La Organización Mundial de la Salud (OMS) conmemora cada 10 de octubre el Día Mundial de la Salud Mental, con el objetivo de crear conciencia sobre la importancia del bienestar emocional y psicológico, y movilizar esfuerzos para su atención integral. Este día también busca desmitificar y reducir el estigma asociado a los trastornos mentales, que afectan a millones de personas en todo el mundo.
El Día Mundial de la Salud Mental promueve un enfoque global para garantizar que las personas reciban el apoyo necesario, acceso a tratamientos y servicios de salud adecuados, además de impulsar la adopción de políticas públicas que favorezcan la prevención y promoción de la salud mental, así como la integración de estos servicios en los sistemas de salud de cada país.
Sin embargo, de acuerdo con datos del Sistema de Información de la Secretaría de Salud actualizados hasta 2022, los servicios de atención a la salud han disminuido drásticamente. Comenzando por lo más básico, las consultas de salud mental disminuyeron casi 30 % entre 2016 y 2022.
Mientras tanto, las sesiones de psicología en unidades especializadas en psiquiatría y salud mental, vitales para el tratamiento de trastornos mentales y emocionales, han disminuido en 4 % en el mismo periodo.
Por si esto no fuera poco, los datos sobre servicios como estudios psicodiagnósticos y psicoterapias individuales, familiares, grupales y de pareja no están actualizados y la información referente a ello apenas llega a 2020, año hasta el cual se muestran caídas superiores al 40 %.
Lo más grave es que mientras esto sucede, los suicidios están a la alza y presentan niveles nunca antes vistos desde que se tiene registro en nuestro país. De acuerdo con información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México durante 2023 ocurrió un suicidio por hora, es decir en promedio 24 sucesos al día. Lo que se traduce en una tasa de 6.9 suicidios por cada 100 mil habitantes.
Es importante mencionar que es casi cinco veces más probable que este fenómeno sea sufrido por hombres que por mujeres. Un dato interesante para encauzar las acciones que el estado mexicano quiera implementar para atender las causas de este terrible hecho.
Por eso hoy que se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental es urgente que su atención se convierta en una prioridad dentro de la política de salud pública. Las recomendaciones internacionales apuntan a integrar la salud mental dentro de la atención primaria, unificar los servicios ofrecidos por los diferentes subsistemas de salud, incluir al sector educativo en la detección temprana de posibles problemas de salud mental, y aumentar progresivamente el gasto y la inversión para tratar esta problemática.
La salud mental es esencial para el bienestar y desarrollo de las personas, y su atención adecuada es un derecho de todas y todos los mexicanos como parte de la protección de nuestra salud. Es necesaria, pues, una intervención integral para prevenir las trágicas consecuencias de esta situación, que aunque poco abordada, cobra más vidas cada año de manera silenciosa.
La ausencia del ejército regular en la crisis actual plantea interrogantes sobre la capacidad de las instituciones del Estado libanés para enfrentar un conflicto de grandes dimensiones.
El conflicto actual entre Israel y el grupo armado chiita Hezbolá se basa en dos posiciones claramente definidas, que se han mantenido afianzadas durante más de cuatro décadas.
Israel dice que está decidido a eliminar la amenaza que Hezbolá representa desde el vecino Líbano, mientras que Hezbolá sigue atacando posiciones israelíes en un esfuerzo por destruir el Estado de Israel.
Durante los últimos 11 meses, las hostilidades transfronterizas diarias entre ambos bandos han aumentado aún más la tensión.
Ahora que está en marcha una invasión israelí en Líbano, por primera vez desde 2006, muchos se preguntan dónde está el ejército libanés en toda esta situación y qué hizo para evitar que esto sucediera, dadas las ramificaciones de tal escalada para toda la región.
A primera vista, el ejército libanés ha estado ausente de las hostilidades, mientras que Israel y Hezbolá (que está proscrito como organización terrorista por Estados Unidos, el Reino Unido y otros países) han asumido el centro de atención.
En teoría, es tarea del ejército luchar contra el enemigo de la nación, e Israel es oficialmente el enemigo de Líbano.
Pero el ejército libanés carece de equipo y del arsenal necesario para semejante enfrentamiento.
El ejército israelí está sólidamente equipado y posiblemente cuenta con el mayor apoyo de las potencias occidentales, tanto financieramente como en términos del arsenal más avanzado.
Además, existe una creencia generalizada, apoyada por testimonios de varios exoficiales de alto rango, que acusa a Estados Unidos de presionar activamente a sucesivos gobiernos libaneses para impedir que el Estado adquiera armas sofisticadas que puedan suponer una amenaza para Israel.
Una profunda crisis económica, agravada por la devastadora explosión del almacén de fertilizantes de Beirut en 2020, ha empeorado mucho las cosas para el ejército libanés.
La falta de fondos ha afectado a su personal y a sus necesidades operativas más básicas, como el combustible.
Para complicar aún más las cosas, EE.UU., considerado por Hezbolá como su mayor enemigo, es el principal donante del ejército libanés.
Durante un tiempo, Washington contribuyó a los magros salarios del personal de este ejército.
Pero su ayuda se limita a vehículos, accesorios y armas individuales y no se compara con la ayuda que proporciona a Israel.
Mientras tanto, algunos observadores señalan que la ineficacia del ejército libanés contra Israel es similar a la de todos los demás ejércitos nacionales de la región.
“Ni el ejército libanés ni ningún ejército árabe tiene la capacidad para enfrentarse al enemigo israelí”, señala el general Mounir Shehade, excoordinador del gobierno libanés en la Fuerza Provisional de Naciones Unidas en el Líbano (FPNUL).
“Con el ejército israelí, ninguna lucha es adecuada, salvo la guerra de guerrillas, similar a la que ocurrió en Gaza”.
Khalil El Helou, general retirado del ejército libanés, afirma que “el papel del ejército libanés es mantener la estabilidad interna, porque hoy la situación interna es delicada”.
“El desplazamiento de medio millón de partidarios libaneses de Hezbolá a zonas que están en contra de Hezbolá crea fricciones que podrían derivar en disturbios de seguridad y quizás en una guerra civil”, agrega.
Tras la muerte del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, a manos de Israel, el ejército libanés se desplegó en gran medida en muchas zonas consideradas “sensibles” donde había una gran posibilidad de tensión entre los diferentes grupos del país.
El domingo también emitió un comunicado en el que instaba a “los ciudadanos a preservar la unidad nacional”, subrayando que seguía tomando medidas para preservar la paz civil en el país.
¿Tiene entonces el ejército algún papel en las hostilidades actuales? En realidad no.
Sin embargo, está presente en el sur y en cantidades significativas.
El ejército anunció recientemente que un soldado libanés murió por un dron israelí que atacó una motocicleta cuando pasaba por un puesto de control.
Además, es probable que cualquier alto el fuego futuro implique un mayor despliegue del ejército en el sur, algo que el primer ministro libanés ha insinuado recientemente.
Todo esto, sin embargo, implicará su propio conjunto de desafíos. Se necesita más personal y, para ello, se requiere más dinero, fondos que el ejército simplemente no tiene.
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