El próximo ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Hugo Aguilar Ortiz, dice que no vestirá la clásica toga magisterial durante las sesiones del máximo tribunal, aunque su uso esté estipulado en un decreto presidencial de 1941.
Aguilar Ortiz argumentó que la gente, en sus recorridos de campaña, le pidió no ser un funcionario tradicional incluso en el rubro de su atuendo. Y al respecto algunos juristas en redes sociales defendieron que la toga está confeccionada para representar ciertos valores jurídicos.
“La manga derecha de estas togas es muy amplia y la manga izquierda es muy estrecha, incluso aprieta (a la altura) del puño, porque es un símbolo de que la ley tiene que ser estricta, pero también tiene que ser considerada”, explica Carlos Prado Aguilera, especialista en derecho constitucional y catedrático de la Universidad Ibero en Coahuila.
También tiene la característica de ser pesada. “Deliberadamente se confecciona con telas muy pesadas… precisamente para que estén percibiendo lo que es el peso de la ley”, detalla el catedrático.
El decreto del 8 de mayo de 1941 que obliga a los ministros y ministras a usar la toga fue firmado por el entonces presidente Manuel Ávila Camacho y permanece vigente, sin cambios hasta la fecha.
Solo se puede eliminar si se publica otro decreto presidencial, explica Bernardino Esparza, especialista constitucionalista de la Facultad de Derecho de la Universidad de la Salle. Es decir, la presidenta Claudia Sheinbaum —quien celebró la llegada de Aguilar Ortiz a la Corte— tiene que expedir un nuevo decreto para que sea posible.
Además, Aguilar Ortiz deberá buscar modificar el reglamento interno de la Suprema Corte. Este regula todas las operaciones al interior de la dependencia, que van desde los aspectos más importantes como el procedimiento y obligaciones en una sesión de los ministros, hasta la regulación de vacaciones y horarios laborales.
La actualización más reciente de este reglamento ocurrió en 2023, y en ninguno de sus artículos se señala sobre la obligatoriedad de la toga en las sesiones. Esto representa una oportunidad para instaurar una nueva medida, señala el catedrático Carlos Prado.
Quien preside la Corte —que según los cómputos distritales será próximamente el propio Aguilar Ortiz— tiene facultades para proponer reformas al reglamento interno y, dependiendo de la trascendencia de lo que se plantea, puede aprobarse directamente o ser votado entre los ministros. Al ser un elemento de vestimenta, el catedrático considera que incluso puede no requerirse votación.
El antecedente más reciente de no usar la toga magisterial ocurrió durante la pandemia, cuando las sesiones eran desde casa y por la plataforma de video de Zoom, y ninguno de los ministros de la Corte la utilizó. En su lugar vistieron ropa sastre, pero no hubo alguna justificación al respecto.
El Estado de derecho mexicano proviene del derecho romano, y los senadores romanos portaban una toga al momento de las sesiones. “Heredamos que un magistrado o ministro use el togado al momento de celebrar las sesiones”, explica Carlos Prado.
El registro más antiguo del uso de la toga magisterial en México data de hace 200 años, luego de que se promulgara la Constitución de 1824. La historia señala que Miguel Dominguez, quien fue el primer ministro presidente de la Corte, instauró su uso.
Los albergues en la frontera mexicana viven una situación inédita con la ausencia de migrantes. Pero eso no quiere decir que la migración se haya detenido.
Hubo momentos, hace no mucho, en que el piso del albergue Embajadores de Dios, en la ciudad mexicana de Tijuana, en la frontera con Estados Unidos, casi no se podía ver: los colchones, carpas y camas de migrantes forraban el espacio.
Hoy, en cambio, el recinto se ve inmenso, la mitad de las camas disponibles están sin tender y en una esquina hay arrejuntados un puñado de colchones azules para los días de emergencia.
Pareciera que estos no son días de emergencia en una ciudad que no conoce la calma en materia migratoria.
Pareciera que el discurso de Donald Trump —que la amenaza de una deportación masiva y el cierre de mecanismos legales para migrar para contener lo que el considera una “invasión”— ha tenido efecto: la gente está cruzando menos.
“En este momento no hay llegadas importantes a México”, dice Silvia Garduño, portavoz en México de Acnur, la agencia de Naciones Unidas para los refugiados. “Pero sabemos que las causas de salida se mantienen”.
Tijuana, que comparte área metropolitana con San Diego, es la ciudad más grande de la zona, nació como producto de la delimitación fronteriza y ha sido por siglo y medio el punto neurálgico del flujo migratorio hacia la mayor potencia del mundo.
Acá hay 44 espacios dedicados a la recepción y atención de migrantes y ninguno, según activistas que los recorren a diario, tiene ahora más de la mitad de ocupación.
BBC Mundo visitó cinco de ellos y en todos —más que la fila usual para usar el baño, las tomas eléctricas abarrotadas de celulares o el sonido de los niños jugando y corriendo— lo que encontramos fue silencio, carpas vacías, comedores desolados.
Según cifras de Acnur, el 90% de la población migrante en la ciudad está hoy por fuera de los albergues.
La situación se replica en las otras ciudades fronterizas como Tijuana.
Un silencio que no implica que la migración se haya detenido, advierten los activistas: significa, más bien, que los migrantes se están quedando en el camino, o están intentando cruzar ilegalmente.
Las causas de la migración —la violencia, la pobreza o la persecución en países como Haití, Venezuela o Nicaragua— están vigentes o incluso han empeorado con el cierre de la cooperación internacional estadounidense decretado por el gobierno de Trump.
El deseo y, para la gente perseguida, la necesidad de migrar hacia Estados Unidos es imposible de detener, señalan los expertos.
“La esperanza de migrar puede con todo”, dice Judith Cabrera, directora de Border Line Crisis Center, un albergue en Tijuana.
Cabrera se reúne con BBC Mundo una mañana fría y nublada en la que unas horas antes se había visto con un grupo de migrantes colombianas que fueron estafadas dos veces a cuenta de su obsesión por cruzar.
Los presuntos coyotes, relata la activista, primero les dijeron que las iban a cruzar por US$800 a través de un túnel; es decir, por una décima parte de lo que suele costar y a través de un túnel que, desde hace cuatro décadas, no existe.
“Las montaron en un carro, las pasearon por toda la ciudad y al final las dejaron donde las habían recogido”, señala Cabrera.
Luego, lo mismo: unos traficantes les prometieron el cruce por US$2.300. “Y claro, al ser más lana (dinero), ellas pensaron que era más certero, pero qué va, otra vez las estafaron”.
Cabrera se lamenta: “No hay nada que yo les diga que pueda evitarlo, y eso te muestra que el sueño americano no está roto (…) La gente quiere seguir insistiendo en cruzar y no se da cuenta de los peligros que implica porque prefieren mantener el sueño vivo”.
Y concluye: “Trump está desalentando la migración y eso es caldo gordo para los traficantes (favorece)”.
Los migrantes que no están intentando cruzar ilegalmente pueden estar esperando en el lugar donde están a ver cuándo surge una nueva oportunidad.
Trump cerró los sistemas de atención migratoria, como el CBP One, que permitía pedir una cita para pedir asilo antes de entrar en EE.UU. La apuesta de muchos —270.000 se quedaron varados por las cancelaciones— es que lo vuelva a abrir o cree algún mecanismo similar, lo que parece improbable.
“La decisión de quedarse donde están nunca es definitiva”, dice María de Lourdes Madrano, directora de Centro 32, una organización que apoya a los migrantes en los albergues.
“Siempre creen que al día siguiente pueden abrir y solucionarse la situación, y creen que alejarse de la frontera reduce la posibilidad… Porque, después de tanto lo que costó llegar acá, se piensa que irse es como renunciar al sueño”.
“Los albergues están vacíos, pero los colegios están llenos de extranjeros”, asegura, en referencia a los niños cuyos padres migrantes han decidido asentarse en Tijuana, así sea transitoriamente.
Wilker Hernández tiene 23 años; es oriundo del estado Mérida, en Venezuela, y lleva un año intentando cruzar a Estados Unidos, donde está una parte de su familia, mientras la otra sigue en su país. Tenía la cita para presentar documentos el 21 de enero, al día siguiente de la toma de posesión de Trump. Se la cancelaron.
Y desde entonces ha ido adaptándose a la idea de que su destino bien puede ser este: Tijuana, una ciudad que tiene la migración en su ADN, de la que se dice que “hay oportunidades para todos”, que reporta la tasa de desempleo más baja de México.
“Estamos como en un limbo de que no sabemos qué va a suceder”, dice Hernández, quien ha conseguido un trabajo como obrero en un albergue, Embajadores de Dios, donde están construyendo viviendas formales fuera de la zona de carpas.
El barrio que le rodea, conocido como el Cañón del Alacrán, ha vivido en los últimos dos años un boom de construcción de asentamientos relativamente formales de grupos migrantes que han decidido prolongar su estancia en Tijuana.
“Aún estoy indeciso, si intentar cruzar o devolverme”, añade. “Por ahora estoy trabajando porque qué más (…) Trump cerró la frontera, está sacando a todos los latinos, es un poco complicado, estamos acá y no sabemos qué hacer”.
El discurso de Trump ha calado entre los migrantes. Eso los puede poner en mayor riesgo ante las mafias y los coyotes, pero en todo caso reduce su esperanza de una mejor vida, una vida posible, en Estados Unidos.
El mandatario prometió una “deportación masiva” de personas indocumentadas que, aunque lejos de ser masiva, sí tiene un impacto disuasorio.
Cabrera, la activista tijuanense, lo pone así: “Más que una deportación masiva, lo que estamos viendo es una deportación mediática, y eso claro que tienen sus efectos, sobre el camino y la salud mental del migrante”.
En los albergues casi no hay migrantes, pero la situación del migrante es ahora más difícil.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro nuevo canal de WhatsApp.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.