La aparición de la COVID-19 puso de nuevo en el reflector la importancia de vacunarse. ¿Recuerdas cuál fue la última que te pusieron?
Pocos podrían decir con exactitud cuáles son las vacunas que les han aplicado a lo largo de su vida, pero hay una que es difícil olvidar.
¿Por qué? Porque a muchos nos dejó una marca en el brazo, que es para toda la vida.
Se trata de la vacuna contra la tuberculosis, una enfermedad que suele afectar mayormente a los pulmones y las vías respiratorias.
Y la razón de que nos deje una cicatriz es que es la única de todo el esquema de vacunación, al menos en México, que tiene una aplicación intradérmica.
Es decir, es aplicada de manera diferente a las otras, de forma más superficial, en la primera capa de la piel.
“La vacuna se aplica con el brazo estirado a 45 grados e introduciendo la aguja entre 10 y 15 grados respecto a la piel, a lo que conocemos como la dermis, por eso la persona que la aplique recibe una capacitación para ello”, explica Anai Romero, médica egresada de la Universidad de Guadalajara.
La cicatriz termina por ocurrir como una reacción del cuerpo a la vacuna, aunque también hay casos de personas en las que no deja huella, porque todos los organismos son distintos.
Esta vacuna se tiene que aplicar a una edad muy temprana. Desde niños recién nacidos y hasta los 5 años, y en la mayoría de veces se aplica en el brazo izquierdo, aunque se puede aplicar en el otro brazo o en la pompa.
En la cartilla de vacunación aparece como vacuna BCG. La Secretaría de Salud (SSA) explica que es una abreviación de las dos bacterias vivas de las que está compuesta, la Bacilo de Calmette y de la de Guérin.
Romero explica que luego de vacunarse va a existir una respuesta inmediata del cuerpo a la vacuna.
“Entre 10 y 15 minutos después de haberla aplicado, se debe formar lo que conocemos como una pápula, que es como un una ronchita rosada, y en teoría eso sucede porque debajo de ello está la solución que aplicaste”, detalla Romero.
La médica general describe que en realidad la dosis de aplicación es muy pequeña, pues es de .1 mililitros para niños mayores de un año y de la mitad de esto a menores de un año, por eso la pápula no es tan grande.
Después de eso, pasarán entre dos y tres semanas para que se elimine la pápula, y en su lugar sea una mancha rojiza sin bulto.
Para la cuarta semana tendrá una consistencia dura cuando se toca. Y para la sexta semana comenzará a hincharse y formará un nódulo, algo así como un piquete de mosquito, es decir, una bolita roja. Ahí puede permanecer entre una o dos semanas y los médicos piden mantener limpia la zona, pero no rascar, ni tallar, ni exprimir.
Finalmente para la semana 12 se formará una costra, que finalmente se caerá y dejará la cicatriz.
Romero agrega que hay personas vacunadas que no les deja marca, por lo que es importante tener una cartilla de vacunación y el registro de lo que se aplica.
La SSA también señala que otra de las cosas que pueden pasar tras la vacunación es que se inflame un poco la axila, del brazo donde se vacuno. Se sentirán unas pequeñas bolitas, pero con el tiempo se quitarán. Es decir, no es una señal de alerta.
A lo que sí debe prestarse cuidado es cuando aparece un nódulo o una úlcera antes de la cuarta semana.
“En ese caso se tiene que descartar que ya haya tenido una infección activa por tuberculosis, y ver el estado del sistema inmune de la persona que fue vacunada”, advierte Romero.
Una vez que ha sido aplicada y que se tenga la cicatriz o no, se recomienda nunca volver a aplicar otra dosis, pues sería contraproducente para el cuerpo.
La tuberculosis fue descubierta en 1882, pero tiene algunas similitudes con lo que provoca el coronavirus. Por ejemplo, suele afectar mayormente a los pulmones y las vías respiratorias.
Al igual que la COVID, la tuberculosis se contagia por micro partículas de la boca y nariz, aunque en este caso se trata de bacterias, no de un virus.
“Es causada por una bacteria llamada Mycobacterium tuberculosis… No todas las personas infectadas por las bacterias de la tuberculosis se enferman. Por eso, existen dos afecciones relacionadas con la tuberculosis: la infección de tuberculosis latente (LTBI, por sus siglas en inglés) y la enfermedad de tuberculosis. Si no se trata adecuadamente, la enfermedad de tuberculosis puede ser mortal”, señalan los CDC estadounidenses.
Está clasificada por las áreas que puede afectar.
La tuberculosis puede afectar los pulmones, pero también puede dañar el sistema nervioso, los huesos, la piel, los intestinos, riñones, genitales y los ganglios linfáticos.
Y cuando una persona enferma por tuberculosis y padece de diabetes, VIH-SIDA, alcoholismo, desnutrición, cáncer o una baja inmunidad, puede tener un pronóstico médico complicado.
Isis Bedolla, médica general por la Universidad de Guadalajara, explica que la vacuna sirve para prevenir las formas graves de la tuberculosis, de cabeza, tuberculosis meníngea y la tuberculosis miliar, a través del torrente sanguíneo.
“Como es una enfermedad endémica en el país y prevalente, todos estamos expuestos a la tuberculosis, pero es mínimo quienes tienen manifestaciones clínicas”, menciona la médica.
La vacuna existe desde junio de 1921 y es segura. En México es gratuita dentro de las instituciones públicas es gratuita, por lo que se puede solicitar después de que nazca un niño (a) y hasta los 5 años de edad.
Pero al menos en noviembre de 2020, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) reportó que había escasez de la vacuna, así que otra opción es adquirirla en un consultorio médico particular.
La tuberculosis es curable y su tratamiento médico dura entre seis y nueve meses, según los CDC de Estados Unidos. Los fármacos que se aplican son Isoniazida, Rifampina, Etambutol y Pirazinamida (PZA).
El Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) reportó en este comunicado que en 2016 murieron 2 mil 569 personas en el país a causa de la tuberculosis.
Además, ese mismo año, se reportaron 21 mil 184 casos de personas que contrajeron esa enfermedad. En 2015, fueron 20,561.
La Secretaría de Salud explicó que cada año más de la mitad de los municipios en México notifican casos de tuberculosis. Los que más reportan son Tijuana, Mexicali, Ciudad Juárez, Veracruz, Acapulco, Reynosa, Matamoros, Hermosillo, Tuxtla Gutiérrez, Tapachula, Monterrey y Tabasco.
Los expertos señalan que el nacimiento de nuevas islas en el Amazonas requiere una reevaluación de las fronteras entre Colombia y Perú.
“El gobierno de Perú ha copado un territorio que es de Colombia”.
La frase la escribió este martes el presidente colombiano Gustavo Petro en X y de inmediato sorprendió a Perú.
“Hemos leído con sorpresa estos escritos que se le atribuyen a Gustavo Petro. Lamentamos esto porque claramente el presidente no ha sido debidamente informado en estos asuntos”, le dice a BBC Mundo el canciller de Perú Elmer Schialer.
Con “estos asuntos”, Schialer se refiere a la soberanía sobre la isla de Santa Rosa.
Esta es una pequeña formación en medio del río Amazonas, emergida en la segunda mitad del siglo XX y habitada por alrededor de 3.000 personas, que Lima considera suya en un reclamo que Colombia disputa.
Como Santa Rosa, varias islas han emergido en los últimos años en la frontera colombo-peruana, definida desde hace un siglo por el cauce más profundo del Amazonas.
Expertos internacionalistas consultados por BBC Mundo concuerdan en que son “islas de nadie” al menos hasta que ambos países no reevalúen binacionalmente sus dominios, ya que cuando Colombia y Perú definieron sus límites estas formaciones no existían.
El pasado mes de junio, el Congreso peruano aprobó “la creación del nuevo distrito de Santa Rosa de Loreto” en la isla Santa Rosa.
Este martes, además de expresar su rechazo frente a ello, el presidente Petro anunció que trasladaría la conmemoración de la Batalla de Boyacá, clave para la independencia de Colombia en el siglo XIX, a Leticia, la capital amazónica colombiana situada a pocos metros de la isla en disputa.
En 1922, Colombia y Perú firmaron un tratado fronterizo en el cual definieron sus límites en el Amazonas.
“Se dividió el trazado del río entre los dos Estados no por la mitad, sino por el mejor surco navegable, el más profundo”, le explica a BBC Mundo Walter Arévalo, profesor de Derecho Internacional de la Universidad del Rosario en Colombia.
Aquel tratado, según el historiador colombiano Felipe Arias Escobar, creó rechazo en ambos lados, dando lugar a la guerra colombo-peruana de 1932 que acabó con la ratificación del acuerdo firmado en 1922.
“Es un conflicto al servicio del nacionalismo que en su momento sirvió para afianzar la identidad nacional”, le dice Arias Escobar, de la Universidad Pontificia Javeriana, a BBC Mundo.
Perú y Colombia comparten 116 kilómetros de río Amazonas.
“Cuando se firmó el tratado, frente a Leticia, solo existían dos islas, la de Ronda y otra que ha crecido y se ha expandido, Chinería”, complementa para BBC Mundo Santiago Duque, profesor de limnología por la Universidad Nacional de Colombia.
Es decir, la frontera entre Colombia y Perú es una frontera viva, cambiante, que ambos países deben revisar cada cierto tiempo.
El problema es que llevan años sin hacerlo.
Mientras, la frontera cambió, con bultos de sedimento provenientes de los Andes y arrastrados por el río que se convirtieron en nuevos territorios que aún está por definir a qué país pertenecen.
Arévalo defiende que la postura más lógica es que una comisión binacional se reactive para la inspección de la frontera y que “ni Perú ni nadie saque una ley que diga unilateralmente que una isla es suya”.
“Es el momento para que los países se sienten a revisar la nueva situación geográfica y tomen decisiones. Hay más de siete islas nuevas, entre ellas Santa Rosa”, añade Duque.
Perú defiende que la circunscripción de Santa Rosa se encuentra bajo su soberanía y juridiscción.
“El pueblo de Santa Rosa es parte integrante de la isla peruana de Chinería, asignada al Perú en 1929”, dijo el gobierno peruano en un comunicado emitido este martes.
En la misma línea se pronunció el canciller de Perú, quien defiende que aunque se mueva el surco más profundo del río Amazonas “no significa que se mueva la frontera”.
“Una de las islas que se le asignó a Perú fue Chinería y, por los años 50, el río escinde una parte que luego se llamó isla Santa Rosa. No nació ni surgió, sino que formaba parte de Chinería”, le afirma Schialer a BBC Mundo.
“Lo que pasa es que ese surco del río luego se secó y se reintegró a Chinería. No solamente Santa Rosa fue peruana, sino que sigue siendo peruana”, añade el canciller.
Desde 1970, dice el diplomático, se fueron construyendo una escuela, una oficina de migración y otra de administración de aduana sin que “nunca dijeran nada los colombianos”.
“No debemos preguntar a una nación amiga lo que podemos hacer o no en nuestro territorio”, resume Schialer.
La Cancillería de Colombia, sin embargo, anunció este martes que ha presentado contundentes notas de protesta al gobierno peruano para solicitar la reactivación de la Comisión Mixta Permanente para la Inspección de la Frontera colombo-peruana (COMPERIF).
Según este ministerio, “con el fin de que, basados en una metodología de asignación, se decida sobre la soberanía de las islas surgidas en el curso del río Amazonas después de 1929”.
“Durante años, Colombia ha sostenido la necesidad de que se realice el trabajo binacional para la asignación de islas y ha reiterado la posición de que la ‘Isla de Santa Rosa’ no ha sido asignada al Perú”, dice el comunicado.
Petro, por su parte, dice que Perú está cometiendo una acción “unilateral y violatoria” que puede “hacer desaparecer a Leticia como puerto amazónico quitándole su vida comercial”.
El presidente colombiano argumentó que “han aparecido islas que están al norte de la actual línea más profunda, y el gobierno del Perú acaba de apropiárselas por ley y poner la capital de un municipio en un terreno que, por el tratado, debe pertenecer a Colombia”.
“El gobierno usará, antes que nada, los pasos diplomáticos para defender la soberanía nacional”, añadió.
Leticia está ante un desafío mayúsculo.
A causa de la sedimentación, la deforestación y el cambio climático, el Amazonas frente a la ciudad está perdiendo caudal y desviándose hacia territorio peruano.
Un estudio de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional alertó recientemente sobre el riesgo de que Colombia pueda perder su conexión fluvial más importante.
“Un modelo desarrollado por la Armada Nacional anticipaba desde hace varios años que, para 2030, el río Amazonas podría dejar de pasar frente a Leticia durante la mayor parte del año (…) Hoy el modelo es una realidad”, dice el estudio.
“Si no se actúa de inmediato, Leticia dejará de ser una ciudad ribereña. Las implicaciones van más allá de lo simbólico; son culturales, económicas y territoriales”, se pronunció al respecto la profesora Lilian Posada García, involucrada con las investigaciones.
Petro teme que las acciones de Perú en Santa Rosa y Chinería, de algún modo, “hagan desaparecer a Leticia como puerto amazónico quitándole su vida comercial”, según expresó en X.
Al preguntarle por esta preocupación, el canciller de Perú le aseguró a BBC Mundo que utilizarían las vías diplomáticas y de colaboración entre los países para, “efectivamente, ayudar al pueblo”.
A menudo, diversos analistas tildan de “maniobras de distracción” o “intentos de imponer la agenda” varias de las declaraciones o jugadas de Petro, sin que necesariamente indiquen un objetivo más allá del efecto mediático.
Sin embargo, Sandra Borda, experta en relaciones internacionales de la Universidad de los Andes en Colombia, le dice a BBC Mundo que “ya desde el año pasado había gente en la Cancillería alertando a Petro sobre esta situación”.
“Desconozco por qué decide sacar el tema ahora, porque es un asunto serio. Colombia corre el riesgo de que Leticia quede sin acceso al río, lo cual, estratégicamente, es fatal para el país”, dice la especialista.
En julio de 2024, el entonces director de Soberanía Territorial del Ministerio de Asuntos Exteriores de Colombia, Diego Cadena, señaló que la isla Santa Rosa, ubicada en la frontera amazónica, “no pertenecería al Perú” y “estaría ocupada irregularmente”, tras lo cual desconoció la autoridad del alcalde de Santa Rosa, el peruano Iván Yovera.
Por esa razón, el gobierno de Perú protestó ante el encargado de Negocios de Colombia en Lima y reafirmó “los derechos de soberanía y jurisdicción sobre la isla Santa Rosa”.
El entonces ministro peruano de Exteriores, Javier González-Olaechea, dio por cerrada la discusión el 15 de julio de 2024 al manifestar su “satisfacción” por la respuesta del gobierno de Colombia a la protesta que emitió su país.
Gustavo Petro y su contraparte peruana, Dina Boluarte, han sufrido importantes idas y venidas.
Tras la destitución de Pedro Castillo del gobierno peruano y la llegada de Boluarte en 2022 como presidenta constitucional hasta el fin del mandato en 2026, Petro criticó la legitimidad de la nueva presidenta, lo cual originó un conflicto diplomático que desembocó en la retirada mutua de sus embajadores en ambos países.
Desde entonces las relaciones han mejorado, pero esta última controversia amenaza con reinflamarlas.
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