
Para entender mejor
Luego de darse a conocer que la Frutería Pepe, en Polanco, está próxima a cerrar después de 40 años tras perder la batalla contra la gentrificación, el alcalde de Miguel Hidalgo, Mauricio Tabe, criticó la falta de facultades de las demarcaciones para proteger a los comercios de barrio y a los vecinos de fenómenos.
Para lo cual sí tiene atribuciones, subrayó, es para ordenar el comercio en vía pública, por lo que descartó haya posibilidad de darle un permiso a la frutería para que se instale en alguna calle de la alcaldía.
La opción, dijo, es ofrecerles un espacio en uno de los 19 mercados públicos de la demarcación.
“No podemos darle un permiso para vender en la vía pública. Definitivamente no es una opción. Nosotros no hemos dado un permiso para vender en la vía pública; lo que sí podemos ofrecer es en alguno de los mercados algún local, eso sí, porque si tenemos locales disponibles y ahí podría acercarse nuestra gente de mercados”, informó Tabe.
Aunque aceptó que “no es lo mismo porque el valor del comercio sí depende de la ubicación”, el panista dijo que es la única opción que su gobierno podría ofrecerles.
Este lunes 8 de diciembre Animal Político publicó el caso de la Frutería Pepe, uno de las decenas de negocios de barrio que debido a incrementos de renta o llegada de franquicias y negocios de lujo se ven obligados a cerrar sus fuentes de trabajo.
Puedes leer: “Es uno más de la gentrificación”: adultos mayores montan campamento afuera del edificio que desalojaron en el Centro Histórico
Después de 40 años de servicio y tras haber empezado como un puesto en vía pública, Sthefany Lourdes Bonifacio, encargada del local, dijo que ha valorado regresar a la venta en vía pública, pues esta es su única fuente de ingreso.
“No hemos dado permisos para el comercio en vía pública y todos los días nuestro equipo está cuidando del orden en las calles, (además) de que atendemos las quejas de los vecinos cuando se instala alguien que no tiene permiso. Buscamos que no se instalen nuevos comerciantes porque sino la calle se vuelve un caos”, insistió Mauricio Tabe.
En coyuntura al caso de la Frutería Pepe, el alcalde subrayó que el precio de las rentas y el suelo de la CDMX no lo establecen las demarcaciones, por lo que aunque él quisiera decirle a los arrendadores que no suban los precios, no puede hacerlo.

“Es bien penoso como alcaldía que no se pueda hacer nada para salvar a los pequeños comercios de barrio (porque) nos faltan instrumentos y facultades. Ese es el reclamo que hemos hecho (porque) estamos atados de manos”, señaló.
Tabe también cuestionó qué ha hecho el Gobierno capitalino y el Congreso local para evitar que fenómenos como la gentrificación expulsen no solo a los negocios de barrio, sino a los propios habitantes de las demarcaciones
“Ya sacó el gobierno de la Ciudad hace unos meses su medida contra la gentrificación y ya tendría que estar dando resultados, ¿no?”, dijo.
“Urge una respuesta del Gobierno y del Congreso de la Ciudad para poner fin a este problema de crecimiento del valor del suelo desigual porque se dispara en unas zonas y se deprime en otras”, pidió.

“El camino de ida puede ser largo, pero está lleno de esperanza. Sin embargo, el regreso es más difícil”, cuenta Sasha.
Sasha viaja en un tren nocturno que se adentra en una zona de guerra. La joven de 22 años va en el llamado “tren del amor”, que parte desde la capital ucraniana, Kyiv, para encontrarse con el hombre que ama en Kramatorsk, una ciudad en la región de Donetsk, en el este del país. El reencuentro será muy esperado, pero también breve.
Mientras toma su café de la mañana, Sasha le dice a BBC News: “No me preocupo por mí misma, sino por mi esposo. En este momento, él está saliendo de su posición”.
El viaje es agotador y muy peligroso, pero para Sasha, vale la pena el esfuerzo. “El camino de ida puede ser largo, pero está lleno de esperanza. Sin embargo, el regreso es más difícil”, comenta.
Desde el 5 de noviembre de 2025, Ferrocarriles Ucranianos ha suspendido los servicios de tren en Donetsk debido a la intensificación de los ataques contra la infraestructura ferroviaria. Ahora, el tren no se detiene en la propia Kramatorsk, sino en un pequeño pueblo que se encuentra a dos horas en autobús de la ciudad.
“Y durante ese transbordo, cualquier cosa puede pasar”, dice Sasha. “Pero es bueno que los trenes sigan funcionando, porque eso da esperanza”, añade.
Sasha se casó en agosto de 2025.
“Dmytro me lo dijo de inmediato: serás mi esposa. No le creí. No tenía planeado casarme antes de los 25 años”, dice ella con una sonrisa.
Su esposo es militar de carrera. Siete de sus 26 años de vida los ha pasado en las fuerzas armadas de Ucrania. Sasha también tiene vínculos con el ejército. “Todos los hombres de mi familia sirven. Mi padre es policía, pero después de jubilarse también se unió a las fuerzas armadas. Mi hermano mayor también está en el ejército”, explica.
Sasha viaja a Kramatorsk casi todos los meses. Desearía poder hacerlo con más frecuencia, pero para Dmytro es difícil conseguir permisos.
Después de la boda, Sasha llegó a considerar mudarse a Kramatorsk. “Hablamos de ello a principios de septiembre. Y hace un mes, volvimos a hablarlo. Y hace una semana. Hablamos de eso todo el tiempo, pero obviamente ahora no es posible porque Kramatorsk es peligrosa”, explica.
Dmytro elige zonas relativamente tranquilas y seguras para sus breves reencuentros, pero aún así, la ciudad sigue siendo “muy ruidosa” y hay “muchos ataques”. “Cuando él duerme a mi lado, no tengo miedo a nada”, añade Sasha.
El tren que toma desde Kyiv es de alta velocidad. Pero ese día, tiene un retraso de al menos dos horas.
“Va rápido hasta Poltava, pero una vez que llegamos a la región de Járkiv, tenemos que dar rodeos debido a los bombardeos a la infraestructura. Nunca se puede estar seguro de cuándo llegaremos. La gente se va enterando sobre la marcha”, explica el inspector del tren.
A veces el viaje se complica aún más después de que el tren llega al final del trayecto en la ciudad de Barvinkove. En una ocasión, el autobús estaba estacionado lejos de la estación y, finalmente, se marchó sin ella.
“Vi a una taxista”, recuerda Sasha. “Simplemente la convencí para que me llevara a Kramatorsk. Condujimos a través de la niebla durante unas tres horas. La carretera estaba llena de baches”.
“Lo único que me ayuda a seguir adelante es el sentido común: que todavía estamos vivos, hay comunicación, transporte y podemos vernos”, dice Sasha con una sonrisa.
Y después de cada encuentro, comienza a prepararse para el siguiente.
En el andén de Barvinkove, la gente desembarca con cautela. La niebla del atardecer añade atmósfera y, para algunos, una sensación de calma. “Cuando hay niebla, vuelan menos drones”, se susurran las abuelas entre sí.
En la oscuridad, quienes bajan del tren no están muy seguros de hacia dónde ir. La única opción es seguir a la multitud, compuesta en su mayoría por personas vestidas de camuflaje.
Un hombre con barba abraza suavemente a una chica con una chaqueta blanca. Me acerco a la pareja para charlar.
“Tomé valeriana para no llorar. La última vez lloré todo el tiempo y no pudimos despedirnos adecuadamente”, dice Polina, quien conoció a Andriy en un autobús hace cuatro meses. Él se dirigía a alistarse en el ejército. Ella regresaba a casa desde la costa.
Polina tiene 24 años y esta es su primera visita a Kramatorsk. Antes Andriy solía viajar a Kyiv los fines de semana.
“No llevamos mucho tiempo juntos y realmente ansiamos este tiempo a solas. En un momento dado, le dije a Andriy que ya no me importaba: vendría aunque fuera por medio día, solo para tomar un café juntos”, comenta ella.
Finalmente, a Andriy le dieron un pase de fin de semana, y Polina compró un billete de tren.
“Las relaciones a larga distancia son difíciles”, admite Polina. “Cuando Andriy no responde, empiezo a preocuparme de inmediato… pero puede que simplemente se esté duchando o algo así. Además, cada vez que nos vemos, siento que tenemos que volver a acostumbrarnos a la presencia física del otro, porque no nos conocemos desde hace tanto tiempo”.
El peligro es constante. Temprano por la mañana, cuando el tren de Polina llegó de vuelta a Kyiv, escuchó explosiones en el andén. Esa noche, la capital había soportado una de sus alertas de ataque aéreo más largas: más de 10 horas. Más tarde se confirmó que hubo decenas de heridos y dos muertos.
Mientras tanto, los trenes que llevan a las parejas a las ciudades de primera línea también alejan a las familias de ellas. Las autoridades locales instan regularmente a la población a marcharse por seguridad. El frente de batalla está a solo 20 km de las ciudades de Kramatorsk y Sloviansk. Ambas están bajo constantes bombardeos y también al alcance de los drones.
Cada día, unas 200 personas llegan al centro de evacuación en el límite de las regiones de Járkiv y Donetsk en busca de seguridad.
Algunos viajan en sus propios vehículos con un plan claro para su vida futura. Otros esperan el tren de evacuación de los Ferrocarriles Ucranianos, aunque con retraso debido a los constantes ataques rusos acabará por llegar.
“Ya estoy deseando que llegue el próximo encuentro”, dice Sasha con nostalgia. “Simplemente no hay tiempo para las lágrimas ni para la desesperación”.
Con reportería adicional del equipo de periodismo global de la BBC.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro nuevo canal de WhatsApp, donde encontrarás noticias de última hora y nuestro mejor contenido.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.