Después de más de un año de tratamiento en el sector privado y cinco intentos para ser referida a la especialidad de psiquiatría en el IMSS, Laura sigue sin recibir el servicio en el sector público por “agenda cerrada”. Mientras tanto, las autoridades de salud proponen como solución un Plan Sectorial de Salud Mental y Adicciones 2023-2024, que pretende unificar los esfuerzos de las instituciones públicas en un país donde una tercera parte de la población presentará un problema asociado a salud mental y 79% no recibirá tratamiento oportuno, según ese mismo documento.
Hace más de un año, Laura, de 33 años, comenzó a tener síntomas cada vez más fuertes de depresión y ansiedad. La terapia psicológica que tomaba dejó de ser suficiente. Al principio, ella misma no estaba segura de si su percepción podría estar equivocada o si realmente tenía un padecimiento a diagnosticar. En ese momento vivía en un departamento en la Ciudad de México, con un trabajo y una vida independiente, y con el seguro social que le proporcionaban como prestación.
“No sabía qué me estaba pasando o si estaba exagerando, o qué sucedía porque no hay tanta información realmente sobre salud mental”, señala. Finalmente, decidió consultar a una psiquiatra privada, que confirmó el diagnóstico de depresión y ansiedad. A partir de entonces, fue necesario que comenzara a tomar fármacos y a acompañar el tratamiento con psicoterapia. Los síntomas ya habían ocasionado que no pudiera continuar con su trabajo, por lo que regresó a casa de su familia en el Estado de México.
Con el tiempo que le quedaba de seguro, alcanzó a acudir al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) para ver si ahí podían darle al menos el medicamento. En ese momento fue que se encontró con el primer obstáculo: necesitaba ser referida también a la especialidad de ginecología, tras una reciente detección de miomas, pero la doctora que la atendió en el instituto argumentó que solo podía referirla a una, aunque podía recetarle los medicamentos psiquiátricos.
“Cuando vimos, no estaban en el cuadro clínico porque en ese entonces me recetaron escitalopram. Me dijeron que ese no estaba y como acepté lo del pase a ginecología, resultó que tampoco había (citas en esa especialidad), estaba la agenda cerrada, no pude llegar, y después, como ya no tenía trabajo ni seguro, lo que hice fue ir al Instituto Nacional de Psiquiatría”, relata Laura. Acudir ahí representó un gran impacto para ella, porque no había imaginado nunca que pudiera requerirlo.
Sin embargo, le sorprendió recibir, a diferencia del IMSS, un trato muy amable, desde las personas que estaban en recepción y vigilancia. Los resultados de la preconsulta, en contraste, no fueron tan positivos: le dijeron que no podían atenderla porque solo atendían casos de más gravedad, como esquizofrenia o intentos de suicidio, y que sus síntomas no eran tan graves. La opción era canalizarla a una clínica de la Secretaría de Salud de la Ciudad de México, pero solo había consultas hasta dentro de dos meses.
Sintió que no podía esperar y volvió a la atención psiquiátrica en el sector privado. Después de un tiempo, el escitalopram no resultó lo más adecuado para su organismo, por lo que finalmente fue sustituido por venlafaxina. Hace unas semanas, comenzó a costarle trabajo encontrar ese medicamento a la venta, pero ya había empezado a trabajar en un empleo donde sí tenía IMSS y ya tenía conocimiento de que la venlafaxina sí estaba en su cuadro.
Como había tenido algunas recaídas, acudió a la Clínica 61, en Naucalpan, con el diagnóstico y tratamiento que ya tenía para ver si podían, de nuevo, ayudarla solamente a obtener el medicamento. Supo que tenía que seguir un proceso: ver primero a una psicóloga para que la valorara y determinara su pase a psiquiatría. Así lo hizo, pero hasta el momento no ha recibido atención psiquiátrica ni medicamento. El pase ha sido rechazado por “agenda cerrada”, lo que significa, según le explicaron, que no hay consultas disponibles ni saben cuándo va a haber nuevamente.
“Me dijo la doctora que pueden pasar meses y que tengo que insistir, ir cada semana con la asistente médica para ingresar la solicitud con el pase médico. Ella me dijo que a los tres meses se vence esta hoja, ese pase que me dieron; entonces, si se vence y no he recibido alguna consulta, tengo otra vez que solicitar otro pase. Ya van cinco veces que cada semana he ido a ingresar la solicitud, y las cinco la han rechazado”, lamenta Laura, quien mediante ese pase tendría que acceder a la Clínica de especialidades 194.
“Les comenté desde el principio que necesitaba el medicamento, que me urgía mucho porque me sentía muy mal. A pesar de que lo tomo, sí tengo recaídas; después ya como que me estabilizo un poco, pero les comenté que era muy necesario porque ya me estaba costando trabajo encontrar el genérico donde lo compraba y por eso decidí ir al IMSS. Prácticamente, estoy ahorrándoles lo de la psiquiatra, la psicóloga y los demás medicamentos, y pedía ya únicamente que me ayudaran a acceder a ese; no es porque yo quiero o me guste estar medicada, solo que sí lo necesito”, insiste.
Según el Plan Sectorial difundido por la Secretaría de Salud federal, en el IMSS anualmente se otorgan más de 3 millones de consultas de salud mental, el 79% atendido por el primer nivel de atención. Sin embargo, solo un 19% corresponde al segundo nivel —especialidades— y 2% al tercer nivel. Tanto en esta institución como en el ISSSTE y en la Secretaría de Salud, los principales diagnósticos han sido trastorno de ansiedad, depresión y trastornos por consumo de sustancias.
Tras la creación de la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama) el 29 de mayo de 2023, y el nombramiento como su titular de Juan Manuel Quijada Gaytán, hace unos días autoridades de distintas instancias de salud presentaron el Plan Sectorial de Salud Mental y Adicciones 2023-2024, que pretende ser un hilo conductor para convertir el trabajo sectorizado en una suma de esfuerzos e iniciativas de cada institución de salud, así como generar redes integrales de servicios de salud mental.
En el mismo documento se reconoce que, a pesar de que los trastornos mentales son la principal causa de años perdidos por discapacidad y contribuyen a la pérdida de productividad y costos indirectos para la sociedad, existen pendientes en cuanto a la atención a la salud mental y adicciones: servicios de atención fraccionados y débiles, recursos humanos especializados insuficientes —un médico psiquiatra por cada 200 mil habitantes—, acceso insuficiente a los servicios de atención, y falta de información e investigación en salud mental y adicciones.
El acceso insuficiente a los servicios conlleva, de acuerdo con las autoridades de salud, a la brecha de tratamiento, retraso en el diagnóstico temprano y oportuno, así como el manejo integral, lo que tiene consecuencias en el pronóstico tanto para la vida como para la función de la persona. Incluso, las personas con esquizofrenia y trastornos mentales graves fallecen entre 10 y 20 años antes que la población general, la mayoría por enfermedades físicas prevenibles.
En México, los trastornos mentales, neurológicos, por consumo de sustancias y el suicidio causan 16% de todos los años de vida ajustados por discapacidad y 33.5% de todos los años vividos con discapacidad, además de representar la mayor carga de todos los grupos de enfermedades en las personas de 10 a 45 años, mientras se asigna solo alrededor de un 0.7% del PIB a la salud mental, según se reconoce en el propio documento.
Mediante una búsqueda en internet, se constató que el IMSS y el ISSSTE, en vínculos secundarios, solo ofrecen recomendaciones y descripción de sus servicios, sin vías de contacto directo, mientras que la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic) ofrece en su página de entrada una liga a documentos e investigaciones sobre salud mental, y el contacto de la Línea de la Vida. En tanto, el Instituto Nacional de Psiquiatría despliega en su página de entrada sus teléfonos para personal médico, pacientes y ciudadanía en general, pero la preconsulta es siempre necesaria y una cita posterior puede tardar más de un mes, mientras que la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones ofrece como única opción en sus redes sociales llamar a la Línea de la Vida 800 911 2000.
El modelo unificado que plantea el Plan Sectorial se basará, según el gobierno federal, en tres directrices: la atención primaria en trastornos mentales, neurológicos y por consumo de sustancias, la cobertura universal y gratuita mediante la regulación, asignación y destino de los recursos, y la intersectorialidad entre dependencias públicas. Para ello, se plantean cuatro objetivos específicos relacionados con la provisión de visión y dirección al sistema de salud, el diseño de un plan educativo para recursos humanos especializados y no especializados, y el incremento en la calidad de los servicios, así como en la información e investigación.
La presidenta Claudia Sheinbaum presentó uno de los programas industriales más grandes en años, que pretende poner a México entre las 10 primeras economías del mundo. Te contamos de qué se trata.
La presidenta Claudia Sheinbaum presentó uno de los planes de desarrollo económico más ambiciosos de México en años, justamente en un momento de gran incertidumbre para su país por la llegada del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
A una semana del cambio de poder en Washington, desde Ciudad de México los altos funcionarios y los principales directivos empresariales del país se reunieron el lunes para escuchar los objetivos y estrategias que Sheinbaum presentó en una ceremonia especial.
Entre sus más grandes metas está que la economía de México sea la décima del mundo, producir en el país 50 % del consumo de productos interno, crear 100 parques industriales para emplear a miles de obreros y que el país se posicione en el top 5 de los destinos turísticos del mundo.
“Que cada uno de los mexicanos y mexicanas sepa que hay plan, que hay desarrollo. Que frente a cualquier incertidumbre que venga en el futuro próximo, México tiene un plan y está unido hacia adelante”, dijo Sheinbaum con optimismo, pero sin mencionar directamente a Trump.
El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, definió el plan como una “carta de navegación de México para la nueva era que vamos a enfrentar”.
“De los 42 años que llevo yo en el servicio público, es el único instrumento que he visto así”, destacó. “Hay incertidumbres en el futuro inmediato, pero si estamos cohesionados y tenemos una dirección nacional como la que tenemos vamos a salir adelante”.
Los analistas económicos del país celebraron el plan por tener objetivos y formas claras de llegar a ellos, cuando menos en su presentación. Otros, sin embargo, hicieron notar la falta de voz y reconocimiento al sector obrero y sindical.
Para Mario Campa, un analista económico formado en el Instituto Tecnológico Autónomo de México, “al menos en el papel, es la política industrial más audaz de las últimas cuatro o cinco décadas en México”, dice a BBC Mundo.
Por otro lado, el académico Carlos Pérez Ricart, del Centro de Investigación y Docencia Económicas, destaca que es “es una buena respuesta ante el clima de incertidumbre que vive el país”, aunque considera que falta por precisar cómo lograrlo.
“Es una estrategia a mediano y largo plazo de desarrollo económico que pretende hacer frente a una situación muy compleja, entre decisiones propias, como la reforma judicial, y por la elección de Donald Trump”, dice.
Pero ambos coinciden en que genera buenas expectativas para el futuro inminente y a mediano plazo del país.
En su presentación del Plan México, la presidenta enumeró 13 grandes metas y puso algunos plazos y acciones de gobierno para lograrlas.
Sheinbaum también presentó una lista de 15 fechas clave inmediatas para la implementación de las nuevas acciones entre enero y abril de este año. “Pasamos de un periodo en donde la planeación no necesariamente era el eje de una visión”, destacó.
Parte del equilibrio que busca para el desarrollo general del país, contrario al enfoque en la región fronteriza en Estados Unidos, es la conformación de 12 “Polos de Bienestar”, unas áreas estratégicas en las que se cree industria conforme a los recursos locales.
“El objetivo (…) es incorporarnos todos a esta visión de nuestro país, que sea parte, cada uno de los mexicanos y mexicanas, por más diferencias que tengamos, en una visión de largo plazo de nuestro país, a eso es a lo que los estamos invitando”, dijo.
Como el principal socio comercial de Estados Unidos, la estrategia de industrialización de Sheinbaum es mantener al país como el proveedor del gran mercado norteamericano.
Pero uno de los principales enfoques del Plan México es volver a fabricar cosas en México que en décadas anteriores se traían del exterior, principalmente China. A lo largo de las últimas décadas, el país dejó de producir lo que consumía para importarlo desde Asia.
Hoy el 10 % de las exportaciones chinas tienen como destino México, expuso el secretario de Hacienda mexicano Rogelio Ramírez.
“Esta pérdida de participación nos costó, sobre todo, a México y Estados Unidos, Canadá menos, pero nos costó a los dos países con mayor población mucha industria, muchos empleos, mucha pérdida de actividad, sobre todo, sectores completos de la economía fueron perdidos“, señaló.
Campa explica que el nuevo plan no es una sustitución de importaciones como la del pasado, que tenía otro contexto, sino un nuevo enfoque hacia el mercado nacional. Que haya un plan integral favorece que se puedan alcanzar metas como las planteadas, explica, aunque la ejecución será clave.
“Me parece un plan comprensivo, por tocar aspectos como aranceles focalizados, un fondo de desarrollo para pequeñas y medianas empresas, inversión en energía, inversión mixta en infraestructura y logística, simplificación de trámites de inversión, elevar el número de ingenieros, la parte fiscal que facilita el nearshoring (relocalización), la construcción de polos con parques industriales y la investigación científica”, señala.
El desarrollo social que tiene que acompañar es clave, pues la mano de obra cualificada -y aspectos básicos como tener una vivienda cercana al trabajo- son clave para el buen desarrollo de polos industriales.
“Hay casos de quienes dirigen plantas de manufactura muy grande y hablan de déficit de vivienda que ocasiona rotación de personal”, señala Campa. “Y la mano de obra calificada, a veces se subestima, pero es muy importante, porque evita la rotación”.
Pérez Ricart se muestra escéptico sobre la suficiencia presupuestaria para hacer una inversión pública de la magnitud que plantea Sheinbaum.
“El plan es novedoso en cuanto a que tiene un diagnóstico y metas claras. Y formas de llegar a esto. Hay una idea de país. Pero no está claro que se vaya a invertir mucho más dinero de lo que ya se invertía en esto”, dice.
La llegada de Trump a la Casa Blanca el 20 de enero para un segundo periodo, ha generado expectativa sobre sus decisiones políticas.
A diferencia del primer periodo, explica Pérez Ricart, el republicano ya no tiene expectativas de reelección, por lo que sus políticas podrían ser más agresivas al no temer por un voto de castigo si algo sale mal.
México y Canadá, los dos socios comerciales y vecinos en Norteamérica, ya han sido objeto de amenazas arancelarias por problemas como la migración o el tráfico de drogas. La respuesta de ambos países frente a Washington ha sido también motivo de expectativa.
Para Pérez Ricart, no existe un plan que pueda tener preparado a México para lo que surja a partir del próximo lunes: “No hay una receta ni una respuesta adecuada para Donald Trump. Nadie tiene aquí la clave. La presidenta está haciendo lo mejor que puede en las circunstancias que tiene. Pero es tanta la incertidumbre en términos de tarifas e intervencionismo que nada se puede planear”.
Campa considera también que no hay ninguna garantía de que el Plan México pueda avanzar como está previsto, pero lo ve como un buen “instrumento defensivo y de negociación”, en especial los aranceles que México está pensando en imponer a ciertas manufacturas de China, tal como lo espera Trump.
“El proteccionismo de EU llegó para quedarse un buen rato y México necesita este tipo de planes, como el Plan México, como opción b de largo plazo”, concluye.
Fuera o no una respuesta a la elección de Trump, resulta inevitable entender la presentación del Plan México como eso: un llamado a la calma, un gesto de unidad nacional, un ejercicio de orden y cordura ante los tiempos convulsos que pueden venir.
Sheinbaum mostró una vez más su perfil académico, de rigurosidad y meticulosidad, en una presentación que genera consenso en su diagnóstico y soluciones, pero escepticismo en su factibilidad.
Si hay duda de que la presentación tenía como objetivo algo más que sentar las bases del futuro, sino más bien dar un golpe de opinión, hay que ver dónde y con quién se hizo: en el majestuoso patio del Museo Nacional de Antropología, una entidad que enseña la grandeza de México, y con la presencia de actores del empresariado como Carlos Slim Domit, el hijo del hombre más rico del país, Carlos Slim Helú.
“El objetivo es hacer de México el mejor país del mundo”, dijo la presidenta. Y no son pocos los mexicanos, ricos y pobres, empresarios y trabajadores, que creen que puede lograr tal cosa.
El pesimismo alarmista que se generó en 2016, con la primera elección de Trump, esta vez pasó de agache. Las mayorías, incluso ante la amenaza de los aranceles y las deportaciones trumpistas, ahora creen que el país va por buen camino. Y que está en buenas manos.
Sheinbaum goza de una popularidad inédita del 80 %. Un número envidiable para cualquier presidente que se atribuye tanto a su perfil técnico como a su costado político. El reto ahora será mantenerlo.
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