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Desinformación sobre la Ley Olimpia: ¿por qué se llama así y cómo aplica al caso de Andrea Chávez?
Desinformación sobre la Ley Olimpia: ¿por qué se llama así y cómo aplica al caso de Andrea Chávez?
Fotografía: @AndreaChavezTre
6 minutos de lectura

Desinformación sobre la Ley Olimpia: ¿por qué se llama así y cómo aplica al caso de Andrea Chávez?

En redes desinformaron acerca de que las reformas legales llevaban ese nombre debido al Batallón Olimpia, o que se trata de un arma ideológica para perseguir críticos
16 de octubre, 2024
Por: Luz Rangel
@ 

Con el anuncio de la denuncia por violencia digital de Andrea Chávez, senadora de Morena, al caricaturista Antonio Garci Nieto, circuló en redes desinformación acerca de la Ley Olimpia, el marco legal que respaldará a la legisladora en su reclamo por la imagen manipulada que la sexualiza.

Usuarios de X, antes Twitter, difundieron frases falsas como que las reformas legales llevaban ese nombre debido al Batallón Olimpia, o que se trataba de un arma ideológica para perseguir críticos. Incluso cuestionaron por qué no se aplicaba dicha ley a quienes habían cometido un asesinato.

¿Cómo aplica la Ley Olimpia en el caso de Andrea Chávez?

En X fue difundida desde hace meses una fotografía con edición digital en la que Andrea Chávez fue sexualizada. El 4 de octubre de 2024 el caricaturista la publicó desde su cuenta oficial en dicha red.

“Es la cenadora la que sube esas fotos a las redes para promover su ideología política”, escribió Antonio Garci Nieto, aunque se trató de una imagen manipulada, que retoma otra fotografía de Chávez.

Días después, el 9 de octubre, Andrea Chávez publicó un video en X, en el cual anunció que denunciaría al caricaturista por el delito de vulnerar, degradar y atacar su intimidad,  tipificado por la Ley Olimpia.

“Tras una profunda reflexión acompañada de incontables muestras de cariño, atenderé la exigencia de miles de mujeres que me solicitan denunciar, por la vía legal, la agresión de Antonio Garci Nieto contra mi intimidad”, publicó.

El 15 de octubre de 2024 la senadora de Morena dio a conocer en su cuenta de X que un día antes denunció a su agresor ante la Fiscalía Especializada en Delitos Sexuales de la Ciudad de México.

“No es libertad de expresión cuando se atenta en contra del derecho que tenemos las mujeres a vivir una vida libre de violencia. Tienen que existir restricciones, particularmente cuando la conducta constituye un delito que está plenamente tipificado y aquí me permito agradecer la lucha incansable que ha dado nuestra compañera Olimpia Coral Melo, a quien también le agradezco su solidaridad”, dijo en conferencia de prensa.

El delito contra la intimidad sexual se persigue por querella o denuncia por contenido sexual íntimo real o simulado en redes sociales o cualquier medio tecnológico, como ocurrió en el caso de Andrea Chávez.

La violencia digital contra la intimidad sexual de las mujeres es tan real como la violencia feminicida. Las vidas de muchas mujeres la han conocido desde que se masificaron los espacios digitales, sin embargo, no había sido una problemática visible.

De acuerdo con Marcela Hernández Oropa, defensora digital, en México las 32 entidades del país ya aprobaron este tipo penal en los Códigos Penales. 

La presidenta Claudia Sheinbaum mencionó la Ley Olimpia durante su discurso en el Zócalo de la Ciudad de México, tras su toma de protesta, y en la conferencia de prensa matutina, anunciando reformas a favor de las mujeres y para perfeccionar el tipo penal.

Falso que la Ley Olimpia evoque al Batallón Olimpia

Olimpia Coral Melo es una activista contra la violencia digital que fue víctima de la difusión viral, sin su consentimiento, de un video con contenido sexual íntimo. 

Al contactar a más mujeres que habían pasado por esto, se conformó una agrupación que, inicialmente, se llamó Frente Nacional para la Sororidad, cuenta en entrevista con El Sabueso Marcela Hernández Oropa, una de sus integrantes y cofundadora de la Red Latinoamericana de Defensoras Digitales.

“Como primer eje de acción decide impulsar una legislación que nombre, visibilice y reconozca la violencia digital como una forma de violencia que se ejerce principalmente contra las mujeres por razón de género y que, además, tiene diferentes tipos, expresiones y manifestaciones”, explica Marcela Hernández Oropa sobre el Frente Nacional para la Sororidad.

Así, con el nombre de Olimpia, se le conoce al primer proyecto de reformas en México en materia de violencia digital, propuesto desde la realidad de las víctimas, como ella misma, y con perspectiva de género. 

Se trata del reconocimiento de esta modalidad de violencia en la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y la tipificación del delito contra la intimidad sexual en los Códigos Penales. Es decir, aunque no es una ley en sí misma y el Frente Nacional para la Sororidad sí buscaba realizar una legislación integral, son reformas legales.

“Ley Olimpia se convirtió en el nombre mediático dado a esta gran lucha a favor de que las mujeres y niñas podamos vivir libres de violencia y estar seguras también en los espacios digitales”, menciona el Manual de Contenidos Laboratorio de Análisis Multidisciplinario sobre la Ley Olimpia.

En cambio, el ​​Batallón Olimpia fue un grupo paramilitar creado por el Gobierno de México para vigilar, realizar detenciones e incluso cometer asesinatos durante el Movimiento Estudiantil de 1968. Estuvo bajo el mando del general Luis Gutiérrez Oropeza e integrado por elementos del Estado Mayor Presidencial​ y la Dirección Federal de Seguridad, la Policía Judicial Federal, la Policía Judicial del Distrito Federal y la Inspección Fiscal Federal. 

Marcela Hernández Oropa enfatiza que el ​​Batallón Olimpia no tiene ninguna relación con la Ley Olimpia.

ley olimpia méxico
FOTO: ROGELIO MORALES /CUARTOSCURO.COM

 

La Ley Olimpia no ‘persigue críticos’, sino violencia digital

De acuerdo con el Gobierno de México, la violencia digital se refiere a aquellas acciones en las que se expongan, difundan o reproduzcan imágenes, audios o videos de contenido sexual íntimo de una persona sin su consentimiento, a través de medios tecnológicos y que por su naturaleza atentan contra la integridad, la dignidad y la vida privada de las mujeres causando daño psicológico, económico o sexual tanto en el ámbito privado como en el público, además de daño moral, tanto a ellas como a sus familias.

Algunas conductas que atentan contra la intimidad sexual son videograbar, audiograbar, fotografiar o elaborar videos reales o simulados de contenido sexual íntimo de una persona sin su consentimiento o mediante engaño.

También exponer, distribuir, difundir, exhibir, reproducir, transmitir, comercializar, ofertar, intercambiar y compartir imágenes, audios o videos de contenido sexual íntimo de una persona, a sabiendas de que no existe consentimiento, como ocurrió con el caso de Andrea Chávez y Antonio Garci Nieto. 

En respuesta a la denuncia que anunció la senadora de Morena, el caricaturista dijo que había una persecución en su contra. Y otras cuentas se sumaron a mencionar que la Ley Olimpia supuestamente era un arma de censura o de silenciar voces, pero en realidad, su razón de ser es sancionar la violencia digital. 

“Este tipo de legislación y este tipo de movimientos no son persecución política. Están muy acostumbrados a hacer un montón de cosas con las demás personas y en total impunidad. Entonces, este acto de pedir asilo político del agresor de la senadora me parece un acto de cobardía”, menciona Marcela Hernández Oropa. 

El Sabueso ha documentado casos de violencia política digital de género contra políticas de distintos partidos, o contra personajes como la presidenta de la Suprema Corte de Justicia, Norma Piña. 

El Instituto Nacional Electoral (INE) contabilizó 205 quejas de Violencia Política contra las Mujeres en Razón de Género durante el proceso electoral, que inició el 7 de septiembre de 2023 y hasta el 18 de junio de 2024, de las cuales 42% fueron por ataques en redes sociales; 18% en medios de comunicación y 9% por obstaculizaciones para obtener una candidatura.

ley olimpia sextorsión
Foto: Cuartoscuro
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Imagen BBC
Así cambiaron el alfabeto y el lenguaje con la llegada de los españoles a América.
7 minutos de lectura

Para enseñarles el cristianismo y otros conocimientos a los pueblos originarios, los religiosos que vinieron con los conquistadores y colonizadores desarrollaron un método que combinó dibujos y escritura.

12 de octubre, 2024
Por: BBC News Mundo
0
Página del Códice Mendoza donde se habla de la fundación de México
Getty Images
El ‘Códice Mendoza’ es uno de los textos coloniales donde se mezclan pictogramas con escritura alfabética castellana.

Cuando los españoles llegaron al territorio de lo que hoy conocemos como México, existía un sistema de escritura principalmente pictográfico, en el que cada “dibujo” significaba una frase o enunciado completo.

Este sistema era utilizado por las castas gobernantes, principalmente para conservar tradiciones religiosas, discursos, hechos históricos o registros poblacionales y tributarios, entre otros asuntos.

Los amanuenses que conservaban estos libros (normalmente tiras de papel plegadas o lienzos o pieles de animales) aprendían de memoria largos discursos y con la punta del dedo repasaban las figuras para apoyarse y no perder el orden del mensaje que querían transmitir.

Es decir, esta escritura estaba más cerca de lo icónico que de lo ideográfico, más cerca de las pinturas rupestres que de la escritura egipcia o china.

Pintura colonial de un monje bautizando a indígenas
Getty Images
Los primeros religiosos que fueron enviados al Nuevo Mundo a evangelizar a los indígenas terminaron aprendiendo el idioma de éstos para poder llevar adelante su tarea.

Los “12 apóstoles de México”

Formalmente, los primeros evangelizadores españoles llegaron a la ciudad de México en 1524 (los llamados “12 apóstoles de México”).

Eran un pequeño grupo de frailes franciscanos que iniciaron una ingente y titánica obra cristianizadora de los indígenas. A estos les siguieron los dominicos y luego los agustinos.

La labor de las órdenes religiosas no se limitaba a la evangelización. También construyeron pueblos, villas y ciudades, impartieron justicia y fueron consejeros de los funcionarios reales, entre muchas otras actividades.

Por ejemplo, enseñaron a los primeros mexicanos a cultivar las plantas europeas, vestir “a la española”, edificar iglesias, criar animales españoles, labrar acueductos, utilizar el telar europeo y aprender los oficios mecánicos.

Simultáneamente, destruyeron los templos prehispánicos, derrumbaron las esculturas de los dioses, quemaron los libros que mencionamos e hicieron procesos inquisitoriales contra los indios remisos.

Otra página del Códice Mendoza del siglo XVI
Getty Images
Los primeros textos dirigidos a los indígenas se asemejaban más a pinturas rupestres que a lo que consideramos escritura .

Estas actividades pasaban inevitablemente por que los religiosos aprendieran las principales lenguas mesoamericanas. Y así lo hicieron.

En un principio, en la escritura mezclaron los pictogramas y el alfabeto. Por ejemplo, se conserva una interesante transcripción al náhuatl del catecismo ideado por fray Pedro de Gante.

Otros religiosos, quizá deseosos de un mayor acercamiento a los usos y costumbres de los pueblos indígenas, pedían a los copistas que transcribieran en grandes telas, con su sistema, pasajes bíblicos.

Iban de una a otra aldea acompañados de un numeroso séquito de indios ladinos –los llamaron igual que en España llamaban a los judíos y a los musulmanes que se movían entre la cultura propia y la cristiana–, reunían a los pobladores, trepaban en alguna tarima o en algún basamento piramidal en ruinas, mostraban el gran lienzo a los neófitos, señalaban con una vara las imágenes, contaban en español el asunto de la pintura y, finalmente, los ayudantes traducían al náhuatl.

Imagen del letras del alfabeto latino
Getty Images
Los religiosos españoles utilizaron el alfabeto latino para intentar construir la fonética náhuatl.

Idiomas para los evangelizadores

Una nueva dificultad se les presentó cuando tuvieron que enseñar las lenguas indígenas a los evangelizadores que llegaban.

No era deseable, por pesado y dilatado, que las aprendieran de los indígenas (como tuvieron que hacer los primeros).

Así que organizaron escuelas para que los nuevos frailes estudiaran las lenguas originarias. Esto condujo, como un proceso natural y lógico, a dotar al náhuatl, por ejemplo, de un alfabeto. Y el sistema de escritura no fue otro que el usado en el castellano.

Una vez escrita la lengua mexicana con el sistema alfabético que el español recibió del latín, se desató una fiebre escritural muy variada y abundantísima.

Se hicieron libros a la europea (manuscritos primero, impresos después): silabarios, diccionarios, sermonarios, gramáticas, doctrinas, crónicas, anales, informes, pliegos de agravios, etc.

Por fortuna se conservan testimonios de este proceso.

Recuerdo de mis lecturas que los agustinos fundaron una escuela en Tiripitío para enseñar la lengua michoacana. Incluso en Culhuacán, al sur de la ciudad de México, el convento de estos ermitaños tenía un batán en el que fabricaban papel.

Una figura central en este proceso de adquisición del alfabeto latino por el náhuatl es sin duda el franciscano Bernardino de Sahagún. Sus manuscritos, conocidos como Códice florentino en la actualidad, han sido digitalizados para su consulta universal.

Como afirma la estudiosa Alejandra Ortiz Castañares, el Códice Florentino fue “creado para conocer a los mexicas y evangelizarlos. Es uno de los pocos con lenguaje híbrido, en el que la tradición pictográfica indígena se incorpora no sólo como lenguaje, sino también como refuerzo visual del apenas nacido alfabeto latino en náhuatl”.

Imagen de una página del catecismo de Pedro de Gante
Cortesía Biblioteca Nacional de España
El Catecismo de fray Pedro de Gante es otro ejemplo donde se combinó el español con la lengua de los pueblos originarios mexicanos.

Pronunciar en otro idioma

Sin duda, fue una solución muy práctica y útil. Pero los evangelizadores no previeron un problema: las diferencias fonéticas entre la lengua modelo y las americanas.

Por ejemplo, en náhuatl no existía el fonema /ñ/ y las vocales eran tres, no cinco. Y en español no existen los fonemas interdentales laterales. Para solucionar eso, improvisaron usando dos grafías (tl, tz).

Además, había fonemas en español que poco a poco se estaban perdiendo, como la cedilla (/ç/), la doble s, la /sh/ (que se escribía como una X), etc.

Tampoco imaginaron dos consecuencias inesperadas. En primer lugar, la prosodia del español –sus acentos, tonos y entonación– en muchos casos arrastró, por decirlo así, a la prosodia del náhuatl.

Como ejemplo, tenemos la pronunciación de la capital del imperio azteca: Mexico-Tenochtitlan. La primera palabra aludía a la etnia (los mexitin, en oposición a tepanecas, acolhuas chalcas, etc.) y la segunda al lugar mismo, el islote donde se fundó. La primera fue y sigue siendo la más usada.

Su pronunciación sería algo así como meshico –palabra grave, no esdrújula–. El fonema /sh/ existía en español y se escribía como una X, de ahí muxer (musher), oxo (osho) y dixe (dishe). Con el paso de los siglos, este fonema del español se fue suavizando hasta pronunciarse como una jota, y así fue como evolucionó la dicción a mujer, ojo o dije.

Con muchas palabras del náhuatl se dio esta “evolución”. Así se pasó de Xalisco (Shalisco) a Jalisco, de Xalapa (Shalapa) a Jalapa y de México a Méjico. En el siglo XIX muchas grafías de estos topónimos se adoptaron a la nueva pronunciación, excepto México, que la seguimos escribiendo a la vieja usanza pero la pronunciamos a la moderna.

Folio del Código Florentino
Cortesía J. Paul Getty Trust
En el Código Florentino también se utilizaron dibujos y texto para facilitar la enseñanza de la cultura europea y de la religión cristiana a los indígenas.

La segunda consecuencia fue que la pronunciación a la española de las palabras indígenas muchas veces fue adoptada como la forma correcta por los propios indígenas.

Aunque es un fenómeno complejo y de múltiples aristas, estos ejemplos darán una idea al amable lector: de Coliman se pasó a Colima; de Tlalpam a Tlalpan; de Janitzio a Janicho; de Olizapan (Ahuilizapan) a Orizaba y de Cuauhnáhuac primero a Cuedlavaca y, finalmente, a Cuernavaca.

Diremos que hubo palabras que casi quedaron idénticas en esa transición que implicó el mestizaje de las culturas del Nuevo y el Viejo Mundo, mientras que otras locuciones tuvieron una transformación radical. Eso se debió a la facilidad o no de pronunciar esos términos en la nueva lengua dominante.

Como dijo Octavio Paz, lo que entonces pasó no fue un encuentro, sino un encontronazo. Pero no es éste el espacio para hablar de ello. Lo que quiero decir en este breve recuento que ahora hago es que el tema no sólo tiene interés y suma importancia para lingüistas, sino también para literatos, historiadores, antropólogos, sociólogos, etc.

Por desgracia es un espacio muy poco explorado, pero los que hablamos la lengua de Cervantes (vivamos de uno u otro lado del Atlántico) estamos obligados a no permitir que se pierda.

*Ramón Moreno Rodríguez es profesor e investigador en el área de la lengua y las literaturas hispánicas, especialista en narrativa española, de la Universidad de Guadalajara (México). Este artículo apareció en The Conversation. Puedes leer la versión original aquí.

raya gris
BBC
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