El presidente Andrés Manuel López Obrador defendió en Sinaloa la frase “abrazos, no balazos” que mencionó desde 2012 para promover su estrategia de seguridad. Destacó que “son buenos los resultados” a pesar de la propaganda en contra.
Esto por críticas de opositores como la candidata Xóchitl Gálvez, quien acusa en sus mítines rumbo a la elección del 2 de junio que los abrazos también han sido para los criminales, aunque como tal el mandatario nunca ha dicho esa frase textualmente.
Desde finales del sexenio de Felipe Calderón, para diferenciarse del panista, López Obrador dijo que en lugar de la fuerza su gobierno apostaría por programas sociales para alejar a los jóvenes de la delincuencia, además de cambiar el enfoque criminalizante ante el consumo de drogas.
“En el caso que nos ocupa de la violencia y de la inseguridad pública, podemos resumir: Abrazos y no balazos”, refirió.
Ese cambio de estrategia se reflejó en menos enfrentamientos de la Secretaría de la Defensa Nacional, y menos personas fallecidas a manos de las Fuerzas Armadas que en sexenios anteriores; además de menos personas detenidas por narcotráfico, y un nivel menor de aseguramiento y erradicación de drogas como la mariguana.
Elaboración propia con datos de la Sedena
Sin embargo, también hay datos como que en 2022 los homicidios fueron la primera causa de muerte de personas jóvenes, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Y hechos como que durante su gobierno se incumplió la promesa de un nuevo enfoque ante el consumo de drogas, al mantener un discurso estigmatizante.
Además, López Obrador no sólo mantuvo al Ejército en las labores de seguridad pública –aunque en campañas como la de 2012 habló de retirarlo de esas funciones-, sino que le transfirió un nivel récord de funciones que antes correspondían a civiles, como lo documenta el informe ‘Transferencia de Facultades de las Fuerzas Armadas 2018 – 2020’ de México Unido Contra la Delincuencia (MUCD).
Y la nueva corporación de seguridad que surgió en su mandato, la Guardia Nacional, también mantuvo una mayoría de elementos militares. El mandatario apostó porque estuviera bajo control del Ejército.
“Es una política que en lo fundamental no sólo profundizó la militarización para entregar el 100% de la función de seguridad pública federal a corporaciones armadas, sino que además se acompañó de otras medidas tremendamente punitivas que no se habían, digamos, expandido en esa magnitud en sexenios anteriores, aunque evidentemente sexenios anteriores lo inauguraron”, comenta Lisa Sánchez, directora ejecutiva de la organización MUCD.
Entre esas medidas punitivas, Sánchez menciona el “sobreuso de la prisión preventiva oficiosa, la criminalización de la migración”, y el “bloqueo” de una reforma de la política de drogas o la regulación de la canabis.
Ante las críticas sobre su estrategia, el gobierno de López Obrador defiende que se revirtió la tendencia al alza en asesinatos que tuvieron el sexenio de Calderón y Enrique Peña Nieto. Lo cual es cierto, con una baja de 12% en los homicidios dolosos comparando 2018 con 2023, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
Elaboración propia con datos del Inegi
Pero también lo es que siguen matando en promedio en el país a 80 personas cada día, y que se siguen registrando “más de 2 mil víctimas mensuales desde 2016, sin tener una disminución significativa”, según un análisis de MUCD.
Además, se han alcanzado niveles récord de víctimas de extorsión, e informes como el de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos muestran que en años como 2021 se dieron también cifras récord de desplazamiento interno forzado.
Fueron 28 mil 943 personas, en particular en los estados de Michoacán y Zacatecas. De hecho, casi la mitad (47%) de las personas desplazadas internamente por la violencia en México en 2021 vivían en Michoacán, según el Informe “Episodios de desplazamiento interno forzado en México 2021”.
Elaboración propia con datos del Secretariado Ejecutivo
“No voy a cometer el error que se cometió de iniciar una guerra en contra de la delincuencia sin tener conocimiento de causa, sin tener un buen diagnóstico, sin saber que se iba a enfrentar eso”, dijo López Obrador durante una conferencia de prensa en abril de 2012, para desde entonces insistir con ese dicho en sus mítines y conferencias.
En aquel momento llegaba a su fin el sexenio de Felipe Calderón, en el que se alcanzaron niveles récord de enfrentamientos de las fuerzas armadas con grupos criminales, así como de decomisos y detenciones de narcotraficantes, aunque también se duplicaron los homicidios dolosos y se incrementaron las denuncias de víctimas que no tenían alguna responsabilidad en actividades criminales, pero que habían muerto en el fuego cruzado de la “guerra”.
Elaboración propia con datos de la Sedena
En ese contexto López Obrador planteó “abrazos, no balazos”. Aunque, como ya mencionamos, en varios momentos ha mantenido un enfoque punitivo.
Y en la opinión de Lisa Sánchez, tampoco se terminó de priorizar a la gente en una política de seguridad ciudadana y se optó una política de seguridad nacional que pone al centro al Estado y sus instituciones, como el Ejército y la Guardia Nacional.
“El fraseo fue desafortunado desde el mismo uso por el propio presidente, en tanto que, si bien quería capturar el espíritu de un cambio de rumbo de política, ese cambio de espíritu nunca llegó”.
En la conferencia de prensa del 22 de septiembre de 2022, López Obrador mencionó que hay quienes les llaman “blandos” cuando insiste con su frase “abrazos, no balazos”.
Entonces defendió que las Fuerzas Armadas evitan caer en provocaciones, aunque la letalidad del Ejército bajo su mandato ha sido más alta que con Enrique Peña Nieto o Calderón.
“La proporción es de 4.4 civiles fallecidos por cada civil herido en esta administración, mientras que en el sexenio de Calderón se registró una proporción de 3.9 y con Peña Nieto de 3.3”, refiere el informe A(r)madas y letales, de Data Cívica e Intersecta.
Ahí se detalla que para los periodos 2007-2011 y 2017-2020 hubo un total de 6 mil 934 enfrentamientos violentos entre autoridades y civiles. Siendo 2011, con Felipe Calderón, el año en que se alcanzó el pico de estas confrontaciones.
En respuesta vía Transparencia, la Marina indicó que entre 2010 y 2022 murieron 518 civiles al enfrentarse a sus elementos, y de esa cifra la mayoría de los decesos ocurrieron en el sexenio de Enrique Peña Nieto, siendo 2017 el año con la cifra más alta, 115.
La Guardia Nacional, en tanto, de 2019 a 2022 reportó 282 civiles fallecidos, según una respuesta en la PNT.
Elaboración propia con datos de la Semar
En el Anexo Estadístico del Quinto Informe de Gobierno los datos en los que se cita como fuente a la Fiscalía General de la República muestran un descenso en las detenciones de personas por narcotráfico a manos de autoridades federales.
De 2019 a 2022 se registró un promedio de 16 mil 630 detenciones anuales. En el sexenio anterior de Enrique Peña Nieto, de 2013 a 2016, el promedio fue de 23 mil 301; y de 2007 a 2010, con Felipe Calderón como presidente, el promedio fue de 33 mil cada año.
Elaboración propia con datos del quinto informe de gobierno
Si solo se toman en cuenta los datos de la Fiscalía General de la República (FGR) sobre personas puestas a disposición por delitos de la salud, el promedio de 2019 a 2021 fue de 9 mil 971, considerando la pandemia; de 2013 a 2015, el promedio anual fue de 14 mil 844, y de 2007 a 2009, de 23 mil 634, según una respuesta vía transparencia.
En el mismo documento del Quinto Informe de Gobierno, otro apartado asegura que del 1 de diciembre de 2018 a junio de 2023 “el número de personas detenidas relacionadas con el tráfico de drogas fue de 74,654, se incrementó en 130.5% respecto de los 32,387 de la pasada administración”, y se cita como fuente a la Sedena y a la Secretaría de Marina.
Pero esto no coincide con los datos del Anexo Estadístico ya mencionado, y en respuestas vía transparencia la propia Sedena refiere que de 2019 a marzo de 2023 había detenido a un total de 31 mil 396 personas, incluso sin diferenciar cuántas aprehensiones habían sido por narcotráfico, por armas o alguna otra causa.
La Marina, en tanto, también vía transparencia indicó que de 2019 a 2023 detuvo a 3 mil 376 personas “presuntos infractores detenidos en flagrancia del delito y aseguramientos de drogas”. Del 5 de enero de 2020 al 13 de mayo de 2023, en tanto, sin distinguir por tipo de crimen la Guardia Nacional sólo detuvo a 4 mil 310 personas, según una respuesta que dio en la PNT.
Elaboración propia con datos del quinto informe de gobierno
En el caso de erradicación de cultivos de mariguana, de 2019 a 2023 nunca se superaron las 3 mil hectáreas, lo que contrasta con las más de 13 mil que se erradicaron anualmente de 2007 a 2011, cuando gobernó Felipe Calderón. De hecho, en 2007 se alcanzó el máximo de 23 mil 315.
El promedio de hectáreas erradicadas de 2019 a 2021 fue de 2,239; mientras que de 2013 a 2015 fue de 5 mil 728, y de 2007 a 2009 de 19 mil 559.
Elaboración propia con datos del quinto informe
Sobre kilos de cocaína, la FGR contabilizó un promedio anual de 16 mil 459 de 2019 a 2021; entre 2013 y 2015 de 7 mil 110, y de 29 mil 718 entre 2007 y 2010.
En cuanto a vehículos asegurados por autoridades federales, como parte del “Esfuerzo nacional en la lucha contra el narcotráfico”, de 2019 a 2022 se observó un promedio de 11 mil 693 vehículos asegurados anualmente. De 2013 a 2016, en tanto, el promedio fue de 18 mil 161, y de 2007 a 2010, de 7 mil 286, aunque en 2012 se alcanzó la cifra de 37 mil 931, la más alta en los últimos 16 años.
Otro indicador es el de pistas de aterrizaje clandestinas localizadas y destruidas por la Sedena. De 2019 a 2023 solo fueron 199, mientras que de 2013 a 2017 la cifra fue de mil 456, según lo que respondió la Secretaría vía Transparencia.
Donde sí se observó un alza es en el aseguramiento de armas a manos de fuerzas federales. De 2019 a 2022 el promedio fue de 18 mil 225 armas aseguradas anualmente. De 2013 a 2016, el promedio fue de 10 mil 349. Aunque en la administración de Felipe Calderón, en tanto, el promedio fue de 24 mil 304 anuales de 2007 a 2010.
México lleva seis años sin datos actualizados sobre consumo de sustancias legales e ilegales. La última Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (Encodat) se realizó en 2017.
En octubre de 2023 el Gobierno de López Obrador anunció que se levantaría una encuesta a cargo de la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama) y que el muestreo estaría a cargo del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnología (Conahcyt). Los resultados estarían disponibles en marzo de 2024 pero ya es abril y no han sido publicados.
La encuesta se realiza no por voluntad propia del actual gobierno, sino como resultado del amparo que interpuso México Unido contra la Delincuencia (MUCD) que obliga al gobierno federal a retomar la Encodat.
“Lo básico a resaltar es que el ejercicio no va a ser comparable con ninguno de los levantamientos anteriores porque se cambió una metodología, entonces no va a permitirnos realmente determinar si durante este sexenio hubo aumentos o disminuciones o estabilizaciones en el consumo”, apunta la directora ejecutiva, Lisa Sánchez.
A dos años de concluir su mandato, en la conferencia de prensa del 1 de marzo de 2022, López Obrador dijo que estaba convencido de seguir con la política de “abrazos no balazos” para quitar a los jóvenes de la delincuencia organizada.
Pero los homicidios fueron la primera causa de muerte de los jóvenes de entre 15 y 44 años de edad en México durante 2022, de acuerdo con datos del Inegi presentados el 1 de noviembre de 2023.
En total fueron 23 mil 150 defunciones causadas por homicidio de hombres y mujeres en los rangos de estas edades, lo que equivale a 69.5%, según los resultados definitivos de las Estadísticas de Defunciones Registradas (EDR).
“El abrazos no balazos tiene que ver con abrazar a los jóvenes, abrazar a la población para evitar que se vinculen con la delincuencia”, insistió Claudia Sheinbaum durante su gira por Tabasco el 16 de marzo de 2024.
En el Quinto Informe de Gobierno se muestra un indicador de Tasa bruta de defunciones por homicidio entre las personas jóvenes, y desde 2012 la más alta se alcanzó en 2022, con 38.2 por cada 100 mil personas jóvenes.
“Vimos durante los primeros años de esta administración una desaceleración de los homicidios, luego vimos un estancamiento de los homicidios y, finalmente, una reducción, lo cual siempre celebramos, pero el resultado sigue siendo un número total de víctimas muy superior a los sexenios anteriores”, comenta Lisa Sánchez.
“La violencia no logró reducirse significativamente y, por lo tanto, tener una administración menos letal que las que lo precedieron, sino que además vimos, en números totales, la situación de otros delitos como la extorsión”, agrega la directora ejecutiva de MUCD.
El máximo de víctimas de extorsión fueron 11 mil 038 en 2022, durante la administración de López Obrador. Desde 2017 se ha presentado una tendencia al alza en este delito, que tuvo sólo una disminución anómala en 2020 (-7%), de acuerdo con el Micrositio de incidencia delictiva en México de MUCD.
Millones de años antes de la aparición del T. rex, la Tierra estuvo habitada por otros terroríficos depredadores.
Mucho antes del Tyrannosaurus rex, la Tierra estaba dominada por supercarnívoros mucho más extraños y aterradores que cualquier cosa imaginada por Hollywood.
Los dos animales caminaron en círculo, cada uno evaluando el robusto y lampiño cuerpo de su rival. Con dientes de sable que parecen cuchillos de carne, garras penetrantes y una piel tan gruesa como la de un rinoceronte, estos animales abrieron sus mandíbulas en un ángulo de casi 90 grados y se lanzaron a la batalla.
Los dientes de uno de ellos se cerraron sobre el costado derecho del otro y en una fracción de segundo todo llegó a su final. Al hundir, como si fueran agujas calientes penetrando cera, sus caninos de 12,7 cm en el hocico cuadrado de su oponente, el atacante se adjudicó la victoria. Este relato, o algo muy parecido, ocurrió en realidad.
En un día soleado de marzo de 2021, aproximadamente 250 millones de años después de esta gran batalla, Julien Benoit recibió un contenedor de apariencia poco prometedora, además de una invitación a que le echara un vistazo.
Estaba trabajando en una oficina del Museo de Historia Natural Iziko de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, a donde había sido invitado a visitar las colecciones de fósiles de la universidad. El recipiente era una caja de cartón muy vieja y sencilla.
“No se había abierto en por lo menos 30 años”, dice Benoit, profesor asociado de estudios evolutivos en la Universidad de Witwatersrand, Johannesburgo.
Dentro había un montón de huesos, incluyendo innumerables cráneos, muchos de los cuales estaban mal etiquetados.
Mientras los revisaba y reclasificaba, asignándolos a especies extintas hace mucho tiempo, notó una pequeña superficie brillante.
“Fue un momento emocionante. Supe de inmediato lo que estaba viendo”, dice Benoit.
Con una amplia sonrisa fue a visitar a su colega y le pidió prestado su microscopio para observar más de cerca. La superficie brillante pertenecía a un diente. Era puntiagudo y redondeado, y estaba incrustado en el cráneo de otro animal, probablemente de la misma especie.
Benoit cree que dos individuos del tamaño de un lobo habían estado luchando por el dominio antes de que uno de sus dientes más pequeños se rompiera.
Pero este no era el diente de un dinosaurio. Era un artefacto de un mundo olvidado hace mucho tiempo, inmortalizado en piedra mucho antes de que aparecieran el T. rex, el Spinosaurus o el Velociraptor.
El cráneo pertenecía a una especie no identificada de gorgonopsio, un grupo de astutos superdepredadores que acechaban la Tierra hace unos 250 a 260 millones de años, persiguiendo presas grandes y arrancándoles trozos de carne para tragárselos enteros.
Este era el Pérmico, una oscura era de la historia geológica donde el planeta estaba gobernado por bestias gigantescas y escalofriantes que corrían con un característico contoneo y a veces se alimentaban de tiburones.
Durante esta era, ocasionalmente había más carnívoros que presas para comer en tierra.
El Pérmico comenzó hace unos 299 a 251 millones de años, cuando toda las tierras del planeta se había fusionado en una única masa con forma de conejo: el supercontinente Pangea, rodeado por un vasto océano global llamado Panthalassa.
Esta fue una era de extremos.
Comenzó con una edad de hielo que convirtió la mitad sur del continente en un bloque continuo de hielo y contuvo tanta agua que el nivel global del mar descendió hasta 120 m.
Una vez finalizada esta etapa, el supercontinente se calentó y se secó gradualmente.
Con tal extensión de tierra continua, el interior no se benefició de los efectos refrescantes ni humectantes del océano, y se crearon franjas de tierra baldía.
Para el Pérmico medio, la parte central de Pangea era principalmente un desierto salpicado con algunas plantas coníferas, y puntuadas con las ocasionales inundaciones.
Algunas zonas eran casi inhabitables, con temperaturas que en ocasiones alcanzaban los 73°C, lo suficientemente altas como para asar un pavo a fuego lento.
“Así que había bastante aridez, pero aun así, más humedad en las zonas periféricas, y ciertamente en los hemisferios norte y sur, había abundante vegetación”, afirma Paul Wignall, profesor de paleoambientes de la Universidad de Leeds, Reino Unido.
Luego, hacia el final del Pérmico, el planeta entero se calentó abruptamente unos 10°C —aproximadamente el doble de lo que sería el peor escenario en la actualidad, si las emisiones de gases de efecto invernadero siguieran aumentando sin control—.
Esto sentó las bases para la mayor extinción masiva de la historia de la Tierra y las condiciones en las que los dinosaurios prosperarían.
Pero en esta era, la evolución del T. rex aún estaba lejos.
De hecho, la mayoría de los dinosaurios que hoy en día consideramos como icónicos estuvieron tan lejos en el tiempo del Pérmico como nosotros estamos de los dinosaurios.
En el Pérmico, los animales terrestres más grandes eran los sinápsidos, un grupo peculiar con una variedad caleidoscópica de formas y rasgos corporales, desde el Cotylorhynchus, lagartos parecidos a los tritones actuales con una cabeza extrañamente diminuta y la masa de un alce pequeño, hasta el ridículo Estemmenosuchus, que parecía un hipopótamo con un sombrero de fiesta de papel maché abultado.
Los sinápsidos compartían su mundo con una variedad de otros animales salvajes excéntricos.
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Los cielos estaban dominados por insectos similares a libélulas del tamaño de patos, los Meganeuropsis.
En agua dulce, había que enfrentarse a anfibios carnívoros de 10 metros de largo, con hocicos largos y reactivos que se asemejaban a los de los cocodrilos.
Mientras tanto, los océanos eran patrullados por misteriosos peces parecidos a tiburones con “sierras” dentadas circulares en la boca.
Se cree que Helicoprion utilizaba su herramienta brutal para abrir las conchas de las amonitas y cortar los cuerpos de presas grandes y de rápido movimiento.
“Había tantas criaturas raras y extravagantes… Creo que esto simplemente deja en evidencia lo vibrante que fue esta época”, afirma Suresh Singh, investigador visitante de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Bristol, Reino Unido.
De hecho, esta fue la primera vez que los animales de cuatro patas completamente dominaron la vida terrestre. Antes del Pérmico vino la era de los Anfibios, cuando la mayoría de las especies aún estaban ligadas al agua durante al menos parte de sus vidas, explica Singh.
Pero los sinápsidos tenían una gran ventaja sobre los anfibios: podían incubar a sus crías dentro de sus propios cuerpos o poner huevos grandes que conservaban su propia humedad. Básicamente, contaban con su propio “estanque privado” portátil, por lo que ya no necesitaban lagos ni ríos para reproducirse.
El grupo también desarrolló impermeabilización en sus cuerpos, lo que les permitió vivir en una amplia variedad de entornos.
Si bien algunos de los primeros sinápsidos tenían escamas, se cree que otros tenían una piel dura y desnuda. En general, eran animales de sangre fría y de movimientos lentos, pero aún así encontraban la manera de clavar sus garras en su comida favorita: la carne.
En el Pérmico, los sinápsidos eran completamente diferentes a todo lo que se había visto antes en la Tierra.
Y una de las características que realmente los diferenciaba de la competencia era su enorme dentadura. Ya fuera que la dieta de un animal requiriera triturar, masticar, desgarrar o cortar trozos de comida —a menudo carne— estas bestias estaban bien equipadas para la tarea.
En lugar de simplemente tener muchos dientes con formas similares a las de sus ancestros, tenían una auténtica navaja suiza en la boca, desde incisivos hasta caninos.
“Así pues, los herbívoros comen muchísimas plantas diferentes que aportan más nutrientes”, afirma Singh.
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Esto les permitió desarrollar cuerpos más grandes, lo que, a su vez, se tradujo en más calorías para los carnívoros, lo que les permitió convertirse en gigantes. “Los sinápsidos crecieron muy rápido”, añade Singh.
Pronto, Pangea se vio invadida por depredadores.
Es cuando aparece el Dimetrodon, la versión del dragón de Komodo del Pérmico.
Estos animales eran tres veces y media más grandes que sus homólogos modernos, llegando a pesar hasta 250 kg y eran algo más imponentes, con altas “velas” radiales que recorrían todo su lomo.
Estos superdepredadores se pavonearon por las zonas pantanosas de Pangea durante decenas de millones de años, devorando todo lo que encontraban a su paso, desde pequeños reptiles y anfibios hasta gigantescos sinápsidos con cuerpo de barril como el Cotylorhynchus.
En un yacimiento de Texas, los paleontólogos descubrieron que había 8,5 veces más ejemplares de Dimetrodon que grandes presas, una proporción que sugiere una sobreabundancia radical de depredadores, en comparación con lo que cabría esperar según las cadenas tróficas modernas.
Sin embargo, esta misteriosa supuesta “escasez de carne” en tierra se resolvió cuando los científicos descubrieron que los dientes del depredador de lomo avellanado se mezclaban con los esqueletos de tiburones Xenacanthus.
El Dimetrodon había estado cubriendo las carencias de su dieta cazando peces gigantes de agua dulce, y viceversa. Cerca de los restos de Xenacanthus, los investigadores encontraron huesos de Dimetrodon que habían sido masticados por Xenacanthus.
Pero una característica del Dimetrodon ha dejado a los científicos preguntándose durante siglos: ¿para qué servían las “velas” espinosas de su lomo?
En 1886, el paleontólogo Edward Drinker Cope sugirió que una característica similar en un pariente cercano del género podría haber funcionado como una serie de velas literales, como las de un barco.
Cope especuló que los animales usaban sus velas para navegar por lagos, aprovechando el viento. Sin embargo, Cope se equivocó.
La siguiente idea fue que la vela del Dimetrodon actuaba como un panel solar, ayudando a los animales a calentarse rápidamente para poder perseguir a sus presas.
Lamentablemente, las leyes de la física también desbarataron esa teoría. Utilizando el tamaño del Dimetrodon para estimar su tasa metabólica típica, los investigadores calcularon que sus velas habrían sido inútiles para la termorregulación en los miembros más pequeños del grupo, que, sin embargo, invertían mucha energía en la construcción de estas elaboradas estructuras.
De hecho, las velas podrían haber puesto a algunas especies de Dimetrodon en riesgo de hipotermia, al irradiar calor lejos del cuerpo. En cambio, se cree que desempeñaban un papel en el cortejo, ayudando a los monstruos a atraer parejas.
A medida que avanzaba el Pérmico, también lo hicieron los gustos gastronómicos del Dimetrodon.
Si bien inicialmente tendían a cazar presas más pequeñas o de su mismo tamaño, con el tiempo se inclinaron hacia festines más ambiciosos, enfrentándose a presas cada vez más grandes.
Y aquí, una vez más, los dientes lo eran todo: el Dimetrodon posterior poseía dientes serrados y curvos, ideales para agarrar y desgarrar la carne de presas que no podían tragarse enteras. También podían reemplazar sus dientes si se perdían o se rompían, una gran ventaja al cortar trozos duros de carne.
Pero a pesar de sus dientes serrados, nunca llegó a perfeccionar todo el equipo necesario para aprovechar eficazmente la nueva abundancia de presas de gran tamaño, afirma Singh.
Lo que los supercarnívoros del Pérmico realmente necesitaban, explica, eran mandíbulas más anchas. Esto crearía más espacio para la inserción de los músculos, lo que permitiría una mordida más potente.
Y esto dejó un hueco en el mercado. Otros carnívoros estaban más que encantados de ocuparlo.
El mayor depredador del Pérmico fue el Anteosaurus.
Como la cría mutante de un tigre y un hipopótamo, alcanzaba unos 6 metros de largo, y contaba con un apetito similar.
“Es un premio considerable [cuando se excava uno], porque no se encuentran muchos”, dice Benoit. Con mandíbulas musculosas, brazos poderosos y dientes duros que trituraban huesos, estos carnívoros dominantes reinaron en Pangea hace unos 260 a 265 millones de años.
Para realzar su aspecto escalofriante y enmarcar sus enormes dientes, los Anteosaurus tenían crestas óseas en el cráneo, sobre las cuencas de los ojos, que evocaban las orejas de un gran felino.
“Habrían sido aterradores de ver… es lo más parecido a un T. rex en el Pérmico”, dice Benoit. “La cabeza, en general, está muy bien diseñada para matar animales grandes y triturar sus huesos”, añade.
Estos depredadores también eran sorprendentemente rápidos.
En 2021, Benoit y sus colegas examinaron en detalle el oído interno de un Anteosaurus, introduciendo el cráneo de un joven adolescente en un escáner de tomografía computarizada.
Esta región suele estar finamente afinada para el equilibrio en cazadores ágiles, y los investigadores descubrieron que la de este espécimen era radicalmente diferente a la de otros sinápsidos.
Compara las adaptaciones únicas del depredador con las de los guepardos o el Velociraptor. “Es muy, muy especial”, afirma. “Está muy bien desarrollado”.
El equipo también encontró características en el cerebro que indicaban que el Anteosaurus tenía una impresionante capacidad para estabilizar la mirada. “Eso significa que, cuando se fijaba en una presa, no dejaba de seguirla”, afirma Benoit.
Pero la supremacía del Anteosaurus duró poco: desaparecieron en una extinción masiva hace unos 260 millones de años. Pronto llegó la época de los gorgonopsios, el más poderoso de los cuales procede la especie Inostrancevia.
Hoy en día, el Karoo es una franja de llanuras secas y abiertas del tamaño de Alemania, conocida como la “tierra de la sed”.
Pero hace 250 millones de años, la región era relativamente exuberante, centrada en un mar interior alimentado por una red fluvial.
“Habría helechos, colas de caballo y especies primitivas de gimnospermas como pinos y gingkos. En ese momento, no había plantas con flores, por lo que no había flores ni hierba de ningún tipo”, afirma Kammerer.
En este entorno prehistórico, abundaban las presas grandes.
Enormes manadas de dicinodontes (herbívoros parecidos a hipopótamos con picos similares a los de las tortugas) vagaban por el paisaje junto a reptiles colosales y fuertemente acorazados conocidos como Pareiasaurus.
La primera señal de peligro para estos deambulantes herbívoros fue probablemente un Inostrancevia saltando desde un matorral o desde detrás de una colina, afirma Kammerer.
Teniendo en cuenta sus proporciones corporales, cree que probablemente eran depredadores de emboscada.
Tras una breve persecución, Kammerer sugiere que el Inostrancevia pudo haber sometido a su presa con sus extremidades anteriores y haberla matado con sus poderosas mandíbulas y dientes de sable, posiblemente usándolos para destriparla.
Luego arrancaban trozos de carne y se los tragaban enteros. “Eran incapaces de masticar”, dice Kammerer.
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Este animal podía permitirse el lujo de ser un poco descuidado.
A diferencia de los felinos dientes de sable que habitaron el mundo mucho más recientemente y posiblemente coincidieron con los humanos modernos, la especie Inostrancevia podía reemplazar fácilmente los dientes rotos o perdidos, como hacen los tiburones y muchos reptiles.
“A menudo se infiere que los felinos dientes de sable [fosilizados] que se encuentran con colmillos rotos murieron de hambre como resultado de ello”, dice Kammerer.
Sin embargo, a pesar de todas sus adaptaciones como cazadores profesionales, Kammerer cree que la mera presencia de Inostrancevia en Sudáfrica fue una señal ominosa, que presagió la mayor extinción masiva en la historia de la Tierra. Porque, de hecho, nunca deberían haber estado allí.
En cambio, se creía que Sudáfrica estaba habitada exclusivamente por otros gorgonopsios más pequeños.
Hace aproximadamente una década, un coleccionista de fósiles se topó con un ejemplar de Inostrancevia en el Karoo. Kammerer quedó intrigado. “De inmediato pensé: ‘¿Cómo es que esto está aquí?'”, dice.
Hoy en día, una pista permanece en las trampas siberianas, una región que abarca unos 5 millones de kilómetros cuadrados, compuesta íntegramente de roca basáltica.
Esta zona se formó al final del Pérmico, durante un período de intensa actividad volcánica que expulsó 10 billones de toneladas de lava.
Se cree que esto incrementó los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera terrestre a unas 8.000 partes por millón (ppm), en comparación con las aproximadamente 425 ppm actuales.
En poco tiempo, la temperatura global se disparó drásticamente, provocando la desaparición de miles de especies en la tierra y en los océanos. Durante la Gran Mortandad, o la extinción masiva del Pérmico-Triásico, se extinguió alrededor del 90 % de la vida.
“Por lo tanto, creemos que el mundo se calentó increíblemente, probablemente el más caliente de los últimos mil millones de años”, afirma Wignall. Esto no solo dificultó la supervivencia en la tierra, sino que fue particularmente catastrófico para la vida acuática.
“El efecto de un planeta muy caliente fue que se estancaron los océanos, por lo que básicamente perdieron el oxígeno en gran parte de la columna de agua. Sin oxígeno disuelto en el agua, las cosas se empiezan a morir”, afirma.
Pero a diferencia de las películas, este fin del mundo no ocurrió instantáneamente.
“Creo que cuando pensamos en extinciones masivas, solemos pensar en la que extinguió a los dinosaurios: un asteroide impacta la Tierra, vaporiza todo a su alrededor y luego levanta una nube de polvo, lo que prácticamente genera un invierno nuclear durante mucho tiempo”, afirma Kammerer.
La extinción del Pérmico, en cambio, se desarrolló a lo largo de cientos de miles de años, explica.
Ahora parece que los gorgonopsios que habitaban originalmente el Karoo se extinguieron silenciosamente mucho antes de que la Gran Mortandad alcanzara su apogeo.
La especie Inostrancevia simplemente cruzó Pangea para llenar el vacío de tamaño de depredador que habían dejado.
En la cuenca del Karoo, Kammerer señala que los ecosistemas se estaban desestabilizando mucho antes del principal pulso de extinción.
Los depredadores se extinguían y eran rápidamente reemplazados por otros. Y cree que esto nos enseña una lección: estamos más avanzados en la crisis de extinción de lo que nos gustaría admitir.
“Un ejemplo de lo que ya hemos visto es que aquí en Norteamérica, históricamente, teníamos un contingente bastante grande de mamíferos depredadores superiores, como osos, pumas y lobos”, dice Kammerer.
Ahora, en su ausencia, depredadores que antes eran de nivel medio, como los coyotes, se están volviendo dominantes. “Están expandiendo agresivamente sus áreas de distribución, habitando muchas zonas donde antes no vivían y, funcionalmente, asumiendo el rol de depredador superior”, afirma.
Al final, ni siquiera Inostrancevia sobrevivió: desapareció hace 251 millones de años, junto con todos los demás gorgonopsios y la gran mayoría de sus parientes sinápsidos.
Sin embargo, un puñado de especies logró sobrevivir, viviendo para aterrorizar a la fauna del Triásico.
Hoy en día, los depredadores sinápsidos siguen con nosotros.
Con el tiempo, algunos de los supervivientes de la extinción del Pérmico desarrollaron su propia calefacción central, pelaje y la capacidad de alimentar a sus crías con leche: los extraños monstruos del Pérmico son los ancestros de todos los mamíferos vivos hoy en día, incluidos los humanos.
*Esta es una adaptación de una historia publicada inicialmente en BBC Future. Para leerla en su idioma original, haz clic aquí.
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