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“La sierra es una zona de guerra”: desplazados por la violencia en Chihuahua sobreviven en albergues sin apoyo de autoridades
“La sierra es una zona de guerra”: desplazados por la violencia en Chihuahua sobreviven en albergues sin apoyo de autoridades
Imagen: Nadia Núñez @naddnuk
10 minutos de lectura

“La sierra es una zona de guerra”: desplazados por la violencia en Chihuahua sobreviven en albergues sin apoyo de autoridades

El albergue Casa del Migrante San Agustín en Chihuahua registra un aumento en la población que huye de la violencia y solicita refugio. Ante esta situación, solicita apoyo a las autoridades para atender a los desplazados internos provocados por los enfrentamientos entre cárteles.
13 de mayo, 2025
Por: Manu Ureste
@ManuVPC 

“¿Por qué mataste a mi padre?”. Esa era la pregunta que el hijo de Esther, de apenas 10 años, le hacía al joven sicario que acababa de asesinar a su papá de un disparo en el rostro con un rifle de asalto. 

–Lo mató en la cocina. Cuando escuché el balazo y me levanté a ver qué pasaba, él todavía estaba vivo. Pero ya no pudo decirme nada. Tenía la cara destrozada.

Esther, de 40 años y cuyo nombre real fue modificado por motivos de seguridad,  explica haciendo largas pausas, para que el recuerdo no le quiebre la voz, que el homicidio sucedió la noche del 13 de diciembre en una comunidad de Chihuahua que está próxima a las fronteras de los estados vecinos de Sinaloa y Durango, en el famoso ‘Triángulo Dorado’; una región montañosa al noroeste de México que ha sido durante décadas zona de cultivo de drogas como la mariguana y la amapola, y de operación de grupos criminales, especialmente del cártel de Sinaloa

Lee | En Chihuahua, 14 mil personas han sido desplazadas por la violencia; pérdida de empleo y vivienda, principales consecuencias

Eran las 9 de la noche, aproximadamente. Pero Esther cuenta que a esa hora la mayoría de las casitas de la comunidad ya tienen las luces apagadas y los vecinos duermen en espera del nuevo día. Ella, junto a su esposo, su hijo de 10 y otra hija de 12, estaban viendo la televisión ya a punto de dormir, cuando alguien tocó la ventana de la tiendita de abarrotes que tienen al interior de su vivienda. 

Unas veces salía ella a despachar, y otras veces lo hacía él. Pero como ya estaba bien entrada la noche, en esta ocasión se levantó de la cama el esposo de Esther. 

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Violencia en Chihuahua orilla a poblaciones a desplazarse para conservar su vida. Foto: Cuartoscuro/Archivo

 

Desde el dormitorio, la mujer y sus hijos escucharon que en la cocina donde estaba la ventana por la que atendían a los clientes se inició un diálogo que pronto derivó en una discusión y una amenaza. 

–El tipo se escuchaba joven. Le pedía a mi esposo que le fiara, que no traía dinero. Y mi esposo le dijo que no, que no le podía fiar porque nosotros nos endeudamos para poder comprar la mercancía que luego vendemos. ‘No, lo siento, no te puedo fiar’, escuchaba que le repetía. 

Hasta que el joven perdió la paciencia. 

–El mushasho estaba terco y terco con que le fiara –dice Esther con el clásico acento de Chihuahua que cambia la ché por la shé–. Hasta que escuché que le dijo a mi esposo: ‘Está bien, pero luego no vayas chillando por culón’. 

Esther comenta que en su rancho no habían tenido hasta ese momento problemas con “los señores” del crimen organizado, aunque era muy frecuente que los vieran pasar rumbo al pueblo vecino, “donde sí están acumulados ellos”. Pero esa noche, por el motivo que fuera, sí se escuchaban las motos y cuatrimotos rugir por la comunidad, y a uno de ellos se le ocurrió ir a la tiendita de abarrotes por bebidas y algo de botana, y las quería gratis. El joven, dice la mujer, iba con la cara al descubierto y sin miedo a que nadie lo pudiera identificar, sabedor de la impunidad con la que operan los cárteles en gran parte del territorio mexicano

–Se miraba un mushasho como cualquier otro. Pero son gentes que solo por llevar un arma colgando del hombro ya se creen dioses. 

La discusión duró poco, a lo sumo unos 5 minutos, cuenta Esther. Hasta que, en mitad del silencio sordo de la noche cerrada, se escuchó el estruendo de una detonación y el sonido seco de un cuerpo cayendo desplomado sobre el suelo. 

–El tipo le tiró desde la ventana. Cuando escuchamos el balazo salimos corriendo y mis dos hijos y yo lo vimos tirado en la cocina. Es una imagen que nunca se va a borrar de nuestras cabezas. Nunca. 

La mujer hace una pausa y suspira. Está sentada en una silla de plástico y con los codos apoyados en una mesa al interior de una vivienda ubicada lejos de la comunidad de la que tuvo que salir huyendo como desplazada con sus hijos

Tras el disparo, su hijo de 10 años salió corriendo de la casa despavorido. Fue a la vivienda del vecino gritando por ayuda, pero nadie lo auxilió. 

–Cuando regresó a la cocina, le agarró las manos a su papá. Yo pensaba que no le había visto la cara, pero luego me dijo que sí. Aunque… mi esposo ya casi no tenía cara.

Esther vuelve a tragar saliva. 

–Y pues ahí fue cuando mi niño encaró al mushasho y le preguntó enojado por qué había matado a su padre. Pero el otro no le decía nada. Sólo se quedó ahí un buen rato nada más viéndonos, todo drogado o tonto, no lo sé, hasta que se marchó sin decir nada. 

Al día siguiente, la familia llevó el cuerpo del hombre a su comunidad natal para que lo velaran y regresaron a su casa. Pero la vida ya les había cambiado para siempre. 

–Mi hija me dice que está bien, que no tiene nada. Pero yo la veo todos los días llorar –Esther ya no aguanta y se le quiebra la voz en este punto. 

–Pero fue ella la que, regresando a la casa, me dijo: ‘Mamá, qué hacemos aquí. Ya no vamos a poder dormir ni a estar en paz nunca. Todos los días vamos a estar viendo pasar a esos ‘señores’ y con miedo. Mejor vámonos de aquí’. Y pues claro que yo quisiera regresar a mi casa, a mi vida con mi esposo. Pero eso ya nunca más se va a poder. Así que mejor cerramos la puerta con llave y nos fuimos. 

Esther y su familia pasaron a engrosar la estadística que asegura que en México hay en la actualidad al menos 386 mil personas desplazadas a la fuerza por la violencia y la actividad de los grupos delictivos, de acuerdo con lo expuesto en marzo del año pasado por Daniel Muñoz, el oficial de la Oficina en México del Alto Comisionado de Naciones Unidas de los Derechos Humanos. 

Ahora, la chihuahuense y sus hijos están refugiados en algún punto del estado, en espera de analizar cuál será su siguiente paso: si intentar cruzar a Estados Unidos en busca de asilo, a pesar de la nueva administración de Donald Trump y su política antiinmigrante y antirefugio –en el primer minuto de su segundo gobierno en la Casa Blanca el republicano eliminó de un plumazo la aplicación CBP One que sirvió para que miles de solicitantes de asilo entraran al país legalmente en años pasados–, o si intentan establecerse en otro punto de México, lejos de su comunidad y de los asesinos de su esposo. 

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Sobrevuelos en Sierra de Chihuahua. Foto: Cuartoscuro/Archivo

 

El problema, lamenta Esther, es que la ayuda y la atención de las autoridades chihuahuenses para las personas desplazadas como ella y sus hijos es escasa, o prácticamente nula. Y no solo se refiere a la ayuda económica para rentar una vivienda, por ejemplo, o poder comprar una mínima despensa en lo que encuentra un trabajo para salir adelante –en la comunidad, además de atender la tiendita, la mujer se dedicaba a sembrar cilantro y papa, que luego vendía en la plaza del pueblo, además de a cuidar a unos pocos “animalitos”–, sino que tampoco han recibido, por ejemplo, apoyo psicológico por parte de ninguna autoridad. 

–Yo miro a mis niños muy afectados –dice con el gesto compungido–. Yo quisiera, por ejemplo, que le dieran unas pláticas a mi niño. Me preocupa que cuando crezca todo esto se le vaya a revelar en su cabeza y pues quién sabe qué vaya a pasar. Porque cuando crezca se puede quedar con ese remordimiento de cómo dejaron a su papá. 

La mujer deja pasar otro silencio con la mirada clavada en sus manos entrelazadas que descansan sobre la mesa.

–Tengo miedo de que cuando sea más grande, él también quiera tomar las armas

Rehenes en sus propias comunidades

Linda Flores es la coordinadora de la Casa del Migrante San Agustín, en la ciudad de Chihuahua capital. En entrevista, la defensora de derechos humanos asegura que desde que abrieron en 2019 las puertas del refugio han visto pasar desplazados mexicanos, aunque ha sido en los últimos dos años cuando han comenzado a ver de manera más recurrente casos como el de Esther y su familia. 

–Es una población que ha ido mucho en aumento –subraya Flores–. La sierra de Chihuahua, ahorita, es una zona de guerra. Y por eso muchos de los desplazados vienen de comunidades indígenas, de la zona tepehuana, en la región limítrofe entre Chihuahua, Sinaloa y Durango, aunque hace un par de años hubo un momento muy álgido de personas que venían desplazadas desde el municipio de Madera, cerca del estado de Sonora. Ahí era un foco rojo porque había enfrentamientos entre distintos grupos del crimen organizado.

De hecho, la situación por los enfrentamientos armados entre grupos criminales en otra región indígena, la Tarahumara, llevó al secretario de Desarrollo Humano estatal, Rafael Loera, a reconocer en septiembre del año pasado que en esa zona serrana había al menos 200 familias desplazadas por la violencia y atendidas en albergues del gobierno. 

Las comunidades más afectadas fueron Guachochi y Guadalupe y Calvo, donde entre los desplazados se contabilizaron al menos 300 menores de edad. Precisamente, en Guadalupe y Calvo, en las comunidades de Cinco Llagas, El Cajoncito, El Pie de la Cuesta, Las Casas, Los Placeres, El Silverio, y La Trampa, pobladores denunciaron ataques armados, amenazas, y que eran rehenes de grupos armados que no les permitían salir de sus casas, lo cual desencadenó un operativo de los tres niveles de gobierno para ‘liberar’ la zona. 

Según la Fiscalía General del Estado, grupos armados del Cártel de Juárez disputan todos estos territorios al Cártel de Sinaloa, lo cual provocó el incremento de enfrentamientos armados en la zona, y el aumento también de personas que se desplazan para huir de la violencia. Y esto, en un estado como Chihuahua, que solo en el primer cuatrimestre de este 2025 acumula casi 600 asesinatos; una cifra que sitúa la entidad en el top cinco de estados más violentos del país.

–La población desplazada nos supone un gran reto –continúa diciendo Linda Flores–, porque si con las personas migrantes extranjeras es complicado, con la comunidad indígena desplazada lo es aún más porque, para empezar, muchas veces un desplazado no sabe que es un desplazado

Esto implica, por ejemplo, que muy pocas de esas personas que huyen por motivos de violencia quieran denunciar sus casos ante las fiscalías, y a su vez eso impide, de entrada, que se pongan en marcha los mecanismos de ayuda, como la atención psicológica, de salud, educativa, o la intervención de la Comisión de Atención a Víctimas. 

–Muchas de esas personas, cuando llegan con nosotros sin nada, porque salieron huyendo con lo puesto para salvar sus vidas, es cuando empieza a caerles el 20 de lo que les sucedió y lo que les está pasando. Y de alguna forma, lo que nosotros tratamos es de ofrecerles la ayuda básica de comida, ropa, y un tiempo de hospedaje, pero es bien difícil para ellos, porque un migrante extranjero, por ejemplo, sabe a qué va a un albergue; sabe que es un refugio temporal en lo que sigue su camino hacia Estados Unidos o de vuelta a su país. Pero un desplazado no. Un desplazado dice: ‘me tratan muy bien aquí, pero esta no es mi casa. ¿Qué hago aquí? Esta no es mi vida’. 

Por eso, expone Linda Flores, la atención a la problemática del desplazamiento forzado interno debe ser integral e ir mucho más allá de la atención humanitaria que dan los albergues para migrantes y los refugios de la sociedad civil y de la Iglesia.

–Cuando vemos estos episodios tan cruentos, donde estas personas están en un riesgo tangible e inmediato porque muchos de ellos vieron a sus agresores, pues se necesita que la autoridad ayude, que le entre a este tema para que estas personas desplazadas tengan la protección del Estado mexicano. 

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Sierra de Chihuahua. Foto: Cuartoscuro/Archivo

 

Por ejemplo, Flores plantea que en la casa del migrante hay voluntarios que ofrecen ayuda psicológica para las personas migrantes indocumentadas. Pero en el caso de los desplazados internos, darles la atención se complica mucho porque son personas víctimas directas o indirectas de delitos y violaciones graves a derechos humanos de grupos criminales que operan en Chihuahua. 

–Lo que nuestros voluntarios van a escuchar, es mejor que lo escuchen los psicólogos y terapeutas que pertenecen directamente a la Fiscalía de Chihuahua. Nosotros podemos hacer acompañamiento con la Comisión de Atención a Víctimas, podemos darle los insumos básicos y ofrecerles ayuda humanitaria durante sus procesos, pero todo ese acompañamiento psicológico y jurídico tiene que ser de la Fiscalía. 

El problema, no obstante, es que las autoridades raramente reconocen, al menos en público, el problema del desplazamiento forzado, lo cual complica aún más la atención a esta población, que, en su mayoría, sigue recayendo en la sociedad civil y en el voluntariado de organizaciones eclesiásticas como el albergue que coordina Linda Flores. 

Un ejemplo de lo anterior: luego de que el subsecretario de Desarrollo Humano estatal, Rafael Loera, informara del desplazamiento de al menos 200 familias por violencia en comunidades de Guadalupe y Calvo, y de que organizaciones como la Red TDT exigieran al gobierno federal que interviniera en la región –cosa que hizo–, el fiscal de la Zona Sur, Juan Carlos Portillo, salió a asegurar que no tenían identificadas legalmente a víctimas de desplazamiento forzado en dicha región.

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Imagen BBC
4 claves del juicio a Sean “Diddy” Combs, acusado de explotación sexual
7 minutos de lectura

Uno de los raperos más influyentes de la industria musical de EE.UU. enfrenta graves acusaciones relacionadas con el tráfico sexual, algo que él rechaza. Aquí te contamos qué se espera de este juicio.

12 de mayo, 2025
Por: BBC News Mundo
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El rapero Sean “Diddy” Combs, uno de los íconos de la música de Estados Unidos, se enfrenta desde este lunes en un esperado juicio a la acusación de dirigir una extensa operación de trata de personas y explotación sexual.

Los cargos contra Combs, de 55 años, incluyen conspiración para extorsionar, trata de personas con fines de explotación sexual y proveer transporte para el ejercicio de la prostitución.

De ser declarado culpable, podría ser condenado a cadena perpetua.

El rapero también se enfrenta a decenas de demandas civiles de particulares que lo acusan de utilizar su influencia para drogar, agredir, violar, intimidar y silenciar.

Combs se declara inocente de los cargos penales y rechaza las demandas civiles que califica como intentos de “obtener un dinero rápido”.

Un dibujo ilustrativo de Combs y su abogado en el juicio
Reuters
A Combs se le ha permitido llevar ropa diferente al uniforme carcelario.

1. ¿Cuáles son las acusaciones a Diddy Combs?

En el proceso penal federal que se instruye en Nueva York, Combs está acusado de asociación ilícita, dos cargos de trata de personas con fines de explotación sexual y dos cargos de transporte para el ejercicio de la prostitución.

Muchas de las acusaciones más graves se refieren al cargo de conspiración para la extorsión.

Se le acusa de secuestrar, drogar y coaccionar a mujeres para que realizaran actividades sexuales, a veces con armas de fuego o amenazas de violencia.

En una redada en su mansión de Los Ángeles, la policía encontró suministros que, según ellos, estaban destinados a ser utilizados en orgías, incluidas drogas y más de mil botellas de aceite para bebés.

Por otra parte, Combs se enfrenta a varias demandas en las que se le acusa de violación y agresión.

Tony Buzbee, un abogado de Texas que se ocupa de algunos de estos casos, dijo que más de 100 mujeres y hombres de todo el país han presentado demandas contra el magnate del rap o que tenían intención de hacerlo.

En diciembre de 2023, una mujer señalada en los documentos judiciales como Jane Doe alegó que fue “violada en grupo” por Combs y otras personas en 2003, cuando tenía 17 años. Afirmó que le habían suministrado “grandes cantidades de drogas y alcohol” antes de la agresión sexual.

El equipo legal de Combs desestimó la avalancha de demandas como “claros intentos de conseguir publicidad”.

Cassie Ventura y Sean Combs en 2017
EPA
Cassie Ventura, una expareja de Combs, dio pie a los procesos judiciales actuales contra el músico.

Los problemas legales actuales de Combs comenzaron a finales de 2023, cuando fue demandado por abuso violento y violación por su exnovia Cassie Ventura.

Esa demanda se resolvió por una cantidad no revelada de dinero un día después de que se presentó, aunque Combs sostenía que era inocente.

Desde entonces, docenas de personas han presentado demandas acusando a Combs de agresión sexual, incluidos algunos señalamientos que se remontan a 1991.

Combs niega todas las acusaciones.

Su controvertida historia con Ventura resurgió en 2024, cuando la cadena de noticias CNN filtró imágenes de cámaras de seguridad de 2016 en las que se veía a Combs pateando a su exnovia mientras yacía en el suelo del pasillo de un hotel.

Entonces el músico se disculpó por su comportamiento, diciendo: “Asumo toda la responsabilidad por mis acciones en ese video”.

2. ¿Cómo ha respondido Combs a las denuncias?

En una declaración a la BBC sobre los cargos penales federales, el abogado de Combs dijo: “El señor Combs y su equipo legal confían plenamente en los hechos y en la integridad del proceso judicial.

“En los tribunales prevalecerá la verdad: que el señor Combs nunca agredió sexualmente ni traficó con nadie, ni hombres ni mujeres, ni adultos ni menores”.

Los abogados presentaron posteriormente una moción para desestimar una parte de la acusación federal en la que se le acusa de proveer transporte para el ejercicio de la prostitución. Su equipo argumentó que se le acusaba injustamente por su raza.

En una vista celebrada en Nueva York una semana antes del inicio oficial del juicio, sus abogados declararon ante el tribunal que el rapero llevaba el “estilo de vida” de un swinger y que no era un delincuente.

Dijeron que le parecía “apropiado” tener múltiples parejas sexuales, incluidas trabajadoras sexuales.

Los abogados de Sean “Diddy” Combs han negado en todo momento las acusaciones formuladas contra él en las demandas civiles, calificándolas de “repugnantes” y sugiriendo que fueron hechas por “individuos que buscaban dinero fácil”.

Sean
Reuters
Combs ha rechazado todas las acusaciones, incluidas las civiles.

3. ¿Qué posible condena tendría Diddy?

Si es declarado culpable del delito de conspiración, Combs se enfrenta a cadena perpetua.

Se enfrenta a otra pena mínima de 15 años si es declarado culpable de trata de personas. El transporte con fines de prostitución conlleva además una pena máxima de 10 años.

Combs está recluido en el Centro Metropolitano de Detención de Brooklyn, Nueva York, desde su detención el 16 de septiembre de 2024.

La prisión ha sido denunciada por organizaciones civiles e incluso por jueces de estar superpoblada y no tener personal suficiente, además de mantener una cultura de violencia.

Sus abogados defienden su puesta en libertad, citando las “horribles” condiciones de la cárcel, pero un juez federal de Nueva York denegó la solicitud de libertad bajo fianza, alegando que Combs representa un “grave riesgo de fuga”.

Los fiscales habían alegado anteriormente que Sean Diddy Combs había infringido las normas penitenciarias al ponerse en contacto con posibles testigos. Lo acusaron de realizar “esfuerzos incesantes” para “influir de forma corrupta en el testimonio de los testigos”.

Un juez concedió a Combs permiso para llevar ropa no carcelaria durante el juicio, en lugar del uniforme que usan los internos.

Cuando compareció ante el tribunal para la selección del jurado, el rapero llevaba un suéter azul y una camisa blanca con gafas en la cabeza.

Una mujer con un teléfono móvil pasa por delante del Centro de Detención Metropolitano de Brooklyn, Nueva York.
Getty Images
Combs está recluido en el Centro de Detención Metropolitano de Nueva York.

4. ¿Quién es Sean “Diddy” Combs?

Combs, también conocido como Puffy, Puff Daddy, P Diddy, Love y Brother Love, reescribió las reglas del hip-hop poco después de aparecer en la escena musical en la década de 1990.

Sus primeros éxitos musicales los consiguió al lanzar las carreras de Mary J Blige y Christopher Wallace, también conocido como Biggie Smalls o Notorious B.I.G.

Su sello discográfico Bad Boy Records se anotó un triunfo temprano con el álbum de Biggie Smalls Ready to Die, que alcanzó un disco platino. Pronto se convirtió en uno de los sellos más importantes del rap e incorporó a figuras como Faith Evans, Ma$e, 112, Mariah Carey y Jennifer Lopez.

Combs también ha desarrollado una prolífica carrera empresarial al margen de la música. En 2007 firmó un acuerdo con la empresa británica de bebidas Diageo para promocionar la marca francesa de vodka Cîroc en Estados Unidos.

En 2023 publicó su quinto disco, The Love Album: Off The Grid, y obtuvo su primera nominación como solista en los premios Grammy. También fue nombrado icono mundial en los premios MTV de ese año.

Durante décadas de logros, Combs también se enfrentó a múltiples desafíos legales.

En mayo de 1999 fue detenido como sospechoso de agresión. En marzo de 2001 fue declarado inocente de los cargos de posesión de armas y soborno en relación con un tiroteo ocurrido en 1999 en un club de Nueva York.

En 2003, fue demandado por amenazar a su socio comercial con un bate de béisbol, y en 2015 fue detenido por cargos de agresión contra el entrenador de fútbol de su hijo.

Línea gris
BBC

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