Claudia Sheinbaum, de la coalición Sigamos Haciendo Historia, no dijo en X, antes Twitter, que durante un retén en Chiapas se comprometió con integrantes del Cártel de Sinaloa a permitirles operar “sin ningún tipo de represalias”. No se encontraron declaraciones al respecto y la cuenta de donde proviene la publicación suplanta su identidad.
“Ayer en mi gira por Chiapas fui detenida por un grupo de encapuchados que se identificaron como miembros del Cártel de Sinaloa, los escuché, le di la atención a todas sus peticiones, me congratulo de brindarles la seguridad de que conmigo, en caso de ganar la presidencia, seguirán operando con toda tranquilidad y sin ningún tipo de represalias por parte del gobierno…”, se lee en una publicación en X atribuida a la candidata presidencial.
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El Sabueso revisó la cuenta de origen del post y encontró que comparte contenido de parodia, suplantando a Claudia Sheinbaum; sin embargo, varios usuarios han difundido la información sin advertir que se trata de una broma o sátira.
En los perfiles oficiales de la aspirante a la presidencia no se hallaron publicaciones ni declaraciones sobre que supuestamente permitiría al Cártel de Sinaloa operar en Chiapas “sin ningún tipo de represalias”.
Al realizar una comparativa del nombre de usuario en X, se identificó que el perfil real de la candidata es Dra. Claudia Sheinbaum, mientras que su primer apellido en el que usurpa la identidad está mal escrito.
Sumado a esto, el equipo de Claudia Sheinbaum confirmó a El Sabueso que la cuenta de donde proviene el comentario del Cártel de Sinaloa difunde desinformación y no está relacionada con la aspirante a la presidencia de Sigamos Haciendo Historia.
De igual manera, un rastreo en Google con palabras clave tampoco arrojó notas periodísticas que documentaran las supuestas afirmaciones sobre la organización criminal dedicada al narcotráfico.
Lo cierto es que la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México fue interceptada el 21 de abril por encapuchados cuando transitaba en un vehículo por el municipio de Motozintla, Chiapas, pero, de acuerdo con la abanderada de Morena, los hombres no se identificaron como integrantes del Cártel de Sinaloa.
Tras concluir su gira por el estado, Claudia Sheinbaum fue cuestionada sobre el tema en el aeropuerto de Tapachula, antes de tomar su vuelo de regreso a la Ciudad de México, donde señaló a medios que los “pararon unas personas”, quienes decían ser pobladores.
Por su parte, el presidente Andrés Manuel López Obrador expuso en la mañanera de este lunes que “es muy probable” que sea propaganda o montaje, “porque el que va a hacer un planteamiento ni va encapuchado, ni está grabando”.
Como te contamos en esta nota, en la Sierra Madre de Chiapas los cárteles de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación (CJNG) libran una batalla territorial en la frontera con Guatemala, pues disputan las rutas para el tráfico de drogas y armas.
En conclusión: Claudia Sheinbaum no dijo en X que durante un retén en Chiapas se comprometió con miembros del Cártel de Sinaloa a permitirles operar “sin ningún tipo de represalias”. No se encontraron declaraciones al respecto, y el equipo de la candidata presidencial de Sigamos Haciendo Historia confirmó que la cuenta de donde proviene la publicación no tiene relación con ella.
La nube digital reside en más de 10.000 centros de datos en todo el mundo. Su número crece constantemente, al igual que las quejas de residentes locales.
Cuando Beverly Morris se jubiló en 2016 pensó que había encontrado la casa de sus sueños: un tranquilo rincón rural de Georgia, rodeado de árboles y tranquilidad.
Hoy, es todo lo contrario.
A solo 366 metros de su porche, en el condado de Fayette, se encuentra un gran edificio sin ventanas, lleno de servidores, cables y luces parpadeantes.
Es un centro de datos, uno de los muchos que están apareciendo en pequeños pueblos de Estados Unidos y en todo el mundo, para alimentar todo tipo de servicios, desde operaciones bancarias en línea hasta herramientas de inteligencia artificial como ChatGPT.
“No puedo vivir en mi casa si mi casa funciona a medias y no puedo beber el agua”, dice Morris.
Morris cree que la construcción del centro, que es propiedad de Meta (la empresa matriz de Facebook), causó una acumulación excesiva de sedimentos en su pozo de agua. Ahora no tiene más remedio que acarrear agua en cubos para el inodoro.
Morris señala que tuvo que arreglar las cañerías de su cocina para restablecer la presión del agua. Pero la que sale del grifo todavía tiene residuos.
“Me da miedo beber el agua, aunque la sigo usando para cocinar y para cepillarme los dientes”, dice . “¿Me preocupa esto? Sí”.
Meta, sin embargo, afirma que ambas cosas no están relacionadas.
En una declaración a la BBC, Meta dijo que “ser un buen vecino es una prioridad”.
La empresa afirmó que comisionó un estudio independiente de aguas subterráneas para investigar las preocupaciones de Morris. Según el informe, la operación de su centro de datos “no afectó negativamente las condiciones de las aguas subterráneas de la zona”.
Aunque Meta niega haber causado problemas con el agua, en opinión de Morris no cabe duda de que la empresa ya no es bienvenida en su localidad.
“Este era mi lugar perfecto”, dice. “Pero ya no lo es”.
Solemos pensar en la nube como algo invisible, que flota sobre nosotros en el éter digital. Pero tiene una realidad física.
La nube reside en más de 10 mil centros de datos en todo el mundo, la mayoría ubicados en Estados Unidos, seguido de Reino Unido y Alemania.
Con la IA impulsando un aumento de la actividad en línea, esa cifra crece rápidamente. Y también se multiplican las quejas de residentes locales.
En Estados Unidos el auge de estos centros enfrenta el desafío del activismo local. Proyectos por un monto total de US$64.000 millones se han visto retrasados o bloqueados en todo el país, según un informe del grupo de monitoreo de centros de datos Data Center Watch.
Y las preocupaciones no se limitan a la construcción de estos centros. También tienen que ver con el consumo de agua. Mantener los servidores enfriados requiere mucha agua.
“Estos procesadores se calientan mucho”, declaró Mark Mills, del Centro Nacional de Análisis de Energía, ante el Congreso estadounidense en abril. “Se necesita mucha agua para enfriarlos”.
Muchos centros utilizan sistemas de enfriamiento por evaporación, en los que el agua absorbe el calor y se evapora, de forma similar a cómo el sudor absorbe y libera el calor de nuestros cuerpos. En días calurosos, un solo centro de datos puede consumir millones de litros.
Los centros de datos impulsados por IA podrían consumir entre 4.200 y 6.600 millones de metros cúbicos de agua a nivel mundial para 2027, según un estudio.
Pocos lugares ilustran esta tensión con mayor claridad que Georgia, uno de los mercados de centros de datos de más rápido crecimiento en EE. UU.
Su clima húmedo proporciona una fuente de agua natural y más rentable para enfriar los centros de datos, lo que hace al estado atractivo para las empresas. Pero esa abundancia puede tener un costo alto.
Gordon Rogers es el director ejecutivo de Flint Riverkeeper, una organización sin fines de lucro que monitorea la salud del río Flint en Georgia.
Rogers nos llevó hasta un arroyo debajo de un nuevo sitio de construcción para un centro de datos de la compañía estadounidense Quality Technology Services (QTS).
George Diets, un voluntario local, recoge una muestra de agua y la coloca en una bolsa de plástico transparente. El agua es turbia y marrón.
“No debería ser de ese color”, dice. Para él, esto sugiere flujo de sedimentos y posiblemente floculantes. Estos son productos químicos utilizados en la construcción para unir el suelo y prevenir la erosión, pero si se filtran al sistema hídrico pueden generar lodos residuales.
QTS afirma que sus centros de datos cumplen con altos estándares ambientales y generan millones en ingresos fiscales a nivel local.
Si bien la construcción de estos centros suele estar a cargo de contratistas externos, son los residentes quienes deben enfrentar las consecuencias.
“No deberían hacer esto”, dice Rogers. “Un propietario más rico no tiene más derechos de propiedad que uno con menos recursos”.
Los gigantes tecnológicos afirman ser conscientes de los problemas y aseguran que están tomando medidas.
“Nuestro objetivo es que para 2030 estemos devolviendo más agua a las cuencas hidrográficas y comunidades donde operamos centros de datos que la que extraemos”, afirma Will Hewes, responsable global de gestión del agua en Amazon Web Services (AWS), la empresa que gestiona más centros de datos a nivel mundial.
Hewes afirma que AWS está invirtiendo en proyectos como la reparación de fugas, la captación de agua de lluvia y el uso de aguas residuales tratadas para refrigeración. En el estado de Virginia, la empresa colabora con agricultores para reducir la contaminación por nutrientes en la bahía de Chesapeake, el estuario más grande de Estados Unidos.
En Sudáfrica e India, donde AWS no utiliza agua para refrigeración, la empresa sigue invirtiendo en iniciativas de acceso y calidad del agua.
En el continente americano, afirma Hewes, el agua solo se utiliza en aproximadamente el 10 % de los días más calurosos del año.
Aun así, todo suma. Una sola consulta de IA, por ejemplo una solicitud a ChatGPT, puede consumir una cantidad de agua equivalente a una botella pequeña de agua que compras en el supermercado. Multiplica eso por miles de millones de consultas al día y la escala queda clara.
El profesor Rajiv Garg enseña computación en la nube en la Universidad Emory de Atlanta. Los centros de datos no van a desaparecer, dice. De hecho, se están convirtiendo en la columna vertebral de la vida moderna.
“No hay vuelta atrás”, afirma el profesor Garg.
Para el académico, la clave es pensar a largo plazo: sistemas de refrigeración más inteligentes, captación de agua de lluvia e infraestructuras más eficientes.
Garg admite que a corto plazo los centros de datos generarán una enorme presión, aunque agrega que la industria está comenzando a virar hacia la sostenibilidad.
Eso no es ningún consuelo para propietarios como Beverly Morris.
Los centros de datos se han convertido en algo más que una simple tendencia del sector: ahora forman parte de la política nacional. El presidente Donald Trump prometió recientemente construir el mayor proyecto de infraestructura de IA de la historia, calificándolo de “un futuro impulsado por datos estadounidenses”.
En Georgia, el sol pega fuerte a través de la humedad densa, un recordatorio de por qué el estado es tan atractivo para las empresas de centros de datos.
Para los residentes locales el futuro tecnológico ya está aquí. Y es ruidoso y sediento y, a veces, convivir con él es difícil.
A medida que la IA crece, el desafío es claro: cómo impulsar el mundo digital del mañana sin agotar el recurso más básico de todos: el agua.
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