¿No sabes qué hacer con niños el fin de semana? Pues no importa si son tus hijos, primitos o sobrinos; ya no te quiebres la cabeza y mejor pásale a estos lugares para ir con niños en CDMX y alrededores.
Lo mejor de todo es que no solo los y las más pequeñas pasarán un día inolvidable, sino que hasta tú pasarás un rato divertido.
Desde emociones a máxima velocidad, patinaje, deportes o videojuegos, en estos lugares familiares encontrarás justo lo que estás buscando.
Así que si aún no tienes planes para este fin de semana y te toca cuidar a los pequeños, acá te dejamos una lista:
Toda infancia es divertida con un inflable, pero ahora ¡imagina el nivel de felicidad con un parque lleno de estos inflables!
Así es Inflalandia Quack!, que está lleno de patos de hule y zonas de inflables donde personas de todas las edades pueden pasar horas saltando.
En la CDMX cuenta con dos sedes:
El acceso individual de una hora es de $249, por dos horas $299 o todo el día por $425. Aunque tamién hay paquetes familiares para cuatro o seis personas.
Inflanadia abre de lunes a viernes de 11:00 a 21:00; sábado y domingo de 10:00 a 21:00.
Otro de los lugares para ir con niños en CDMX bastante popular es este parque de trampolines, donde podrás saltar desde el suelo hasta las paredes, sin temor a que te caigas, el chiste aquí es desafiar la gravedad.
Dentro de Jump-In encontrarás un montón de atracciones que combinan las camas elásticas con divertidos juegos como futbol, quemados, alberca de espuma, cuerda floja y muchas más para que te ejercites mientras juegas.
La gran ventaja de este lugar es que hay un montón de sucursales por toda la ciudad:
Toma en cuenta que para acceder a cualquier sucursal, necesitarás unos calcetines antiderrapantes (cuestan $60). El costo es de $250 una hora, $320 dos horas o $360 tiempo ilimitdado.
Otros lugares para ir con niños en CDMX son los arcades, para que jueguen maquinitas y armen las retas.
Si lo tuyo es comer y videojuegos, en Taco Game podrás rentar diferentes consolas con un montón de juegos para echar las retas mientras comes una hamburguesa.
Cada mesa cuenta con una pantalla y sistema de videojuegos diferente, por lo que verás muchísimas opciones diferentes: arcade, Nintendo Switch, Xbox, PlayStation y más.
Precio: para poder jugar deberás consumir al menos un alimento y bebida por persona.
Sucursales: Del Valle, Roma y Narvarte.
Claro que puedes conocer la vida marina desde esta caótica ciudad y lo mejor de todo es que hay dos enormes acuarios en CDMX que asombrarán a chicos y grandes.
Uno de los más populares es el Acuario Inbursa, el cual presenta más de 350 especies acuáticas diferentes y está lleno de experiencias interactivas que lo hacen único.
Sin embargo, a finales del 2023 también abrió el Acuario Michin, donde no solo verás ejemplares marinos. Aquí también podrás interactuar con otras especies como capibaras, o hasta disfrutar de mini golf, jaulas de bateo o boliche. (Ajá, muy chile, mole y pozole).
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Prepárate para la temporada de béisbol en las jaulas de bateo donde puedes pasar horas divirtiéndote mientras te echas algún snack o bebida (sí, hay cerveza si eres adulto).
Aquí encontrarás diferentes paquetes y puedes contratar un instructor en caso de que nunca hayas jugado béisbol en tu vida.
El precio va de los $36o por una hora y hasta 10 personas. O también puedes aplicar el bateo por persona de $80.
Aquí hay un montón de sucursales:
Nada mejor para el calor que visitar alguna pista de hielo en familia. Y tranqui, que si tú tampoco sabes patinar, aquí puedes contratar un instructor para que te ayude a deslizarte sin temor a caerte.
Aunque hay varias opciones, una de las más famosas es La Pista, que durante años estuvo en San Jerónnimo. Sin embargo, se mudó a Cielo Abierto en Coyoacán (sobre Miguel Ángel de Quevedo).
La entrada es de $230 tiempo libre, abre todos los días, pero te recomendamos revisar en sus redes sociales los horarios de sesión pública.
Otra opción es Ice World Santa Fe (dentro del centro comercial), cuya entrada general es de $115 y todos los viernes hay 2×1.
Entre los lugares para ir con niños también considera los lugares para escalar, donde tienen todas las medidas de seguridad necesarias y donde les enseñarán a hacerlo de manera correcta.
Una gran opción es The Wall dentro de Metropoli Patriotismo. Aquí la edad mínima para escalar es de 6 años cumplidos y siempre tendrán la presencia de un instructor y todos los aditamentos necesarios para la actividad.
El acceso general es de $200 que incluye una sesión de dos horas. La plaza se ubica en Av. Patriotismo 229, San Pedro de los Pinos, en la Benito Juárez.
Para los fans del Checo Pérez o quienes simplemente quieran sentir la velocidad, hay varias pistas de Go Karts en CDMX donde podrán disfrutar karts eléctricos en pistas divertidas.
Por lo general, las carreras están divididas para niños y adultos; además, los karts cuentan con medidas de seguridad para que no te asustes en caso de un choque. De igual manera, se recomienda que los niños sean mayores de 8 años y no podrán subirse si miden menos de 1.20 metros.
Dos de los lugares más recomendados son K1 Speed México y Go Kart Manía. En ambos, el precio promedio por carrera es de $400.
Ambos lugares cuentan con varias sucursales:
Científicos han descubierto las antiguas técnicas que usaban los mayas para construir ciudades resistentes al paso del tiempo, como la recientemente hallada Valeriana.
Ruinas de ciudades antiguas siguen apareciendo en los bosques de América. ¿Cómo han podido permanecer en pie durante más de un milenio a pesar de las lluvias tropicales, los huracanes y el crecimiento de la selva?
Cualquiera que conduzca por el asfalto áspero de la carretera 269 que divide en dos la península de Yucatán, en el sureste de México, nunca habría sabido que estaban allí.
Una espesa selva bordea ambos lados de la carretera, con algún que otro trozo despejado para el ganado. Sin embargo, después de una curva inofensiva en la carretera, cerca del pequeño asentamiento de Dos Lagunas, se ha estado escondiendo una ciudad entera.
Oculta bajo una maraña de árboles, enredaderas y otra vegetación, los científicos han descubierto una extensa colección de casas, plazas, pirámides de templos e incluso un campo de juego de pelota que tienen las “señales de una capital política maya clásica”.
Los restos de la ciudad, a la que los investigadores han llamado Valeriana, se encuentran entre las 6.674 estructuras que encontraron dispersas en sitios a lo largo del estado de Campeche en el lado occidental del Yucatán.
Algunas de las construcciones más grandes pueden incluso rivalizar con pirámides más famosas en otros sitios mayas.
El descubrimiento, realizado mediante una técnica de escaneo láser aéreo llamada Lidar, ha planteado la tentadora posibilidad de que aún haya muchos más restos del antiguo mundo maya esperando ser encontrados.
Pero también revela algo extraordinario sobre el antiguo mundo maya. A pesar del clima tropical húmedo y el abrazo envolvente de la jungla, muchos de sus edificios siguen en pie después de 1.500 años.
“Si se observan los modelos digitales del terreno que se producen con el sistema Lidar, se pueden ver las habitaciones individuales de los edificios en las que se han derrumbado las bóvedas”, afirma Luke Auld-Thomas, arqueólogo de la Universidad de Tulane y de la Universidad del Norte de Arizona (EE.UU.), que dirigió el equipo que hizo el último descubrimiento.
“Se pueden ver columnas a lo largo de la fachada de los edificios que se utilizaban para actividades administrativas. Por lo tanto, están en muy buenas condiciones. No se podía entrar en ellos, pero muchos de ellos todavía tienen paredes en pie y detalles arquitectónicos que están bastante bien conservados”.
Entonces, ¿cuál era el secreto de los antiguos mayas? ¿Cómo ha resistido su famosa arquitectura a los estragos del tiempo?
La antigua civilización maya surgió por primera vez en algún momento antes del año 2000 a.C. en un área que hoy comprende el sureste de México, Guatemala, Belice y las partes occidentales de Honduras y El Salvador.
Durante el Período Clásico de esta civilización, entre el 250 y el 900 d.C., los mayas construyeron imponentes templos piramidales, hermosos palacios y edificios finamente decorados con intrincadas esculturas y máscaras elaboradamente talladas.
Entre los ejemplos notables se incluyen Chichén Itzá, un sitio en Yucatán, México, que cuenta en su centro con una pirámide de 30 metros de altura llamada el Templo de Kukulcán.
También está el Templo IV, una pirámide de 65 metros de altura en las ruinas de la antigua ciudad maya de Tikal, en Guatemala.
En el pasado, descubrir una ciudad maya implicaba atravesar una espesa jungla y abrirse paso a machetazos entre la vegetación.
Pero ahora, tecnologías como Lidar están ayudando a revelar cuán extendidos están realmente los restos de antiguos asentamientos mayas.
Juan Carlos Fernández-Díaz, ingeniero de la Universidad de Houston, Texas, que participó en el último estudio, ha estado cartografiando áreas de Mesoamérica (incluidos México, Guatemala, El Salvador y Honduras) con Lidar durante los últimos 15 años.
Dice que casi dondequiera que mires puedes ver arquitectura maya bien conservada.
Entre los descubrimientos recientes se encuentra la estructura ceremonial maya más antigua y más grande, que se descubrió en el sitio arqueológico de Aguada Fénix en Tabasco, México, en 2020.
La plataforma elevada, larga y rectangular mide 1.400 metros de largo y entre 10 y 15 metros de alto. Fue construida con arcilla y tierra entre el 1.000 y el 800 a.C. y probablemente se utilizó para rituales ceremoniales.
Otro equipo utilizó el Lidar para descubrir un enorme yacimiento maya que se extiende aproximadamente 1.700 kilómetros cuadrados a lo largo del norte de Guatemala.
Los científicos detectaron 1.000 asentamientos conectados entre sí por caminos que los mayas probablemente recorrieron a pie.
“A medida que cartografiemos más y más partes de Yucatán, vemos que si arrojamos un dardo al mapa, donde sea que caiga ese dardo habrá algún tipo de infraestructura maya“, dice Fernández-Díaz.
Parte de la razón por la que estos descubrimientos siguen en pie es porque los antiguos mayas construían con piedra, que no se pudre como la madera.
Pero también eran especialmente buenos haciendo mortero para evitar que sus estructuras de piedra se desmoronaran y se convirtieran en montones de escombros.
Los estudios han demostrado que los antiguos constructores mayas utilizaban una variedad de materiales naturales, como sangre, huevos y caucho natural obtenido de árboles locales, para preparar el mortero.
Por ejemplo, cuando en 2018 los investigadores analizaron el mortero extraído de las piedras de la pirámide principal del sitio arqueológico de Witzinah, cerca de Yucatán, encontraron rastros de grasas saturadas típicas del caucho natural degradado.
Los expertos creen que los albañiles mayas obtenían el caucho de árboles locales y lo usaban como aglutinante junto con una arcilla de grano fino para crear un mortero duradero para unir la piedra.
Un estudio independiente realizado en 2014 examinó muestras de mortero del sitio arqueológico de Río Bec, en el sureste de Campeche, y encontró evidencia de que los albañiles mayas añadían ceniza volcánica al mortero para reforzarlo.
Sin embargo, quizás aún más sorprendente que sus estructuras de piedra es la conservación de yesos decorados que también se han descubierto en algunos lugares.
Los científicos saben desde hace tiempo que los antiguos mayas sabían hacer yeso de cal, que utilizaban para recubrir y proteger suelos o paredes interiores, unir piedras y cubrir y decorar la superficie de los edificios de piedra.
En Tikal y Copán, un antiguo yacimiento maya en Honduras, todavía se pueden ver ejemplos de edificios recubiertos de yeso con una intrincada decoración.
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En 2023, Carlos Rodríguez-Navarro, mineralogista de la Universidad de Granada (España), se propuso descubrir cómo las esculturas y templos adornados con yeso de cal de Copán se mantenían en excelente estado a pesar de haber estado expuestos a un ambiente tropical cálido y húmedo durante más de 1.000 años.
Como parte de su estudio, el equipo de Rodríguez-Navarro se reunió con albañiles locales de la zona y les preguntó sobre sus técnicas para hacer mortero de cal.
Los albañiles, que son descendientes directos de los antiguos mayas, dijeron que suelen utilizar extractos de plantas y, en particular, savia de los árboles Chucúm y Jiote (Chaká) en su mezcla.
A continuación, los investigadores analizaron el yeso antiguo del yacimiento de Honduras y prepararon una réplica del mismo.
El proceso de elaboración del yeso implica hornear material de roca carbonatada, como piedra caliza, utilizando altas temperaturas, antes de añadir agua a la cal viva resultante, formando una pasta de cal que se mezcla con arena.
A medida que el material se endurece, absorbe el dióxido de carbono del aire y lo atrapa en el cemento de calcita.
Los investigadores también siguieron el consejo de los albañiles y agregaron jugo de la corteza de los árboles Chucúm y Jiote a la mezcla.
Descubrieron que el yeso resultante era especialmente resistente y duradero.
“Pudimos reproducir exactamente la estructura, la textura y las propiedades mecánicas del material antiguo”, dice Rodríguez-Navarro.
Los científicos analizaron el yeso original mediante difracción de rayos X de alta resolución, una técnica que les permitió ver el material a escala atómica.
Los resultados mostraron que las moléculas del material orgánico de la corteza se habían incorporado a la estructura molecular del yeso de cal durante el proceso de fraguado o endurecimiento.
Según Rodríguez-Navarro, esto hace que el material sea muy duradero y resistente a la erosión física y química.
“Es muy difícil romper el material, porque es un compuesto entre materiales orgánicos e inorgánicos“, dice Rodríguez-Navarro.
“Por lo tanto, si intentas romper la calcita puramente inorgánica es muy fácil: es frágil, así que simplemente la golpeas y se derrumba. Pero si incorporas los átomos orgánicos de la savia del árbol, el material se vuelve más duro. Por lo tanto, la energía que tienes que gastar para romper ese material es muy, muy alta”.
La incorporación de material vegetal orgánico también hace que el material sea más insoluble, lo que evita que se disuelva con la lluvia, una característica importante en el clima tropical que a menudo se ve azotado por huracanes que traen fuertes lluvias.
Otros estudios realizados en yacimientos como Ek’Balam, en Yucatán, también han demostrado que los extractos de otro árbol (pixoy o Guazuma ulmfiolia) ayudan a actuar como fijador para preservar las capas de color utilizadas en el yeso de cal.
Por supuesto, existe otra razón por la que las ruinas de las ciudades mayas abandonadas pueden haber sobrevivido tanto tiempo: la propia selva.
Aunque los árboles han dificultado el hallazgo de las ruinas, también las han protegido de ser destruidas o saqueadas.
“Hay partes del mundo donde se han demolido pirámides con excavadoras para usarlas como relleno de carreteras o porque están en el camino de donde pasa el ganado”, dice Auld-Thomas.
“Sin embargo, es difícil hacerlo cuando hay un montón de árboles en el camino”.
Los mayas también transformaron el paisaje que rodeaba sus asentamientos para protegerse de los estragos del agua.
Auld-Thomas vio evidencia de esto en el sitio de Valeriana que ayudó a descubrir.
“Se encuentra en una zona que ha sido ampliamente modificada para la agricultura”, dice.
“Es bastante montañosa y, básicamente, cada superficie inclinada que está por encima del nivel de inundación estacional está esculpida, aterrazada y completamente remodelada para que la gente pudiera usarla para cultivar alimentos y mantener sus pies secos en la temporada de lluvias”.
Entonces, ¿podrían las sociedades modernas aprender algo de estos antiguos constructores mayas en lo que respecta a la creación de ciudades que sean resistentes al cambio climático?
“El caso de los mayas demuestra que es posible gestionar el paisaje de forma que pueda sobrevivir y prosperar durante un milenio, incluso en entornos bastante extremos en los que no llueve durante la mitad del año, pero luego llueve todos los días durante la otra mitad”, afirma Auld-Thomas.
También podríamos aprender de la elección de materiales de los mayas. El hormigón armado que se encuentra en la mayoría de los edificios modernos es lo suficientemente fuerte como para sostener enormes rascacielos, pero no están construidos para durar.
La vida útil de la mayoría de los edificios de hormigón armado con acero es de unos 50 a 100 años.
Al mismo tiempo, la producción de cemento representa actualmente el 8% de las emisiones globales de carbono, mucho más que la aviación.
Algunos investigadores están buscando alternativas al cemento basadas en cal.
Actualmente, la producción de cal es una fuente importante de emisiones de dióxido de carbono, pero los expertos están investigando la obtención de esta sustancia de otras fuentes, como los subproductos de la industria papelera, por ejemplo, lo que puede hacerla más sostenible.
Según Rodríguez-Navarro, inspirarse en los conocimientos de los antiguos mayas podría ayudar a que estos materiales sean más duraderos.
Los morteros de cal también pueden actuar como sumidero de carbono, absorbiendo el dióxido de carbono del aire a medida que se remineralizan y se endurecen formando piedra caliza.
“La cal está atrayendo mucha atención como posible material sostenible para la construcción moderna”, afirma Rodríguez-Navarro.
“No solo absorberá el CO2 durante la carbonatación, sino que al mismo tiempo se obtiene un material muy duradero si se añaden los aditivos orgánicos adecuados”.
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