
Para entender mejor
Una jueza de control vinculó a proceso a Allan “N” por su presunta responsabilidad en el feminicidio de Ana María Serrano Céspedes, joven de 18 años.
Tras una audiencia de cuatro horas y media, la jueza determinó imponer la medida cautelar de prisión preventiva oficiosa a la expareja de Ana María y fijó un plazo de tres meses para el cierre de la investigación complementaria.
En la audiencia, fueron claves las declaraciones de la trabajadora del hogar, quien señaló que el día de los hechos Allan ‘N’, también de 18 años, fue a buscar a Ana María y presentaba una actitud nerviosa.
De igual manera, la trabajadora reconoció en videos al presunto feminicida en los que se le ve con una gorra y un cubrebocas, mismos que fueron encontrados en el lugar en donde fue hallado el cuerpo de la joven.
Otras de las pruebas que reunió y presentó el Ministerio Público fueron capturas de pantalla del teléfono celular de Ana María en donde Allan ‘N’ la amenazaba repetidamente.
A su vez, se informó que dos días antes del asesinato, Allan ‘N’ entró a la ca de Ana María y se robó su computadora personal, desde la cual, después del homicidio, envío mensajes a la madre con la intención de hacerle creer que la joven trataba de suicidarse.
Ana María Serrano Céspedes, joven de 18 años, fue víctima de feminicidio presuntamente por su expareja sentimental.
Los hechos ocurrieron el pasado 12 de septiembre en la casa de la joven, en el fraccionamiento Condado de Sayavedra en el municipio de Atizapán de Zaragoza, Estado de México (Edomex).

En un video, Ximena Céspedes, madre de la adolescente, dijo que su hija habría sido asesinada por su exnovio, Allan ‘N’, quien fue detenido el 16 de septiembre en calles de la colonia San Juan, cerca de una Liconsa, en el municipio de Malinalco, Edomex.
La joven había logrado entrar a estudiar medicina hace dos meses a la Universidad Panamericana y su sueño era ser cardióloga, contaron sus familiares.

En lo que respecta a la monogamia, los humanos se parecen más a las suricatas y a los castores que a nuestros primos primates.
En nuestra vida amorosa, nos asemejamos más a estas mangostas sociales y unidas que a nuestros primos primates, según sugiere una clasificación de monogamia elaborada por científicos.
Con un 66% de monogamia, los humanos obtienen una puntuación sorprendentemente alta, muy superior a la de los chimpancés y los gorilas, y a la par de las suricatas.
Sin embargo, no somos ni mucho menos la criatura más monógama.
El primer puesto lo ocupa el ratón californiano, un roedor que forma vínculos inseparables para toda la vida.
“Existe una liga de élite de la monogamia, en la que los humanos se encuentran cómodamente, mientras que la gran mayoría de los demás mamíferos adoptan un enfoque mucho más promiscuo para el apareamiento”, afirmó Mark Dyble, investigador del Departamento de Arqueología de la Universidad de Cambridge.
En el mundo animal, el emparejamiento tiene sus ventajas, lo que podría explicar por qué ha evolucionado de forma independiente en múltiples especies, incluida la nuestra.
Los expertos han propuesto diversos beneficios para la llamada monogamia social, en la que las parejas se unen durante al menos una temporada de reproducción para cuidar a sus crías y ahuyentar a los rivales.
Dyble examinó varias poblaciones humanas a lo largo de la historia, calculando la proporción de hermanos de padre y madre (individuos que comparten la misma madre y el mismo padre) en comparación con los medio hermanos (individuos que comparten la madre o el padre, pero no ambos).
Se recopilaron datos similares para más de 30 mamíferos monógamos sociales y de otras especies.
Los humanos tienen un índice de monogamia del 66% de hermanos de padre y madre, por delante de las suricatas (60%), pero por detrás de los castores europeos (73%).
Mientras tanto, nuestros primos evolutivos se sitúan en la parte inferior de la tabla: los gorilas de montaña con un 6%, y los chimpancés con solo un 4% (al igual que el delfín).
En último lugar se encuentra la oveja de Soay, de Escocia, donde las hembras se aparean con múltiples machos, con un 0,6% de hermanos de padre y madre.
El ratón californiano ocupó el primer puesto, con un 100%.
Sin embargo, estar clasificados junto a suricatas y castores no significa que nuestras sociedades sean iguales: la sociedad humana es completamente diferente.
“Aunque la proporción de hermanos de padre y madre que observamos en los humanos es muy similar a la de especies como las suricatas o los castores, el sistema social que vemos en los humanos es muy distinto”, declaró Dyble a la BBC.
“La mayoría de estas especies viven en grupos sociales similares a colonias o, quizás, en parejas solitarias que se desplazan juntas. Los humanos somos muy diferentes. Vivimos en lo que llamamos grupos con múltiples machos y múltiples hembras, dentro de los cuales existen estas unidades monógamas o de pareja estable”, explicó.
Kit Opie, profesor del Departamento de Antropología y Arqueología de la Universidad de Bristol, que no participó en el estudio, afirmó que este es otro elemento clave para comprender cómo surgió la monogamia en los seres humanos.
“Creo que este artículo nos proporciona una comprensión muy clara de que, a lo largo del tiempo y en diferentes lugares, los humanos son monógamos”, declaró.
“Nuestra sociedad se parece mucho más a la de los chimpancés y los bonobos; simplemente hemos tomado un camino diferente en lo que respecta al apareamiento”, agregó.
El nuevo estudio fue publicado en la revista científica Proceedings of the Royal Society: Biological Sciences.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro nuevo canal de WhatsApp.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.