Fiscalía General de la República de México había iniciado su propia investigación sobre la supuesta conducta del acusado (Salvador Cienfuegos). Como resultado de estas discusiones, el gobierno de los Estados Unidos concluyó, con la anuencia del gobierno de México, que Estados Unidos buscaría desestimar la acusación contra el acusado sin prejuicio, para que México pudiera proceder primero a investigar y potencialmente procesar al demandado bajo la ley mexicana por la presunta conducta en cuestión, que ocurrió en México”. 

El expresidente mexicano declaró el 11 de noviembre de 2020: “es cierto que se envió una nota diplomática y es cierto que ha habido llamadas telefónicas entre el canciller y el fiscal general de Estados Unidos sobre este tema”.

El medio Propublica describió un encuentro entre Ebrard y el entonces embajador de Estados Unidos, Christopher Landau, en donde se menciona que el excanciller mexicano mostró molestia por la actuación de Estados Unidos y mencionó que ”cualquier base de confianza, cualquier base de cooperación, la habían destruido con esa detención”.

Por su parte, el periódico mexicano La Jornada y los periódicos estadounidense The New York Times y The Washington Post también refirieron que el gobierno mexicano había presionado para lograr que se retiraron los cargos contra el exsecretario de la Defensa Nacional, ya que del lado mexicano se puso sobre la mesa la expulsión de la DEA de México y limitar la cooperación internacional en materia de tráfico contra las drogas. 

En un comunicado de prensa firmado por el fiscal general estadounidense William P. Barr y su contraparte mexicana, Alejandro Gertz Manero, del 17 de noviembre de 2020, se aseguró que:

“En reconocimiento a la sólida asociación entre México y Estados Unidos, y con el interés de mostrar un frente unido contra todas las formas de criminalidad, el Departamento de Justicia de Estados Unidos ha tomado la decisión  de desestimar todos los cargos penales estadounidenses contra el exsecretario Cienfuegos, para que sea investigado y, en su caso, imputado, conforme a las leyes mexicanas”. 

Qué argumentó la FGR para cerrar el caso contra Cienfuegos

“Mientras ocupaba un cargo público en México, el acusado (Cienfuegos) usó su posición oficial para ayudar al cártel H-2, un famoso cartel mexicano de la droga, a cambio de sobornos”, señaló el exfiscal federal Seth DuCharme, en la acusación estadounidense contra Cienfuegos.

En enero del 2021, el gobierno mexicano publicó el expediente que la DEA compartió con las autoridades mexicanas sobre el caso, lo cual fue criticado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos. 

La información de la DEA detalló que la investigación inició en 2013 y con el paso de los años se fue vinculando al entonces secretario de la Defensa Nacional con Juan Francisco Patrón Sánchez, conocido como el H-2 del cártel de los Beltrán Leyva. 

“Las pruebas recabadas en los Estados Unidos consisten principalmente en unas comunicaciones interceptadas en decomisos físicos de drogas y en testigos cooperantes”, señaló Timothy Shea, administrador interino del Departamento de Justicia. 

De acuerdo con miles de mensajes interceptados supuestamente entre Cienfuegos y miembros del cártel de los Beltrán Leyva, el general presuntamente brindó protección al cártel y desvió operaciones militares en Nayarit. 

Aunado a ello, Propublica reportó que los investigadores estadounidenses habían recopilado declaraciones de nuevos testigos y pruebas adicionales sobre las operaciones del cártel y Zepeda en Nayarit, incluyendo a dos testigos que supuestamente tuvieron encuentros presenciales con el general. 

Sin embargo, la FGR argumentó que no se podía vincular de manera clara que Cienfuegos fuera la persona que menciona en los mensajes recopilados por la DEA, además de que no se pudo comprobar que el general tuviera un celular Blackberry, y referir que la descripción en los mensajes no coincidía con las características físicas del militar. 

Dentro del expediente de la FGR, se constata que abogados de la Sedena se sumaron a la defensa del general Cienfuegos, y la Secretaría negó que el exsecretario hubiera tenido injerencia en los operativos en Nayarit. 

Cienfuegos negó las descripciones físicas de su persona, reuniones con presuntos criminales y el tener un celular Blackberry en ese momento, contrario a como se mencionan en los mensajes interceptados por Estados Unidos.

Entre las críticas hacia la FGR, estuvo el difundir su expediente sobre el caso con la mayoría de las partes testadas -canceladas con color negro-.

“A no ser que el texto testado incluya alguna información inesperada, el expediente de la FGR no parece reflejar la realización de una investigación exhaustiva. Los argumentos de la FGR para determinar el no ejercicio de la acción penal hacen eco en gran parte de la argumentación de Cienfuegos; la FGR le mostró a Cienfuegos el expediente y recibió su declaración el 9 de enero, para anunciar cinco días después el cierre del caso”, señaló la organización WOLA

La organización México Unido contra la Delincuencia (MUCD) condenó el actuar de la FGR y señaló que las  autoridades mexicanas no debieron limitarse a investigar los delitos imputados por la justicia estadounidense y a desestimar las pruebas aportadas por la DEA, sino que debieron analizar la posible participación del exsecretario en casos de violaciones graves a los derechos humanos, en casos como el de Tlatlaya.

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Imagen BBC
Gardi Sugdub: la comunidad de Panamá que tuvo que abandonar su isla ante el riesgo de ser tragada por el mar
14 minutos de lectura

300 familias dejaron la isla en que vivían en el Caribe panameño huyendo del hacinamiento y los efectos del cambio climático, y fueron trasladadas a una barriada en tierra firme. BBC Mundo visitó ambos lugares.

06 de febrero, 2025
Por: BBC News Mundo
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“Es una isla casi abandonada. Quedó como muerta”, me advierte Delfino Davies nada más poner un pie en su pequeño museo de herramientas e instrumentos.

El sonido de su escoba al barrer es lo único que se escucha ahora entre estas casas. Ya casi no recibe a nadie en su “pequeño tesoro”, como llama a su local, pero le gusta tenerlo siempre impecable.

“Antes se escuchaba a los niños gritar y jugar por los rincones, había música en todos lados, los vecinos se peleaban… Pero todos los sonidos se escaparon”.

Los recuerdos asaltan rápido la memoria de este indígena guna, cuya isla cambió por completo el pasado mes de junio, cuando decenas de botes a motor y cayucos de madera trasladaron a 300 familias desde la isla Gardi Sugdub, en el Caribe panameño, a una barriada en tierra firme conocida como Isberyala.

Fueron unas mil personas las que huyeron del hacinamiento y del aumento del nivel del mar. Se trata de una de las primeras comunidades que es reubicada en América Latina debido a causas climáticas y la primera en Panamá.

La mudanza duró varios días.

“Se fue mi papá, mi hermano, mis cuñadas, mis amigos… Los niños preguntaban ‘¿dónde se fue mi amiguito?’ Y comenzaron a llorar”, me relata Delfino.

Soltero y sin hijos, las piezas de su museo son ahora su mejor compañía.

Se calcula que apenas una veintena de familias -poco más de cien personas- siguen viviendo en Gardi Sugdub.

Muchos se quedaron porque en Isberyala no había espacio para todos. La evacuación comenzó a planificarse hace más de 10 años, cuando había menos habitantes. Otros simplemente se negaron a abandonar su isla.

La mayoría, sobre todo los hombres, pasan el día en un embarcadero jugando a las damas junto a una cafetería que tiene ya más empleados que clientes. Hasta que un sonido se acerca desde el horizonte.

“Está llegando el pescado”, me explica Delfino al ver mi cara de sorpresa.

En ese momento, entra al puerto un cayuco de madera con dos hombres a bordo. Mientras uno hace sonar una enorme caracola marina para avisar de su llegada, el otro entona a voz en grito: “¡un pez, un dólar!”.

Es el momento más esperado del día para los últimos ocupantes de la isla.

“De mi familia nos quedamos solo tres personas”, cuenta Delfino. “En otra solo se quedaron dos, en otras no se quedó nadie… solo las puertas cerradas”.

Los candados en sus cerraduras atestiguan que se han marchado.

“Me acostumbré a estar aquí y me quedaré con mi comunidad. Si se hunde la isla, yo me hundiré con ella”, me dice Delfino sin perder la sonrisa.

Ganarle terreno al mar

Los gunas, que originalmente vivían en el interior del continente, llegaron a estas islas hace siglos, huyendo primero de los conquistadores españoles y luego de las epidemias y conflictos con otros pueblos indígenas.

En concreto, la isla Gardi Sugdub -cuyo nombre significa “Isla Cangrejo”-, fue ocupada hace más de un siglo, y desde entonces, no ha parado de crecer. En gente… y también en tamaño.

Una imagen tomada por un drone de la isla Gardi Sugdub
Paolo Castillo | BBC Mundo
La isla de Gardi Sugdub se encuentra en el archipiélago Guna Yala, en el Caribe panameño.

Ubicada en el archipiélado Guna Yala (antes llamado archipiélado de San Blas), es un espacio de aproximadamente 400 x 150 metros, donde hasta hace poco se apiñaban alrededor de 1.300 personas con servicios básicos limitados.

Muchos habitaban en extensiones hechas ganándole terreno al mar.

Cuando necesitaron más casas para albergar a la creciente población, los gunas comenzaron a colocar en la orilla grandes piedras traídas desde los arrecifes.

Luego fueron rellenando los huecos usando residuos como cáscaras de coco, y a modo de ingrediente final, lo recubrían todo con tierra extraída de la costa. Sobre ese “relleno”, como le dicen, levantaban nuevas viviendas.

Aun así, el espacio se hizo pequeño.

“Había familias que tenían que dormir con doble hamaca, una encima de la otra. Había que construir una nueva comunidad para ellos”, me cuenta Delfino mientras paseamos por las calles casi desiertas.

Solo unos niños jugando al fútbol se cruzan en nuestro camino. Menos gente, más sitio para jugar.

Una construcción junto al mar sirve para que los habitantes hagan sus necesidades
Gonzalo Cañada | BBC Mundo
Los habitantes de Gardi Sugdub construyen, junto al mar, plataformas con huecos para hacer sus necesidades

El agua por los tobillos

Fue precisamente debido al hacinamiento que la comunidad de Gardi Sugdub empezó a pedir en la década de 2010 un sitio para reubicarse.

Pero la falta de espacio no era el único problema que los afectaba. El agua también se había convertido en una amenaza tangible.

Según un estudio elaborado por el gobierno de Panamá y la Universidad de Cantabria (España), para 2050 la isla podría ser ya inhabitable.

Y las autoridades temen que muchas de las más de 40 islas habitadas por los gunas en el archipiélago corran la misma suerte en las próximas décadas.

“Todas están a apenas 50 centímetros sobre el nivel del mar, por lo que es prácticamente inevitable que el traslado sea obligatorio para todos”, le explica a BBC Mundo Jaime Jované, ministro de Vivienda y Ordenamiento Territorial de Panamá.

Steven Paton, del Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales, cree que “es casi seguro que antes del final del siglo, la mayoría de las islas de Guna Yala quedarán sumergidas”.

En Gardi Sugdub, la urgencia es palpable.

Muchas de las casas, construidas con madera, paja y techos de hojalata, terminan inundadas durante el periodo de lluvias entre noviembre y febrero.

En esos momentos, la única solución es permanecer tumbados en las hamacas, a pocos centímetros del agua que anega las viviendas.

Mapa que muestra el traslado de la comunidad guna desde Gardi Sugdub hasta Isberyala
BBC

“Cada año, veíamos que las mareas eran más altas. Como soy bajita, el agua me llegaba hasta los tobillos”, me cuenta Magdalena Martínez, una mujer de 74 años que sí se trasladó a tierra firme.

“No es posible que fuéramos a cocinar en fogones y siempre estuviera inundado. Así que dijimos: ‘tenemos que salir de aquí'”.

Delfino, sin embargo, cree que lo que está ocurriendo es cíclico.

“Mis abuelos y mi papá me dijeron que antes el nivel del mar subía más, los niños jugaban dentro de la casa en el cayuquito… Y, después de unos días, ¿qué había? Abundancia de pescado. Esa subida del agua nos trae los peces”.

En su relación ancestral con el mar, el concepto de cambio climático es secundario al del hacinamiento.

Pero expertos y ambientalistas creen que el caso de la comunidad guna puede ser un anticipo de lo que está por venir.

“Para finales de este siglo, se estima que 500 millones de personas que viven en costas de todo el planeta se tengan que mudar porque el nivel del mar va a hacer que ciudades grandes como Yakarta, Nueva Orleans o Miami sean inhabitables”, cuenta Steven Paton.

“¿Qué nos esperará?”

“Mi mente se remontó al éxodo de la Biblia cuando vi todas las familias que estábamos embarcando en diferentes barquitos”.

Sentada en su nueva casa en Isberyala, Magdalena recuerda el momento en que tuvo que abandonar la isla.

Unos días antes, y años después de que se iniciaran los planes de traslado, el gobierno -liderado entonces por Laurentino Cortizo- había hecho entrega de las llaves a los primeros vecinos de la nueva comunidad.

“Pensé, ¿qué será allá? Será algo bueno, porque le daremos nuestra imagen a ese lugar, pero ¿qué nos esperará?, ¿qué es lo que tendremos que hacer?, ¿qué nos faltará?”, me cuenta.

Trasladarse significaba empezar de cero.

Una de las calles de Isberyala donde se aprecian dos hileras de casas
Gonzalo Cañada | BBC Mundo
Las viviendas en Isberyala son todas prefabricadas en tonos amarillo y blanco.

“Es bastante triste salir de un lugar donde uno ha estado tanto tiempo. Añora las amistades, las calles en las que vivió, la cercanía del mar. Solo traje mi ropa y algunos utensilios de cocina. Una siente que deja pedazos de su vida en la isla”, confiesa Magdalena.

El mismo recorrido que hicieron aquellas familias en junio en 2024, lo hizo BBC Mundo unos meses después.

Tras 15 minutos en bote y otros 5 en camioneta llegamos a la nueva comunidad.

A la entrada, una pancarta recién instalada con el eslogan ‘Bienvenidos a Isberyala’, y a los costados, comuneros que retiran la maleza de la carretera con grandes machetes.

Varias filas de viviendas blancas y amarillas forman el nuevo hogar de los guna.

El gobierno de Panamá invirtió 15 millones de dólares en la construcción de la nueva barriada y también recibió fondos del Banco Interamericano de Desarrollo. Pero la comunidad jugó un papel esencial en su creación.

“Un haz de lápices es mejor que un lápiz solo, porque un grupo de lápices es difícil que se rompa”, me dice Magdalena, haciendo alusión a ese trabajo comunitario.

“Los pioneros que visualizaron esta comunidad no pudieron ver realizado su sueño. Yo todavía estoy viva y puedo gozar de mi casita”, cuenta orgullosa.

Magdalena enseña a su nieta Bianca a coser molas
Gonzalo Cañada | BBC Mundo
Magdalena quiere que su nieta Bianca siga con las tradiciones y aprenda a coser molas.

Magdalena vive junto a su nieta Bianca, de 14 años, y su anciana perra, Nieve, que esta tarde se resguarda del sol bajo un pequeño techado. Bajo este calor asfixiante, su nombre parece una paradoja.

“Aquí voy a poner un jardín con plantas medicinales y allá quiero plantar yuca, tomate, plátano, mango y piña”, va apuntando mientras me muestra el espacio detrás del inmueble.

Otros están construyendo techados o incluso nuevas habitaciones adosadas a las viviendas originales.

Deudas pendientes

El traslado de los guna es visto como un ejemplo para el resto del mundo, de “cómo puede ser en la práctica la adaptación climática liderada de forma local”, explicó a BBC Mundo la investigadora Erica Bower, experta en desplazamiento climático para Human Rights Watch.

“Esto es algo que ocurrirá cada vez más y más, y tenemos que aprender de estos primeros casos para entender cómo afrontarlo de forma exitosa”, destaca.

De momento, la vida en Isberyala está lejos de ser ideal y algunos de los servicios básicos experimentan interrupciones regularmente.

Por eso cuando Alberto, un vecino que hace las veces de taxista, activa el mecanismo del tanque de agua, se desata el fragor de la rutina mañanera.

Las madres bañan a sus niños, las lavadoras a plena potencia y los bidones vuelven a rellenarse “por si las moscas”. Hay que aprovechar. El agua se corta unas tres horas más tarde y no regresa hasta la noche.

Si regresa.

El tanque que surte a la comunidad se alimenta de cuatro pozos que funcionan con un generador, que en ocasiones, sobre todo debido al mal tiempo, se avería.

Una mujer corta el pelo a su hija en la barriada Isberyala
Gonzalo Cañada | BBC Mundo
Cortar el pelo también forma parte de la rutina mañanera cuando la barriada dispone de agua.

De hecho, poco antes de nuestra visita, nos cuentan, estuvieron sin agua durante una semana.

Magdalena enfrenta las carencias con optimismo.

“Acá tengo mejor condición de vida, luz 24 horas, agua potable… En la isla era más difícil. Teníamos que ir a buscarla al río. Aquí tengo el grifo, me puedo duchar las veces que quiera. Tengo más comodidad”.

“Cuando vivíamos allá solo teníamos luz durante cuatro horas y aquí por lo general mi nieta puede seguir estudiando en la noche”, le explica a BBC Mundo.

Pero hay quienes ante estos incidentes optan por regresar a la isla.

“Sin luz puedo estar, pero sin agua no. Por eso, vengo acá a cocinar y a limpiar la ropa”, me cuenta Yanisela Vallarino desde la isla, mientras cuelga las prendas que acaba de lavar a mano.

Yanisela se mudó a la nueva barriada junto a su marido e hijos, pero vuelve a menudo a Gardi Sugdub, donde aún viven su madre y algunos de sus hermanos.

“Aquí la brisa la siento fuerte, pero allá no. No me acostumbro todavía. Y echo de menos mi casa, porque allá es más chica”.

Yanisela, sentada en una silla fuera de su casa en Isberyala
Gonzalo Cañada | BBC Mundo
Yanisela regresa a la isla siempre que la barriada deja de tener agua.

Aunque el agua no es la única razón que la trae a la isla.

En la barriada tampoco hay un centro de salud, por lo que sus habitantes tienen que seguir acudiendo al que existe en Gardi Sugdub, que no cerrará mientras no haya una alternativa en Isberyala.

“Yo como madre me preocupo, porque si un hijo se enferma allá es difícil”, explica.

En una ocasión, relata, tuvo que conseguir un auto y un bote a las 10 de la noche para llevar a una hija al centro de salud de la isla, porque no podía respirar.

Las autoridades panameñas le dijeron a BBC Mundo que en 2012 (durante el gobierno del expresidente Ricardo Martinelli), se inició la construcción de un hospital, pero la obra fue abandonada dos años después por problemas de financiación.

El equipo del actual ministro de Salud, Fernando Boyd Galindo, aseguró que espera retomar el plan en 2025, aunque no especificó fecha para la entrega de las obras.

Por su parte, Jované, encargado de Vivienda y Ordenamiento Territorial, afirmó que se está estudiando la posibilidad de ampliar Isberyala para acoger a las familias que siguen en Gardi Sugdub y quizás en un futuro a las de otras islas del archipiélago.

Tradición y orgullo

Las ruinas del hospital abandonado contrastan con las de un proyecto que sí se concretó: el Centro Educativo Sahila Olonibigiña.

El enorme complejo de edificios de paredes azules es el gran orgullo de la nueva comunidad, y a él asisten no solo alumnos de Isberyala sino también aquellos que quedan en Gardi Sugdub e incluso desde otras islas.

“De las más de 40 escuelas que tenemos en la comarca Guna Yala, es la única con todas estas facilidades”, me cuenta Francisco González, el director e impulsor de este centro modelo.

Con su apertura, la escuela que existía en la isla cerró definitivamente.

Cuatro niños posan en un aula del Centro Educativo Sahila Olonibigiña
Gonzalo Cañada | BBC Mundo
Al Centro Educativo Sahila Olonibigiña acuden niños de muchas comunidades de la zona.

“En Gardi Sugdub nos enfrentábamos a la subida de la marea y los vientos que soplan del norte… Teníamos que buscar la manera de salir adelante y crear aulas en distintos rincones, donde encontrábamos espacio”, relata Francisco.

La nueva escuela cuenta con más de 20 salones y tiene comedores, computadoras, canchas deportivas, clases de idiomas y artes plásticas, una biblioteca…

También ofrece educación vespertina.

“Me alegré mucho cuando la nocturna se abrió, porque quería estudiar todavía”, me confiesa emocionada Yanisela, y se pone la mano en el corazón.

Además de en las clases formales, los niños participan en actividades destinadas a mantener las tradiciones guna.

Precisamente hoy, en la Casa de la Cultura de la escuela hay un ensayo de danza y música tradicionales.

Un grupo de niños y niñas de 12 y 13 años portan coloridas camisas y vestidos con molas, el diseño textil con formas geométricas típico de este grupo indígena. Ellos tocan flautas y ellas maracas.

El grupo de danza y música de Isberyala ensaya en la casa de la cultura
Gonzalo Cañada | BBC Mundo
El grupo de danza y música de Isberyala ensaya en la Casa de la Cultura.

Ensayan “la danza del tucán” y “las abuelas que lloran”, que se baila en honor a los caídos en la revolución de 1925, cuando los gunas se rebelaron contra las autoridades panameñas para que se respetara su autonomía.

Reunirse de nuevo

Si las mañanas en Isberyala giran en torno al agua, las tardes son el turno del deporte.

Jerson, de 8 años, es fanático del fútbol e imita el célebre grito ‘siuuu’ de Cristiano Ronaldo después de cada gol que logra en una improvisada portería entre dos piedras.

“Prefiero este sitio a la isla porque tenemos más espacio para jugar”, me dice antes de lanzarse de nuevo por el balón.

Un niño posa en el espacio detrás de su casa en la barriada de Isberyala
Gonzalo Cañada | BBC Mundo
Jerson (8 años) pasa las horas jugando al fútbol en el espacio que hay detrás de su casa

Más allá, en uno de los extremos de la barriada, una nueva cancha de baloncesto hace las delicias de unos adolescentes que practican para el gran torneo que se celebrará unas semanas después, en el que cada calle – Naga Kantule, Iguatioquiña, Igwawilubbe, Ibelele,…- contará con su propio equipo.

El voleibol también es muy popular.

“Me gusta ser la que saca, porque puedo golpear fuerte la pelota”, me cuenta Bianca, la nieta de Magdalena.

Ambas llevan un rato sentadas bajo el techado exterior de su casa y la abuela le está enseñando a coser las tradicionales molas.

“Al principio le está costando, pero sé que va a aprender”, se ríe.

Cuando un rato después, Bianca es ‘liberada’ de sus tareas y se marcha con sus amigas, le pregunto a Magdalena qué echa de menos de la isla.

Presiento que me va a hablar del mar, de la brisa o sobre cómo añora comer pescado a diario, pero su respuesta no puede resumir mejor el sentir de este pueblo: “Me gustaría que todos estuviéramos aquí”.

No pierde su sonrisa, pero por primera vez detecto un aire de nostalgia en su mirada.

Hamacas y nísperos

Antes de irnos visitamos la Casa del Congreso, el lugar donde se reúne la comunidad, y la única edificación construida a la usanza guna. Es un edificio grande, rectangular, techado con ramas y hojas.

En el centro, tumbado sobre una hamaca nos espera Tito López, el ‘sayla’ de Isberyala, la máxima autoridad del lugar.

Tito López, el sayla de Isberyala, la máxima autoridad de la comunidad, posa tumbado en su hamaca
Gonzalo Cañada | BBC Mundo
Tito López es el sayla de Isberyala, la máxima autoridad de la comunidad.

“Mientras la hamaca esté viva, el corazón del pueblo guna estará vivo”, nos dice mientras se balancea.

Tan intrínseca es la costumbre de dormir en ellas que las están instalando en sus nuevas casas, sustituyendo las modernas camas que incluían por defecto.

La conexión trasciende el descanso.

Cuando un guna muere, se le viste con las ropas tradicionales y se le coloca en su hamaca durante un día mientras recibe la visita de familiares y amigos.

Luego, se le entierra envuelto en ella. Encima del cuerpo se colocan ramas de níspero, otro elemento muy especial para estos indígenas.

Los guna tienen un respeto sagrado por la naturaleza.

Así que, como se vieron obligados a talar muchos árboles de este fruto para limpiar el terreno donde se levantó la nueva comunidad, decidieron llamarla Isberyala, que en su idioma significa ‘montaña de nísperos’.

Allí está su nuevo hogar.

Mapa: Caroline Souza, Equipo de periodismo visual de BBC Mundo

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