
La Fiscalía General del Estado de Baja California informó que Jesús Gerardo “N”, alias “El Kekas”, fue vinculado a proceso y permanecerá en prisión preventiva por su presunta implicación en el asesinato de los tres surfistas extranjeros que fueron encontrados el pasado fin de semana en un pozo de Ensenada tras varios días de reportarse su desaparición.
Los cuerpos de los hermanos australianos Jake y Callum Robinson, así como el de su amigo Carter Rhoad, originario de Estados Unidos, fueron localizados y extraídos de un pozo de profundidad de más de 15 metros en una zona de difícil acceso.
El pasado domingo 5 de mayo, la titular de la Fiscalía, María Elena Andrade Rodríguez, dijo que los cuerpos de los tres hombres tenían disparos en la cabeza.
Ese mismo día, familiares de los surfistas confirmaron la identidad de los cuerpos, según dio a conocer la gobernadora del Estado, Marina del Pilar.

La dependencia indicó en un comunicado que este miércoles un agente del Ministerio Público expuso ante un Juez de Control los datos de prueba “que obran en la carpeta de investigación, estableciendo la presunta participación de Jesús Gerardo “N” en los hechos”, por lo que la Fiscalía ejecutó una orden de aprehensión en su contra.
De acuerdo con la Fiscalía, se asentó que “en el transcurso de la tarde del sábado 27 de abril y la mañana del domingo 28, los surfistas fueron sorprendidos por Jesús Gerardo “N” y otras personas mientras acampaban en el área conocida como Punta San José, en el poblado de Santo Tomás”.
Los presuntos implicados se acercaron a los surfistas extranjeros con la intención de robarles su vehículo, pero los privaron de la vida ante la reacción de las víctimas, informó la dependencia.
Posteriormente se encontró calcinado el vehículo Chevrolet Colorado color blanco, modelo 2016, en el que se trasladaban los turistas.
La Fiscalía también recabó otras evidencias en el lugar donde acamparon como varillas de casas de campaña, casquillos de arma de fuego, galones de plástico, manchas hemáticas y huellas de arrastre.

Debra y Martin Robinson, padres de Jake y Callum, agradecieron las muestras de solidaridad y apoyo tras el asesinato de sus hijos y de su amigo Carter.
En declaraciones a la prensa, retomadas por Foro TV, los padres manifestaron que luego de la pérdida de sus hijos, “es el momento más oscuro de sus vidas”.
Igualmente, un amigo de la familia, identificado como Brett Grocock, lanzó una campaña en GoFundMe con la intención de apoyar a los Robinson.
“Martin y Debra están experimentando actualmente la peor pesadilla de cualquier padre. Por favor, haga una contribución significativa si puede para ayudar a la familia Robinson con los costos asociados con este trágico momento”, indicó.
El pasado 1 de mayo, Debra Robinson, madre de los australianos, pidió ayuda en redes sociales para dar con el paradero de sus hijos quienes habían emprendido un viaje para surfear en la zona de Rosarito-Ensenada junto con su amigo Carter.
Debra explicó que dejó de tener contacto con ellos desde el sábado 27 de abril y dijo que tenían que reservar en un Airbnb en Rosarito, pero no se presentaron.

Luego de casi una semana, la fiscal Andrade Ramírez dijo que se encontraban trabajando en coordinación con el FBI, el consulado de Estados Unidos y el de Australia para localizar a los extranjeros.
Desde ese momento indicó que ya se había localizado el vehículo, así como otras evidencias relacionadas con los hechos.
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El pasado viernes informó sobre el hallazgo de tres cuerpos y señaló que, por sus características físicas, había “un alto grado de posibilidad” de que se tratara de los surfistas. No obstante, la identidad de los tres extranjeros se confirmó hasta el domingo 5 de mayo.
Tras el asesinato de Jake, Callum y Carter, la comunidad surfista se manifestaron en el puerto para exigir que se garantice seguridad para todos los habitantes de Baja California y de los turistas que lo visitan.

Los nuevos lineamientos de seguridad muestran el interés de Washington por frenar la inmigración ilegal, contener el avance del narcotráfico y mejorar la relación con sus aliados ideológicos y sus socios comerciales.
Tanto el reciente bloqueo “total y completo” de todos los buques petroleros sancionados que entren y salgan de Venezuela como el inusual rescate financiero a Argentina de octubre son muestras de la relevancia que América Latina tiene para Donald Trump.
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional reafirma la decisión de Estados Unidos de ampliar la presencia militar y su influencia en la región. Publicado por la Casa Blanca el 4 de diciembre, el documento plasma la visión del mundo de la actual gestión.
“Mi gobierno ha actuado con una urgencia y velocidad históricas para restaurar la fuerza estadounidense en el país y en el exterior“, dice la carta firmada por el mandatario que antecede el documento de 29 páginas.
Según los nuevos lineamientos de seguridad, Trump mira a América Latina decidido a frenar la inmigración ilegal, contener el avance del narcotráfico y mejorar la relación con sus aliados ideológicos y sus socios comerciales.
Para hacerlo, propone volver a la política exterior del presidente James Monroe de “América para los Americanos”, con la que EE.UU. declaraba en 1823 su intención de resguardar a la región del avance de las potencias ajenas al continente.
“Tras años de abandono, Estados Unidos reafirmará y aplicará la doctrina Monroe para restaurar la preeminencia estadounidense en el hemisferio occidental”, dice el nuevo documento que llama a este enfoque “corolario Trump a la doctrina Monroe”.
Este enfoque se ganó el apodo de la “doctrina Donroe”, que surge de la combinación entre Donald y Monroe. El término apareció en enero en la portada del New York Post y rápidamente fue adoptado por analistas estadounidenses y medios internacionales.
Entonces, ¿estamos ante una nueva doctrina de Monroe en la región? ¿Cuáles son las preocupaciones e intereses de Trump en América Latina? ¿Cómo hará para ampliar su influencia en el continente?
Para que Estados Unidos consolide su poder global, Trump entiende que primero debe reafirmar su influencia en la región.
“Estados Unidos debe ser preeminente en el hemisferio occidental como condición para nuestra seguridad y prosperidad, una condición que nos permite afirmarnos con confianza donde y cuando lo necesitemos en la región”, dice el documento.
Para Will Freeman, investigador de Estudios Latinoamericanos del influyente centro de estudios estadounidense Council on Foreign Relations, Trump busca dar un “nuevo giro a una vieja idea”.
“Es una especie de justificación ideológica para la intervención de Estados Unidos o para la mano dura en la región, la cual se centra explícitamente en la inmigración”, dijo Freeman a BBC Mundo.
“Pero el documento también menciona los cárteles de la droga y las incursiones extranjeras hostiles, lo que suena a la Doctrina Monroe en su versión original”, agrega.
La idea de una estrategia inspirada en la antigua doctrina Monroe no es nueva. Ya en 1904 el presidente Theodore Roosevelt (1901-1909) estableció su propio “corolario Roosevelt” a esa doctrina del Siglo XIX.
En aquel momento, Roosvelt sostenía que Estados Unidos debía intervenir en los países de la región si no estaban siendo capaces de cumplir con sus compromisos financieros o con el cuidado de sus democracias, según explica Freeman.
En cualquier caso, lo que sabemos hasta el momento sobre el llamado “corolario Trump” es bastante vago. Por eso, el analista recomienda no tomarlo como un plan estratégico sino como una declaración de principios.
“Trump no sigue una política exterior tan consistente como para llamarla doctrina. Tampoco hace ninguna declaración que nos ayude a entender cómo se relacionan las medidas que está tomando con sus objetivos más ambiciosos”, dice.
Para Trump, los países de América Latina son el origen de muchos de los problemas que enfrenta Estados Unidos, pero a la vez pueden ser la clave para resolverlos.
El documento presenta a la “migración ilegal y desestabilizadora” como uno de los principales problemas que tienen origen en Latinoamérica, ya que la mitad de los inmigrantes que viven en Estados Unidos proviene de la región, principalmente de México.
“Es la parte del mundo que más le interesa para sus objetivos de política interna”, dice Freeman.
A su vez, menciona el peligro de los cárteles de drogas, teniendo en cuenta que casi toda la cocaína que se consume en Estados Unidos proviene de tres países de la región: Colombia, Perú y Bolivia.
En ese sentido, para Bernabé Malacalza, autor del libro “Las cruzadas del siglo XXI”, que trata sobre la relación entre Estados Unidos y China, la nueva arquitectura de seguridad nacional se sostiene en que Estados Unidos considera a la región como “parte de su frontera de seguridad interna”.
“América Latina pasó a ser prioritaria para Estados Unidos. Adquirió un lugar que antes no había tenido y que se explica en que la seguridad hemisférica ganó protagonismo”, dice el profesor de la Universidad Torcuato Di Tella.
El documento menciona además la necesidad de limitar incursiones extranjeras hostiles, en una clara referencia a China, aunque no la menciona.
En materia comercial, Trump busca mejorar sus acuerdos con sus socios en la región bajo la impronta del America First (Estados Unidos primero). El documento plantea el uso de “aranceles y acuerdos comerciales recíprocos como herramientas poderosas”, algo que el gobierno de Trump ya ha puesto en práctica con numerosos países de la región, con resultados mixtos.
En el caso de México, la Casa Blanca sabe que las empresas estadounidenses también se ven afectadas por las disputas comerciales.
“Por eso, Trump busca consolidar acuerdos orientados al nearshoring (estrategia de una empresa para transferir parte de su producción a países cercanos), porque entiende que la región es parte de la reconfiguración de las cadenas de valor”, señala Malacalza.
Trump no solo quiere que las empresas estadounidenses crezcan, sino que los países aliados fortalezcan sus economías nacionales para, de este modo, intensificar las relaciones comerciales.
Según el documento, “un hemisferio occidental económicamente más fuerte y sofisticado se convierte en un mercado cada vez más atractivo para el comercio y la inversión estadounidenses”.
“Los países de la región tienen un impacto desproporcionado en estos asuntos internos que a Trump le importan mucho, y que también le interesan a su base política”, resume Freeman.
El mastodóntico portaaviones USS Gerald Ford, en el Caribe desde noviembre, no solo presiona al gobierno de Venezuela, sino que también refleja los nuevos lineamientos de seguridad de Estados Unidos.
Según el documento, la Casa Blanca busca desplegar una “presencia (militar) más adecuada” y “despliegues específicos” para controlar las fronteras terrestres y las rutas marítimas.
Estados Unidos habilita incluso “el uso de fuerza letal para reemplazar la fallida estrategia basada únicamente en la aplicación de la ley de las últimas décadas”, menciona el documento.
“La fuerza es el mejor elemento disuasorio”, agrega la Casa Blanca, en lo que es una política exterior deja abierta la opción de la represalia.
Este gobierno ha dicho que busca recuperar la idea de “paz por medio de la fuerza” (Peace Through Strength), el antiguo lema del presidente Ronald Reagan que se basa en confiar en el poder militar como garante de estabilidad.
Para Malacalza, la política de seguridad hacia América Latina “no configura una arquitectura regional o hemisférica, sino que busca que los países se alineen a Estados Unidos y, en última instancia, a Trump”.
Por otro lado, Estados Unidos ofrece una serie de recompensas para sus aliados.
“Recompensaremos y alentaremos a los gobiernos, partidos políticos y movimientos de la región que se alineen ampliamente con nuestros principios y estrategia”, señala la nueva estrategia.
La política de Estados Unidos debería, según el documento, enfocarse en apoyar a líderes y aliados regionales “capaces de promover una estabilidad razonable en la región”, que ayuden a frenar la migración ilegal y a neutralizar a los cárteles.
Esta política de recompensas se vio en octubre cuando Trump anunció el rescate de 20 mil millones de dólares para Argentina o cuando, al mes siguiente, se firmaron acuerdos con este último país, Ecuador, El Salvador y Guatemala para reducir los aranceles a las exportaciones.
En cualquier caso, para los analistas consultados por BBC Mundo, la bautizada “doctrina Donroe” entiende a la región principalmente como un lugar de amenazas más que de oportunidades.
“Les preocupa mucho más prevenir que las amenazas peligrosas de América Latina lleguen a Estados Unidos, según dirán ellos, que aprovechar las oportunidades que ofrece la región“, sintetiza Freeman.
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