El conflicto entre Israel y Palestina ha dejado cientos de muertos, decenas de secuestrados, miles de heridos y muchísimos varados en la zona de guerra, incluyendo a mexicanos que no pueden volver a casa.
Hasta ahora, 900 israelíes han perdido la vida en el conflicto armado más grande en la historia luego de los ataques de Hamás hacia Israel desde la Franja de Gaza, mientras que 750 palestinos fueron reportados como muertos desde el sábado 7 de octubre.
En medio de la guerra, la familia Soria Oñate, originaria de Irapuato, quedó atrapada en Jerusalén sin encontrar hasta ahora la forma para regresar a México.
Como cuenta Zona Franca, Francisco Alberto Soria Macías y Suggey Oñate Castillo, junto con sus hijos Eitan, Saraheli y Eliam, llegaron a Israel el 30 de septiembre en un viaje que debía terminar el 8 de octubre.
Pero un día antes de su regreso la guerra estalló y la familia mexicana -que se dedica al calzado especial para diabéticos- tuvo problemas para conseguir el regreso a su país.
Entre el miedo ocasionado por los bombardeos y las sirenas, junto con la desesperación de que su aerolínea les canceló los vuelos, la familia Soria Oñate pidió ayuda a la Secretaría de Relaciones Exteriores para encontrar un avión que los lleve a casa.
Luego de su petición, el gobernador de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, anunció a través de sus redes sociales este 10 de octubre que la familia ya estaba en el aeropuerto de Tel Aviv, lista para su regreso a México.
David Heiblum, un mexicano-israelí que lleva varios años viviendo en Israel, sobrevivió al ataque de Hamás junto con su esposa, Daryelis Denises Sáez Batista, escondiéndose durante 60 horas debajo de una cama.
El mexicano, su esposa -originaria de Panamá- y su perro viven en la región de Kibutz Kissufim, a menos de 2 kilómetros de la Franja de Gaza, pero el 7 de octubre, integrantes de Hamás disfrazados de soldados israelís irrumpieron en la zona y secuestraron a varios de los habitantes.
David era uno de los mexicanos reportados como desaparecidos, pero según N+,su hermana, Shirley Heiblum Berman, él y su esposa están a salvo en un refugio de seguridad.
Shirley dijo que en un inicio pensaban que David y Daryelis estaban secuestrados, ya que luego de que soldados de Israel entraran a su residencia no encontraron a nadie y tampoco aparecía su nombre en ningún hospital.
Sin embargo, el lunes 9 de octubre, David pudo dar noticia a su familia de que estaban vivos y permanecieron escondidos porque no sabían si los soldados que habían entrado a su domicilio eran realmente de Israel o si todavía eran miembros de Hamás disfrazados.
La hermana de David dijo que no han podido comunicarse mucho con él por problemas con la señal y tampoco sabe si su hermano regresará a México, ya que lleva varios años viviendo en Israel.
Los astrónomos en todo el mundo se preparan para ver un sistema estelar a unos 3.000 año luz que está a punto de estallar en un espectáculo luminoso.
Una fría noche de febrero de 1946, un colegial de 15 años miraba por la ventana de su dormitorio cuando hizo un sorprendente descubrimiento.
Michael Woodman, un entusiasta astrónomo aficionado de la ciudad de Newport, Gales, se había desvelado esperando a que su padre regresara a casa cuando notó algo extraño sucediendo en el cielo.
“Estaba la constelación Corona Boreal, pero en el anillo de la Corona, las segunda estrella abajo estaba radiante, muy radiante”, explica.
“Y pensé, ‘nunca antes he visto algo parecido'”.
A la mañana siguiente le escribió al Astrónomo Real, la autoridad de investigaciones astronómicas en Reino Unido.
Ahora, a los 94 años, sonríe al recordar con sorpresa la audacia que tuvo en su adolescencia.
“Y Dios me libre si el Astrónomo Real no me contestó con una carta que todavía conservo”.
Michael Woodman no solo había observado el raro evento celestial, sino que —como le informaron— era la única persona en el país en verlo.
Había detectado un sistema estelar, a unos 3 mil años luz de distancia, llamado T Corona Borealis —o abreviado a T Cor Bor— explotando brillantemente, que solo fue visible en el cielo nocturno por unos pocos días.
“Me había ganado la lotería”, expresa.
En estos días, una nueva generación de observadores está escaneando el firmamento del Hemisferio Norte en busca de T Cor Bor.
“T Cor Bor está tenue en el momento; su magnitud es de 10, mucho menor de lo que puedes ver con el ojo desnudo”, explica Jenifer Millar, de Fifth Star Labs, una empresa que desarrolla apps para la educación y descubrimientos científicos.
Como muestra la foto que sigue, para encontrar la región en el cielo donde aparecería, ella recomienda localizar primero el Carro característico de la Osa Mayor y seguir su cola hasta Arcturus (Arturo, una de las estrellas más brillantes).
Al occidente de esta estrella está la constelación Corona Boreal, compuesta de siete estrellas y donde T Cor Bor se iluminará en algún momento.
“Sólo será visible al ojo desnudo por un par de días”, señala la científica.
“Por supuesto, si tienes un par de binoculares o un pequeño telescopio, podrás verlo por un poco de tiempo, pero creo que es ese corto período lo que lo hace realmente especial”.
El fenómeno astronómico es causado por la interacción de dos estrella que orbitan entre ellas: una enana blanca —que es una estrella muerta— y una gigante roja, una estrella que está llegando al final de su vida.
La compacta enana roja ejerce una enorme atracción gravitacional, tan potente que le roba material a su vecina más grande.
“La fuerza de gravedad en la superficie de la enana blanca es un millón de veces mayor a la gravedad que sentimos en la Tierra, así que si estuviéramos allí, nos aplastaría instantáneamente”, comenta Jane Clark, de la Sociedad Astronómica de Cardiff.
Con el paso del tiempo, el material acumulado de la otra estrella queda aplastado y comprimido, hasta que finalmente desencadena en una explosión nuclear que despide una enorme cantidad de energía, un proceso conocido como una nova en evolución.
“Y cuando eso sucede, se iluminará como el mejor árbol de Navidad de la ciudad“, asegura la doctora Clark.
Los astrónomos creen que este proceso es recurrente, con una explosión de T Cor Bor sucediendo aproximadamente cada 80 años.
Pero no hay registros de esto.
Y ya ha habido unas cuantas falsas alarmas que T Cor Bor estaba a punto de aparecer, seguidas de un chasco.
Sin embargo, los expertos dicen que hay signos de que volverá a suceder pronto.
Y Michael Woodman ciertamente está listo para verlo otra vez.
“Alguien me meterá en un automóvil y me llevará a algún sitio agreste donde lo podré ver bien. Eso es lo que esperamos”, afirma.
Y si logra echarle otro vistazo al espectáculo, cree que lo pondrá en un club muy exclusivo, de un solo miembro.
“80 años después, estamos mirando al cielo otra vez, no sólo yo, sino todo el mundo aparentemente”, declara.
“Si estoy con vida, si lo veo, seré el único en haberlo visto dos veces”.
Luego, con una amplia sonrisa y una pequeña carcajada, añade: “¡Tengo que seguir respirando!”
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