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No se eliminó la propiedad privada con reforma a la Constitución de la CDMX, pero entonces ¿qué cambió?
No se eliminó la propiedad privada con reforma a la Constitución de la CDMX, pero entonces ¿qué cambió?
Con imagen de Cuartoscuro / Andrea Murcia
4 minutos de lectura

No se eliminó la propiedad privada con reforma a la Constitución de la CDMX, pero entonces ¿qué cambió?

La reforma a la Constitución de la CDMX no eliminó el respeto a la propiedad privada como un derecho, como afirman usuarios de redes sociales.
03 de septiembre, 2024
Por: Luis Fernando Lozano
@ 

La reforma a la Constitución de la Ciudad de México no eliminó el derecho a la protección de la propiedad privada, como señalan diversas publicaciones en redes sociales, sino que reiteró que ese derecho se regirá conforme a lo que plantea la Constitución federal.

El lunes 2 de septiembre, el jefe de Gobierno, Martí Batres, presentó el decreto por el que se reformó el artículo 3 de la Carta Magna de la CDMX, la cual recibió críticas por considerar que atenta contra la posesión de bienes en la capital del país.

Especialistas consultados por El Sabueso explicaron que la modificación sólo remite a que la interpretación de la protección de la propiedad se haga conforme a lo que marca la Constitución federal, misma que establece los lineamientos de las constituciones locales. Aquí te explicamos qué fue lo que cambió y las implicaciones que puede tener:

¿Qué se reformó en la Constitución de la CDMX?

La reforma modificó el artículo 3° que plantea los principios rectores a seguir en la Ciudad de México. En la versión anterior, el numeral 2 de ese artículo decía: “La Ciudad de México asume como principios: (…) el respeto a la propiedad privada”.

La nueva redacción establece “el respeto a la propiedad en los mismos términos del artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”.

Ante esto, diversos analistas y políticos de oposición difundieron la versión de que se puso en riesgo la propiedad privada de la Constitución de la CDMX, cosa que es falsa.

Por un lado, ese derecho está reconocido en la propia Constitución federal, por lo que no puede eliminarse en una regulación local. Por otro, la propiedad privada se reconoce en los artículos 10 y 16 de la Constitución local, según menciona el dictamen de la reforma.

Yuri Pavón, académico de la Facultad de Derecho de la UNAM, explicó a El Sabueso que con la reforma no se afecta directamente a la propiedad privada, y se mantienen los medios de defensa que hay en la Constitución. 

“Se está unificando la postura de la Constitución federal con respecto a la Constitución local. Eso implicaría que no tendríamos ningún tipo de agravio. Y de hecho, sí dice que está reconociendo la propiedad privada en términos de la Constitución Federal”, mencionó.

Desde su perspectiva, el mayor cambio está en que se faculta al gobierno local para definir las modalidades de la propiedad privada que dicte el interés público, es decir, que se pueden establecer limitaciones o restricciones particulares a ese derecho. 

En el artículo 27 se establece a la propiedad privada como la cesión del dominio a un particular por parte de la Nación de un bien. “La nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés público”, agrega.

Además, detalló Pavón, en ese artículo se reconoce la expropiación como método para suprimir la propiedad privada, que tiene que ser por causa de utilidad pública y, en caso de realizarse, se tiene que ofrecer una indemnización por el bien expropiado.

Por separado, la abogada Carla Escoffié dijo que este cambio es sólo una reiteración de la aplicación del artículo 27 de la Constitución federal para la protección de la propiedad, y donde se reconoce la propiedad privada.

“Concretamente no cambia absolutamente nada. Cualquier cosa que te pueda decir ‘esto abre la puerta a…’ no tendría sentido, porque lo que hace la reforma es remitir al 27 federal. Entonces, cualquier cosa que en teoría potencialmente o no se pudiera hacer con esa reforma, serían cosas que ya se podían hacer con el artículo 27”, explicó Escoffié.

Además, la abogada puntualizó que las constituciones de las entidades federativas no pueden eliminar derechos que están establecidos en la Constitución federal.

La especialista criticó la reforma por considerarla innecesaria, por lo que, ante la desinformación surgida al respecto, llamó al jefe de Gobierno a aclarar cuál es el sentido de la misma.

¿La reforma está relacionada con las expropiaciones?

Ante la difusión de esta reforma, usuarios de redes sociales comentaron en la publicación del jefe de Gobierno, Martí Batres, en X, que esto estaba relacionado con la eventual expropiación de bienes de los particulares.

Pero la reforma no tiene relación con ello, pues las expropiaciones ya están contempladas en el artículo 27 de la Constitución general y la Ley de Expropiación, donde se establecen los lineamientos para estos procedimientos.

Escoffié señaló además que las expropiaciones suelen hacerse por medio de negociaciones, por lo que se avisa con anticipación a la parte propietaria del interés en su bien y se acuerda un precio para la indemnización antes de iniciar el proceso.

“Son procesos tardados que admiten ser combatidos judicialmente. Entonces, incluso al gobierno no le conviene llegar sin previo acuerdo, porque si de por sí es tardada, un proceso de expropiación en el cual además va a tener que litigar con la persona. Y ya no hablemos también del costo político y mediático de eso no le conviene”, comentó.

Por otra parte, la reforma no modifica el derecho de la ciudadanía para defenderse de una expropiación, como son los juicios de amparo, o juicios de nulidad si el daño a la propiedad se deriva de una sentencia judicial, detalló Pavón.

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Imagen BBC
Qué es el movimiento ‘desinfluencer’ y cómo busca cambiar la cultura de las compras excesivas
9 minutos de lectura

Los influencers han generado una industria de “moda rápida” que mueve más de US$21.000 millones, pero algunos creen que su popularidad llegó a su límite.

09 de febrero, 2025
Por: BBC News Mundo
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En 2019, Diana Wiebe estaba inmersa en las redes sociales cuando se encontró con una influencer que promocionaba unos rizadores sin calor. “Eran rizadores con los que podías dormir toda la noche y la promesa era despertarte con unos rizos preciosos”, le cuenta a la BBC.

Fue uno de los muchos productos que TikTok le influyó para comprar, pero al igual que muchos otros, incluidas cremas para la piel y exfoliantes faciales, rápidamente se dio cuenta de que no los necesitaba.

“Para ser sincera, los rizadores interrumpieron mi sueño y los usé una sola noche”, dice, y agrega: “Mi cabello es naturalmente ondulado, así que creo que el rizador en realidad me dio demasiados rulos”.

Avanzamos hasta 2025 y Wiebe, quien vive en Ohio, ahora es una influencer, pero hay una diferencia entre ella y muchas otras. Ella está tratando de “desinfluir” a sus seguidores para que no compren cosas que no necesitan.

En sus videos diarios de TikTok, la creadora de contenido, que tiene más de 200 mil seguidores en la aplicación, hace preguntas como “¿querías ese producto antes de que te lo ofrecieran?” y recuerda a sus seguidores que las compras de ropa semanales y mensuales no son normales.

La cultura del haul es un tipo específico de contenido de redes sociales que se originó en YouTube en el que alguien muestra sus últimas compras, generalmente de ropa, a sus seguidores.

Wiebe es parte de un movimiento que crece desde 2023 y que rechaza la cultura tradicional de los influencers. Ha explotado en TikTok con el hashtag #deinfluencing, acumulando más de mil millones de visitas.

Junto con hashtags como “núcleo del subconsumo” y “consumidor consciente”, comparten mensajes clave, como: “La moda rápida no te hará elegante” y “el subconsumo es el consumo normal”.

¿Cambio cultural?

A medida que arranca el 2025, Wiebe cree que la corriente cultural está cambiando y que los influencers han alcanzado su cima de popularidad.

Imagen de una influencer promocionando un
Alamy
Algunos “desinfluencers” creen que los influencers empezarán a perder su atractivo.

“Algunos de los contenidos de los influencers son simplemente una provocación para causar ira”, dice, haciendo referencia a la táctica de internet de publicar contenido para incitar el enojo y generar visitas.

TikTok se ha convertido en la plataforma por defecto para los influencers, pero, dado que la aplicación se enfrenta a un futuro incierto en Estados Unidos, Wiebe cree que es un momento de cambio.

“No sé cuál será el futuro de TikTok, pero el tipo de influencia que vemos allí no se da en otras aplicaciones”, afirma, y menciona lo prolífico que se ha vuelto el contenido de compras en TikTok, en comparación con otras plataformas como Instagram.

Wiebe cree que este cambio se debe a una mayor conciencia de lo que realmente hacen los influencers.

Como un amigo

“Cuando empecé a ver más anuncios en mi muro de TikTok, pensé en todo lo que había comprado en los últimos años gracias a las reseñas de los influencers”, afirma. “De repente me di cuenta de que todo era publicidad, desde contenido promocional pagado hasta creadores que compartían sus compras”.

“No es como ver la televisión, donde puedes reconocer un anuncio. Con los influencers te sientes como si estuvieras escuchando a un amigo o familiar porque vemos a nuestros TikTokers favoritos como personas que conocemos”, señala.

La mayoría de las interacciones de Wiebe en línea son positivas, con comentarios como: “Necesitaba escuchar este consejo hoy”. Sin embargo, otros se preguntan por qué siente la necesidad de entrometerse en los hábitos de compra de otras personas.

Wiebe insiste en que no está abogando por un estilo de vida de “no comprar”. En cambio, se describe a sí misma como partidaria de “desacelerar y pensar bien las compras en vez de apresurarse”.

Su consejo es opuesto al conocido eslogan de los influencers que animan a sus seguidores a “correr, no caminar” para comprar el último producto.

Diana Wiebe (izq) y Christina Mychaskiw
Kassi Jackson/ Christina Mychaskiw
Diana Wiebe (izq) y Christina Mychaskiw son miembros de la cada vez más popular comunidad de “desinfluencers”.

Enfoque consciente

Esta misma mentalidad llevó a Christina Mychaskiw a adoptar un enfoque más consciente a la hora de gastar. A través de sus publicaciones en YouTube, TikTok e Instagram, su objetivo es ayudar a otras personas a vivir una vida plena sin arruinarse.

Mychaskiw dice que sabe de primera mano lo poderosos que pueden ser los influencers. “En 2019, tenía una deuda de 120 mil dólares canadienses (US$83.000) por préstamos estudiantiles y seguía comprando semana tras semana. Toqué fondo cuando compré un par de botas que costaban más que mi alquiler, aunque sabía que no podía pagarlas”.

La creadora de contenidos, que vive en Toronto, dice que se sentía atrapada en un ciclo de “Instagram versus realidad”, según le cuenta a la BBC. “Tenía una idea de cómo debería ser mi vida en función de mi carrera y de lo que hacían mis compañeros”.

Mychaskiw suele hablar de este tema en su podcast, donde escucha a sus oyentes hablar de su lucha contra la presión constante de comprar y la decepción cuando los productos no cumplen n sucos expectativas.

“La gente ya no ve el valor de lo que compra. La promesa de estos artículos simplemente no está a la altura de las expectativas. Parece que todo es cada vez más caro, pero de menor calidad y menos satisfactorio”.

Mychaskiw no quiere que la gente cometa el mismo error que ella, que en un principio abandonó el consumo de golpe y llevó una vida minimalista, lo que, según ella, la hacía sentir miserable.

Desde entonces, ha llegado a un punto intermedio: se da un capricho de vez en cuando, pero se recuerda a sí misma que antes de ir de compras debe “revisar su armario”.

La creadora de contenido ya ha cancelado su deuda estudiantil. ¿Su consejo para los demás? “Suelta el teléfono. Navegar y consumir contenido constantemente te hace más propenso a ceder a los mensajes subliminales”, dice.

“Deja el teléfono, toca el césped, juega con tu vestuario y usa lo que ya tienes para crear looks divertidos. Tal vez te des cuenta de que lo que tienes es suficientemente bueno”.

Moda rápida

Según la estilista Lucinda Graham, consumir constantemente moda rápida no solo es malo para las finanzas y el medio ambiente, sino también para el estilo personal.

Manos de una mujer sosteniendo muchas bolsas de compras
Alamy
El movimiento “desinfluencer” anima a sus seguidores a comprar sólo lo que realmente necesitan.

“Piénsalo como si estuvieras cocinando”, le dice a la BBC. “Si preparas algo rápido, está bueno, pero no puede competir con un plato que se ha cocinado con cuidado y esfuerzo. Lo mismo ocurre con la moda rápida en comparación con un vestuario que ha sido cuidadosamente elegido”.

Graham aconseja a quienes estén buscando su propio estilo que sean pacientes. “El estilo personal necesita tiempo para desarrollarse y experimentar con las mismas prendas. También se trata, fundamentalmente, de comprar lo que te gusta, en lugar de lo que sigue la tendencia”, afirma.

“Cuando los influencers nos convencen de que compremos ropa, compramos artículos que representan el estilo de vida de otra persona e intentamos emular su vida, pero eso no da como resultado un vestuario práctico”.

El enfoque de Graham implica que es deliberada a la hora de comprar nuevas prendas y valora dejar que sus prendas “envejezcan” con el tiempo. “Tengo una chaqueta que tengo desde hace seis años y me encanta combinarla”, explica.

“Es agradable ver cómo cambia la ropa. Ahora mismo, las chaquetas de carpintero usadas y los pantalones Carhartt desgastados están de moda, pero en lugar de comprarlos en una tienda vintage, ¿por qué no comprar un par y dejar que envejezcan con el tiempo?”.

Ella dice que lo mismo se aplica a las tendencias: “La moda rápida nunca será auténtica. Si nos fijamos en el desaseo indie, por ejemplo, esos looks clásicos provienen de personas que realmente viven ese estilo de vida, no porque hayan comprado jeans rotos en línea”.

“La clave para romper ese ciclo y descubrir qué te gusta es hacer compras más intencionales, eliminando las pequeñas e impulsivas”.

Industria global

Es difícil determinar si el movimiento de desifluencers está afectando a las marcas. Sabemos que gigantes en línea como Asos, Boohoo y Pretty Little Thing han luchado con la caída de la demanda y los cambios en los hábitos de los consumidores en los últimos años.

Sin embargo, no olvidemos que muchos muros todavía están inundados de influencers.

En 2023, se estimó que la industria global del marketing de influencers valía 21 mil 100 millones de dólares, más del doble de su tamaño en 2019.

En opinión de la estilista Aja Barber, dado que la creación de contenido todavía se considera una carrera a la que aspirar, aún no hemos alcanzado el “pico influencer”.

Aja Barber
Rabya Lomas y Rida Suleri-Johnson
Aja Barber se dio cuenta de la magnitud del consumo excesivo después de trabajar como voluntaria en una tienda benéfica y ver la cantidad de ropa que la gente donaba.

Barber es autora del libro Consumido: sobre el colonialismo, el cambio climático, el consumismo y la necesidad de un cambio colectivo; cree que el movimiento de desinfluencia es útil, pero opina que el tema debe instalarse fuera de internet para cambiar el modo de gastar de la gente.

La autora, que también es editora colaboradora de la revista Elle, dice que todos tenemos un papel que desempeñar. “Desde los multimillonarios propietarios de empresas hasta los influencers y nosotros como consumidores”, le dice a la BBC.

“En las redes sociales, un empleado de correos se puso en contacto conmigo y me dijo que había entregado un paquete del minorista de moda rápida en línea Shein en una casa 17 veces en un mes”.

Algunas estimaciones sugieren que cada año se producen en todo el mundo más de 100 mil millones de prendas de vestir, y más de la mitad acaba en vertederos en un plazo de 12 meses.

A menudo, la ropa que no se usa se exporta a países africanos y asiáticos, donde se desecha hasta el 40% en lugar de revenderla, lo que, según las organizaciones benéficas, ha contribuido a la contaminación del agua, generando riesgos para la salud.

Ya ha pasado casi un siglo desde los años 30, cuando las mujeres poseían alrededor de 60 prendas de vestir y compraban cinco nuevas al año.

Al reflexionar sobre cómo han cambiado las cosas, Barber dice que “el objetivo es vender la mayor cantidad posible de productos. Tenemos que ser realistas respecto del daño que los individuos comunes están haciendo con la idea de que podemos simplemente consumir y consumir sin que esto tenga un impacto negativo. Eso no es cierto”.

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