El Senado de la República busca cambiar la jugada para que deportistas profesionales tengan un salario base igualitario y otros derechos laborales. Se trata de una iniciativa de reforma a la Ley Federal de Trabajo con perspectiva de género, que ya se aprobó en comisiones pero sobre la cual circula mucha desinformación.
No se propone que todas las deportistas mujeres que actualmente están en torneos como la Liga MX Femenil ganen lo mismo que los hombres de equipos varoniles como América o Cruz Azul, por poner un ejemplo.
Lo que plantean las y los legisladores es que haya un salario base igualitario, es decir, que jugadoras y jugadores no sólo de futbol sino también de otros deportes tengan el mismo ingreso mínimo. Y que, a partir de ahí, que de acuerdo con su desempeño y experiencia los equipos definan libremente los diferentes sueldos.
Para explicarte consultamos el dictamen que se construyó con distintas iniciativas legislativas por las y los senadores, y además platicamos con la especialista en género y deporte, Claudia Pedraza. Aquí más detalles:
La Ley General de Cultura Física y Deporte define como deporte profesional a aquel en el que la persona deportista se sujeta a una relación de trabajo, obteniendo una remuneración económica por su práctica, según el artículo 84.
El artículo 85 establece que el deporte profesional se regirá por lo establecido en la Ley Federal del Trabajo, precisamente el marco legal que busca reformar el dictamen propuesto por integrantes de las Comisiones Unidas de Trabajo y Previsión Social, Para la Igualdad de Género y de Estudios Legislativos, Segunda.
Una de las modificaciones legales que se propone es al artículo 297, para establecer que: “Será violatoria del principio de igualdad de salarios la disposición que estipule salarios base distintos para trabajos iguales”.
La senadora Patricia Mercado, integrante de la Comisión de Trabajo y Previsión Social, aclaró el dictamen durante la reunión ordinaria del 15 de noviembre de 2023:
“Lo que estamos planteando no es un salario igual a secas, es un salario base que iguale por el mismo trabajo y por la misma categoría”, pronunció.
Clemente Castañeda, senador de Movimiento Ciudadano que propuso una iniciativa para la igualdad en el deporte, insistió en su cuenta de X que no buscan que un jugador de primera división gane lo mismo que alguien de segunda, o que uno con poca experiencia reciba lo mismo que una jugadora con años de trayectoria.
“Que quede claro que lo que pretendemos igualar es el salario base, un piso parejo inicial. Es falso que vayamos a obligar a clubes a pagar la misma remuneración final”, publicó.
El salario base no debe confundirse con la remuneración final, ya que esta depende de la liga, experiencia y trayectoria, categorías, los resultados y otras compensaciones.
“El salario base podrá contar con aportaciones adicionales derivadas de la categoría de los eventos o funciones, de los equipos o de la experiencia en el deporte profesional”, especifica la reforma al artículo 297.
En entrevista con El Sabueso, la doctora en Ciencias Políticas y Sociales, Claudia Pedraza, explica que lo que se pretende es tener un monto mínimo parejo que no esté a discreción ni sea opaco, para que ganen lo suficiente quienes se dediquen al deporte profesional.
“Esto es un proceso en el que tienen que participar precisamente deportistas, las propias ligas, la Secretaría del Trabajo y otras instancias para determinar cuál es ese monto base. No va a ser el mismo para todas las ligas, no va a ser el mismo en todos los deportes y no se va a establecer ‘por dedazo’, va a ser todo un proceso legal para poder llegar a ese establecimiento de ese salario, por así decirlo, mínimo en la práctica del deporte profesional”, dice.
Tampoco es verdad que el Senado obligó a los equipos a pagar lo mismo a las mujeres que a los hombres porque, como dice Pedraza, se trata de todo un proceso en el que las y los legisladores no fijan un tope en el salario base.
La Secretaría del Trabajo y Previsión Social, en coordinación con el Instituto Nacional de las Mujeres, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos y el Sistema Nacional de Cultura Física y Deporte, fijaría un plazo de 180 días a partir de la publicación del decreto para formular y publicar la política salarial y establecer el salario base.
Sin embargo, de momento la propuesta apenas se aprobó en comisiones y falta que se vote en el pleno del Senado de la República y pase a la Cámara de Diputados.
“Estoy convencida de que esta iniciativa será abrazada por quienes integramos esta legislatura y que la misma encontrará apoyo en la Cámara de Diputados”, dijo en la sesión Blanca Estela Piña, senadora de Morena.
En un documento que Mariana Gutiérrez, presidenta de la Liga MX Femenil, dirigió a las y los senadores, consideró que este dictamen es inviable y acabaría con el sueño de jugar futbol de millones de mujeres en México. Pero en realidad busca garantizar derechos laborales con perspectiva de género.
Además de un salario base igualitario, la propuesta de reforma a la Ley Federal de Trabajo establece como obligaciones especiales de las personas empleadoras inscribir y aportar a la seguridad social a la persona deportista profesional, incluyendo las aportaciones al Fondo Nacional de la Vivienda, con lo que se dará formalidad a este sector.
El artículo 300 de la Ley Federal de Trabajo ya establece mantener un servicio médico privado especializado, pero la reforma especifica que sea con perspectiva de género. Respecto al día de descanso a la semana, agrega que sea sin detrimento a su salario.
“Estas Comisiones Dictaminadoras coinciden con la postura señalada en las iniciativas en análisis al puntualizar que la política deportiva en nuestro país muestra un área de oportunidad en lo concerniente a la perspectiva de género, inclusión de las mujeres y no discriminación por razón de género”, se lee en el dictamen.
El artículo 300 de la Ley Federal de Trabajo incluiría establecer los reglamentos y protocolos para prevenir la discriminación por razones de género y para la atención de casos de violencia sexual.
“En el caso hipotético de que la liga desapareciera no sería por la ley, sería por la falta de voluntad de los clubes para cumplirla”, señala Pedraza, investigadora docente de la Universidad La Salle.
En el documento firmado por Mariana Gutiérrez, presidenta de la Liga MX Femenil, menciona a la iniciativa como reciente, lo que fue desmentido por las y los legisladores que participaron en la sesión del 15 de noviembre.
El dictamen fue elaborado con base en tres iniciativas. La primera fue propuesta desde el 9 de noviembre de 2022, por el Grupo Parlamentario del Partido del Trabajo; en abril de 2023 integrantes de diferentes bancadas presentaron una propuesta similar, y Clemente Castañeda hizo otra.
Kenia López Rabadán, senadora del Partido Acción Nacional (PAN), pidió que se pospusiera la aprobación del dictamen con el argumento de que la presidenta de la Liga MX Femenil solicitó un parlamento abierto.
Sin embargo, Martha Lucía Micher Camarena sostuvo que se ha escuchado a un amplio número de deportistas mujeres y hombres e instituciones.
Blanca Piña, en tanto, destacó que la iniciativa que promovió fue de profesionistas del deporte. De hecho, da el crédito a Paola López Yrigoyen, exjugadora de futbol; Noemi Monroy Enríquez, abogada especialista en derecho del deporte; y Rosario Ortiz integrante de la Red de Mujeres Sindicalistas.
A pesar de los acuerdos y desacuerdos en el Senado o de los diálogos que continúan con la Liga MX Femenil, la especialista Claudia Pedraza resalta la discusión que ha tenido este tema que antes sólo correspondía a personas deportistas o instancias deportivas.
“Se convirtió en un tema público, un tema de discusión pública, y eso me parece que ya es el primer logro”, menciona.
Durante la reunión ordinaria, las y los senadores integrantes de las Comisiones Unidas de Trabajo y Previsión Social, Para la Igualdad de Género y de Estudios Legislativos, Segunda insistieron en que el dictamen aplica a todas las personas deportistas y no sólo a las mujeres futbolistas.
“También está el basquetbol, el béisbol y otros deportes que se juegan profesionalmente en México y que corren la misma suerte. No es posible que tengamos un sector productivo con trabajadores mal pagados y con prestaciones básicas”, comentó la senadora Nancy Guadalupe Sánchez Arredondo.
El dictamen enlista a futbolistas, basquetbolistas, tenistas, boxeadoras, luchadoras y otras semejantes.
“Esto ampliaría el espectro de protección de muchas otras deportistas en deportes que son menos vistos, que están menos en el foco de los medios de comunicación pero, justo por eso, donde se reproducen más prácticas de desigualdad, de discriminación y de violencia”, concluye Claudia Pedraza.
Durante siglos, las pastoras wakhi de Pakistán viajaron a remotos campos de montaña para dar de pastar a sus rebaños. Los ingresos generados fueron fundamentales para transformar su comunidad.
Ayudaron a pagar la atención médica, la educación y el primer camino construido para salir de su valle y conectar con el resto del mundo.
Pero esta forma de vida está desapareciendo.
La serie 100 Mujeres de la BBC se unió a ellas en uno de sus últimos viajes a las regiones de pastoreo.
Nuestro trayecto hasta los pastizales del Pamir es traicionero. Los empinados senderos de montaña serpentean y se retuercen: un paso en falso y se acabó.
Las mujeres silban y gritan a las ovejas, a las cabras y a los yaks para evitar que se desvíen de los estrechos senderos y caigan por la ladera de la montaña.
“Antes había mucho más ganado que ahora”, dice Bano, de unos 70 años. “Los animales saltaban de aquí para allá y desaparecían. Algunos regresaban y otros no”.
En años pasados, cada verano decenas de pastoras wakhi hacían este viaje a través de las escarpadas montañas del Karakoram, en el noreste de Pakistán, con sus hijos pequeños a la espalda.
Entonces dejaban a los hombres en casa para trabajar en el valle de Shimshal.
Hoy en día sólo quedan siete pastoras.
Caminamos ocho horas al día bajo la lluvia, la nieve y un calor abrasador. El viaje que antes les tomaba a las mujeres tres días, a nosotros nos lleva cinco.
Las pastoras, aunque ancianas, siempre van muy por delante del resto mientras nos aclimatamos a la altura.
La amenaza de deslizamientos de tierras está siempre presente y el ruido sordo de los cascos de las ovejas vibra en el suelo, haciendo caer rocas y polvo.
En el pasado era aún más difícil. Antes las pastoras no contaban con chaquetas térmicas ni calzado apropiado para caminar por este terreno.
“Solíamos usar túnicas sencillas. Íbamos descalzas y caminábamos así sobre el hielo”, dice Annar, de 88 años.
Afroze, que ahora tiene 67 años, recuerda haber sido la primera mujer del valle en conseguir un par de zapatos.
“Mi hermano me regaló dos pares cuando me casé”, cuenta. “La gente solía venir sólo para verlos. A menudo los tomaban prestados, junto con mi vestido, para las bodas”.
Cuando finalmente llegamos a Pamir, a casi 5.000 metros sobre el nivel del mar, los exuberantes pastos verdes aparecen ante nosotros y los arroyos de reluciente agua glacial se abren paso a través del paisaje, rodeados de escarpados picos cubiertos de nieve.
“Hemos caminado por estas tierras junto a nuestras madres y abuelas. Y como nosotras, ellas eran pastoras, batían mantequilla y hacían yogur“, evoca Annar, mientras las mujeres cantan y bailan.
Un grupo de 60 casas de piedra, abandonadas y cerradas, dan pistas de un estilo de vida en desaparición.
Al ser la pastora de más edad, Annar besa la puerta de uno de los ranchos, dice una oración y entra llevando una hornilla con hojas ardiendo.
“Nuestros mayores nos enseñaron a utilizar la planta spandur. Nos dijeron que la tuviéramos siempre cerca, ya que aleja los problemas”, dice mientras se asegura de que el humo toque a todos los animales.
En el pasado, para ahuyentar a los lobos y leopardos dormían en los tejados, incluso en las condiciones climáticas más adversas. También fabricaban trampas y quemaban hogueras.
“Por la noche estaba completamente oscuro”, expone Annar, “no teníamos luz ni antorchas y ni siquiera veíamos lo que habíamos perdido hasta la mañana siguiente”.
También recuerda momento muy duros. Como cuando un verano enterraron a 12 niños en los pastizales. Entre ellos estaban su hijo y su hija.
Y es que en las montañas no había médicos ni centros de salud.
“Me quedé con las manos vacías, así como ahora”, suspira Annar, abriendo y cerrando los puños, sintiendo todavía el dolor de hace casi 60 años.
Con el paso de los años, las pastoras se convirtieron en exitosas empresarias.
“Recolectábamos leche de los animales para hacer yogur y productos lácteos. Esquilamos las ovejas e hicimos cosas para llevar al pueblo”, dice Bano.
La comunidad wakhi dependía del trueque y, a cambio de sus productos, la gente construía chozas y casas para las mujeres.
Afroze ganó lo suficiente para construir dos casas, una en Shimshal y otra más lejos, en Gilgit, la ciudad más cercana.
“He ganado mucho con este lugar”, dice con orgullo. “Pagó las bodas de mis hijos. Pagó su educación”.
La combinación del pastoreo de las mujeres y la agricultura de los hombres supuso un punto de inflexión para toda la comunidad, que estuvo desconectada del resto del mundo hasta principios de la década de 2000.
Las dos actividades ayudaron a financiar la única carretera que sale del valle de Shimshal y que une el pueblo con la autopista Karakoram que se extiende entre Pakistán y China.
Los viajes que antes duraban días se redujeron a horas y la vida se transformó. Hubo un mejor acceso a la atención médica y la educación y surgieron nuevas ideas.
El hijo de Bano, Wazir, lleva ahora una vida muy diferente. Dirige una empresa turística que organiza excursiones de senderismo, montañismo y visitas culturales.
“Nuestras prioridades cambiaron cuando se abrió la nueva carretera”, afirma. “Fue entonces cuando comencé mi negocio”.
Fazila, de 24 años, es propietaria de la primera casa de huéspedes en el valle de Shimshal, que su padre construyó antes de fallecer.
Su madre es pastora, aunque su mala salud le impidió ir a los pastizales este año.
“Nuestras madres nos animaron a centrarnos en los estudios en lugar de pastorear. Nos dijeron que lo hiciéramos para no pasar las mismas dificultades que ellas“, explica.
“Tenemos la libertad de hacer lo que queramos. Si no hubiera seguido mis estudios, estaría viviendo la misma vida dura que ellas. El ciclo habría continuado“.
Mientras conduce su jeep por las escarpadas montañas, Wazir está de acuerdo: “Gracias a nuestras madres tenemos médicos, ingenieros y muchos otros profesionales”.
Sentadas juntas compartiendo recuerdos, las pastoras ancianas están felices de ver que sus hijos están bien, pero hay un matiz de tristeza porque los viajes a los pastos del Pamir ya no son viables.
“El pastoreo es más que un trabajo. Sentimos un fuerte vínculo con Pamir. Es hermosa como una flor. Es nuestro tesoro“, dice Afroze.
Y mientras Annar camina lentamente hacia el cementerio donde enterró a sus hijos, sus ojos se llenan de lágrimas.
“Quiero morir en Pamir para poder ser enterrada junto a mis hijos”, dice. “Cuando vuelvo a los pastizales, vuelvo a ellos”.
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