Afuera de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), llegaron representantes de organizaciones animalistas de la sociedad civil con un solo objetivo: pedir a la nueva titular, Alicia Bárcena Ibarra, que se analice a detalle las modificaciones a la propuesta de proyecto de la Norma Oficial Mexicana NOM-135-SEMARNAT-2004, ya que los cambios no muestran avances a la vida digna de los mamíferos marinos.
Con megáfono en mano, Selene Mariel Tejeda Bravo, representante de la organización internacional Empty the Tanks en México, señaló en relación a la consulta pública abierta a la ciudadanía sobre esta Norma Oficial Mexicana que los delfinarios han sido cárceles desde los años 70 y las condiciones para los mamíferos marinos siguen siendo las mismas.
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“Actualmente, las condiciones siguen siendo las mismas y precarias. Los mamíferos marinos viven confinados en tanques, en piscinas y albercas. Ahora está abierta la consulta a la Norma. Sin embargo, no tiene ningún cambio [de fondo] son cambios ortográficos que no son cambios de raíz ni aseguran el bienestar de los mamíferos marinos”, dijo Tejeda Bravo durante su intervención.
Esta acción pacífica por la defensa de la vida marina coincidió con la manifestación en defensa de las ballenas de las representantes de 35 organizaciones de la sociedad civil sobre cambio climático, ambientalistas y personas que defienden los derechos de los animales en México, el pasado 8 de octubre en la Semarnat.
De acuerdo con información recabada por la organización Empty the Tanks, los delfines que viven en cautiverio en el país mueren por neumonía, choque séptico, infecciones fúngicas, asfixia, ataques cardíacos, estrés crónico, cáncer, insuficiencia orgánica, ahogamiento, ruptura de vejiga, toxicidad a medicamentos y traumatismo por objeto contundente.
Las muertes de los delfines en cautiverio son consecuencia de la vida que llevan dentro de los estanques. La información obtenida se debe a una serie de solicitudes de información que han hecho a la Semarnat y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y pese a que han interpuesto quejas y recursos de revisión, la información no ha sido transparentada en su totalidad por estas oficinas.
Selene Tejeda explicó que es importante prestar atención a las modificaciones del proyecto de la Norma Oficial Mexicana NOM-135-SEMARNAT-2004 al momento de legislar ya que 20 años después, no se debe continuar con el abuso a los mamíferos marinos que no merecen estar en tanques dando shows o entretenimiento porque no es conservación y tampoco educación.
Aunque los espectáculos itinerantes -como ocurre con los shows que se permitían en los circos- ya están prohibidos, aún continúan las presentaciones fijas como sucede en los delfinarios.
En una investigación de Empty the Tanks, voluntarios documentaron que en el estado de Quintana Roo, las instalaciones de cautiverio de delfines se encuentran en malas condiciones. En la entidad encontraron 19 instalaciones que lucran con la explotación de delfines.
De acuerdo con la información documentada en México, existen más de 40 delfinarios en todo el país. Tan sólo en Quintana Roo, los voluntarios de esa organización visitaron las 19 instalaciones de nado con delfines del estado para obtener más información sobre la salud de los mamíferos.
Entre los resultados descubrieron que esos sitios de entretenimiento tienen tanques pequeños, algunos de los cuales están a solo unos metros del océano. Los delfines mostraban comportamientos inquietos y estereotípicos.
Además, sobre la alimentación, cada día, los delfines deben ganarse su comida haciendo trucos y entreteniendo a los turistas que pagan por entrar.
Empty the Tanks evidencia que en Quintana Roo operan tres empresas de nado con delfines: Dolphinaris, Delphinus y Dolphin Discovery. Las tres empresas administran las 19 instalaciones de nado en cautiverio del estado.
Se cumplen dos años desde que la Cámara de Diputados avaló reformas que prohíben el uso de mamíferos marinos en espectáculos fijos o itinerantes, el pasado mes de octubre de 2022.
En aquel momento, los diputados aprobaron el proyecto de decreto por el que se reforma el artículo 60 Bis de la Ley General de Vida Silvestre para prohibir la utilización de ejemplares mamíferos marinos en espectáculos fijos o itinerantes, “y en cualquier actividad que no sea de investigación científica o enseñanza, para su conservación y preservación”, señalaron en un comunicado.
Dicha iniciativa fue considerada de urgente resolución, según informó la Cámara de Diputados en su momento.
Aunque se tuvo este avance, Selene Tejeda Bravo explicó que aún está pendiente que se apruebe una iniciativa de ley que inscribieron en el 2022 sobre promover la creación de santuarios y sitios de rescate y rehabilitación y reintegración de delfines y lobos marinos para que ya no estén las condiciones en las aún se encuentran.
“Actualmente hay una Norma en el 2004 [NOM-135-SEMARNAT-2004] que se hizo porque no había nada que los regulara [a los delfinarios]. Hoy se tienen prohibidas las capturas comerciales, sin embargo abre la puerta a las capturas de investigación con propósitos de enseñanza”, denunció Tejeda Bravo.
Ante esto, la asesora ambiental dijo que de mantener así el proyecto de la NOM-135-SEMARNAT-2004, los delfinarios tendrían la puerta abierta para la captura de ejemplares y es lo que se necesita legislar.
“Se necesita evitar que sigan reproduciendo, prohibir las capturas y que, definitivamente los tanques y piscinas sólo sean lugares de resguardo en caso de desastres naturales porque los delfines y lobos marinos deben estar en el mar”, añadió.
De mantener a estos ejemplares en piscinas y estanques se pone en riesgo el lenguaje entre ellos y la ecolocalización, es decir, la comunicación que tienen estos ejemplares mediante ondas sonoras, privándoles de este sentido entre ellos.
Delfinarios, circos y acuarios han sido sitios en los que por décadas los delfines han sido utilizados dentro de los programas de entretenimiento para el público con actos como: ser alimentados, saltar de la superficie o nadar haciendo acrobacias.
Selene Tejeda explicó que en los años 70, debido a la serie Flipper, transmitida en 1964, y otras influencias de la televisión, se comenzaron a promover los espectáculos con vida silvestre, lo que llevó a una proliferación de estas actividades en circos, acuarios y delfinarios.
“En México, la historia ha sido muy larga desde los años 70 donde antes se permitió en los circos tener delfines y lobos marinos en distintos estados de la república. [Después] se logró prohibir porque había muchas muertes por el tránsito y estrés de estos animales que son puestos en piscinas y son obligados a dar espectáculos cuando, en realidad, pertenecen al océano”, señaló Tejeda Bravo.
Para la representante de Empty the tanks en México y miembro del Colectivo Manglares en Cozumel, Quintana Roo, defender la vida de los mamíferos marinos en cautiverio continúa siendo un tema importante en el país por las cifras de tráfico animal y la falta de transparencia a esta problemática.
Un informe mundial sobre los delitos contra la vida silvestre y los bosques 2024 de la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC) señaló que el tráfico de vida silvestre persiste en todo el mundo con más de 4 mil especies afectadas.
En una búsqueda sobre las cifras de animales en cautiverio registradas en México, se encontró que tanto la Semarnat y la Profepa cuentan con información poco actualizada y con poco más de diez años de que los datos están al día.
El libro Tráfico Ilegal de Vida Silvestre de la Secretaría de Medio Ambiente Recursos Naturales, del año 2013, muestra que México juega un papel trascendente en la extracción y comercio ilícito de vida silvestre debido a que se trata de uno de los países con mayor biodiversidad del planeta.
Además, por su ubicación geográfica y fácil comunicación con diversos países hace que México sea un sitio crucial manteniendo su posición como el cuarto país en explotación animal, después de China y Estados Unidos.
La Profepa reafirmó esto en un comunicado al señalar que el tráfico ilegal de vida silvestre ocupa el cuarto lugar en la lista de actividades ilícitas del crimen organizado en el mundo y para México. Este fenómeno representa una grave amenaza ya que, en el país se concentra el 10% de la biodiversidad de especies de flora y fauna a nivel mundial.
En México, señaló Selene Tejada, hay más de 450 delfines y lobos marinos en cautiverio, aproximadamente. La consultora ambiental enfatizó en que no existe una cifra exacta porque no hay transparencia en la Dirección General de Vida Silvestre de la Semarnat.
“El último censo que tuvimos fue en 2018 pero ya han pasado 6 años, hay nacimientos nuevos y bajas. Es un tema sensible y necesario para abordar y legislar, para no seguir permitiendo ese abuso a mamíferos marinos que no merecen andar en tanques ni dar espectáculos”, denunció Tejeda.
Si te interesa revisar la propuesta de modificación al proyecto de la Norma Oficial Mexicana NOM-135-SEMARNAT-2004 para la regulación de los delfinarios en la consulta pública que aún se encuentra abierta envía tus comentarios al correo [email protected]
Recuerda que tienes hasta el 9 de noviembre de 2024. Si tienes dudas sobre qué comentarios enviar o los cambios propuestos en Empty the Tanks pueden ayudarte o visita sus redes sociales donde informan más sobre estas modificaciones.
Cientos de venezolanos regresan a su país tras desistir de llegar a EU. El trayecto más difícil y más costoso en su camino es el que hay entre Panamá y Colombia.
“Si pudiera devolver el tiempo, jamás pasaría por eso”, dice Carlos*, un migrante venezolano, refiriéndose a la ruta que hizo en lancha desde Panamá hasta Colombia.
Él es uno de los cientos de migrantes que decidieron regresar a su país a raíz de que Donald Trump eliminara las opciones que tenían para cruzar la frontera de Estados Unidos legalmente como solicitantes de asilo.
La lancha en la que iba este lunes con su esposa y sus hijos de 8 y 12 años desde Puerto Obaldía, Panamá, hasta Capurganá, Colombia, se quedó varada en mar abierto.
“Le entró agua al motor y quedamos flotando a mar abierto”, relata Carlos para BBC Mundo. “Llamaron a un lanchero para que nos fuera a rescatar, pero cuando llegó, chocó con nuestra lancha, se montó encima de nosotros y casi nos volteamos”.
El choque le abrió un hueco a la lancha, por el que se empezó a entrar el agua. Afortunadamente, otra embarcación los rescató y los llevó de vuelta a Puerto Obaldía.
Más tarde, y tras algunas reparaciones, Carlos y su familia volvieron a zarpar en la misma lancha y lograron llegar a Capurganá.
El trayecto entre Panamá y Colombia es el más complicado del viaje entre Norteamérica y Suramérica porque no hay carreteras que unan a los dos países.
La gran mayoría de los migrantes atravesaron de ida la peligrosa selva del Darién, una travesía en la cual murieron 84 personas en 2023 y 55 en 2024, según cifras del gobierno de Panamá.
Ahora, para evitar hacerlo de nuevo y por las fuertes restricciones que ha implementado Panamá al tránsito por el Darién, están cruzando por mar.
Para Carlos, lo que vivió en la lancha fue mucho peor que vivió hace seis meses en la selva. La define como una experiencia “traumática”.
“La lancha en mar abierto brinca más de un metro y cae como si estuvieran tirándote de golpe al piso. Sientes como si te estuvieran dando un golpe con un palo en la espalda, en las piernas”.
El choque no fue el único incidente que vivió en la ruta. En un momento, se quedaron sin combustible. Y en otro, el patrón perdió el control del volante y la lancha se ladeó tanto que Carlos quedó parcialmente sumergido en el agua.
Su prioridad cuando iba en la lancha, sin embargo, era mantener agarrados a sus hijos y distraerlos del miedo que sentían.
“Yo lo pienso ahorita y digo: ¿cómo pudimos exponer nuestras vidas así?”.
Según el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, más de 2.200 migrantes llegaron a ese país durante febrero en su camino de regreso hacia Venezuela.
No se sabe cuántos de ellos han salido en lanchas hacia Colombia, pero estas se han convertido en el principal medio de transporte para los migrantes que regresan.
El sábado 22 de febrero una lancha que zarpó de Cartí, en la comarca indígena Guna Yala, naufragó con 21 pasajeros —19 de ellos migrantes— en medio de la noche.
El Servicio Nacional de Fronteras de Panamá confirmó que logró rescatar a 20 de ellos, pero una niña venezolana de 8 años falleció.
Según un experto consultado por BBC Mundo, la ruta que siguen las lanchas que transportan migrantes no es particularmente difícil.
Sin embargo, los vientos alisios, que son más intensos entre enero y abril, sí provocan mareas altas que pueden ser amenazantes para las lanchas abiertas, como aquellas en las que se trasladan los migrantes. No son embarcaciones diseñadas para trayectos tan largos.
A pesar de los riesgos, en TikTok y grupos de WhatsApp, cientos de migrantes venezolanos se alientan mutuamente a realizar el viaje y se felicitan cuando logran llegar al otro lado.
“Es una tranquilidad que no tiene precio llegar a Necoclí (Colombia)”, escribe uno de ellos. “Ni aunque me pagaran $5.000 (unos US$245) semanales, me quedaba un día más en México”, escribe otro.
Las rutas marítimas improvisadas que han usado cientos de migrantes en las últimas semanas para llegar a Colombia arrancan desde dos puntos: uno en la comarca de Guna Yala y otro en la provincia de Colón, en Panamá.
Guna Yala es una comarca indígena en el noreste del país que se extiende a lo largo de la costa Caribe desde la frontera con Colombia. Es, por ende, el lugar más cercano desde donde llegar por mar a Necoclí.
Desde que ocurrió el naufragio del 21 de febrero, sin embargo, dejaron de zarpar lanchas desde Guna Yala y se trasladó todo el transporte de migrantes a la provincia de Colón, según informan fuentes en el terreno.
Las autoridades indígenas de Guna Yala le dijeron a BBC Mundo que, desde antes del naufragio, habían advertido de que a su territorio estaban llegando decenas de migrantes en carros particulares, taxis y a pie para embarcarse en las lanchas.
“Lamentablemente, Gunayala no está en condiciones de recibir y atender a esos seres humanos en condiciones adecuadas, y nos sorprende que ni las Naciones Unidas ni el gobierno de Panamá hayan puesto recursos para un albergue, botes, carros o alimentación para atender estas personas”, decía un comunicado del Congreso General Gunayala.
Las embarcaciones desde Guna Yala zarpaban en Cartí y llegaban hasta Puerto Obaldía, un corregimiento muy cerca de la frontera con Colombia. Ese trayecto toma al menos 7 horas.
A pesar de que la instrucción expresa de las autoridades de Guna Yala es no navegar después de las 5:00 pm, la lancha que naufragó el 22 de febrero viajaba en medio de la noche.
BBC Mundo contactó con las autoridades panameñas para saber cuál ha sido su papel en el transporte de los migrantes que van de norte a sur, pero no obtuvo respuesta.
Sin embargo, fotos que tomó la agencia de noticias AFP en Puerto Cartí el 21 de febrero mostraban a miembros de la fuerza pública panameña vigilando el muelle mientras los migrantes embarcaban.
Ese mismo día y de ese mismo lugar zarpó la embarcación que naufragó.
La otra ruta, que es por la que avanzan hacia su destino casi todos los migrantes desde que ocurrió el naufragio, arranca en Miramar, un corregimiento en la provincia de Colón.
Ahí, los migrantes abordan una primera lancha que para en Gaigirgordub, una isla en la comarca de Guna Yala, y llega hasta Puerto Obaldía. Es un viaje que toma aproximadamente unas 9 horas.
“Realmente hay que vivirlo para poder entenderlo”, le contó a BBC Mundo Rafael*, otro migrante que realizó la travesía.
“Tu vida depende depende de otra persona, a a la que no le importan tus miedos o los golpes que estás sufriendo. Ellos solo quieren llegar”.
“Había un conductor de una lancha que iba a toda mecha y tomando licor”, agregó.
Según los testimonios que recogió BBC Mundo, en Puerto Obaldía los migrantes se quedan una noche. Ahí, hay un puesto de control de las autoridades panameñas donde les revisan los documentos.
Los transportistas les dicen que la comida y el hospedaje de esa noche están incluidos en el precio que pagan, pero eso no es así, según Rafael.
“No te dan agua, ni siquiera agua dulce para que te puedas bañar”, le dijo a BBC Mundo.
Al día siguiente, otra lancha los lleva desde allí hasta Capurganá, un trayecto que toma unos 25 minutos.
En Capurganá, cambian nuevamente de lancha a otra más grande para ir hacia Necoclí o Turbo, dos municipios colombianos relativamente bien conectados desde donde los migrantes pueden continuar su camino por tierra.
Según Carlos, la lancha que lo llevó de Capurganá a Necoclí tenía capacidad para 63 personas, pero en ella iban 68.
En grupos de Whatsapp, algunos migrantes afirman que los patrones de las lanchas les habían vendido un paquete que supuestamente los llevaría hasta Necoclí pero terminaron dejándolos en Puerto Obaldía, a mitad de camino.
El paso entre Panamá y Colombia es lo más caro de todo el viaje desde México hasta Venezuela.
Las lanchas cobran aproximadamente unos US$300 por persona por llevar a los migrantes desde el Caribe panameño hasta Necoclí.
A eso se suman otros US$200 que les cuesta más o menos a cada uno llegar desde Tapachula, México, hasta Panamá, un trayecto que hacen en autobús y toma más o menos cinco días.
Reunir ese dinero en México, sobre todo para las familias con niños, es muy difícil, según los testimonios que recogió BBC Mundo.
Por ende, muchos que no tienen cómo pagar el precio de las lanchas han quedado varados en albergues en la provincia del Darién.
Es el caso de Adrianyela, una migrante que logró llegar con su hija de dos años hasta Panamá con el dinero que ganó vendiendo dulces, pidiendo en la calle y limpiando vidrios en el camino.
Como no tiene la cantidad necesaria para seguir, lleva dos semanas en la Estación Temporal de Recepción de Migrantes de Lajas Blancas, de donde no tiene como salir y donde la infraestructura es muy precaria.
El presidente Mulino ha dicho en varias ocasiones que está trabajando para llegar a un acuerdo con Colombia que permita que los migrantes venezolanos que se encuentran en albergues panameños, como Adrianyela, sean trasladados en vuelos humanitarios hasta Cúcuta.
Sin embargo, por el momento no se conoce ningún acuerdo binacional para que Colombia reciba a migrantes provenientes de Panamá.
BBC Mundo consultó a Migración Colombia y a la Cancillería colombiana en qué punto se encuentra esa negociación y qué medidas se están tomando ante la llegada de migrantes de regreso, pero no recibió respuesta.
A muchos de los migrantes, la alternativa que les queda es pedirles a sus familiares y amigos que les envíen dinero dinero para poder continuar su camino.
“Los familiares por nosotros hasta se endeudan con tal de vernos a nosotros bien”, decía uno de los migrantes en un grupo de Whatsapp.
“Cuando uno anda loco por irse, no le importa el costo ni de los pasajes de bus ni de las lanchas. Lo importante es llegar bien, abrazar a la familia y a los hijos”, escribía otro.
Con todo y los riesgos, subirse a una de esas lanchas es el mayor deseo de muchos migrantes en la medida en que los acercan a la posibilidad de rehacer su vida luego de meses viajando, sin poder llegar a su destino final, EE.UU.
A pesar de que la situación económica y política en Venezuela por la que decidieron migrar sigue igual, volver para muchos de los migrantes es la manera de dejar atrás meses en los que se han enfrentado a xenofobia, robos, estafas e incluso secuestros.
“Por todo lo que viví, estoy superemocionado de llegar a Venezuela”, dice Carlos.
“Los migrantes solo queremos regresar a casa y dejar atrás tantas penurias y frustraciones”, concluye Rafael.
*Los nombres fueron cambiados por petición de los migrantes.
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