
¿Entre tus propósitos pusiste “ahorrar más”? Pues llegó el momento de que dejes de lado los pretexto y lo pongas en práctica de forma sencilla con estos retos de ahorro.
Ya sea que juntes para unas vacaciones, darte un lujito, invertir o tenerlo como fondo de emergencia, aquí te dejamos algunas dinámicas virales en redes sociales y que sí funcionan.
Y es que en todas ellas demuestran que lo difícil de ahorrar no es una cuestión de ingresos, sino de hábitos.
La Condusef explica que ahorrar NO es simplemente guardar lo que nos sobra al final de cada quincena, sino que se trata de guardar activamente una parte de nuestros ingresos.
El chiste es que ese guardadito podamos usarlo ante algún imprevisto (enfermedad, accidente, algo que se descompuso en casa) o aprovecharlo para hacer inversiones y hacer que nuestro dinero crezca.
La Condusef recomienda ahorrar una parte fija. No importa si son 50, 100 o hasta mil pesos; o si quieres verlo en porcentajes, que sea entre el 10% y 15% de tu sueldo.
Repetimos: para ahorrar se necesita de constancia. Y este reto de ahorro lo demuestra, pues dura todo el año. Pero tranqui, la recompensa será muy jugosa.
El chiste es ahorrar de 14 en 14 pesos cada semana del año. O más buen, aumentar la cifra en múltiplos.
¡¿Cómo?! La primera semana inicias con 14 pesos, la segunda serían 28 pesos (o sea, 14×2), la tercera 42 (14×3) y así sucesivamente hasta llegar a la semana 52.
Si lo haces así, ¡al final de año tendrás una suma de 20 mil pesos!
Pa’que no pongas de pretexto la flojera de sacar los múltiplos, te dejamos la platilla de Adulting MX:

Hay personas que prefieren empezar este reto de forma inversa; o sea, ahorran primero los $1,436, luego los $714 y así sucesivamente. Prefieren ir por el monto más alto para que con cada semana baje la cifra.
También puede ser más o menos dinero. Por ejemplo, si la haces de 10 en 10 pesos, al final de año tendrías 13,780 pesos. El chiste es que tú fijes una cantidad y que la apliques sin excusa semanalmente.
Si quieres empezar con un compromiso a corto plazo, entonces este es el reto de ahorro para ti. Al igual que el anterior, se trata de duplicar la cantidad ahorrada todos los días.
Aquí empiezas con un peso, al siguiente día pones dos, al tercero tres y así sucesivamente durante todo el mes. Al final, tendrás un total mensual de $465. Igual y no parece mucho, peeeero es trabajo honesto.

Como otros retos, lo puedes adaptar a tus necesidades.
Si puedes juntar más dinero, entonces el primer día puedes poner 5 pesos, el segundo 10 y el tercero 15 y así hasta el día 30 o 31. Al final de mes tendrías 2,325 pesos. Ya si reinicias el reto mes con mes, al final del año tendrías 28,224 pesos.
Lo primero que tienes que hacer es imprimir o realizar un calendario donde cada día anotarás un múltiplo de 2 (2, 4, 6, 8, 10, …) durante 100 días.
A diferencia de otros retos, aquí no necesitas seguir el orden del calendario. Más bien abonas la cifra que mejor te acomode y la vas tachando.
Por ejemplo, si recibiste tu quincena, pues seguro no te dolerá poner los 200 pesos del reto. Pero si te agarra fin de mes y se te juntó con el pago de la luz, pues igual y te vas por las cantidades más pequeñas.
Eso sí: es importante que abones diario para que sí puedas cumplir tu meta en 100 días. Además, este reto lo puedes repetir hasta tres veces en el año.
Como en todos los retos anteriores, puedes modificar la cifra dependiendo de cuánto quieras invertir y ahorrar. Por ejemplo, @queondaconlaadultez hizo estas plantillas con múltiplos de 2, 3, 4 y 5 para ahorrar 10, 15, 20 o 25 mil pesos en 100 días:

No te pierdas: Más allá de ahorrar, lo mejor que puedes hacer es invertir tu dinero: ¿por dónde empezar?
¿Eso de andar abonando algo todos los días no es para ti? ¿Sabes que se te va a olvidar? Entonces únete a este reto de ahorro quincenal donde juntarás 50 mil pesos durante todo el año.
El chiste empezar por ahorrar $200 la primera semana del año. El truco es que cada quincena le aumentas a ese monto $150. O sea, la primera quincena serían $350, la segunda quincena $500 y así sucesivamente. La última quincena del año, tendrías que abonar $3,800.
Aquí te dejamos una tabla para que no te hagas bolas:

Este es otro reto del ahorro que te llevará todo un año realizar. Lo primero que tienes que hacer es conseguir una hoja y un lápiz.
Harás papelitos y en cada uno escribirás números del 1 al 365. Esas serán las cantidades que tienes que ahorrar por día. Busca un frasco con tapa o cualquier recipiente que se pueda cerrar y mete ahí los papeles.
Cada día durante todo un año, sacarás un papelito al azar del frasco y ver qué cantidad tienes que ahorrar. Te puede salir desde $1, hasta 20, 85, 120, o el número más alto, que sería 365 pesos.
Si lo sigues al pie de la letra, juntarás 66 mil 795 pesos.
Igual lo puedes hacer con sobres, pero tendrías que tener mucho autocontrol para no sacar el dinero de los sobres ante la menor tentación:

En un mundo cada vez más estresante, muchos viajeros encuentran consuelo en la repetición: volver cada año a los mismos pueblos de esquí, suburbios costeros o sus cafés favoritos.
Durante los últimos 15 años, el fotógrafo Jason Greene y su familia han viajado desde la ciudad de Nueva York hasta Mont Tremblant, en Quebec, para pasar una semana del invierno boreal en la nieve.
“Tenemos una tradición: el primer día comemos paletas de jarabe de arce, patinamos sobre hielo y luego pasamos por la tienda de dulces local”.
La ciudad turística francocanadiense, dice, “ocupa un lugar especial en nuestros corazones porque allí todos aprendimos a esquiar y hacer snowboard”.
Para muchos viajeros, la novedad es el objetivo: tachar nuevos destinos y buscar nuevas sensaciones.
Pero un número creciente de personas, como Greene y sus cuatro hijos, hace lo contrario: regresa al mismo lugar cada año. Reservan la misma habitación, comen los mismos platos y recorren las mismas calles para encontrar comodidad en lo familiar, en lugar de la emoción del descubrimiento.
“Para muchas personas, hay una sensación de seguridad al volver a lo conocido”, afirma Charlotte Russell, psicóloga clínica y fundadora de The Travel Psychologist.
“Sabemos qué esperar, qué nos conviene… y [es] menos probable que enfrentemos desafíos inesperados”.
Este comportamiento, añade, suele atraer a personas abrumadas por su vida diaria, por lo que repetir las mismas vacaciones una y otra vez puede resultar muy reconfortante.
Esa sensación incomparable de tranquilidad fue lo que me llevó de nuevo a Lima, Perú, este mayo, exactamente un año después de mi primera visita, mientras escribía mi libro de viajes Street Cats & Where to Find Them.
Me alojé en el mismo hotel, comí el mismo sándwich en el mismo café, caminé por las mismas calles y dejé que muchos de los mismos gatos durmieran en mi regazo, disfrutando de la satisfacción que me había sorprendido la primera vez.
La profesora de sociología Rebecca Tiger ha regresado a Atenas ocho veces, con una novena visita programada este mes, por razones similares. “Siempre me quedo en Pangrati porque me encantan los cafés del barrio [y] sus gatos”, señala.
“Ahora tengo residentes locales con quienes mantengo contacto mientras estoy fuera y socializo cuando regreso”.
Tiger aprecia la familiaridad que ha cultivado con el tiempo y no se aburre gracias a la diversidad de experiencias que ofrece el lugar.
Los datos reflejan este cambio impulsado por la nostalgia.
Según el informe para 2026 Where to Next? de la plataforma de viajes Priceline, el 73% de los viajeros encuestados afirmó sentirse atraído por los lugares y experiencias que los marcaron, desde playas familiares hasta parques de diversiones.
El último informe global de viajes de Hilton confirma la tendencia: el 58% de los viajeros con hijos planea volver a destinos de su propia infancia, mientras que el 52% de los viajeros brasileños regresa a los mismos lugares año tras año.
La nostalgia y la comodidad son lo que ayuda a Greene y su familia a “dejar atrás el estrés de la vida y relajarse en nuestros lugares favoritos”.
No solo repiten su costumbre del jarabe de arce en la montaña.
Su rutina diaria en Mont Tremblant también se replica cada año: “Esquí y snowboard durante tres días seguidos, luego un día libre para pasear en trineo con perros, dar un paseo en carruaje u otra actividad invernal”.
Cuando la vida se vuelve difícil, es la anticipación de su viaje invernal -y la alegría que sienten juntos allí- lo que les ayuda a sobrellevarlo.
Russell señala que, desde una perspectiva neurocientífica, “los circuitos de recompensa en nuestro cerebro pueden volverse menos receptivos a medida que nos acostumbramos a visitar el mismo lugar”.
Sin embargo, volver puede seguir aportando beneficios para el bienestar, añade, destacando que suele ser más relajante ir a un sitio asociado con el disfrute porque seguimos “distanciados de las señales que asociamos con el estrés”.
Greene afirma que su familia no ha experimentado ninguna disminución en la emoción de hacer exactamente las mismas cosas en el mismo orden cada año.
Aun así, Tiger y yo intentamos añadir un toque de novedad a nuestras vacaciones repetidas y rutinas familiares.
Cuando visito Inglaterra, lo cual intento hacer varias veces al año, no es para repetir experiencias idénticas, sino para conocer estadios de fútbol, producciones teatrales y rutas de senderismo.
Si solo me quedara en Wandsworth y viera partidos en el estadio de Craven Cottage, mis vacaciones se volverían aburridas rápidamente.
En cambio, recorro el país, como en distintos restaurantes y dejo que mi curiosidad me guíe hacia nuevas aventuras. Según Russell, esta combinación ayuda a mantener viva la chispa de la exploración, al tiempo que ofrece comodidad.
Esto es importante, explica, porque “hay un punto en el que volver al mismo lugar empieza a ser problemático.
Si regresamos demasiadas veces y superamos nuestro “apetito” por él, se llama adaptación hedónica: acostumbrarse a las cosas placenteras y volver a nuestro nivel emocional original”.
Tiger plantea un argumento similar sobre su predilección por Grecia.
“El país sigue siendo nuevo para mí: nuevas playas, islas y pueblos rurales; hay tantos lugares por explorar que podría pasar toda una vida allí y no conocer ni una fracción de ellos”.
Si solo nos fijamos en los códigos de los aeropuertos de destino, nuestros viajes podrían parecer idénticos. Pero las experiencias que vivimos -Tiger en Grecia y yo en Inglaterra- son tan distintas que nuestros recorridos nunca resultan monótonos.
Crecí en los suburbios de Filadelfia y veía a los vecinos viajar en masa y entre el tráfico hacia la costa de Jersey cada verano. Iban al mismo pueblo, la misma playa, con las mismas atracciones en el mismo muelle y se alojaban en las mismas casas de alquiler.
Alguna vez me pregunté: ¿qué pasa cuando viajar deja de ser una ruptura con la rutina y se convierte en otra rutina más?
Ahora, en un mundo cada vez más estresante, entiendo el atractivo de buscar alegría en lo familiar, mientras doy un pequeño paso fuera de mi zona de confort para encontrar nuevas emociones en lugares conocidos.
A Tiger le encantan sus rutinas vacacionales en Grecia, pero admite que otras partes del mundo también le atraen.
“Siento mucha curiosidad por Japón, pero me gusta controlar el ritmo de mis días”, dice.
Su trabajo como profesora es agotador, al igual que su trayecto diario, por lo que se entiende cuando afirma: “Mi tiempo en Grecia es un respiro que agradezco, tanto porque es familiar como porque resulta extraño al mismo tiempo”.
Y añade: “Atenas casi se siente como un segundo hogar”.