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Vacuna contra el VPH: ¿A qué edad y dónde te puedes vacunar?
Vacuna contra el VPH: ¿A qué edad y dónde te puedes vacunar?
Cuartoscuro
5 minutos de lectura

Vacuna contra el VPH: ¿A qué edad y dónde te puedes vacunar?

La vacuna contra el VPH se puede aplicar a personas de cualquier sexo y edad para protegerse contra los diferentes tipos y enfermedades asociadas al virus.
01 de marzo, 2025
Por: Diana Soto
@ 

¿Has escuchado hablar del Virus del Papiloma Humano (VPH)? Esta infección de transmisión sexual es realmente común. Ocho de cada 10 personas en el mundo lo padecen al menos una vez en su vida, de acuerdo con el IMSS. Por eso especialistas e instituciones de salud recomiendan protegerse con una vacuna. 

Existen más de 200 tipos de VPH, y aunque muchos son asintomáticos y transitorios, algunos pueden provocar cáncer rectal, cervicouterino, orofaríngeo, en vulva, vagina, pene o ano, por mencionar algunos. 

Cada 4 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Concientización del VPH y aquí te contamos qué debes saber de la vacunación contra este virus. 

¿A qué edad me puedo vacunar contra el VPH? 

Las ginecólogas Abril Ríos y Nayeli Martínez nos explicaron que la vacuna del VPH se puede aplicar a personas de cualquier sexo y en cualquier etapa de la vida. Pero las especialistas y la más reciente campaña de vacunación en México consideran que lo ideal es que sea a partir de los 10 años y antes de que la persona comience su vida sexual, con el fin de evitar que haya exposición a alguna cepa de este virus.

Esto no significa que si ya comenzaste tu vida sexual, no te la podrás aplicar. Instituciones médicas como la Organización Panamericana de la Salud (OPS) recomiendan su aplicación hasta los 27 años. Posteriormente te puedes inocular, pero la sugerencia es que primero consultes a un especialista. 

“Sí se puede aplicar después de los 27 años, pero hay que ser muy enfáticos en aclararles que si ya estuvieron expuestos al virus o expuestos a uno de los tipos del virus, aún así pueden llegar a desarrollar la enfermedad”, señaló Ríos. 

¿Dónde puedo solicitar la vacuna contra el VPH?

La vacuna se puede recibir en el sector público, donde la ofrecen de forma gratuita, si hay disponibilidad y cumples con el perfil de aplicación. También puede ser en consultorios ginecológicos y hospitales privados. Las especialistas y cotizaciones hechas por El Sabueso detallan que el costo de inocularse varía entre los 2 mil y los 4 mil 700 pesos por dosis dependiendo del tipo de vacuna que se aplique y de cuántos tipos de VPH te protege. 

La última campaña contra el VPH en México detalló en sus lineamientos de 2024 que, ante una limitada disponibilidad de este recurso a nivel mundial, la vacunación se enfocó en los siguientes grupos:

  • Niñas de quinto año de primaria y de 11 años no escolarizadas.
  • Hombres y mujeres cisgénero y transgénero de 11 a 49 años con VIH.
  • Niñas y adolescentes de 9 a 19 años en atención por violación sexual.
  • Adolescentes de 12 a 16 años que no recibieron la vacuna en años anteriores. 

Si aún no está disponible la campaña de vacunación en tu región o no entras en alguna de las poblaciones objetivo de la misma, puedes acudir a tu clínica o centro de salud para solicitarla de forma gratuita. Pero ¡Ojo! porque deben confirmarte si hay disponibilidad de la vacuna o si cumples con el perfil para que te la apliquen. 

¿Qué tipo de vacunas existen y cuántas dosis requieren?

Actualmente existen varios tipos y marcas de vacunas contra el VPH. Hay tres que están autorizadas para su uso en México que pueden protegerte de estas infecciones: la bivalente (2vVPH, Cervarix), tetravalente o cuadrivalente (4vVPH, Gardasil) y nonavalente (9vVPH, Gardasil 9). 

vacuna-vph-TE

El gobierno mexicano aplicó la tetravalente en la última campaña de vacunación, que protege contra los tipos 6, 11, 16 y 18, mientras que en consultorios privados aplican esa misma o la nonavalente para los tipos 6,11,16,18,31,33,45,52 y 58. 

Las tres vacunas son efectivas contra el VPH, la diferencia radica en la cantidad de serotipos de los que protege . De hecho, los lineamientos de la campaña destacan que “el 70% de las enfermedades precancerosas e invasoras pueden atribuirse directamente a los tipos de VPH 16 y 18”, para los que cualquiera de ellas ofrece protección. 

“La decisión sobre qué cepas incluir en la vacuna se basa en estudios epidemiológicos que identifican cuáles son las más peligrosas y prevalentes en la población. Las vacunas disponibles, como Gardasil 9, cubren hasta nueve cepas de alto riesgo y ofrecen una protección significativa contra el cáncer cervical, anal, orofaríngeo y otras enfermedades relacionadas con el VPH. Por eso es tan importante vacunarse antes de la exposición al virus”, explicó Ríos. 

El número de dosis que se apliquen a una persona dependen del esquema de vacunación asignado por los especialistas. En las campañas de vacunación, por ejemplo, se aplicó una sola dosis de 0.5 ml en la mayoría de las poblaciones objetivo, pero para mujeres y hombres cis y transgénero de 11 a 49 años con VIH, colocaron tres dosis en un lapso de seis meses. 

Martínez detalló que tener un mayor o menor número de dosis no reduce la protección que ofrece la vacuna, aunque sí influye si esta es bi, tetra o nonavalente por la cantidad de tipos de VPH contra los que protege. 

¿Cuáles son los efectos secundarios?

Tras la aplicación de la vacuna es posible que se presente fiebre, malestar corporal o dolor alrededor de la zona donde se colocó la inyección. Ante estos síntomas, lo recomendable es tomar sólo paracetamol, pero si duran más de 48 horas será necesario acudir a urgencias en el hospital más cercano. 

En casos de mucho dolor, Nayeli Martínez explicó que sí se utilizan antiinflamatorios como ibuprofeno o diclofenaco, pero estos deben ser indicados por un especialista. 

“Hay que evitar los antiinflamatorios porque lo que queremos es que el sistema inmune sí reaccione, que sí exista inflamación. Si no hay inflamación, no se producen los anticuerpos”, explicó Ríos. 

Otra recomendación es que el paciente se dé un baño para mitigar los efectos secundarios de la vacuna contra el VPH. 

¿Quiénes NO deben vacunarse?

Aunque la vacuna contra el VPH se puede aplicar a personas de todos los sexos y edades, en los siguientes casos no se recomienda: 

  • Si hay gripe, tos o fiebre.
  • Si existe un embarazo.
  • Si hay alguna condición médica relevante por la que no se pueda aplicar como miastenia gravis o convulsiones.
  • Si existe alergia a algún componente de la vacuna. 

Las razones son variadas. En caso de estar enfermo de gripe, tos o fiebre “al colocarse la vacuna no podemos llegar a detectar si existe alguna reacción”, explicó Nayeli Martínez, quien también destacó que no se recomienda durante el embarazo por ser un estado de inmunosupresión para las mujeres en el que la inyección puede afectarles a ellas y al feto.

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Imagen BBC
Victoria regia: la asombrosa planta sudamericana que transformó los espacios en los que vivimos (y sigue inspirando revoluciones)
11 minutos de lectura

Un encuentro en la selva desencadenó una carrera entre jardineros, nobles, inventores… y transformó los espacios en los que vivimos.

06 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
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Victoria amazonica (Victoria regia) fotografiada en Guyana: flor blanca abierta y hojas flotando
Getty Images
Unos nenúfares que no solo fascinan por su increíble tamaño, capaz de soportar el peso de un niño, sino también por cómo transformaron la arquitectura.

El 1 de enero de 1837, mientras luchábamos contra las dificultades que las plantas del río Berbice presentaban a nuestro avance, vi en un pequeño arroyo una hoja gigantesca, cuyo borde se alzaba unos centímetros sobre el agua; y al acercarme más, me impresionó la aparición de una flor que, por su magnífica belleza, superaba todo lo que había visto hasta entonces“.

Así relató Sir Robert H. Schomburgk, explorador y botánico alemán al servicio del Imperio británico, en el Journal de la Real Sociedad Geográfica, su primer encuentro con la majestuosa planta acuática que pronto cautivaría a sus contemporáneos.

Schomburgk no fue el primero en maravillarse con semejante espectáculo.

Décadas antes, el naturalista checo-alemán Thaddäus Haenke ya había registrado sus hojas colosales cerca de la frontera entre Bolivia y Paraguay, y poco después el francés Alcide d’Orbigny también la describió durante sus viajes por Sudamérica.

Aun así, ni entonces ni ahora se atenúa el asombro que provoca contemplar por primera vez esta extraordinaria creación de la naturaleza.

Al Museo Nacional de Historia Natural de París llegaron hojas, flores y semillas, pero no les prestaron mucha atención.

En Reino Unido sucedió todo lo contrario.

El país estaba obsesionado por la botánica, con nuevas plantas llegando a diario, a medida que se exploraban nuevos territorios que se sumaban al que llegaría a ser el Imperio más grande del mundo.

La Guyana, en ese entonces llamada British Guiana, había sido cedida por los neerlandeses a los británicos dos décadas antes, pero hasta el viaje de Schomburgk aún era virtualmente desconocida para los europeos.

El hallazgo en ese lugar de tan formidable especimen coincidió con el ascenso al trono de la joven Victoria, así que no extraña que llevara su nombre: Victoria regia (más tarde Victoria amazonica).

Fue instantáneamente aclamada como una de las maravillas de la época victoriana y no sólo provocó una fascinación entre sus súbditos, sino también una feroz competencia entre los aristócratas por lograr que esa joya tropical floreciera lejos de su tierra natal.

Pero además, sus hojas inspiraron el diseño del Crystal Palace (el Palacio de Cristal) de Londres, un hito por su audacia y ligereza cuyo uso pionero de hierro y vidrio a gran escala así como su nueva concepción del espacio interior lo convirtió en piedra fundacional de la arquitectura moderna.

Imagen de la época mostrando panorámica del Crystal Palace
Getty Images
El Crystal Palace fue construido en apenas unos seis meses. Tenía más de medio kilómetro de largo y casi 300.000 paneles de vidrio, cada uno soplado artesanalmente.

Hoy seguimos viviendo su legado.

Su influencia -tanto técnica como conceptual- perdura en la mayoría de los edificios contemporáneos que privilegian la ligereza, la transparencia, la funcionalidad y la industrialización de los materiales.

La obsesión

Cuando las semillas de Victoria regia llegaron a Inglaterra, el reto de cultivarlas absorbió a algunos de los personajes más eminentes y emprendedores de la época.

No era porque se esperara que la nueva planta fuera fuente de algún remedio desconocido para la medicina o de alguna gran riqueza hasta entonces inexplotada, subraya Tatiana Holway en su libro “La flor del Imperio”.

La razón era la pasión… por las flores.

Todas las flores, desde las más comunes hasta las más raras, enloquecían a la sociedad británica de esa era, al punto que, quienes se podían dar el lujo, no dudaban en pagar más del equivalente de US$10.000 por un nuevo especimen.

Agrégale, en el caso de ese nenúfar amazónico, otros ingredientes: la aventura de encontrarla, traerla a Inglaterra y el desafío de hacerla crecer, lo que implicaba ambición hortícola, visión científica y fascinación por lo exótico.

Encima, por mucho que lo intentaron, resultó dificilísimo cultivarlas.

Aunque en el famoso jardín botánico londinense Kew Gardens los especialistas lograron que las semillas germinaran, no pudieron mantener vivas a las plantas durante los inviernos.

Crucialmente, allí y en los otros jardines botánicos y colecciones privadas que recibieron algunas de las semillas que envió Schomburgk, los horticultores y botánicos fracasaron en su empeño por que la Victoria regia floreciera.

Eso añadió un nuevo ingrediente que alimentó la obsesión: la gloria que supondría ser el primero en despertar la floración.

Así se desató una feroz competencia entre los aristócratas más acaudalados, cada uno empeñado en verla abrir sus pétalos en sus dominios.

Hoja vista por el revés
Getty Images
Las flores se convirtieron en objeto de deseo, pero fueron las hojas las que inspirarían una transformación.

La carrera por conseguirlo se tornó en un espectáculo cuyo público era internacional, y su escenario, los invernaderos desplegados por toda Inglaterra.

El más grande de todos, de hecho el edificio acristalado más grande del mundo en esa época, se llamaba el Great Stove (literalmente ‘la gran estufa’), y estaba en los jardines de Chatsworth House, el hogar ancestral de la familia Cavendish, cuyos varones primogénitos heredan el título de duque de Devonshire.

El duque y el jardinero

William Cavendish, el duque de Devonshire, dedicaba su atención a las plantas exóticas de su invernadero, asistido por un joven jardinero que pronto se haría célebre: Joseph Paxton.

Paxton era el hijo de un agricultor, y había sido uno de los primeros jóvenes en pedir una plaza en los jardines de entrenamiento de la nueva Sociedad Hortícola.

Fue una idea tremendamente atinada, porque de ahí fluyó su futuro.

El duque lo había contratado cuando tenía 23 años, y le había concedido la libertad de entregarse a sus pasiones en todos los aspectos de la horticultura, incluida la nueva y muy exclusiva ciencia de la construcción de invernaderos.

Ambos rebosaban de entusiasmo y planes ambiciosos, y con el dinero del duque y la imaginación del jardinero, comenzaron a experimentar con el vidrio, creando espacios que recreaban lugares distantes y ampliando la ciencia de la horticultura de formas novedosas.

Fue para resolver el problema de acomodar la creciente colección de plantas exóticas del duque que Paxton diseñó y construyó el Great Stove, que se extendía casi 70 metros de un extremo a otro y se alzaba más de 20 metros.

El costo fue enorme, pero el resultado, mágico, como comprobó en una visita la reina Victoria.

Quedó encantada con un paseo en carruaje en su interior, iluminado por 5.000 velas, con aves tropicales volando entre la exótica vegetación, peces en los estanques, cristales de roca y escaleras en espiral para poder ver las cimas de los árboles.

Nunca se había hecho nada parecido.

Foto del siglo XIX del conservatorio
Dominio Público/Foto: Charles Latham
Cuando Charles Darwin visitó el Great Stove en 1845, escribió: “Quedé cautivado por el deleite… La parte acuática se asemeja más maravillosamente a la naturaleza tropical de lo que hubiera imaginado”.

Lo que ni la reina, ni ninguno de los otros visitantes veían era lo que generaba ese calorsito que sentían al entrar al lugar.

Era una hazaña silenciosa.

Con ocho calderas ocultas, se mantenía la temperatura para simular una zona templada en un extremo y una zona subtropical en el otro.

Había túneles para transportar el carbón que alimentaba las calderas sin que los encargados fueran vistos, y tenía ventiladores en los cimientos de mampostería y en el techo para hacer circular el aire.

Las chimeneas también estaban escondídas para que el humo y vapor salíera lejos, en lo alto de una colina.

Así que cuando empezaron los intentos de cultivar Victoria regia en Inglaterra, entre todos los invernaderos importantes del país, incluido el de Kew Gardens, el Great Stove no sólo era el más grande, sino también el más avanzado.

Eso, y la fórmula de éxito: Paxton estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para que floreciera, y Cavendish, dispuesto a pagar para que así fuera.

Pero el horticultor y el duque sólo recibieron semillas de esa planta amazónica por primera vez en 1849, más de una década después de que Schomburgk se topara con ella en Guyana y enviara un lote pequeño a Londres.

Capullos

En sus años de experiencia, Paxton había comprendido que si quería hacer que una planta floreciera, tenía que entender de dónde venía.

Sabía que para la Victoria regia necesitaba crear un entorno donde el agua se mantuviera en movimiento, así que instaló unas pequeñas ruedas en el estanque en el que las iba a cultivar.

Para mantener la temperatura adecuada, colocó tuberías bajo la tierra en el fondo.

Y se aseguró de que el agua tuviera lo necesario para alimentar las plantas.

Pronto sus plántulas empezaron a crecer, con la rapidez impresionante que las caracteriza: en su habitat natural, sus hojas pueden alcanzar un diámetro de unos tres metros a una velocidad increíble, de hasta 2,5 centímetros por hora.

En los invernaderos no alcanzaban semejantes proporciones, pero aun así desplegaban expansiones sorprendentes en poco tiempo.

Cuando el verano terminó, y las noches se hicieron más largas, Paxton supuso que sus Victoria regia morirían, como había sucedido hasta entonces.

No obstante, canceló un viaje que tenía previsto y le pidió al duque que le permitiera quedarse con ellas.

Y a principios de noviembre, le escribió para contarle que había salido un botón, que se había abierto, y que luego un tinte rosado se había extendido desde el centro hasta los bordes del pétalo.

Dibujo de la hija de Paxton sobre una hoja y él mirando
Dominio Público
Paxton demostró cuán asombrosas eran las hojas de la Victoria regia poniendo a su hija a flotar sobre una de ellas.

Paxton había ganado la competencia, y su premio era el prestigio.

Ufano, le escribió al director de Kew Gardens, Sir William Jackson Hooker.

“Estimado Sir William:

“La Victoria regia está ahora en plena floración en Chatsworth y continuará así, creo yo, durante una quincena o más, pues hay una sucesión constante de capullos asomando.

“Lo más probable es que sus plantas ya estén mostrando algo para este momento. Y si no, contemplar esta planta merece un viaje de mil millas.

“Tenemos hojas de casi cinco pies de diámetro (≈ 1,5 metros), y en este momento la planta tiene trece hojas”.

Un mundo acristalado

Con el tiempo se descubriría cuán extraordinarias eran estas flores que tanto esfuerzo había costado cultivar en Inglaterra y luego en Europa.

En 24 horas, cambian de género.

La primera vez que se abren, cuando se oculta el Sol, las flores son blancas, femeninas y receptivas al polen de otras plantas.

Atraen a una especie de escarabajos con un aroma dulce y envolvente, y lo animan a quedarse en su interior con un nectar delicioso y una temperatura más cálida que la ambiental, para que dejen el polen que traían.

Pero ser polinizada es solo la mitad de la batalla.

El nenúfar ahora debe asegurarse de que su propio polen sea transportado a otra flor.

Así que se cierran cuando sale el Sol, con los escarabajos adentro, y se transforman en flores masculinas, con polen.

Cuando las flores se abren la segunda noche, ya no son blancas sino rosadas, sin aroma ni calidez en su interior, todo para obligar a su inquilino nocturno a irse en busca de otra flor blanca a la cual polinizar.

Flor rosada
Getty Images
La segunda noche, las flores son rosadas y su género es otro.

Si bien las flores y otras características de la Victoria regia son fascinantes, fueron sus hojas, vastas y perfectamente estructuradas, las que llevaron a Paxton a intuir un principio capaz de transformar no solo los invernaderos, sino la arquitectura misma.

Deslumbrado por el entramado íntimo de aquellas hojas, no se conformó con admirarlas: las estudió con la precisión de un ingeniero.

Le maravillaba su extraordinaria capacidad de carga, sostenida por una red de venas acanaladas que formaban vigas y arcos naturales.

En 1849, tras lograr la primera floración en Chatsworth, colocó a su hija Annie, de 7 años, sobre una de las hojas gigantes para demostrar su solidez; la imagen apareció poco después en el Illustrated London News, una suerte de declaración pública de lo que aquella planta le había revelado y de lo que imaginaba construir.

“La naturaleza fue la ingeniera”, declararía en 1850 ante la Royal Society of Arts, mientras mostraba una hoja de Victoria regia como ejemplo de un principio estructural perfecto.

“La naturaleza ha dotado a la hoja de vigas y soportes longitudinales y transversales que yo, inspirándome en ella, he adoptado en este edificio”.

Se refería al Crystal Palace, una estructura que parecía desafiar las nociones mismas del espacio y la materia: vasta, transparente, casi ingrávida.

Paxton había pasado de ser un innovador en la jardinería al creador de un proyecto arquitectónico único.

Crystal Palace por dentro
Getty Images
El Crystal Palace fue el primer gran edificio que creó un “clima artificial” a escala masiva, y era desmontable, modular y totalmente prefabricado.

Su sistema de crestas y surcos, inspirado directamente en la geometría de la hoja, era capaz de sostener grandes superficies de vidrio con una ligereza inaudita y a su vez resistente, formada por piezas estandarizadas de hierro y vidrio que podían fabricarse en serie y ensamblarse como un gigantesco mecanismo.

El resultado fue algo sin precedentes: un colosal universo acristalado, casi irreal.

Es difícil imaginar la sensación de asombro que debieron experimentar los visitantes de ese entonces al contemplar aquel prodigio de vidrio y hierro que alojaba la Gran Exposición de 1851.

Su transparencia desorientaba la mirada; apenas proyectaba sombra, y su vastedad parecía desafiar las nociones mismas de espacio y materia.

La prefabricación, el diseño modular, el uso de la luz como material arquitectónico, inauguró una nueva manera de concebir los edificios, y vivimos en su legado.

El Crystal Palace brotó de la Victoria regia, “tan naturalmente como los robles crecen de las bellotas”, escribió Charles Dickens, y las hojas que lo inspiraron han alimentado la imaginación de artistas y arquitectos durante más de un siglo y medio.

Los científicos continúan estudiándolas, desentrañando sus secretos en busca de nuevas lecciones de ingenio.

Ligeras pero extraordinariamente fuertes y eficientes en el uso de la luz, sus estructuras sugieren caminos para la ingeniería, las construcciones flotantes y las tecnologías energéticas.

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BBC

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