Xóchitl Gálvez, candidata del Frente a la presidencia de la república, es una mujer claridosa. Buena parte de su carisma político proviene de su manera directa de decir las cosas. Tras formalizar la alianza opositora en Sinaloa, rodeada de “Alito” Moreno, Jesús Zambrano y Marko Cortés, dijo: “Yo quiero reconocerle a Héctor Melesio… tu ánimo se nota, tu gente, tus seguidores son gente entrona y juntos lo vamos a lograr para bien de Sinaloa, porque Sinaloa merece más, México merece más”.
Héctor Melesio, el hombre al que Xóchitl se refiere estaba ahí, chiveado por los elogios de la panista mientras Alito lo abrazaba efusivamente. La razón de su presencia es que el Frente que Xóchitl encabeza en lo nacional decidió aliarse en Sinaloa con un partido local, el Partido Sinaloense (PAS), fundado y liderado formalmente por Héctor Melesio Cuén Ojeda. Oriundo de Badiraguato y exrector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, “El Maestro” Cuén se ha aliado lo mismo con el PRI, con Nueva Alianza, con el PAN, con Morena en la pasada elección y ahora con el Frente integrado por PRI, PAN y PRD en el estado. Su más grande ambición es ser gobernador de Sinaloa, así me lo dijo personalmente. Y opera todos los días, por arriba y por abajo, para conseguirlo.
El Partido Sinaloense es una anomalía en el sistema político sinaloense. Fue fundado en 2012 a partir de la asociación civil “Cuenta Conmigo”, cuya base inicial fue la cúpula de la burocracia universitaria. Hoy, ese partido controla los recursos, la estructura, la academia y la comunicación de la máxima casa de estudios de Sinaloa.
No es una afirmación exagerada, es una realidad innegable. Le doy datos:
De 2012 a 2022 el PAS afilió al 63 por ciento de la nómina activa de la UAS, que asciende a 180 millones de pesos mensuales. Seguro hoy ese dato ha crecido. De hecho, con entre 7 y 8 mil millones de pesos anuales de presupuesto, la UAS representa el segundo presupuesto más importante de Sinaloa, solo después del Gobierno del Estado.
Desde que Cuén Ojeda fue rector y hasta 2022, la UAS generó serios problemas financieros. Acumuló un déficit de mil 835 millones de pesos y cada diciembre tiene que solicitar un rescate extraordinario al gobierno para cumplir con las últimas quincenas y el aguinaldo. Esos rescates oscilan entre los 400 y los 600 millones de pesos.
Además, en 2022 el gobierno del estado encabezado por Rubén Rocha Moya, también exrector de la Universidad, decidió apoyar a la UAS para que liquidara un adeudo con el SAT de 3 mil 500 millones en impuestos. Ese adeudo se generó durante las gestiones de los rectores del Cuenato.
Con una ley orgánica a modo y a pesar de su situación económica, la UAS paga 73 días de aguinaldo a sus funcionarios administrativos. Y en la última década su nómina ha crecido en 40 por ciento a pesar de que su matrícula estudiantil ha crecido 11 por ciento. La mayor parte de ese incremento está en el personal de confianza; de hecho la UAS tiene más “coordinadores” que maestros o profesores investigadores.
Cuando fue rector, Cuén Ojeda cambió las reglas para elegir a las autoridades universitarias y consolidó la figura de un Consejo Universitario integrado por funcionarios, maestros y alumnos universitarios; dos tercios de ese consejo se encuentran afiliados al Partido Sinaloense que ha impuesto a todos los rectores posteriores a Melesio Cuén: Víctor Corrales, Juan Eulogio Guerra Liera y Jesús Madueña Molina.
Hoy, 9 de cada 10 funcionarios de la Universidad son pasistas y son quienes deciden el rumbo y sobre los dineros de la UAS. De hecho, los fundadores del partido ganan en promedio 38 por ciento más que los empleados de la UAS que no lo son. Muchos de ellos han sido candidatos del PAS a puestos de elección popular.
De manera paralela a la cooptación de la universidad, el nepotismo de la familia Cuén sobre ella se ha consolidado: en la UAS laboran todos sus hijos, hermanos y sobrinos con sueldos de directores y coordinadores, lo que les ha permitido acumular un patrimonio de 123 millones de pesos en propiedades. De hecho, en febrero de 2023, la Unidad de Inteligencia de la Fiscalía anunció que investigaba a la familia Cuén por probable enriquecimiento inexplicable.
Su primogénito, Héctor Melesio Cuén Díaz, fungió como director de Bienes e Inventarios de la universidad, la misma posición desde la que su padre escaló a la rectoría, y ahí realizó compras irregulares, a sobreprecio y sin licitar a sus empresas, las de su cuñado y las de otros funcionarios de la misma universidad. Tan solo en 2022 en Noroeste documentamos más de 634 millones de pesos de compras de esa naturaleza.
Hoy, tanto el rector Madueña Molina como el exrector Guerra Liera y sus respectivos comités de compras enfrentan casi una decena de procesos judiciales ante la Fiscalía de Sinaloa por diversos delitos de corrupción. Fueron separados del cargo y son defendidos por el equipo jurídico uaseño. Siete meses después de iniciados los procesos, los acusados han logrado diferir 21 audiencias con argumentos que van desde enfermedades, ausencias, despido de abogados hasta accidentes automovilísticos. Cuén Jr. decidió contratar los servicios de Julio Hernández Barros, quien fuera abogado de Rosario Robles para su defensa, y pagarle con recursos de la UAS.
Además, la estructura de comunicación de la UAS se usa todos los días para defender a Cuén y atacar y denostar a sus críticos y a todo aquél que señale los abusos en la universidad. Hay evidencia, también, de que desde números de teléfono del PAS se han pagado campañas de desinformación y desprestigio en Facebook para atacar a periodistas, académicos y adversarios políticos del cuenismo. El mismo Cuén demandó a la activista Tere Guerra, así como al columnista Luis Enrique Ramírez, asesinado en Culiacán.
A pesar de las acusaciones de corrupción, el evidentemente enriquecimiento de él y su familia, su intolerancia y amenazas a sus críticos, así como la expoliación sostenida de la UAS, a los líderes políticos de la oposición en Sinaloa: Roxana Rubio del PAN, Paola Gárate del PRI y Oner Lazcano del PRD, así como a los empresarios que empujan y patrocinan el Frente en Sinaloa, no les importó aliarse con Cuén. Dicen que les importa construir “contrapesos”, pero en realidad aprovechan que el PAS pondrá estructura y dinero para la próxima elección. Dos cosas que no tienen.
Cuando estuvo en Sinaloa, Xóchitl evadió la pregunta de nuestra reportera sobre la situación de la Universidad, en lugar de fijar postura prefirió contestar con un lugar común a favor de la educación.
Asumo que Gálvez no sabe nada de lo que acá escribo. Porque de saberlo y ser congruente no habría consentido la alianza con el PAS. No sabemos si ganará pero, a juzgar por las encuestas que conocemos, se ve muy difícil. Mientras ella pone el pecho, la partidocracia ya se repartió las posiciones privilegiadas que dejará la derrota. O tal vez lo sabe y de verdad piensa que Sinaloa merece más de lo que la trayectoria de Melesio Cuén representa.
Pero eso ya no importa, la elección aún no sucede y El Maestro Cuén ya aseguró su impunidad: el PRI lo colocó en la quinta posición de la lista plurinominal como diputado federal. Tendrá fuero y podrá preparar su proyecto para el 2027.
La risa no es solo un pasatiempo agradable ni un lujo ocasional. Es un pilar fundamental en nuestra salud.
¿Alguna vez se ha puesto a reír con alguien que apenas conoce? Tal vez fue por una broma tonta o, incluso, por el simple hecho de oír el sonido de esa persona riendo.
No importa si es la primera vez que la vemos o si no compartimos intereses con ella, porque en ese momento estamos conectados por una simple y poderosa reacción: la risa.
La risa como reflejo biológico se confirma en diversos estudios que muestran que los bebés ya sonríen hacia el primer mes de vida y empiezan a reír alrededor de los tres meses, incluso antes de comprender las dinámicas sociales que los rodean.
De forma similar, las personas sordociegas, que nunca han visto ni oído una risa, también ríen de manera espontánea, lo que subraya el carácter innato de este comportamiento.
Sorprendentemente, la risa no es un rasgo exclusivo de nuestra especie.
Investigaciones recientes han descubierto que al menos 65 especies de animales —como vacas, loros, perros, delfines o urracas— emiten sonidos similares cuando juegan o incluso cuando les hacen cosquillas, como les ocurre a los simios y a las ratas.
Esto sugiere que la risa no es algo exclusivamente humano, sino que tiene raíces evolutivas muy antiguas, compartidas con otros animales.
De hecho, las carcajadas de los simios al jugar podrían ser el origen evolutivo de nuestra risa. A diferencia del habla, que requiere un lenguaje complejo, la risa es instintiva y contagiosa, lo cual refuerza el sentimiento de pertenencia al grupo.
Los científicos creen que esta función social surgió probablemente con el Homo ergaster hace unos dos millones de años, ya que generaba cohesión grupal sin necesidad del lenguaje.
Pero ¿por qué ciertos estímulos nos resultan graciosos? La gelotología, la ciencia que estudia la risa, lleva años buscando una respuesta a esta pregunta. Y pese a las más de veinte teorías que intentan explicarlo, no existe un consenso definitivo.
Sin embargo, la mayoría de los modelos actuales coinciden en tres factores clave: la percepción de una violación de expectativas (incongruencia), la evaluación de esa violación como inofensiva y la simultaneidad de ambos procesos.
Es decir, la risa aparece cuando algo desafía nuestras expectativas de forma repentina pero inofensiva, y lo procesamos de manera inmediata.
Por ejemplo, si alguien tropieza con una cáscara de plátano y se levanta riendo, nuestro cerebro registra la sorpresa (“¡qué inesperado!”) y, al comprobar que no hay riesgo (“solo es una caída tonta”), libera esa tensión con una carcajada de alivio porque no existe una amenaza real.
Este mecanismo explica por qué un chiste fallido no causa gracia (falta sorpresa) o por qué un accidente real no es cómico (el suceso no es inofensivo).
Sin embargo, no todos los estímulos humorísticos son universales.
Las diferencias culturales, personales y contextuales afectan profundamente lo que se considera gracioso. Un mismo chiste puede resultar cómico en una cultura, ofensivo en otra o completamente irrelevante en una tercera.
Pero ¿qué ocurre en nuestro cerebro desde que percibimos algo gracioso hasta que nos reímos?
Diversos estudios han demostrado que el procesamiento del humor involucra múltiples regiones. Así, mientras la incongruencia se detecta en la corteza prefrontal dorsolateral, la unión temporo-occipital evalúa su carácter inofensivo.
Una vez confirmada esta ausencia de riesgo, se producen cambios en la sustancia gris periacueductal y se activa el circuito de recompensa (liberando el neurotransmisor dopamina), lo que finalmente desencadena la risa.
Curiosamente, no todas las risas son iguales.
La risa emocional ligada a un estado de placer genuino es innata y espontánea, activando principalmente estructuras cerebrales asociadas a la recompensa emocional, como el núcleo accumbens y la amígdala.
En cambio, la risa voluntaria es aprendida y funciona como una herramienta social para imitar o reforzar vínculos emocionales y depende de áreas cerebrales responsables de movimientos conscientes.
Así, cada tipo de risa refleja mecanismos neuronales distintos: lo automático frente a lo social.
Además, se ha observado que los jóvenes tienden a mostrar una mayor activación en las zonas vinculadas al placer emocional, lo que refleja una experiencia más intensa y primaria del humor.
En cambio, en los adultos se encienden más aquellas áreas relacionadas con el procesamiento complejo, la reflexión asociativa y la memoria autobiográfica.
Esto explicaría cómo debido a la experiencia acumulada, los adultos contextualizan el humor mediante la memoria y prefieren estilos complejos (como el sarcasmo), mientras que los jóvenes, con menos experiencias vitales, buscan estímulos inmediatos (como el humor físico o absurdo).
Más allá de su dimensión emocional y social, la risa tiene también un potente efecto terapéutico.
Cuando reímos, el sistema opioide endógeno —relacionado con sensaciones de placer y calma— se activa, promoviendo la liberación de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, sustancias clave en el bienestar psicológico y en la reducción del estrés.
Diversos estudios avalan la eficacia de la risa para mejorar la calidad de vida, especialmente en personas mayores, donde la frecuencia de la risa se asocia a menor riesgo de discapacidad funcional.
La llamada risoterapia ayuda a reducir niveles de cortisol (hormona del estrés), aliviar la depresión y la ansiedad, mejorar la calidad del sueño e incluso a aumentar la tolerancia al dolor.
Los efectos positivos de la risa se extienden también al ámbito hospitalario: en niños y adolescentes sometidos a procedimientos médicos, la presencia de payasos ha demostrado reducir significativamente la ansiedad, el dolor y el estrés.
En definitiva, la risa no es solo un pasatiempo agradable ni un lujo ocasional. Es un pilar fundamental en nuestra salud y en el bienestar social. Aprender a reír más, a buscar motivos de alegría en lo cotidiano, puede ser tan crucial para nuestra vida como cuidar la alimentación o hacer ejercicio físico.
La risa tiene la capacidad de transformar nuestra biología, nuestra mente y nuestras relaciones. Quizá el humorista Victor Borge (1909-2000) tenía razón cuando dijo que es la distancia más corta entre dos personas.
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para ver la versión original.
**Marta Calderón García es investigadora en cognición, comportamiento y neurocriminología de la Universidad Miguel Hernández en España.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.
Utilizamos cookies propias y de terceros para personalizar y mejorar el uso y la experiencia de nuestros usuarios en nuestro sitio web.