La reforma eléctrica propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador y aprobada en el Congreso puso sobre la mesa una realidad de la producción energética: la mayor parte de la electricidad que se genera tiene una fuente ‘sucia’
Es dependiente de procesos de combustión, impacta en el ambiente y genera partículas que afectan nuestra salud.
Un reporte de la Secretaría de Energía (Sender) detalla que durante los primeros diez meses del 2020 el 75% de la energía disponible en el país fue producida en centrales con quema de combustibles fósiles.
De ciclo combinado, térmica convencional, turbogas, combustión interna y carboeléctrica.
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Según la Administración de Información de Energía de Estados Unidos, entre esos procesos de producción la combustión de carbón es la principal responsable de la emisión de CO2 (dióxido de carbono), seguido del Diésel y el aceite de calefacción, la gasolina y el gas propano.
El gas natural aparece en último lugar de emisiones, y es el más utilizado para hacer electricidad en México. Pero sigue siendo un combustible fósil, y es contaminante.
Aportaron el 25% restante, distribuido así:
La generación con hidroeléctrica fue el 8% del total; la eólica el 6%; la fotovoltaica o solar el 4%; la geotérmica el 1.47% y la bioenergía apenas el 0.27%.
Estas son las que se conocen como energías limpias renovables.
En cuanto a las energías limpias no renovables, la nucleoeléctrica de Laguna Verde aportó el 3.63% de la electricidad del país, y la llamada cogeneración eficiente el el 1.19%.
Aunque las cifras de la CFE muestran que el porcentaje de energía limpia ha ido en aumento, al pasar de un total de 22% en 2018 a 25% 2020, las centrales de este tipo se encuentran principalmente en posesión de privados, a quien la actual reforma busca limitar.
Expertos y políticos de oposición han advertido que la iniciativa eléctrica de López Obrador iría en detrimento de las energía limpias y en cambio aumentaría el uso de carbón, combustóleo y diésel, los combustibles fósiles más contaminantes para producir electricidad.
El gobierno, en tanto, defiende que la reforma es necesaria para que el país sea autosustentable en lo energético. El presidente López Obrador, ante las críticas de que su reforma creará más contaminación, habló de un plan para mejorar las plantas hidroeléctricas del país, que son energía limpia.
Sin embargo, expertos han dicho que esa fuente de energía, con agua, no está disponible todo el año ni puede cubrir gran parte de la necesidad energética del país, por lo que la reforma eléctrica llevaría a recurrir más a los fósiles más contaminantes, como el carbón y el combustóleo.
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De ahí que en el futuro, al implementarse la reforma, según han comentado expertos, será importante revisar si hay un cambio a la baja en los niveles de producción y uso de energía limpia.
Mientras se da este debate en México, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, llamó a los gobiernos a reducir el uso del carbón en la generación de electricidad y “cancelar todos los proyectos globales de carbón en trámite y poner fin a la adicción mortal al carbón”.
Y además de la generación de electricidad, ¿qué otras actividades generan emisiones de contaminantes en México y en el resto del mundo? Miremos las cifras.
En 2015, se emitieron en México 705 millones 650 mil toneladas de gases de efecto invernadero, que contaminan el aire que respiramos, en 2011 se habían reportado 687 millones 139 mil.
Esto, según los datos del Inventario Nacional Emisiones de Gases y Compuestos de Efecto Invernadero (INEGYCEI), elaborado por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC).
¿Por qué damos cifras de 2015? Según el artículo 74 de la Ley General de Cambio Climático, este instituto debe elaborar la estimación del total de las emisiones cada cuatro años, por lo que los datos más recientes disponibles son de 2011 y 2015.
El correspondiente a 2019 está próximo a publicarse, señaló el INECC.
De acuerdo con Fabiola Ramírez, directora de Inventarios y Prospectivas de Emisiones de Gases y Compuestos de Efecto Invernadero del instituto, las emisiones de estos gases han aumentado 65% en México de 1990 a 2017, aunque la tasa o velocidad de crecimiento se ha reducido en los últimos siete años.
“Somos un país que está creciendo económicamente y el crecimiento tiene procesos que emiten gases de efecto invernadero. La serie histórica indica que nuestro país está emitiendo un poco más, año con año, gases de efecto invernadero”, indicó.
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La quema de combustible para la producción de energías representó 187 millones 328 mil toneladas de gases –principalmente CO2, CH4 y N2O– de los 705 millones 650 mil que se emitieron en ese año en el país.
Esto es el 26.54%.
147 millones 816 mil toneladas fueron por generar electricidad y calor, el 20.94% del total.
11 millones 815 mil por la refinación de petróleo y 27 millones 696 mil por la manufactura de combustibles sólidos y “otras industrias de la energía”.
En este gráfico puedes ver cuáles son las otras fuentes de emisiones contaminantes en México, además de la generación de energía, entre las que están los transportes:
Y sí, la emisión de gases de efecto invernadero por la producción de electricidad no es un asunto exclusivo en México, y hay países con niveles más altos, aunque eso no exime al país de hacer lo suyo por el ambiente.
La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) indicó que en 2019 la generación de electricidad eléctrica fue responsable del 30.44% de sus emisiones de CO2, la segunda mayor fuente.
Cifras de la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) presentadas en la Sexta Comunicación Nacional de Cambio Climático muestran que en 2015 en el mundo se generaron 32 mil 294 millones de toneladas solamente de CO2 por las actividades del uso energético del combustible.
En este rubro, el país que más emitió el gas fue China, con 9 mil 84 millones de toneladas, lo que representó un 28.13% del total.
Le siguió Estados Unidos, con 4 mil 998 millones toneladas de CO2 –15.48%– y la Unión Europea, con 3 mil 201 millones de toneladas –9.91%–.
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A comparación, México emitió 446 millones de toneladas por la quema de combustible relacionadas con el uso energético, lo que representó 1.38% de las emisiones mundiales, detalla el reporte.
Los diez primeros emisores de CO2 en el mundo por esta actividad son China, Estados Unidos, Unión Europea, India, Rusia, Japón, Corea, Irán, Canadá y Arabia Saudita, que representaron el 74.86% de las emisiones en el mundo.
El efecto invernadero es un proceso natural que involucra a la radiación solar y los gases presentes en la atmósfera, el cual permite que exista la vida tal como la conocemos en el planeta –sin él, la temperatura de la Tierra sería inferior–.
Sin embargo, las actividades humanas como la quema de combustibles fósiles y la deforestación han intensificado este efecto, al incrementar las emisiones de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el ozono (O3).
En 2014, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) concluyó que tenía un 95% de certeza de que la actividad humana es actualmente la causa principal del calentamiento global.
Además, indicó que cuanto mayor sea la perturbación de la actividad humana sobre el clima, mayores serán los riesgos de impactos graves, generalizados e irreversibles en las personas y los ecosistemas.
El portal de la Unión Europea señala que entre las repercusiones por el aumento de la temperatura está el deshielo, aumento del nivel del mar, condiciones meteorológicas extremas, aumento de las precipitaciones, regiones con más olas de calor, más secas, con incendios y sequías, incrementos de muertes por temperaturas, cambios en la distribución de enfermedades transmitidas por el agua, además de pérdidas de especies de animales y plantas.
Ante esta crisis, 191 países que firmaron el Acuerdo de París se comprometieron a emprender esfuerzos para combatir el cambio climático, manteniendo el aumento de la temperatura mundial en este siglo por debajo de los +2 ºC respecto a la era preindustrial y de ser posible a +1.5 ºC, además de mejorar su capacidad de adaptarse a sus efectos.
Hasta el viernes 26 de febrero, solamente 75 naciones habían entregado sus compromisos revisados, lo cual, según la ONU, alcanzaría únicamente el 1% de la reducción de emisiones, muy por debajo del 45% que se necesita a nivel mundial para llegar la meta.
En el documento presentado por México, uno de estos países, se estableció el compromiso de reducir 22% de sus emisiones de gases de efecto invernadero y 51% de carbono negro para 2030, el cual podría aumentar hasta 36% y 70%, respectivamente, si se cuenta con recursos externos.
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Sin embargo Daniel Chacón, director de Energía de la organización Iniciativa Climática de México, considera que el país está en “retroceso” al promover la quema de combustibles fósiles con la reforma de López Obrador.
“En lugar de ver cómo ir sustituyendo los fósiles con energías limpias, pone una gran cantidad grande de trabas con la intención de que CFE siga quemando combustóleo. ¿Por qué lo sigue haciendo? Porque son las plantas que tienen, que se quedaron desde el siglo pasado, ese es su tipo de generación y a fuerza nos lo quieren imponer”, señaló.
António Guterres, secretario general de la ONU, advirtió el martes que la eliminación progresiva del carbón del sector eléctrico “es el paso más importante que debemos conseguir en consonancia con el objetivo de 1.5 grados”.
Inclusive, activistas climáticos como Greta Thunberg han exigido a los gobiernos adoptar medidas “drásticas” para frenar las emisiones de CO2 y el calentamiento global, criticando que aún no se cuenta con las tecnologías necesarias para sustituir las energías sucias.
“Simplemente tenemos que dejar de hacer ciertas cosas. Incluso si eso significa que tenemos que cambiar nuestra economía”, dijo en una carta enviada por 34 jóvenes activistas a líderes de la Unión Europea.
Según un estudio publicado en la revista científica Environmental Research, la contaminación causada por las energías fósiles fue responsable de 8.7 millones de muertes prematuras en el mundo en 2018, lo que representa un 20% de todos los fallecimientos de adultos.
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Los científicos analizaron la mortalidad asociada con las partículas PM2.5 generadas por la quema de combustibles fósiles, especialmente el carbón, la gasolina y el diésel, relacionadas con padecimientos y muertes prematuras.
“Se habla a menudo del peligro de la combustión de energías fósiles en el contexto de emisiones de CO2 y del cambio climático. Pero no se tienen en cuenta los impactos sanitarios potenciales”, señaló Joel Schwartz, coautor del estudio, según la agencia AFP.
Oshikatsu se refiere a los esfuerzos que hacen los fans para apoyar a su oshi favorito, que puede ser un artista, un personaje de anime o manga, o un grupo que admiran y quieren “impulsar”.
Los carteles en la enorme estación de trenes de Shinjuku, en Tokio, normalmente se usan para publicitar productos como cosméticos y comida, así como películas nuevas.
Pero ocasionalmente uno puede encontrarse con un cartel que muestra un mensaje de cumpleaños y la foto de un joven, a menudo de una boy band y típicamente con una apariencia impecable.
Estos carteles son creados por empresas publicitarias especializadas y son pagados por fans devotos. Forman parte de un fenómeno llamado oshikatsu, un término acuñado en los últimos años que proviene de las palabras japonesas “apoyar” (oshi) y “actividad” (katsu).
Oshikatsu se refiere a los esfuerzos que hacen los fans para apoyar a su oshi favorito, que puede ser un artista, un personaje de anime o manga, o un grupo que admiran y quieren “impulsar”.
Una parte considerable de este apoyo es de naturaleza económica. Los fans asisten a eventos y conciertos, o compran productos como CDs, carteles y otros artículos coleccionables. Otras formas de oshikatsu están destinadas a difundir la fama de su ídolo, compartiendo contenido sobre su oshi, participando en campañas en redes sociales, y escribiendo fanfiction o creando fanart.
Oshikatsu surgió a partir del deseo de los fans por tener un vínculo más cercano con sus ídolos. La combinación entre oshi y katsu apareció por primera vez en las redes sociales en 2016 y se generalizó como un hashtag en la entonces plataforma de Twitter en 2018. En 2021, oshikatsu fue nominada como candidata a la palabra del año en Japón, una señal de que su uso se había vuelto popular.
Ahora, ha aparecido en el radar del Japón empresarial. El motivo es el estallido de la inflación en los últimos años, provocado por la interrupción pandémica de la cadena de suministro y las conmociones geopolíticas, que ha hecho que los consumidores japoneses reduzcan su gasto.
Sin embargo, con los salarios a punto de subir por tercera vez en tres años, el gobierno se muestra cautelosamente optimista ante la posibilidad de que el crecimiento económico sea reavivado a través del gasto impulsado por el consumo. Compañías de la industria del entretenimiento y medios de comunicación buscan en el oshikatsu como posible motor de esta tendencia, aunque no está claro si las próximas subidas salariales serán suficientes.
Contrario a la percepción popular, oshikatsu ya no es del ámbito exclusivo de las subculturas juveniles. Se ha hecho camino también entre los grupos de mayor edad en Japón.
De acuerdo a una encuesta realizada en 2024 por la empresa japonesa de estudios de mercado, Harumeku, el 46% de las mujeres que están en sus 50 tienen un oshi al que apoyan económicamente. Las generaciones mayores tienden a tener más dinero para gastar, especialmente después de que sus propios hijos hayan terminado su educación.
Oshikatsu también supone una interesante inversión en términos de género. Mientras en los hogares tradicionales japoneses se sigue esperando que los maridos sean el sostén económico de las familias, en el oshikatsu son más a menudo las mujeres las que apoyan económicamente a hombres jóvenes.
Cuánto gastan los fans en sus oshi, depende. Según una encuesta reciente realizada por la empresa japonesa de marketing CDG y Oshicoco, una agencia de publicidad especializada en oshikatsu, la cantidad media que gastan los fans en actividades relacionadas con sus oshis es de 250.000 yenes (unos US$1.736) anuales.
Se calcula que esto aporta cada año 3,5 billones de yenes (US$24.500 millones) a la economía japonesa, y representa el 2,1% del total de las ventas minoristas anuales de Japón.
Oshikatsu impulsará el gasto de los consumidores. Pero dudo que tenga el impacto en la economía japonesa que esperan las autoridades. Para los aficionados más jóvenes, el peligro es que la aprobación gubernamental acabe con cualquier tipo de influencia cool, haciendo que el oshikatsu sea menos atractivo para estas personas a largo plazo.
Y si apoyan a un oshi que aún no ha conseguido el éxito, pueden tener una mayor sensación de que su apoyo importa. De ahí que parte del gasto vaya directamente a individuos, en lugar de a superestrellas corporativas ya establecidas. Pero también es posible que los jóvenes oshis en apuros gasten más de este dinero que las celebridades establecidas.
La prensa internacional se está enfocando ya sea en el lado económico del oshikatsu, o en lo peculiar de los fans “obsesivos” que consiguen un segundo trabajo para apoyar a su oshi, y madres que gastan grandes sumas en un hombre que tiene la mitad de su edad. Pero lo que esa cobertura pasa por alto es la lenta pero profunda transformación social de la que el oshikatsu es un síntoma.
Una investigación de 2022 sobre personas que practican oshikatsu deja claro que las “actividades de fans” responden a un deseo profundo de conexión, validación y pertenencia. Si bien esto podría satisfacerse mediante la amistad o una relación íntima, un número creciente de jóvenes adultos japoneses siente que este tipo de vínculos son “problemáticos”.
Los hombres jóvenes lideran esta tendencia, especialmente aquellos que no trabajan como asalariados de oficina con empleos relativamente estables, los llamados salarymen. Muchos de los que trabajan a tiempo parcial o en empleos manuales tienen dificultades para imaginar un futuro con una familia.
El sector terciario está cambiando para dar cabida a un número creciente de servicios que convierten en productos cosas intangibles como la amistad, la compañía y las fantasías románticas escapistas.
Desde abrazos no sexuales hasta alquilar a un amigo por un día o tener una cita con un acompañante travestido, se puede buscar alivio temporal de la soledad pagando por hora. Como resultado, la conexión humana en sí misma se está convirtiendo en algo que puede ser consumido mediante pago.
Por otro lado, compartir actividades de oshikatsu puede generar nuevas amistades. Reunirse para adorar colectivamente a sus ídolos es una forma poderosa de crear nuevas comunidades. Aún está por verse cómo estos cambios en la manera en que las personas se relacionan moldearán el futuro de la economía y la sociedad japonesa.
*Fabio Gygi es profesor titular de Antropología en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS) de la Universidad de Londres.
Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Puedes leer la versión original en inglés aquí.
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