
Para entender mejor
La reducción del número de legisladoras y legisladores plurinominales es una de las propuestas que incluirá la reforma electoral de la presidenta Claudia Sheinbaum. Sin embargo, especialistas coinciden que en el contexto mexicano podría afectar a la representación de las minorías y beneficiar a Morena, la fuerza política mayoritaria.
“La reducción de legisladores plurinominales siempre debería atender al contexto electoral específico de cada uno de los países, a las circunstancias políticas particulares. La propuesta de la presidenta es cómoda para el partido oficial, Morena es el que más se beneficia”, explica Leonardo Zúñiga Ayala, licenciado en Derecho por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
En su momento, el 5 de febrero de 2024, el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador presentó ante el Congreso de la Unión un paquete de 18 reformas constitucionales y legales, conocido como “Plan B”, entre las cuales estaba la iniciativa en materia electoral.
Su propuesta planteaba la eliminación de 200 diputaciones plurinominales y 64 senadurías, dejando sólo 300 diputadas y diputados electos por mayoría y 64 senadoras y senadores, dos por cada una de las 32 entidades federativas.
La reforma de Sheinbaum todavía no tiene fecha de presentación pero ya integró una comisión redactora.

El Congreso de la Unión se integra por legisladoras y legisladores electos según los principios de mayoría relativa y de representación proporcional. Se trata de dos formas de designar a congresistas en un sistema electoral.
De acuerdo con el Sistema de Información Legislativa (SIL), la mayoría relativa es elegir a quien tenga el mayor número de votos emitidos. En México este principio se utiliza para elegir legisladoras y legisladores federales o locales mediante el voto de la ciudadanía.
Mientras que la representación proporcional es un principio de elección basado en la asignación de cargos de representación popular tomando como base el porcentaje de votos obtenidos por un partido político en una región geográfica.
“El objetivo de este principio es proteger la expresión electoral cuantitativa de las minorías políticas y garantizar su participación en la integración del órgano legislativo, según su representatividad”, menciona el SIL.
A partir de la reforma constitucional de 1977 se introdujo el principio de representación proporcional. De acuerdo con Leonardo Zúñiga Ayala, antes de esto, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) tenía dominio absoluto de la representación en el Congreso de la Unión.
Pero fue hasta la reforma electoral de 1986 que cambió la fórmula en la integración de la Cámara de Diputados, con 200 diputadas y diputados, y con 32 senadoras y senadores en el Senado de la República, según la publicación Gobernabilidad, partidos y elecciones en México (1977-2010).
“Se asignan por listas, o sea, se hace una lista nacional y dependiendo del porcentaje de votos que un partido obtuvo a nivel nacional es el número de legisladores que obtiene asignación de esa lista”, explica Gustavo López Montiel, profesor de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno en el Tecnológico de Monterrey.
Especialistas consultados por El Sabueso coinciden en que las y los legisladores plurinominales representan la pluralidad del sistema electoral.
“La representación proporcional permitió que muchos de estos grupos que ahora gobiernan, que antes eran oposición, accedieran al Congreso de la Unión”, sostiene Leonardo Zúñiga Ayala.
Por lo tanto, eliminar o reducir a las y los legisladores plurinominales haría más difícil que las minorías políticas lleguen al Congreso de la Unión. Es decir, cerrar el acceso a partidos que, por el momento, son minorías para sobrerrepresentar a la mayoría implica una renuncia al sistema electoral que le había otorgado pluralidad a nuestro país.
“Asumen que van a gobernar muchos años más y están planteando una modificación a la estructura que les permita consolidar su poder”, señala Gustavo López Montiel.
Actualmente, Morena tiene 77 diputadas y diputados plurinominales de un total de 253. Mientras que son 13 senadores plurinominales de un total de 67.
En la conferencia de prensa del 4 de julio, Sheinbaum aseguró que las legisladoras y legisladores plurinominales no hacen campaña y que las listas nacionales mediante las cuales se asignan no son buenas.
“Yo pienso que la representación proporcional, es decir, la representación de las minorías en la Cámara que hoy se rige con listas, en el caso de la Cámara de Diputados, la lista de plurinominales no es buena para el país, ya demostró que no es buena; y que las personas que llegan ahí, es a decisión del partido político y no pasan por la representación o algún vínculo con la ciudadanía. Los pluris, pues son pluris y nunca hacen campaña”, pronunció.
Ante ello, la presidenta propuso un modelo de primera minoría para elegir a los diputados. Este modelo implica que se asigna un escaño o curul a la candidatura que quedó en segundo lugar en las votaciones, con el objetivo de que todos los candidatos hagan campaña en territorio.
Gustavo López Montiel, argumenta que se trata de narrativas que la presidenta ha difundido para impulsar su reforma electoral.
“No es que no hagan campaña, sino que su campaña más bien es por partido o una campaña por candidaturas, dependiendo del tipo de sistema electoral, entonces también son los tipos de campañas que existen”, refiere el especialista.
López Montiel agrega que en otros países con representación proporcional, las listas pueden ser abiertas para que la ciudadanía pueda proponer perfiles de congresistas y que no sean designados por los partidos.
“En México normalmente esos espacios de representación proporcional han sido asignados a las élites partidarias, o sea, los diputados y los senadores de confianza”, advierte. Incluso Morena ha dado estos cargos a Pablo Gómez o Ernestina Godoy, quienes han sido legisladores por la vía plurinominal y ahora integran la comisión para la reforma electoral.

La presidenta Claudia Sheinbaum ha sido cuestionada acerca de si una reforma electoral que elimine o reduzca a plurinominales afecta a aliados de Morena como el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) o el Partido del Trabajo (PT).
En la conferencia de prensa del 25 de junio respondió “no, no lo creo. No lo creo porque todos estamos de acuerdo en que hay que ir a territorio a presentarse con la ciudadanía”.
No obstante, los expertos concuerdan en que esta reforma podría ocasionar disputas por las candidaturas o incluso un quiebre si no negocian.
“No beneficia ninguna fuerza política ni incluso a las fuerzas políticas que son aliadas de Morena, porque Morena puede ganar en solitario, pero el Partido Verde y el Partido del Trabajo no”, dice el litigante Zúñiga Ayala.
Mediante el principio de representación proporcional el PVEM obtuvo 18 de sus 62 diputadas y diputados; mientras que el PT 13 de 49.
En cuanto a senadoras y senadores, 3 de un total de 14 del PVEM son plurinominales y 3 de 6 que tiene el PT.
También habría afectaciones por la reducción presupuestal a partidos políticos, según los expertos.
“La reforma termina por beneficiar a Morena porque, además, seguiría siendo el partido que más presupuesto público recibiría, a pesar de la reducción de la bolsa para partidos. Es el que cuenta al día de hoy con más estructuras políticas y con más funcionarios, realmente la facultad de movilización que perdería no sería significativa”, concluye Leonardo Zúñiga Ayala.

Los nuevos lineamientos de seguridad muestran el interés de Washington por frenar la inmigración ilegal, contener el avance del narcotráfico y mejorar la relación con sus aliados ideológicos y sus socios comerciales.
Tanto el reciente bloqueo “total y completo” de todos los buques petroleros sancionados que entren y salgan de Venezuela como el inusual rescate financiero a Argentina de octubre son muestras de la relevancia que América Latina tiene para Donald Trump.
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional reafirma la decisión de Estados Unidos de ampliar la presencia militar y su influencia en la región. Publicado por la Casa Blanca el 4 de diciembre, el documento plasma la visión del mundo de la actual gestión.
“Mi gobierno ha actuado con una urgencia y velocidad históricas para restaurar la fuerza estadounidense en el país y en el exterior“, dice la carta firmada por el mandatario que antecede el documento de 29 páginas.
Según los nuevos lineamientos de seguridad, Trump mira a América Latina decidido a frenar la inmigración ilegal, contener el avance del narcotráfico y mejorar la relación con sus aliados ideológicos y sus socios comerciales.
Para hacerlo, propone volver a la política exterior del presidente James Monroe de “América para los Americanos”, con la que EE.UU. declaraba en 1823 su intención de resguardar a la región del avance de las potencias ajenas al continente.
“Tras años de abandono, Estados Unidos reafirmará y aplicará la doctrina Monroe para restaurar la preeminencia estadounidense en el hemisferio occidental”, dice el nuevo documento que llama a este enfoque “corolario Trump a la doctrina Monroe”.
Este enfoque se ganó el apodo de la “doctrina Donroe”, que surge de la combinación entre Donald y Monroe. El término apareció en enero en la portada del New York Post y rápidamente fue adoptado por analistas estadounidenses y medios internacionales.
Entonces, ¿estamos ante una nueva doctrina de Monroe en la región? ¿Cuáles son las preocupaciones e intereses de Trump en América Latina? ¿Cómo hará para ampliar su influencia en el continente?
Para que Estados Unidos consolide su poder global, Trump entiende que primero debe reafirmar su influencia en la región.
“Estados Unidos debe ser preeminente en el hemisferio occidental como condición para nuestra seguridad y prosperidad, una condición que nos permite afirmarnos con confianza donde y cuando lo necesitemos en la región”, dice el documento.
Para Will Freeman, investigador de Estudios Latinoamericanos del influyente centro de estudios estadounidense Council on Foreign Relations, Trump busca dar un “nuevo giro a una vieja idea”.
“Es una especie de justificación ideológica para la intervención de Estados Unidos o para la mano dura en la región, la cual se centra explícitamente en la inmigración”, dijo Freeman a BBC Mundo.
“Pero el documento también menciona los cárteles de la droga y las incursiones extranjeras hostiles, lo que suena a la Doctrina Monroe en su versión original”, agrega.
La idea de una estrategia inspirada en la antigua doctrina Monroe no es nueva. Ya en 1904 el presidente Theodore Roosevelt (1901-1909) estableció su propio “corolario Roosevelt” a esa doctrina del Siglo XIX.
En aquel momento, Roosvelt sostenía que Estados Unidos debía intervenir en los países de la región si no estaban siendo capaces de cumplir con sus compromisos financieros o con el cuidado de sus democracias, según explica Freeman.
En cualquier caso, lo que sabemos hasta el momento sobre el llamado “corolario Trump” es bastante vago. Por eso, el analista recomienda no tomarlo como un plan estratégico sino como una declaración de principios.
“Trump no sigue una política exterior tan consistente como para llamarla doctrina. Tampoco hace ninguna declaración que nos ayude a entender cómo se relacionan las medidas que está tomando con sus objetivos más ambiciosos”, dice.
Para Trump, los países de América Latina son el origen de muchos de los problemas que enfrenta Estados Unidos, pero a la vez pueden ser la clave para resolverlos.
El documento presenta a la “migración ilegal y desestabilizadora” como uno de los principales problemas que tienen origen en Latinoamérica, ya que la mitad de los inmigrantes que viven en Estados Unidos proviene de la región, principalmente de México.
“Es la parte del mundo que más le interesa para sus objetivos de política interna”, dice Freeman.
A su vez, menciona el peligro de los cárteles de drogas, teniendo en cuenta que casi toda la cocaína que se consume en Estados Unidos proviene de tres países de la región: Colombia, Perú y Bolivia.
En ese sentido, para Bernabé Malacalza, autor del libro “Las cruzadas del siglo XXI”, que trata sobre la relación entre Estados Unidos y China, la nueva arquitectura de seguridad nacional se sostiene en que Estados Unidos considera a la región como “parte de su frontera de seguridad interna”.
“América Latina pasó a ser prioritaria para Estados Unidos. Adquirió un lugar que antes no había tenido y que se explica en que la seguridad hemisférica ganó protagonismo”, dice el profesor de la Universidad Torcuato Di Tella.
El documento menciona además la necesidad de limitar incursiones extranjeras hostiles, en una clara referencia a China, aunque no la menciona.
En materia comercial, Trump busca mejorar sus acuerdos con sus socios en la región bajo la impronta del America First (Estados Unidos primero). El documento plantea el uso de “aranceles y acuerdos comerciales recíprocos como herramientas poderosas”, algo que el gobierno de Trump ya ha puesto en práctica con numerosos países de la región, con resultados mixtos.
En el caso de México, la Casa Blanca sabe que las empresas estadounidenses también se ven afectadas por las disputas comerciales.
“Por eso, Trump busca consolidar acuerdos orientados al nearshoring (estrategia de una empresa para transferir parte de su producción a países cercanos), porque entiende que la región es parte de la reconfiguración de las cadenas de valor”, señala Malacalza.
Trump no solo quiere que las empresas estadounidenses crezcan, sino que los países aliados fortalezcan sus economías nacionales para, de este modo, intensificar las relaciones comerciales.
Según el documento, “un hemisferio occidental económicamente más fuerte y sofisticado se convierte en un mercado cada vez más atractivo para el comercio y la inversión estadounidenses”.
“Los países de la región tienen un impacto desproporcionado en estos asuntos internos que a Trump le importan mucho, y que también le interesan a su base política”, resume Freeman.
El mastodóntico portaaviones USS Gerald Ford, en el Caribe desde noviembre, no solo presiona al gobierno de Venezuela, sino que también refleja los nuevos lineamientos de seguridad de Estados Unidos.
Según el documento, la Casa Blanca busca desplegar una “presencia (militar) más adecuada” y “despliegues específicos” para controlar las fronteras terrestres y las rutas marítimas.
Estados Unidos habilita incluso “el uso de fuerza letal para reemplazar la fallida estrategia basada únicamente en la aplicación de la ley de las últimas décadas”, menciona el documento.
“La fuerza es el mejor elemento disuasorio”, agrega la Casa Blanca, en lo que es una política exterior deja abierta la opción de la represalia.
Este gobierno ha dicho que busca recuperar la idea de “paz por medio de la fuerza” (Peace Through Strength), el antiguo lema del presidente Ronald Reagan que se basa en confiar en el poder militar como garante de estabilidad.
Para Malacalza, la política de seguridad hacia América Latina “no configura una arquitectura regional o hemisférica, sino que busca que los países se alineen a Estados Unidos y, en última instancia, a Trump”.
Por otro lado, Estados Unidos ofrece una serie de recompensas para sus aliados.
“Recompensaremos y alentaremos a los gobiernos, partidos políticos y movimientos de la región que se alineen ampliamente con nuestros principios y estrategia”, señala la nueva estrategia.
La política de Estados Unidos debería, según el documento, enfocarse en apoyar a líderes y aliados regionales “capaces de promover una estabilidad razonable en la región”, que ayuden a frenar la migración ilegal y a neutralizar a los cárteles.
Esta política de recompensas se vio en octubre cuando Trump anunció el rescate de 20 mil millones de dólares para Argentina o cuando, al mes siguiente, se firmaron acuerdos con este último país, Ecuador, El Salvador y Guatemala para reducir los aranceles a las exportaciones.
En cualquier caso, para los analistas consultados por BBC Mundo, la bautizada “doctrina Donroe” entiende a la región principalmente como un lugar de amenazas más que de oportunidades.
“Les preocupa mucho más prevenir que las amenazas peligrosas de América Latina lleguen a Estados Unidos, según dirán ellos, que aprovechar las oportunidades que ofrece la región“, sintetiza Freeman.
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