Con 40 firmas de exploradores, científicos, oceanógrafos, investigadores y fotógrafos marinos de la National Geographic Society en México expresaron en una carta su preocupación por las implicaciones que el proyecto de exportación de gas natural licuado (GNL) denominado Saguaro, tendrá en el Golfo de California. Te contamos los detalles.
Los miembros de la National Geographic Society en el país denunciaron que dicho proyecto es una grave amenaza para la biodiversidad marina de la región noroeste de México. Por ello, piden a las autoridades mexicanas detener este proyecto que tendría implicaciones catastróficas tanto climáticas como ambientales.
Esta sociedad de científicos se conforma por oceanógrafos, biólogos, biólogos marinos, investigadores, documentalistas, fotógrafos, entre otras disciplinas enfocadas en medio ambiente, sistemas hídricos y energía.
En la carta enfatizaron que “no hay proyecto económico que justifique la destrucción de un ecosistema tan valioso y vital como el del Golfo de California”.
El proyecto Saguaro y la instalación del gasoducto Sierra Madre en Puerto Libertad, Sonora, son una amenaza directa, en estos momentos, para la biodiversidad del país.
El proyecto Saguaro de exportación de gas natural licuado (GNL) tendría graves afectaciones en el Golfo de California. En él habita el 85% de los mamíferos marinos de México y ha sido un espacio de estudio y admiración para las personas científicas que lo visitan.
El Golfo de California es conocido mundialmente como el Acuario del Mundo, nombrado así por el oceanógrafo Jacques Cousteau.
El ‘Acuario del mundo’ es un santuario natural que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) catalogó como Patrimonio Mundial Natural de la Humanidad en el 2005.
De acuerdo con un comunicado de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) el Acuario del Mundo en el Golfo de California o Mar de Cortés, cuenta con nueve Áreas Naturales Protegidas e integra la Reserva de la Biósfera Alto Golfo de California.
Esas características fueron valoradas por la UNESCO para que recibiera el título de Patrimonio Mundial Natural de la Humanidad.
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Las nueve áreas naturales protegidas que conforman el Golfo de California son: las Reservas de la Biosfera Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado, Isla San Pedro Mártir, El Vizcaíno e Islas Marías; los Parques Nacionales Bahía de Loreto, Cabo Pulmo e Isla Isabel; y las Áreas de Protección de Flora y Fauna Islas del Golfo de California y Cabo San Lucas.
De acuerdo con información de la Semarnat, el Golfo de California comprende 244 islas e islotes y áreas costeras ubicadas en Baja California, Baja California Sur, Sonora, Sinaloa y Nayarit. Tiene una extensión de un millón 838,12 hectáreas, de las cuales el 25% es superficie terrestre y el resto marina.
Además, es el hábitat de aves residentes y migratorias. Incluso es hogar de especies marinas y terrestres raras, endémicas y en peligro de extinción como la vaquita marina, la totoaba, el palmoteador de yuma y el perrito del desierto de Sonora.
Para la UNESCO, el Golfo de California es una joya de la conservación, invaluable para la ciencia y como un recurso para el desarrollo económico local como la pesca y el turismo, expresó la secretaría en un comunicado.
La comunidad científica de la National Geographic señaló en su carta que un megaproyecto como Saguaro, impulsado por la empresa estadounidense Mexico Pacific y los intereses de la industria de combustibles fósiles de Estados Unidos, amenaza con transformar este ecosistema en una zona de sacrificio.
Pablo Montaño, coordinador de comunicación climática en la organización Conexiones Climáticas, explicó que el proceso industrial de la megaplanta de licuefacción que quieren construir en Puerto Libertad, Sonora, tendrá implicaciones climáticas y ambientales.
La megaplanta mediría 400 hectáreas, es decir, el equivalente a 70 veces el Estadio Azteca y sus mecheros quemarían y contaminarán el aire permanentemente, convirtiendo esa región de pescadores en una zona de sacrificio.
Como te contamos en esta nota, una zona de sacrificio es un sitio destinado para quemar combustóleo. Ahí, las personas que habitan en estas ‘zonas de sacrificio’ respiran, consumen, observan, conviven y nacerán rodeados de contaminantes tóxicos en su comunidad.
“Están pretendiendo que México pague los costos ambientales y sociales de exportar gas de empresas de Estados Unidos para que llegue a empresas de Asia, es decir, no hay beneficio mexicano en el trayecto y únicamente somos el patio de maniobras y la zona de sacrificio de este proyecto”, señaló Pablo Montaño, coordinador de comunicación en Conexiones Climáticas, en entrevista para Animal MX.
En el Noroeste de México el desierto es uno de los ecosistemas que predomina y para el proyecto Saguaro ese hábitat se vería afectado y convertido, también, en una ‘zona de sacrificio’.
“Pensar que el desierto es sacrificable es un acto de ignorancia absoluta porque el desierto es un sistema muy complejo y no porque no veamos la exuberancia que se ve, por ejemplo, en una selva quiere decir que el desierto no lo valga o sea irrelevante”, señaló.
El desierto, al igual que otros ecosistemas que conforman la biodiversidad mexicana cumplen con servicios ecosistémicos para la flora y fauna que en él habitan.
En representación de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, la titular de la Semarnat, Alicia Bárcena Ibarra, participó en el Foro de Análisis de las Propuestas del Desarrollo Sustentable y Cambio Climático para México 2018-2024, donde mencionó la vulnerabilidad que tiene la Península de Baja California sobre el cambio climático.
El foro fue organizado por la Unidad Nacional de Asociaciones de Ingenieros (UNAI), organización de la sociedad civil acreditada en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
En él, Bárcena Ibarra señaló que el Golfo de California tiene un grave problema de vulnerabilidad al cambio climático por lo que se tiene que hacer una visión de país en esa región y por tratarse del “Acuario de México”, dijo.
La secretaria recordó a los asistentes la demanda de la coalición Ballenas o Gas sobre las advertencias que hicieron del proyecto Saguaro que amenaza al Golfo de California,
“Tenemos que definir si lo que queremos es un proyecto en Sonora, de Puerto Libertad de gas licuado o queremos proteger el Golfo de California y ahí, el sector turismo también puede ayudar”, señaló durante su presentación.
Además, añadió que se tiene que hacer una visión de país conjunta porque, si se hace la terminal de Puerto Libertad con tanques que van a transportar el gas licuado desde ese Puerto a Asia, el Golfo tendrá otra mirada.
“Es el Golfo de California donde está la mayor diversidad de ballenas, mamíferos y especies únicas en el mundo, por lo tanto cómo lo podemos cuidar”, señaló.
En la carta de la National Geographic Society los exploradores y científicos resaltaron que el Golfo de California es el lugar de investigación donde analizan a las especies más pequeñas que inician el ciclo de vida de la zona, hasta las ballenas gigantes que habitan esas aguas.
“Desde ese conocimiento, afirman que no hay posibilidad de coexistencia entre el tránsito de buques metaneros de 300 metros de largo y la preservación del Acuario del Mundo como hoy lo conocemos”, afirmaron.
El caricaturista viajó por el mundo en búsqueda de hechos extraños y maravillosos, y creó un imperio compartiéndolos por todos los medios.
¿Cuál fue la carta más corta jamás enviada?
La misiva de un solo carácter que le mandó el escritor francés Victor Hugo a sus editores, preguntando por su manuscrito de Los miserables.
Solamente tenía el carácter: “?“… aunque, para ser precisos, la respuesta fue igual de breve: “!“.
Esta es una de la avalancha de pequeñas historias curiosas que el caricaturista, empresario y antropólogo aficionado estadounidense Robert Ripley recopiló e ilustró para el deleite de su público.
Y ese público era multitudinario.
Sus caricaturas aparecieron en más de 300 periódicos de todo el mundo, en docenas de idiomas, y fueron leídas por muchos millones de personas.
Sus libros, programas de radio y televisión, charlas y museos eran igual de populares.
La receta de su éxito era, aunque laboriosa, sencilla: compartir hechos extraños de todo el mundo.
Pero, ¿cómo llegó Ripley, quien no terminó la escuela secundaria y aprendió a dibujar por sí mismo, a ser globalmente famoso y multimillonario?
Todo comenzó con un problema un día de diciembre de 1918.
Trabajaba como periodista deportivo en el diario New York Globe y no sabía con qué llenar el espacio que tenía asignado.
“La temporada de béisbol había terminado, no había noticias de fútbol americano, o de hockey ni de básquetbol”, le contó a BBC Witness History John Corcoran, director de exhibiciones de Ripley Entertainment.
Para salir de apuros, recurrió a un concepto con el que había experimentado en el invierno de 1916.
Improvisó una caricatura con nueve pequeños bocetos de hombres realizando hazañas deportivas únicas, como la de un hombre que había permanecido bajo el agua durante 6,5 minutos y otro que había cruzado norteamérica caminado hacia atrás.
Tituló la caricatura Champs and Chumps (Campeones y tontos), y la publicaron.
“Fue bien recibida, el editor recibió muy buenos comentarios y le dijeron: ‘Oye, ¿por qué no sigues haciendo formatos así?'”.
Lo hizo. Siguió recopilando curiosidades y un año después creó una caricatura similar, pero esta vez con otro título: Believe It or Not (Créalo o no, literalmente; titulado en español: ¡Aunque usted no lo crea!). Una tercera caricatura le siguió en 1920.
Al tiempo, fue desarrollando una gran pasión por los viajes que, tras el primero que hizo alrededor del mundo, quedó plasmada en una serie de ensayos y dibujos.
Año tras año, su creación siguió entreteniendo, aunque también provocando, a sus cada vez más seguidores.
En 1926, cuando sus caricaturas iban a empezar a publicarse en el Evening Post, Robert Ripley le escribió a sus nuevos lectores, prometiendo que sus Believe It or Not eran “todos ciertos”.
“La verdad, ya saben, es realmente más extraña que la ficción”, afirmó.
“He viajado por todo el mundo buscando cosas extrañas e increíbles. He visto hombres negros blancos, hombres blancos purpúreos, y conozco a un hombre que fue ahorcado pero aún vive.
“Créanme cuando les hablo del hombre que murió de viejo antes de cumplir seis años; del río en África que fluye al revés; de las ostras que crecen en los árboles; de las flores que comen ratones; de los peces que caminan y de las serpientes que vuelan”.
En general, le creían. Solo que a veces…
En 1927, Charles Lindbergh emprendió su peligroso viaje en solitario a través del Atlántico, volando sin escalas en su avión monomotor Spirit of St. Louis desde Nueva York hasta París, como recuerda Neal Thompson en su libro Un Curioso Hombre: La Vida Extraña y Brillante de Robert ‘Aunque Usted No lo Crea’ Ripley.
Se convirtió en un héroe instantáneo por lograr una hazaña que se creía imposible: cruzar un océano en un día y medio, viajando a 60 millas por hora durante más de 3.000 millas, volando solo durante la noche, en medio de tormentas, sin dormir.
Meses después, Robert Ripley lo representó en su popular caricatura pero, en lugar de colmar de elogios al aviador, declaró que Lindbergh no era el primero, sino el 67.º hombre en realizar un vuelo sin escalas a través del Atlántico.
Cuenta Thompson que miles de lectores furiosos enviaron cartas y telegramas incrédulos, reprendiendo a Ripley por insultar a un icono estadounidense, llamándolo mentiroso (y otras cosas).
La verdad era que…
Efectivamente, 66 personas habían cruzado el Atlántico sin escalas antes de Lindbergh, lo que no le restaba mérito al héroe, pero sí precisaba, instruía y entretenía.
No fue la única vez que, a pesar de la garantía de certeza ofrecida por Ripley, muchos se negaban a creerle, y se lo hacían saber escribiéndole cartas, a veces miles cada día.
Eso le daba la oportunidad de hacer algo que le encantaba: demostrar la veracidad de afirmaciones impactantes.
Para hacerlo, Robert Ripley dependía en gran medida de un socio silencioso, Norbert Pearlroth, un exbanquero y consumado lingüista con una memoria casi fotográfica, al que había contratado en 1923.
Para 1929, Ripley ya era una celebridad, pero su popularidad estaba a punto de estallar.
Cuando el magnate de la prensa y los medios estadounidenses William Randolph Hearst leyó su recién publicado libro Believe It or Not, le envió un telegrama a uno de sus editores en Nueva York.
Contenía dos palabras: “Hire Ripley” (“Contrata a Ripley”)
De la noche a la mañana apareció en cientos y cientos de periódicos, y entró en las grandes ligas.
“Fue interesante porque ciertamente era una persona muy tímida”, comentó Corcoran.
“No era especialmente guapo, tenía los dientes salidos y era regordete. Pero realmente se sumergió en la vida social: le encantaba pasar el rato con las celebridades y organizar fiestas”.
En el apogeo de su popularidad en la década de 1930, su columna sindicada le reportaba U$7.000 a la semana y era leída por más de 60 millones de personas al día.
Su salario anual rivalizaba con el de las estrellas de Hollywood James Cagney y Gary Cooper.
Es más: los ingresos por su columna, sus libros y sus conferencias alcanzaron el medio millón de dólares, todo esto en medio de la Gran Depresión.
Además de un apartamento lujoso con vistas al Central Park de Manhattan y una hacienda en Florida, compró una pequeña isla que llamó BIOM, que es un acrónimo de Believe It or Not.
Ahí tenía una mansión repleta de curiosidades coleccionadas de todo el mundo, con un ejército de sirvientes y un puñado de novias que lo adoraban.
Además era un trotamundos
A pesar de que le tenía miedo a volar, fue una de las personas que más viajó en su época, visitando 201 de los 235 países reconocidos en su momento.
Por ello, por su afición por recolectar historias de maravillas (y por idea de los publicistas de Hearst), se le comparaba con el explorador del siglo XIII Marco Polo.
Y expandió su imperio a la radio con programas en varios formatos en NBC, CBS y MBS.
“A Ripley se le ocurrían estas ideas locas, como transmitir debajo del agua o desde un paracaídas. Pero contaba con un productor de radio llamado Doug Storer, que era un verdadero emprendedor”, señaló Corcoran.
Una de las hazañas fue transmitir en 1934 un programa de radio en vivo para “todo el mundo”.
Para lograrlo, reunió a 10 traductores en los estudios WINS de Nueva York para traducir su programa a varios idiomas. Las diferentes traducciones se conectaron simultáneamente a redes y transmisores de todo el mundo.
Su popularidad se vio reflejada en unas encuestas realizadas en EE.UU. en 1936 en la que le preguntaron a los niños quiénes querían ser cuando grandes.
Ripley obtuvo la mayoría de votos, superando al presidente Franklin Roosevelt, al boxeador Jack Dempsey y al magnate del automóvil Henry Ford.
En 1949, incursionó en el único medio de comunicación que aún no había conquistado: la televisión.
El programa, basado en su caricatura, fue un éxito inmediato.
Pero solo logró hacer 12 episodios.
El 24 de mayo, Robert Ripley estaba en el estudio para grabar el decimotercero y, en medio del programa, se desplomó sobre su escritorio, inconsciente.
Murió a los pocos días.
Su legado sigue vivo hoy en día en forma de museos en varios lugares del mundo y un libro con historias e imágenes inusuales publicado anualmente.
“Creo que a todos nos gusta saber lo que es posible o lo que es imposible. Algunas cosas parecen tan inverosímiles que te preguntas: ¿podría suceder eso realmente? Y esa fue la base de Believe it or not”, opina Corcoran.
“Aunque todo es real, no hay absolutamente nada falso, Robert Ripley se acercó tanto los límites de lo factible que te costaba creer que fuera real“.
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