
La madrugada del 03 de agosto, filtraron un video íntimo de Wendy Guevara sin su consentimiento y lo publicaron directo en su cuenta de Instagram.
Aunque el contenido fue eliminado a los pocos minutos, este ya había sido grabado por usuarios y compartido en diversas redes sociales, donde el material se viralizó poniendo a la influencer y conductora en tendencia en redes como X, TikTok y otras.
Guevara había sido víctima días antes de un asalto en carretera, donde le robaron celulares a ella y a sus acompañantes, por lo que ya había advertido de la posibilidad de que archivos personales fueran filtrados.
Antes de su esperada participación en La Casa de los Famosos, Wendy Guevara abordó el tema en un en vivo en sus redes sociales.
“Es algo que hacemos todos, pero a muy pocos nos violan la privacidad. Se metieron a mi Instagram y lo subieron”, relató mientras la maquillaban.
Con su característica forma de ser, Wendy evidenció resignación ante la filtración del video, pero también se notó qué tan normalizada tenemos esta práctica:
“Que piensen lo que quieran, si le pasó a Kim Kardashian, qué se puede esperar de mí”.
El caso ha desatado una ola de comentarios en redes sociales recordándonos una vez más la importancia de hablar de violencia digital.
Otro tipo de violencia digital: Qué es el stalkerware y cómo evitar ser víctima
De forma muy general, la violencia digital es toda acción mediante el uso de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) que busque agredir, violentar, vulnerar o exhibir la intimidad de una persona.
Algunas formas de violencia digital son ciberacoso, extorsión, phishing, robo de datos, grooming, entre otras. Y sí, cualquier persona (sin importar género, edad, clase social, etc.) puede ser víctima de este tipo de violencia.
Como lo explica ONU Mujeres, dentro de la violencia digital también se incluye la:
“Creación, difusión, publicación, distribución, intercambio, manipulación o almacenamiento de fotografías, videos o audios de naturaleza sexual o íntima sin consentimiento”.
Tal y como con el video íntimo de Wendy Guevara, este tipo de violencia consiste en difundir en línea sin el consentimiento de la persona “con el propósito de avergonzar, estigmatizar o perjudicar a la víctima”.
Aunque Wendy explicó en su en vivo que por ahora no planea emprender acciones legales, pues no quiere “desgastar su mente” en el asunto, es importante que sepas que este tipo de violencia digital está catalogada como un delito en nuestro país.
La Ley Olimpia no es una sola ley, sino un conjunto de reformas legislativas encaminadas a reconocer la violencia digital y sancionar los delitos que violen la intimidad sexual de las personas a través de medios digitales.
Su nombre honra a la activista Olimpia Coral Melo, quien visibilizó la necesidad de tipificar la difusión de contenido íntimo sin consentimiento al ella misma ser víctima de esto.
Las reformas que conforman la Ley Olimpia modificaron el Código Penal Federal, los códigos penales estatales, y la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV) en cuanto al tema de violencia digital.
Aunque muchas personas piensan que la Ley Olimpia solo aplica a mujeres, la realidad es que aplica para todas las personas.
Las sanciones de la Ley Olimpia varían según el estado, pero en el ámbito federal, el artículo 199 del Código Penal Federal establece:
*El UMA son las Unidades de Medida y Actualización. En 2025, la UMA tiene un valor de 113.14 pesos mexicanos diario, según el Inegi.
Sabemos que enfrentarse a cualquier tipo de violencia puede ser muy difícil, pero antes que nada recuerda: no estás sola y no eres culpable de nada, lo es quien violenta.
A continuación te dejamos unos pasos resumidos de cómo actuar, pero no dudes en revisar a detalle esta guía que hicimos sobre violencia digital con IA que aplica prácticamente los mismos pasos.
Algunas otras guías que te pueden servir de apoyo si eres víctima de violencia digital son: la Guía de defensa contra la violencia digital, los materiales de Impunidad Cero, la guía de cómo denunciar plataforma por plataforma de Denuncia.org o la de acoso.online, las asesorías de Luchadoras.

En lo que respecta a la monogamia, los humanos se parecen más a las suricatas y a los castores que a nuestros primos primates.
En nuestra vida amorosa, nos asemejamos más a estas mangostas sociales y unidas que a nuestros primos primates, según sugiere una clasificación de monogamia elaborada por científicos.
Con un 66% de monogamia, los humanos obtienen una puntuación sorprendentemente alta, muy superior a la de los chimpancés y los gorilas, y a la par de las suricatas.
Sin embargo, no somos ni mucho menos la criatura más monógama.
El primer puesto lo ocupa el ratón californiano, un roedor que forma vínculos inseparables para toda la vida.
“Existe una liga de élite de la monogamia, en la que los humanos se encuentran cómodamente, mientras que la gran mayoría de los demás mamíferos adoptan un enfoque mucho más promiscuo para el apareamiento”, afirmó Mark Dyble, investigador del Departamento de Arqueología de la Universidad de Cambridge.
En el mundo animal, el emparejamiento tiene sus ventajas, lo que podría explicar por qué ha evolucionado de forma independiente en múltiples especies, incluida la nuestra.
Los expertos han propuesto diversos beneficios para la llamada monogamia social, en la que las parejas se unen durante al menos una temporada de reproducción para cuidar a sus crías y ahuyentar a los rivales.
Dyble examinó varias poblaciones humanas a lo largo de la historia, calculando la proporción de hermanos de padre y madre (individuos que comparten la misma madre y el mismo padre) en comparación con los medio hermanos (individuos que comparten la madre o el padre, pero no ambos).
Se recopilaron datos similares para más de 30 mamíferos monógamos sociales y de otras especies.
Los humanos tienen un índice de monogamia del 66% de hermanos de padre y madre, por delante de las suricatas (60%), pero por detrás de los castores europeos (73%).
Mientras tanto, nuestros primos evolutivos se sitúan en la parte inferior de la tabla: los gorilas de montaña con un 6%, y los chimpancés con solo un 4% (al igual que el delfín).
En último lugar se encuentra la oveja de Soay, de Escocia, donde las hembras se aparean con múltiples machos, con un 0,6% de hermanos de padre y madre.
El ratón californiano ocupó el primer puesto, con un 100%.
Sin embargo, estar clasificados junto a suricatas y castores no significa que nuestras sociedades sean iguales: la sociedad humana es completamente diferente.
“Aunque la proporción de hermanos de padre y madre que observamos en los humanos es muy similar a la de especies como las suricatas o los castores, el sistema social que vemos en los humanos es muy distinto”, declaró Dyble a la BBC.
“La mayoría de estas especies viven en grupos sociales similares a colonias o, quizás, en parejas solitarias que se desplazan juntas. Los humanos somos muy diferentes. Vivimos en lo que llamamos grupos con múltiples machos y múltiples hembras, dentro de los cuales existen estas unidades monógamas o de pareja estable”, explicó.
Kit Opie, profesor del Departamento de Antropología y Arqueología de la Universidad de Bristol, que no participó en el estudio, afirmó que este es otro elemento clave para comprender cómo surgió la monogamia en los seres humanos.
“Creo que este artículo nos proporciona una comprensión muy clara de que, a lo largo del tiempo y en diferentes lugares, los humanos son monógamos”, declaró.
“Nuestra sociedad se parece mucho más a la de los chimpancés y los bonobos; simplemente hemos tomado un camino diferente en lo que respecta al apareamiento”, agregó.
El nuevo estudio fue publicado en la revista científica Proceedings of the Royal Society: Biological Sciences.
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