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Quinto informe: Datos contradicen las frases de AMLO sobre jóvenes, deuda y empleo
Quinto informe: Datos contradicen las frases de AMLO sobre jóvenes, deuda y empleo
7 minutos de lectura

Quinto informe: Datos contradicen las frases de AMLO sobre jóvenes, deuda y empleo

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Falso
Frase: Varios mensajes sobre empleo, programas y pobreza en los spots del quinto informe de gobierno
Autor: Andrés Manuel López Obrador, presidente de México
Lugar y fecha: Spot, Quinto informe de gobierno.
29 de agosto, 2023
Por: Arturo Daen
@arturodaen 

El presidente Andrés Manuel López Obrador  difundió spots sobre su quinto informe en los que se verificaron datos falsos o sin sustento sobre el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, o en cuanto a que “prácticamente no hay desempleo” en el país, aunque por otro lado también destacó el dato verdadero de que su gobierno logró una reducción de la pobreza y de la desigualdad.

No hay 2 millones 600 mil jóvenes trabajando ahora mismo como aprendices

En uno de los mensajes señaló que “2 millones 600 mil jóvenes trabajan como aprendices” en México. Esto en referencia al programa Jóvenes Construyendo el Futuro (JCF), que según mencionó en una conferencia mañanera reciente ha permitido que 60% de los beneficiarios sean contratados en los centros de trabajo donde recibieron capacitación.

Pero los datos oficiales disponibles y las evaluaciones de Coneval contradicen al mandatario. 

Para empezar la cifra de 2 millones 600 mil jóvenes solo coincide con la de los beneficiarios del programa desde el inicio de su operación hace cuatro años, en 2019. No es que ahora mismo haya esa cantidad de jóvenes inscritos que “trabajan como aprendices”, como menciona López Obrador.

Según esta base de datos de beneficiarios, en junio pasado fueron 246 mil 808 Jóvenes Construyendo el Futuro de entre 18 y 29 años los que recibieron un apoyo económico, en un programa que implica una capacitación de un año.

Esta evaluación al programa, disponible en la página del gobierno federal y asignada a la empresa Idea Consultores, muestra la cifra anual de beneficiarios hasta septiembre de 2022. Destaca la de población atendida en 2019, primer año de JCF, y que el gobierno ya superó su meta inicial del sexenio de beneficiar a 2.3 millones de jóvenes:

Datos contradicen las frases de AMLO sobre jóvenes y empleo

No hay datos que sustenten el dicho de AMLO sobre jóvenes contratados

La cifra del presidente sobre que 60% de las y los aprendices de Jóvenes Construyendo el Futuro son contratados en el lugar donde los capacitaron no tiene sustento. 

En el informe de gobierno previo, se indicó que entre septiembre de 2021 y el 30 de junio de 2022 habían sido beneficiados 776 mil 656 jóvenes. Y en ese mismo periodo, 32 mil 061 jóvenes al concluir su año de capacitación habían obtenido un empleo, según refirió la Secretaría del Trabajo. 

Por los cambios en los objetivos e indicadores del programa, el Coneval sólo tiene datos desde 2021 para el rubro de beneficiarios que al terminar su año de capacitación reportaron haber adquirido “su primera experiencia en una actividad productiva” (sin que se detalle si esto fue una contratación y de qué tipo).

En 2021, fue el 35% y en 2022 subió hasta el 46% de beneficiarios que reportaron tener una primera “actividad productiva”. Para el 2023 aún no se incluyen datos en el Módulo de indicadores de programas sociales de Coneval, que a su vez cita al Portal Aplicativo de Hacienda (Pash).

Y si bien se registró un aumento en 2022, faltaría tener las cifras de 2019, 2020 y 2023 para tener un promedio general de aprendices que se unieron a una actividad productiva luego de participar en Jóvenes Construyendo el Futuro. 

Distintos análisis han señalado como carencia de este programa su falta de seguimiento a los jóvenes egresados para saber si esta política pública les ayudó a obtener un empleo, y de qué calidad y duración.

La evaluación de Idea Consultores en la página del gobierno federal concluyó que al menos hasta diciembre de 2022 el programa JCF “no mide adecuadamente sus resultados finales e impacto”. 

A cuatro años de su operación, en aquel entonces, “la inexistencia de evaluaciones que midan rigurosamente los efectos e impactos no permite conocer sus resultados y beneficios más relevantes, lo que puede poner en riesgo su rediseño y continuidad hacia la próxima administración”.

Además la consultora observó que existía “un desequilibrio entre los recursos monetarios destinados al pago de becas a los jóvenes, y los recursos dirigidos a la operación del Programa”, con carencias en el número de mentores de los jóvenes y su condiciones laborales.

En 2021 y este año, la Secretaría del Trabajo ha referido que su fuente para afirmar que más del 50% y hasta 60% de jóvenes beneficiarios han sido contratados son datos de la encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del INEGI.

Pero en 2021 la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos acotó en su análisis del tema que  la medición de impacto en el empleo tenía varias limitaciones al utilizar los datos de la ENIGH.

“La encuesta sólo tiene información para seis meses durante 2020, es decir, se les pregunta a los hogares si recibieron ingresos por participar en el programa, si reciben ingresos laborales, entre otros tipos de ingresos. Sólo si se observa que en este periodo un joven beneficiario salió del programa (dejó de recibir el ingreso), se puede medir el impacto que pudo tener su participación”, indicó.

Además de mencionar que: “analizar sólo seis meses es una restricción muy fuerte. Puede ocurrir que un beneficiario salga del programa en el mes tres y no encuentre trabajo en los próximos tres meses; si encuentra trabajo en el cuarto mes, no se refleja en el análisis. También existe la otra posibilidad, que un joven encuentra trabajo inmediatamente saliendo del programa y que en meses después sea despedido, esto tampoco se refleja en el análisis. No es posible corregir este sesgo, pero la medición de impacto nos da un panorama indicativo de los efectos del programa”.

Otro instrumento indicador en la página del INEGI, el de datos de la Encuesta Anual del Comercio (EAC), tampoco muestra que en 2021 el porcentaje de personal contratado al término de la capacitación de Jóvenes Construyendo el Futuro haya alcanzado un promedio arriba de 60%, de hecho en las diferentes categorías tanto para hombres como para mujeres la mayoría no superó el 30%.

“Prácticamente no hay desempleo”

Ese fue el dicho del presidente en este spot del quinto informe. Sin embargo la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI correspondiente al segundo trimestre de 2023 mostró que la población desocupada (personas en edad de trabajar y que buscaron encontrar un empleo) o sin trabajo en el país fue de 1.7 millones de personas. 

Esto representó el 2.8% de la Población Económicamente Activa, y es cierto que esta tasa es una de las más bajas entre los países de la OCDE.

Pero especialistas también han señalado el problema de la informalidad en México. En el segundo trimestre del año, el 55.2% de la población ocupada tenía un empleo informal, sin seguridad social. Esto equivale a 32.3 millones de personas.

“La pobreza y desigualdad disminuyen”

En este caso el dicho del presidente sí se ajusta a lo reportado por el Coneval en su estudio más reciente sobre pobreza multidimensional.

Ahí se indicó que la población en México que vive en situación de pobreza disminuyó en 5.1 millones de personas, entre 2018 y 2022. Aunque, por otro lado, el porcentaje de la población en esta situación de pobreza extrema pasó de 7.0%  en 2018 a 7.1% en 2022. 

En cuanto a la desigualdad, Coneval concluyó que sí se redujo. Con la evolución del Coeficiente de Gini con base en el ingreso corriente total per cápita, refirió, se observó que la desigualdad presentó una disminución a nivel nacional al pasar de 0.457 a 0.431 entre 2018 y 2022.

“Entre 2018 y 2020, el coeficiente de Gini para los ocupados formales tuvo una variación negativa de 7.8%, es decir, existió una reducción de la desigualdad al interior de este grupo; mientras que para el grupo de los ocupados informales, que es donde se tuvo una variación positiva del ingreso, tuvo una variación negativa del coeficiente de Gini de 3.5%, lo cual también indica una reducción de la desigualdad de este grupo, pero en menor medida que en el de los ocupados formales donde su ingreso se mantuvo en niveles similares”, detalló el Consejo. 

“¿Por qué nos alcanza el presupuesto sin endeudar al país?”

De nueva cuenta el presidente menciona que su gobierno no ha recurrido a la deuda. Pero como lo mencionamos en esta verificación, la verdad es que su administración sí ha utilizado este instrumento.

La organización México Evalúa indicó el 10 de agosto pasado que hasta junio el endeudamiento neto –Requerimientos Financieros del Sector Público (RFSP)– ascendió a 496.8 mmdp, lo cual representó un crecimiento real de 38.4% (137.9 mmdp) con respecto al mismo periodo del año anterior.

De ese modo, refirió, “se alcanzó así el valor más alto de endeudamiento para el mismo periodo desde que se tiene registro de este indicador (2008). Este nivel es mayor que incluso el de la pandemia”.

Y entre los componentes del sector público, fue “el Gobierno federal el que ha incurrido en la mayor deuda: ésta asciende a 573.6 mmdp a junio del presente año, lo que representa un crecimiento real de 102.9% con respecto al mismo periodo del año anterior.

Se trata del endeudamiento más alto para el mismo periodo en lo que va del sexenio, y el más alto desde el año 2000. Es decir, en los últimos 23 años el Gobierno federal no se había endeudado tanto como lo hizo al primer semestre de este año”.

 

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Imagen BBC
Los dos libros imperdibles para entender mejor nuestra turbulenta actualidad
6 minutos de lectura

Vivimos en una época en la que todo tipo de sistemas de control limitan nuestras libertades de expresión, identidad y religión. Combinar la visión de Orwell con la de Huxley ofrece un análisis más profundo.

23 de mayo, 2025
Por: BBC News Mundo
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¿Existe alguna obra de ficción del pasado que pueda ayudarnos a comprender las preocupantes tendencias actuales?

Considerando la proliferación de referencias a la “neolengua” ofuscadora, líderes al estilo del Gran Hermano y sistemas de vigilancia ineludibles en artículos periodísticos, esta pregunta tiene una respuesta simple: “Sí, y esa obra es ‘1984’ de George Orwell”.

Tanto la izquierda como la derecha política consideran la novela que Orwell escribió en 1949 como el libro del siglo pasado que mejor se relaciona con el presente.

Pero hay otros que consideran la cultura del consumo y la obsesión por las redes sociales como las principales preocupaciones actuales. Entonces la respuesta es diferente: “Sí, y esa obra es ‘Un mundo feliz’, de Aldous Huxley”.

Nosotros, sin embargo, pensamos que la respuesta es “ambas”.

En el largo debate sobre quién fue el escritor más profético de su época, Orwell, que fue alumno de Huxley en Eton, es generalmente el favorito.

Una razón de esto es que las alianzas internacionales que durante mucho tiempo parecieron estables ahora están en constante cambio. En 1984, su última novela, Orwell imaginó un futuro mundo tripolar dividido en bloques rivales con alianzas cambiantes.

En el breve periodo transcurrido desde que el presidente estadounidense Donald Trump inició su segundo mandato, sus políticas y declaraciones han provocado sorprendentes realineamientos.

Estados Unidos y Canadá, socios cercanos durante más de un siglo, están ahora enfrentados. Y en abril, un funcionario de Pekín se unió a sus homólogos de Corea del Sur y Japón para oponerse, formando un trío improbable, a los nuevos aranceles de Trump.

Retrato del escritor inglés Aldous Huxley, fotografiado en casa de su cuñada en Turín el 15 de septiembre de 1958.
Getty Images
Aldous Huxley, en la foto, fue maestro de francés de Orwell durante un breve período en Eton College.

Quizás por eso existe un campo floreciente de “estudios orwellianos”, con su propia revista académica, pero no de “estudios huxleyanos”.

Probablemente también explica por qué “1984”, pero no “Un mundo feliz”, sigue figurando en las listas de los más vendidos, a veces junto con “El cuento de la criada” (1985) de Margaret Atwood.

“Orwelliano” (a diferencia del raramente conocido “huxleyano”) tiene pocos competidores aparte de “kafkiano” como adjetivo inmediatamente reconocible vinculado a un autor del siglo XX.

Por maravillosos que sean Atwood y Kafka, estamos convencidos de que combinar la visión de Orwell con la de Huxley ofrece un análisis más profundo. Esto se debe en parte a, y no a pesar de, la frecuencia con la que se ha contrastado la autocracia que describen Orwell y Huxley.

El ejemplo de Myanmar y Dubái

Vivimos en una época en la que todo tipo de sistemas de control limitan nuestras libertades de expresión, identidad y religión. Muchos no encajan del todo en el modelo que Orwell o Huxley imaginaron, sino que combinan elementos.

Sin duda, hay lugares, como Myanmar, donde quienes ostentan el poder recurren a técnicas que evocan inmediatamente a Orwell, con su enfoque en el miedo y la vigilancia. Hay otros, como Dubái, que evocan con mayor facilidad a Huxley, con su enfoque en el placer y la distracción. Sin embargo, en muchos casos encontramos una mezcla.

Esto es especialmente evidente desde una perspectiva global. Es algo en lo que nos especializamos como investigadores internacionales e interdisciplinarios: un académico literario turco radicado en el Reino Unido y un historiador cultural californiano de China, que también ha publicado sobre el Sudeste Asiático.

Al igual que Orwell, Huxley escribió muchos libros que no eran ficción distópica, pero su incursión en ese género se convirtió en su obra más influyente. “Un mundo feliz” fue muy conocido durante la Guerra Fría.

En cursos y comentarios, se solía comparar con “1984” como una narrativa que ilustraba una sociedad superficial basada en la indulgencia y el consumismo, en contraposición al mundo orwelliano, más sombrío, de supresión del deseo y control estricto.

Portada del libro
Getty Images
“El cuento de la criada” de Margaret Atwood es también una ficción distópica.

Si bien es habitual abordar los dos libros a través de sus contrastes, también pueden tratarse como obras interconectadas y entrelazadas.

Durante la Guerra Fría, algunos comentaristas consideraron que “Un Mundo feliz” mostraba adónde podía llevar el consumismo capitalista en la era de la televisión.

Occidente, según esta interpretación, podría convertirse en un mundo donde autócratas como los de la novela se mantuvieran en el poder. Lo lograrían manteniendo a la gente ocupada y dividida, felizmente distraída por el entretenimiento y la droga “soma”.

Orwell, por el contrario, parecía proporcionar una clave para desbloquear el modo más duro de control en los países no capitalistas controlados por el Partido Comunista, especialmente los del bloque soviético.

Control e ingeniería social

El propio Huxley en “Un mundo feliz” revisitado, un libro de no ficción que publicó en la década de 1950, consideró importante reflexionar sobre cómo combinar, abordar y analizar las técnicas de poder e ingeniería social presentes en ambas novelas.

Y resulta aún más valioso combinar estos enfoques ahora, cuando el capitalismo se ha globalizado y la ola autocrática sigue alcanzando nuevas fronteras en la llamada era de la posverdad.

Los enfoques orwellianos, de corte duro, y huxleyanos, de corte suave, para el control y la ingeniería social pueden combinarse, y a menudo lo hacen.

Vemos esto en países como China, donde se emplean los crudos métodos represivos de un Estado del Gran Hermano contra la población uigur, mientras que ciudades como Shenzhen evocan un mundo feliz.

George Orwell, autor de
Getty Images
George Orwell, autor de “1984”, durante su etapa como periodista de la BBC.

Vemos esta mezcla de elementos distópicos en muchos países: variaciones en la forma en que el escritor de ciencia ficción William Gibson, autor de novelas como “Neuromancer”, escribió sobre Singapur con una frase que tenía una primera mitad suave y una segunda dura: “Disneylandia con la pena de muerte”.

Este puede ser un primer paso útil para comprender mejor y quizás empezar a buscar una manera de mejorar el problemático mundo de mediados de la década de 2020. Un mundo en el que el teléfono inteligente en el bolsillo registra tus acciones y te ofrece un sinfín de atractivas distracciones.

*Emrah Atasoy es investigador asociado de Estudios Literarios Comparados e Inglés e Investigador Honorario del IAS de la Universidad de Warwick.

*Jeffrey Wasserstrom es profesor de Historia China y Universal, Universidad de California, Irvine.

*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para leer la versión original.

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