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Sistema integral de cuidados: programas sociales que propone Sheinbaum no bastan para consolidarlo, advierten especialistas
Sistema integral de cuidados: programas sociales que propone Sheinbaum no bastan para consolidarlo, advierten especialistas
Fotografía: X
10 minutos de lectura

Sistema integral de cuidados: programas sociales que propone Sheinbaum no bastan para consolidarlo, advierten especialistas

Los programas sociales son parte de la política de cuidados, más no constituyen el sistema integral que México necesita, advierten especialistas.
31 de julio, 2024
Por: Luz Rangel
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Al inicio de su sexenio el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que “la familia es el mejor sistema de seguridad social de México”, pero en realidad se trata del trabajo no remunerado en el hogar y de cuidados que realizan, sobre todo, las mujeres. 

Esto representa 24.3 % del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, según la Cuenta Satélite del Trabajo no Remunerado de los Hogares de México e implicaría una inversión de entre 1.2 y 1.4 % del PIB anual, según estimaciones del subsecretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Gabriel Yoro.

Por eso, el Sistema Nacional de Cuidados que no fue prioridad para el gobierno de López Obrador es una política pública pendiente e indispensable para combatir las desigualdades de género.

La virtual presidenta ya ha hablado de centros de educación inicial para hijas e hijos de jornaleras agrícolas y maquiladoras, como parte de su eje “República de y para las mujeres”, planteado en su proyecto de nación, o de un apoyo económico a mujeres desde los 60 años.

Sin embargo, especialistas consultadas por El Sabueso sostienen que si bien estos programas son parte de la política de cuidados, no constituyen el sistema nacional integral que México necesita.

“Son algunas acciones y programas que irían dirigidas a ciertas poblaciones pero que no necesariamente constituyen un sistema de cuidados”, dice en entrevista la exlegisladora federal Martha Tagle.

Las políticas de cuidado abarcan acciones para las personas con algún nivel de dependencia. Mientras que un sistema integral es un conjunto de estas políticas y está encaminado a reconocer, reducir y redistribuir el trabajo de cuidados con corresponsabilidad, para que no sólo sea una actividad predominante de mujeres.

“Hay dos propuestas que tienen que ver con una política para el derecho al cuidado que es cuando ella plantea se inicie el sistema nacional con el apoyo para trabajadoras de maquiladoras y a jornaleras agrícolas y, segundo, el tema de la pensión para mujeres desde los 60 años. Me parece que como primera entrada está muy bien, no conocemos cuál será la propuesta integral que haga”, menciona en entrevista la senadora Patricia Mercado. 

El 12 de marzo de 2024 la Cámara de Diputados aprobó el dictamen que reforma y adiciona diversas disposiciones de la Ley General de Desarrollo Social, con el propósito de incorporar el cuidado como un derecho para el desarrollo social. En noviembre de 2020 la Cámara de Diputados aprobó el dictamen que reforma y adiciona los artículos 4 y 73 de la Constitución federal, en materia de Sistema Nacional de Cuidados.

Ambas propuestas pasaron al Senado de la República para su discusión pero siguen pendientes de aprobación. Como diputada de Movimiento Ciudadano durante la 64 Legislatura, Martha Tagle impulsó la creación del sistema de cuidados. Mientras que como senadora Patricia Mercado suscribió una iniciativa para expedir la Ley del Sistema Nacional de Cuidados y dar conclusión a las iniciativas pendientes en la Cámara Alta.

¿Qué implica un sistema integral de cuidados?

En el encuentro con mujeres llamado “Con Claudia llegamos todas”, llevado a cabo en el Claustro de Sor Juana, la virtual presidenta electa se reunió con mil 200 mujeres de distintos colectivos y aseguró que comenzará apoyando a las mujeres jornaleras agrícolas y maquiladoras de Ciudad Juárez con centros de educación inicial para sus hijas e hijos.

Martha Tagle y Patricia Mercado concuerdan en que hay que priorizar alguna región o algún sector de la población pero se requiere una visión integral que abarque áreas como la salud, la educación.

“El que ella solamente impulse algunas acciones y programas que pueden ponerle que son del sistema de cuidados, eso no lo convierte en un sistema. El gran reto es que se coordinen todas las instituciones del Estado y además en los diferentes niveles de gobierno”, insiste Tagle.

Natalia Calero Sánchez, directora del Programa de Derecho del Tec de Monterrey, campus Santa Fe, califica como positiva una política que atienda a la primera infancia con centros de educación inicial, pero refiere que un sistema integral también debe considerar a las personas con discapacidad, personas con enfermedades y personas adultas mayores.

“Hay que reconocer que públicamente se hable del tema porque esto no pasaba hace seis años. La visibilización del tema es muy importante, pero la comprensión profunda de él también”, advierte Calero Sánchez. 

De hecho, actualmente el grupo con la mayor cobertura de cuidados son las infancias de hasta 5 años, con un porcentaje de 99 %, según la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (Enasic) 2022.

No obstante, las estimaciones revelan que en México hay 58.3 millones de personas susceptibles de recibir cuidados en los hogares, cifra que se conforma por personas con discapacidad o dependientes; población infantil (0 a 5 años); niñas, niños y adolescentes  (5-17 años), y personas adultas mayores (60 años y más).

sheinbaum sistema nacional de cuidados
Foto: Cuartoscuro.

 

Recursos para un sistema de cuidados

Aunque no ha precisado el monto, Claudia Sheinbaum aseguró que en el presupuesto del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de las Familias (DIF) de 2025 habrá una partida específica para el Sistema Nacional de Cuidados. 

El DIF está encargado de coordinar la asistencia social en favor de las familias. Pero Martha Tagle resalta que un sistema integral de cuidados no solamente tiene una visión de asistencia y que todas las áreas de gobierno tendrían que estar involucradas. 

“Para que realmente funcione un sistema de cuidados todas las áreas de gobierno tendrían que estar involucradas y no solamente del federal, también de estatales y municipales”, agrega Tagle. 

Gabriel Yorio, subsecretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP), declaró que un sistema de cuidados que pueda operar a nivel nacional cuesta alrededor de 1.2 y 1.4% del PIB anual, según El Economista.

En cambio, datos de 2020 de ONU Mujeres México refieren que tan sólo la configuración de un sistema de cuidados infantil (para personas menores de 6 años de edad) tendría un costo de 1.16% del PIB. 

Para Calero Sánchez, el DIF tiene que ser parte del Sistema Nacional de Cuidados, pero también secretarías de gobierno e institutos como el de las Mujeres (Inmujeres), el Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).

Además tendrían que involucrarse el sector público, privado y la sociedad civil. “Es muy importante que la presidenta pueda abrir la discusión de este tema a la sociedad civil organizada. Eso  marcaría la diferencia con su antecesor”, alude Tagle al presidente Andrés Manuel López Obrador. 

En su gobierno el sistema de cuidados no fue una prioridad y, al menos desde 2018, el discurso de López Obrador es que la familia es la mejor institución de seguridad social 

En Implicaciones del Paquete Económico 2024, el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) resaltó que México no cuenta con una estrategia para implementar un Sistema Nacional de Cuidados pero que el gasto en programas sociales que brindan cuidados es de 44 mil 869 millones de pesos. 

La senadora Patricia Mercado expresa que para políticas de cuidado como centros de educación inicial o apoyos económicos y para un sistema integral se requiere presupuesto.

“Se necesitan recursos, seguramente pues hay que tener esta reforma fiscal o una reestructuración del presupuesto”, afirma Mercado. 

Programas sociales, más que un apoyo mensual

El proyecto de nación de Claudia Sheinbaum incluye un programa social nuevo: dar un apoyo a Mujeres de 60 a 64 años, el cual tiene como objetivo hacer visible el trabajo del hogar.

Las mujeres de 60 a 64 años han dedicado su vida al cuidado de sus familias, es hora de retribuirlas para que puedan gozar de mayor autonomía. Por ello en mi gobierno recibirán un apoyo bimestral equivalente a la mitad de la pensión de los 65 y más. En 2025 un millón de mujeres de 60 a 64 años van a recibir este apoyo”, se lee en el proyecto de nación.

Natalia Calero Sánchez considera que es importante el reconocimiento de que aún cuando las mujeres no hayan estado en la fuerza laboral formal, trabajaron en el hogar. Este apoyo  también ayudaría a cerrar la brecha de género en las pensiones.

En 2022, el valor económico del trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados reportó un monto de 7.2 billones de pesos, lo que equivale a 24.3 % del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, según la Cuenta Satélite del Trabajo no Remunerado de los Hogares de México.

De ese monto, las mujeres contribuyeron con 72 % y los hombres con 28 %. Así, las mujeres aportaron a sus hogares 2.6 veces más valor económico que los hombres, según dicha cuenta a cargo del Inegi. 

Katya Itzel Hernández Zavala, docente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), coincide en que la propuesta es deseable; no obstante, falta plantear cómo se implementará.

“Nunca nos dicen cómo lo harán, no van al fondo del problema y tampoco se plantean metas a corto, mediano y largo plazo ni nos dicen un diagnóstico y una evaluación de la situación actual para que, ya con conocimiento de causa, nos den estas propuestas. Sí nos falta una política pública más allá de dar un depósito mensual”, señala.

Tarjetas del bienestar
Foto: Cuartoscuro.

 

¿Qué más propone Sheinbaum en ‘República de y para las mujeres’?

Además del Sistema Nacional de Cuidados, la igualdad sustantiva de las mujeres en todas sus formas, el derecho a una vida libre de violencias y el acceso a la salud son algunas de las propuestas del eje “República de y para las mujeres”. 

Pero especialistas consultadas por El Sabueso insisten en que la perspectiva de género debería estar presente en todo el proyecto de nación y no sólo en una parte. En este caso, se refleja en solo seis de los 100 puntos que integran el plan de gobierno de la próxima nueva presidenta. 

“Nos gustaría ver la transversalización de la agenda, es decir, no sólo que sea una agenda aislada de género, sino que realmente en todos los temas logre incluirse la perspectiva de género en desarrollo social, en infraestructura, en seguridad”, enlista Natalia Calero Sánchez.

La agenda transversal de género requiere interseccionalidad, es decir, un enfoque para analizar los componentes que confluyen en un mismo grupo de población, en este caso, las mujeres. 

“Se trata de entender las múltiples realidades que viven las mujeres: la clase social, la etnia, la orientación sexual, la edad”, menciona Katya Itzel Hernández Zavala.

Así, Claudia Sheinbaum tendría que dirigirse a las 65 millones de mujeres que habitan en México, según el Censo Nacional de Población y Vivienda 2020. 

Otra de las propuestas de Sheinbaum es que la reforma “el agresor sale de casa” sea nacional. Esta consiste en que el agresor desocupe inmediatamente el domicilio de la víctima, independientemente de si el inmueble es de su propiedad o si es rentado.

En México, 70.1 % de las mujeres de 15 años y más ha experimentado, al menos, una situación de violencia a lo largo de la vida. De 2020 a 2021, 11.4 % experimentó violencia familiar, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021).

En su proyecto de nación, también se incluyen como propuestas de reforma elevar a rango constitucional la igualdad sustantiva de las mujeres en todas sus formas y el derecho a una vida libre de violencias, gabinetes paritarios por siempre y la erradicación de la brecha salarial.

“Normativamente hemos hecho muchos avances, hay muchas áreas de oportunidad ahora, pero ¿cómo materializamos ese derecho a una vida libre de violencias? Nos hemos detenido en la atención y en la sanción y muy poco en la prevención”, indica Calero Sánchez.

Por ejemplo, la creación de fiscalías especializadas en feminicidios y la obligatoriedad de que cada muerte de una mujer sea investigada como feminicidio, el Programa SOS Mujeres, que incluye un número nacional vinculado con el 911, y las abogadas mujeres en Ministerios Públicos se enfocan en la atención, pero no en la prevención. 

Sin dar más detalles, otras de las propuestas de Sheinbaum son garantizar el acceso a la salud de las mujeres y que más de 150 mil mujeres tengan apoyo para ser reconocidas como garantes de derechos agrarios.

“No sólo se trata de insertar la palabra género o mujeres en las políticas públicas, sino de comprenderlas. En el discurso ella está tratando de utilizar esta bandera como estrategia política al decirnos ‘no llego sola, llegamos todas’, pues pues vamos a ver si tiene transversalización”, comenta al respecto Hernández Zavala.

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Imagen BBC
Así cambiaron el alfabeto y el lenguaje con la llegada de los españoles a América.
7 minutos de lectura

Para enseñarles el cristianismo y otros conocimientos a los pueblos originarios, los religiosos que vinieron con los conquistadores y colonizadores desarrollaron un método que combinó dibujos y escritura.

12 de octubre, 2024
Por: BBC News Mundo
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Página del Códice Mendoza donde se habla de la fundación de México
Getty Images
El ‘Códice Mendoza’ es uno de los textos coloniales donde se mezclan pictogramas con escritura alfabética castellana.

Cuando los españoles llegaron al territorio de lo que hoy conocemos como México, existía un sistema de escritura principalmente pictográfico, en el que cada “dibujo” significaba una frase o enunciado completo.

Este sistema era utilizado por las castas gobernantes, principalmente para conservar tradiciones religiosas, discursos, hechos históricos o registros poblacionales y tributarios, entre otros asuntos.

Los amanuenses que conservaban estos libros (normalmente tiras de papel plegadas o lienzos o pieles de animales) aprendían de memoria largos discursos y con la punta del dedo repasaban las figuras para apoyarse y no perder el orden del mensaje que querían transmitir.

Es decir, esta escritura estaba más cerca de lo icónico que de lo ideográfico, más cerca de las pinturas rupestres que de la escritura egipcia o china.

Pintura colonial de un monje bautizando a indígenas
Getty Images
Los primeros religiosos que fueron enviados al Nuevo Mundo a evangelizar a los indígenas terminaron aprendiendo el idioma de éstos para poder llevar adelante su tarea.

Los “12 apóstoles de México”

Formalmente, los primeros evangelizadores españoles llegaron a la ciudad de México en 1524 (los llamados “12 apóstoles de México”).

Eran un pequeño grupo de frailes franciscanos que iniciaron una ingente y titánica obra cristianizadora de los indígenas. A estos les siguieron los dominicos y luego los agustinos.

La labor de las órdenes religiosas no se limitaba a la evangelización. También construyeron pueblos, villas y ciudades, impartieron justicia y fueron consejeros de los funcionarios reales, entre muchas otras actividades.

Por ejemplo, enseñaron a los primeros mexicanos a cultivar las plantas europeas, vestir “a la española”, edificar iglesias, criar animales españoles, labrar acueductos, utilizar el telar europeo y aprender los oficios mecánicos.

Simultáneamente, destruyeron los templos prehispánicos, derrumbaron las esculturas de los dioses, quemaron los libros que mencionamos e hicieron procesos inquisitoriales contra los indios remisos.

Otra página del Códice Mendoza del siglo XVI
Getty Images
Los primeros textos dirigidos a los indígenas se asemejaban más a pinturas rupestres que a lo que consideramos escritura .

Estas actividades pasaban inevitablemente por que los religiosos aprendieran las principales lenguas mesoamericanas. Y así lo hicieron.

En un principio, en la escritura mezclaron los pictogramas y el alfabeto. Por ejemplo, se conserva una interesante transcripción al náhuatl del catecismo ideado por fray Pedro de Gante.

Otros religiosos, quizá deseosos de un mayor acercamiento a los usos y costumbres de los pueblos indígenas, pedían a los copistas que transcribieran en grandes telas, con su sistema, pasajes bíblicos.

Iban de una a otra aldea acompañados de un numeroso séquito de indios ladinos –los llamaron igual que en España llamaban a los judíos y a los musulmanes que se movían entre la cultura propia y la cristiana–, reunían a los pobladores, trepaban en alguna tarima o en algún basamento piramidal en ruinas, mostraban el gran lienzo a los neófitos, señalaban con una vara las imágenes, contaban en español el asunto de la pintura y, finalmente, los ayudantes traducían al náhuatl.

Imagen del letras del alfabeto latino
Getty Images
Los religiosos españoles utilizaron el alfabeto latino para intentar construir la fonética náhuatl.

Idiomas para los evangelizadores

Una nueva dificultad se les presentó cuando tuvieron que enseñar las lenguas indígenas a los evangelizadores que llegaban.

No era deseable, por pesado y dilatado, que las aprendieran de los indígenas (como tuvieron que hacer los primeros).

Así que organizaron escuelas para que los nuevos frailes estudiaran las lenguas originarias. Esto condujo, como un proceso natural y lógico, a dotar al náhuatl, por ejemplo, de un alfabeto. Y el sistema de escritura no fue otro que el usado en el castellano.

Una vez escrita la lengua mexicana con el sistema alfabético que el español recibió del latín, se desató una fiebre escritural muy variada y abundantísima.

Se hicieron libros a la europea (manuscritos primero, impresos después): silabarios, diccionarios, sermonarios, gramáticas, doctrinas, crónicas, anales, informes, pliegos de agravios, etc.

Por fortuna se conservan testimonios de este proceso.

Recuerdo de mis lecturas que los agustinos fundaron una escuela en Tiripitío para enseñar la lengua michoacana. Incluso en Culhuacán, al sur de la ciudad de México, el convento de estos ermitaños tenía un batán en el que fabricaban papel.

Una figura central en este proceso de adquisición del alfabeto latino por el náhuatl es sin duda el franciscano Bernardino de Sahagún. Sus manuscritos, conocidos como Códice florentino en la actualidad, han sido digitalizados para su consulta universal.

Como afirma la estudiosa Alejandra Ortiz Castañares, el Códice Florentino fue “creado para conocer a los mexicas y evangelizarlos. Es uno de los pocos con lenguaje híbrido, en el que la tradición pictográfica indígena se incorpora no sólo como lenguaje, sino también como refuerzo visual del apenas nacido alfabeto latino en náhuatl”.

Imagen de una página del catecismo de Pedro de Gante
Cortesía Biblioteca Nacional de España
El Catecismo de fray Pedro de Gante es otro ejemplo donde se combinó el español con la lengua de los pueblos originarios mexicanos.

Pronunciar en otro idioma

Sin duda, fue una solución muy práctica y útil. Pero los evangelizadores no previeron un problema: las diferencias fonéticas entre la lengua modelo y las americanas.

Por ejemplo, en náhuatl no existía el fonema /ñ/ y las vocales eran tres, no cinco. Y en español no existen los fonemas interdentales laterales. Para solucionar eso, improvisaron usando dos grafías (tl, tz).

Además, había fonemas en español que poco a poco se estaban perdiendo, como la cedilla (/ç/), la doble s, la /sh/ (que se escribía como una X), etc.

Tampoco imaginaron dos consecuencias inesperadas. En primer lugar, la prosodia del español –sus acentos, tonos y entonación– en muchos casos arrastró, por decirlo así, a la prosodia del náhuatl.

Como ejemplo, tenemos la pronunciación de la capital del imperio azteca: Mexico-Tenochtitlan. La primera palabra aludía a la etnia (los mexitin, en oposición a tepanecas, acolhuas chalcas, etc.) y la segunda al lugar mismo, el islote donde se fundó. La primera fue y sigue siendo la más usada.

Su pronunciación sería algo así como meshico –palabra grave, no esdrújula–. El fonema /sh/ existía en español y se escribía como una X, de ahí muxer (musher), oxo (osho) y dixe (dishe). Con el paso de los siglos, este fonema del español se fue suavizando hasta pronunciarse como una jota, y así fue como evolucionó la dicción a mujer, ojo o dije.

Con muchas palabras del náhuatl se dio esta “evolución”. Así se pasó de Xalisco (Shalisco) a Jalisco, de Xalapa (Shalapa) a Jalapa y de México a Méjico. En el siglo XIX muchas grafías de estos topónimos se adoptaron a la nueva pronunciación, excepto México, que la seguimos escribiendo a la vieja usanza pero la pronunciamos a la moderna.

Folio del Código Florentino
Cortesía J. Paul Getty Trust
En el Código Florentino también se utilizaron dibujos y texto para facilitar la enseñanza de la cultura europea y de la religión cristiana a los indígenas.

La segunda consecuencia fue que la pronunciación a la española de las palabras indígenas muchas veces fue adoptada como la forma correcta por los propios indígenas.

Aunque es un fenómeno complejo y de múltiples aristas, estos ejemplos darán una idea al amable lector: de Coliman se pasó a Colima; de Tlalpam a Tlalpan; de Janitzio a Janicho; de Olizapan (Ahuilizapan) a Orizaba y de Cuauhnáhuac primero a Cuedlavaca y, finalmente, a Cuernavaca.

Diremos que hubo palabras que casi quedaron idénticas en esa transición que implicó el mestizaje de las culturas del Nuevo y el Viejo Mundo, mientras que otras locuciones tuvieron una transformación radical. Eso se debió a la facilidad o no de pronunciar esos términos en la nueva lengua dominante.

Como dijo Octavio Paz, lo que entonces pasó no fue un encuentro, sino un encontronazo. Pero no es éste el espacio para hablar de ello. Lo que quiero decir en este breve recuento que ahora hago es que el tema no sólo tiene interés y suma importancia para lingüistas, sino también para literatos, historiadores, antropólogos, sociólogos, etc.

Por desgracia es un espacio muy poco explorado, pero los que hablamos la lengua de Cervantes (vivamos de uno u otro lado del Atlántico) estamos obligados a no permitir que se pierda.

*Ramón Moreno Rodríguez es profesor e investigador en el área de la lengua y las literaturas hispánicas, especialista en narrativa española, de la Universidad de Guadalajara (México). Este artículo apareció en The Conversation. Puedes leer la versión original aquí.

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