La salud mental en México enfrenta un panorama crítico, pero el gobierno mexicano recortó en 13 % el gasto para la institución encargada de atenderla.
Para 2025, las autoridades destinaron 2 mil 114.14 millones de pesos al presupuesto de la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama), frente a los 2 mil 467.6 millones asignados en 2024 (con el ajuste de la inflación).
La reducción en el dinero para combatir las adicciones y cuidar la salud mental ocurre mientras una de cada cuatro personas presenta algún trastorno en México, de acuerdo con datos oficiales, y el porcentaje puede crecer a una tercera parte de la población.
Un reflejo de la necesidad de atender la salud mental entre la población mexicana es el crecimiento exponencial de suicidios en la última década. De 2013 a 2023, las muertes provocadas por autolesiones pasaron de 5 mil 909 a 9 mil 72, de acuerdo con los datos públicos más recientes.
La desatención a las adicciones se suma a la inexistencia de una encuesta nacional sobre consumo de drogas desde 2017, delegada al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conahcyt) el sexenio pasado, sin que haya alguna noticia sobre su desarrollo.
Desde su creación, en mayo de 2023, la Conasama es la unidad descentralizada que conduce la política mexicana para atender la salud mental y prevenir las adicciones y el suicidio. Es resultado de la fusión del Secretariado Técnico del Consejo Nacional de Salud Mental (Consame), los Servicios de Atención Psiquiátrica (SAP) y la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic).
La reducción al presupuesto de este organismo se da pese a que las autoridades han asegurado que la atención a la salud mental sería una prioridad para el gobierno mexicano, con la implementación del Plan Sectorial de Salud Mental y Adicciones 2023–2024, presentado en julio de 2023.
En ese documento, las autoridades mexicanas reconocieron que entre los pendientes que enfrenta la atención a la salud mental en el país están la debilidad y división en los servicios y el acceso insuficiente de la población a éstos, además de insuficiencia de recursos humanos especializados y carencia en investigación e información sobre el área.
Organizaciones especializadas como Cero desabasto han documentado que la falta de atención a la salud mental deriva también en una mayor escasez de medicamentos para atender los padecimientos relacionados con ella. Derivado en buena parte de la decisión de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) de suspender las actividades de una empresa proveedora, por irregularidades halladas en la fabricación de medicamentos controlados.
Los astrónomos en todo el mundo se preparan para ver un sistema estelar a unos 3.000 año luz que está a punto de estallar en un espectáculo luminoso.
Una fría noche de febrero de 1946, un colegial de 15 años miraba por la ventana de su dormitorio cuando hizo un sorprendente descubrimiento.
Michael Woodman, un entusiasta astrónomo aficionado de la ciudad de Newport, Gales, se había desvelado esperando a que su padre regresara a casa cuando notó algo extraño sucediendo en el cielo.
“Estaba la constelación Corona Boreal, pero en el anillo de la Corona, las segunda estrella abajo estaba radiante, muy radiante”, explica.
“Y pensé, ‘nunca antes he visto algo parecido'”.
A la mañana siguiente le escribió al Astrónomo Real, la autoridad de investigaciones astronómicas en Reino Unido.
Ahora, a los 94 años, sonríe al recordar con sorpresa la audacia que tuvo en su adolescencia.
“Y Dios me libre si el Astrónomo Real no me contestó con una carta que todavía conservo”.
Michael Woodman no solo había observado el raro evento celestial, sino que —como le informaron— era la única persona en el país en verlo.
Había detectado un sistema estelar, a unos 3 mil años luz de distancia, llamado T Corona Borealis —o abreviado a T Cor Bor— explotando brillantemente, que solo fue visible en el cielo nocturno por unos pocos días.
“Me había ganado la lotería”, expresa.
En estos días, una nueva generación de observadores está escaneando el firmamento del Hemisferio Norte en busca de T Cor Bor.
“T Cor Bor está tenue en el momento; su magnitud es de 10, mucho menor de lo que puedes ver con el ojo desnudo”, explica Jenifer Millar, de Fifth Star Labs, una empresa que desarrolla apps para la educación y descubrimientos científicos.
Como muestra la foto que sigue, para encontrar la región en el cielo donde aparecería, ella recomienda localizar primero el Carro característico de la Osa Mayor y seguir su cola hasta Arcturus (Arturo, una de las estrellas más brillantes).
Al occidente de esta estrella está la constelación Corona Boreal, compuesta de siete estrellas y donde T Cor Bor se iluminará en algún momento.
“Sólo será visible al ojo desnudo por un par de días”, señala la científica.
“Por supuesto, si tienes un par de binoculares o un pequeño telescopio, podrás verlo por un poco de tiempo, pero creo que es ese corto período lo que lo hace realmente especial”.
El fenómeno astronómico es causado por la interacción de dos estrella que orbitan entre ellas: una enana blanca —que es una estrella muerta— y una gigante roja, una estrella que está llegando al final de su vida.
La compacta enana roja ejerce una enorme atracción gravitacional, tan potente que le roba material a su vecina más grande.
“La fuerza de gravedad en la superficie de la enana blanca es un millón de veces mayor a la gravedad que sentimos en la Tierra, así que si estuviéramos allí, nos aplastaría instantáneamente”, comenta Jane Clark, de la Sociedad Astronómica de Cardiff.
Con el paso del tiempo, el material acumulado de la otra estrella queda aplastado y comprimido, hasta que finalmente desencadena en una explosión nuclear que despide una enorme cantidad de energía, un proceso conocido como una nova en evolución.
“Y cuando eso sucede, se iluminará como el mejor árbol de Navidad de la ciudad“, asegura la doctora Clark.
Los astrónomos creen que este proceso es recurrente, con una explosión de T Cor Bor sucediendo aproximadamente cada 80 años.
Pero no hay registros de esto.
Y ya ha habido unas cuantas falsas alarmas que T Cor Bor estaba a punto de aparecer, seguidas de un chasco.
Sin embargo, los expertos dicen que hay signos de que volverá a suceder pronto.
Y Michael Woodman ciertamente está listo para verlo otra vez.
“Alguien me meterá en un automóvil y me llevará a algún sitio agreste donde lo podré ver bien. Eso es lo que esperamos”, afirma.
Y si logra echarle otro vistazo al espectáculo, cree que lo pondrá en un club muy exclusivo, de un solo miembro.
“80 años después, estamos mirando al cielo otra vez, no sólo yo, sino todo el mundo aparentemente”, declara.
“Si estoy con vida, si lo veo, seré el único en haberlo visto dos veces”.
Luego, con una amplia sonrisa y una pequeña carcajada, añade: “¡Tengo que seguir respirando!”
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