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Reforma para disminuir la jornada laboral: de qué se trata, en qué punto está y quién se opone
Reforma para disminuir la jornada laboral: de qué se trata, en qué punto está y quién se opone
FOTO: MOISÉS PABLO/CUARTOSCURO.COM
6 minutos de lectura

Reforma para disminuir la jornada laboral: de qué se trata, en qué punto está y quién se opone

La Junta de Coordinación Política aprobó que primero se realice un parlamento abierto, donde se discutan sus ventajas y desventajas
15 de octubre, 2023
Por: Óscar Nogueda
@ 

La Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados aprobó desde abril pasado una iniciativa para disminuir de seis a cinco los días laborales en México, que por ley en una semana una trabajadora o trabajador dedique máximo 40 horas a su labor, y tenga asegurados por lo menos dos días de descanso. 

Sin embargo, desde entonces la propuesta que implica un cambio a la Constitución no ha logrado avanzar para ser discutida en el pleno de dicha Cámara. La Junta de Coordinación Política aprobó que primero se realice un parlamento abierto, donde se discutan sus ventajas y desventajas, mientras figuras políticas como la senadora y virtual candidata del Frente Amplio por México, Xóchitl Gálvez, han señalado que están en contra de la iniciativa. 

¿Pero qué dice el dictamen y qué ha impedido su avance? Te explicamos: 

La reforma es al artículo 123

Actualmente, el texto constitucional menciona que “por cada seis días de trabajo deberá disfrutar el operario de un día de descanso, cuando menos”, además indica que todo contrato laboral incluirá una jornada laboral máxima de 8 horas.

En abril del 2023, la Comisión de Puntos Constitucionales aprobó por mayoría un dictamen para modificar el apartado A del artículo constitucional 123, y establecer que sean cinco días de trabajo por dos de descanso. 

Esto a partir de una propuesta de la diputada morenista Susana Prieto Terrazas.

Reforma para disminuir la jornada laboral: de qué se trata, en qué punto está y quién se opone

La iniciativa refiere que con el cambio se busca mantener la salud física y mental de los trabajadores, y equilibrar la relación de tiempo de trabajo y descanso para que las personas puedan mejorar en el ámbito familiar, físico y social de las personas. 

“Las ventajas de la propuesta consisten en recuperar el desgaste físico e intelectual, mayor convivencia con la familia, disminuir la incidencia de enfermedades como alcoholismo, depresión, ansiedad, intolerancia, entre otras, así como evitar alteraciones emocionales y mejorar hábitos de vida”, señala la iniciativa. 

Según la diputada, esta propuesta no tiene un impacto presupuestario, ya que no crea instituciones, ni impone obligaciones, cargas, derechos o procedimientos, aunque como mencionaremos con detalle más adelante, organizaciones empresariales tienen una opinión distinta.  

Discusión pospuesta

Desde el inicio del nuevo periodo de sesiones de la Cámara de Diputados, el 1 de septiembre, los diputados no habían discutido la iniciativa, incluso el 19 de septiembre fue pospuesta la discusión debido a que no estaba previsto el tema en la junta de coordinadores parlamentarios. 

El 3 de octubre, la Junta de Coordinación Política (Jucopo) anunció la apertura de un parlamento abierto para discutir esta propuesta, con el fin de escuchar a todos los involucrados y atender detalles, como el impacto presupuestal de la reforma. 

“Vamos a escuchar todas las voces, no solo partidistas, también sindicales, académicas, especialistas, ciudadanas, con el objetivo de perfeccionar, no de negar, aspirando a perfeccionar en la medida de lo posible”, refirió el diputado panista Jorge Romero Herrera. 

Las sesiones de parlamento abierto serán los días 16 y 23 de octubre, así como 6 y 13 de noviembre. Las conclusiones, se refirió, se darán a conocer el 21 de noviembre. 

Romero Herrera espera que los partidos puedan alcanzar un consenso antes del fin del periodo de sesiones, el próximo 15 de diciembre.  

Al ser una reforma constitucional, la modificación del artículo 123 necesita ser aprobada por dos terceras partes (mayoría calificada) del pleno de la Cámara de Diputados. Posteriormente, sería analizada y votada por el Senado de la República, donde también necesita ser aprobada por mayoría calificada.  

Como siguiente paso, la reforma tendría que ser avalada por 17 congresos estatales y ser publicada en el DOF. 

“No es el momento oportuno”: Xóchitl Gálvez 

El 11 de octubre pasado la senadora Xóchitl Gálvez dijo en una reunión con la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) que no era el momento oportuno para la aprobación de esta iniciativa, ya que “estamos saliendo de una situación económica difícil”. 

“Tenemos que construir ese momento oportuno con diálogo, con los empleados, con los trabajadores”, señaló la virtual candidata, como te contamos en esta nota.  

La senadora aseguró que esta disminución no le conviene de momento a los trabajadores porque están endeudados derivado de la crisis económica provocada por la pandemia de COVID-19, aunque a futuro sí debería considerarse, logrando un acuerdo entre trabajadores y empresarios. 

El Sabueso contactó al equipo de comunicación de la Senadora para ampliar su visión frente a esta reforma. Hasta el momento de la publicación de esta nota, no se obtuvo alguna respuesta.

Estos señalamientos se unen a los ya mencionados por la Coparmex. El presidente de la Comisión Laboral de la confederación, Ricardo Barbosa Ascencio, sostuvo que esta iniciativa es inviable económicamente por las afectaciones que podría causar a pequeñas y medianas empresas.

También señaló que la propuesta podría tener un impacto en las nóminas, lo cual encarecería los productos y servicios en el país. Igualmente, enfatizó que disminuir la jornada laboral a 40 horas obligaría a varias empresas a migrar a la informalidad, lo cual afectaría la recaudación de impuestos.  

“Afortunadamente hemos tenido buena comunicación con el gobierno federal, con la Secretaría del trabajo que comparten nuestra visión de que no es el momento adecuado y sobre todo que no puede ser de 48 a 40 horas”, dijo Ascencio. 

Panorama laboral en México 

Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México es el segundo país que más horas trabaja al año, con 2 mil 226 horas anuales trabajadas. El primer lugar le corresponde a Colombia que reporta 2 mil 405 horas. 

En esta nota te explicamos que estas horas reportadas por la OCDE son solo una guia, ya que existe una práctica común de no reportar horas extra trabajadas y que generalmente no son remuneradas correctamente. 

Como nos explicó el especialista en derecho laboral, Enrique Santos, hay muy poca observancia respecto al cumplimiento de la jornada laboral porque hay trabajadores que tienen que laborar más de las 48 horas de trabajo base sin paga extra.

El informe de índice de Vida de la OCDE indica que en México 27% de los empleados tienen un trabajo remunerado con horarios muy largos, esta cifra es mayor al promedio de la organización (10%). Esto provoca que los trabajadores dedican menos horas al ocio y cuidado personal. 

Santos refirió que se necesitan más regulaciones y mejor observancia del cumplimiento de la ley en términos de jornada laboral, así como la reducción de la jornada debería realizarse paulatinamente para permitir la adaptación y fortalecer los mecanismos legales. 

Por otro lado, Mayeli Cabral, socia de la firma Chevez Ruiz Zamarripa, explicó a El Economista que los empleadores no pueden reducir el salario al disminuir la jornada laboral.  Sin embargo, expertos aclararon que los pagos por hora o comisiones, así como los bonos podrían reducirse debido a la disminución de horas máximas a laborar. 

La Recomendación 116 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) establece que la duración normal del trabajo debería reducirse progresivamente a las 40 horas semanales sin disminución alguna del salario que los trabajadores estén percibiendo.

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Imagen BBC
¿Qué fue el movimiento literario del ‘Boom Latinoamericano’ al que perteneció Vargas Llosa?
7 minutos de lectura

Este movimiento, que traspasó lo literario, puso a América Latina en el mapa mundial.

14 de abril, 2025
Por: BBC News Mundo
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“El Boom es un cruce de caminos del destino individual y el destino colectivo expresado en el lenguaje”.

Cuando el escritor mexicano Carlos Fuentes describía así el fenómeno literario del que él mismo fue parte, plasmaba en una sola frase las aristas que tocó. Porque si bien el Boom marcó a varios autores y los encumbró ― a algunos de ellos hasta el máximo galardón, el Nobel de Literatura―, también puso el foco en América Latina, y todo con un lenguaje rico y único.

El Boom latinoamericano, además de abarcar una generación fabulosa en las letras latinoamericanas que empezó a darse a conocer en la década de los 60 y explotó en toda su dimensión en los 70, fue un movimiento editorial, social y cultural.

Hablar del Boom pasa por nombrar a Julio Cortázar (1914-1984), Carlos Fuentes (1928-2012), Gabriel García Márquez (1927-2014) y, cómo no, a Mario Vargas Llosa (1936-2025), quien fue el más joven de todos ellos. Todos hombres, sí, algo que generó críticas, como veremos más adelante.

Con la muerte de Vargas Llosa este 14 de abril se va también el último exponente de la generación que hizo que muchos críticos y lectores consideren a la de América Latina como la gran literatura mundial de la segunda mitad del siglo XX.

Un contexto regional agitado

Gabriel García Márquez con Fidel Castro.
Getty Images
Gabriel García Márquez con Fidel Castro.

Es imposible entender el Boom literario latinoamericano sin el contexto político, económico y social que lo acompañó.

Se fragua en una América Latina que se convirtió, sobre todo tras el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, en otro escenario más de enfrentamiento entre Estados Unidos y Rusia durante la Guerra Fría.

Guerrillas, golpes de Estado, dictaduras militares, movimientos de liberación. En definitiva, a partir de los años 60 la región se caracterizó por fuertes cambios sociales e inestabilidad política, pero también por una ebullición de ideas que fueron un magnífico caldo de cultivo para el Boom literario.

Aunque años después se distanciaron ideológicamente, según recordaba el propio Vargas Llosa, los representantes de Boom vivieron una época de esplendor en la que no había rencillas entre ellos sino una “enorme fraternidad y convencimiento de que la literatura latinoamericana era importante y tenía un denominador común”.

A la vez, el mundo viró sus ojos hacia América Latina.

París-Barcelona-América Latina

No hay una fecha específica que dé arranque al Boom.

Incluso hay variedad de opiniones sobre qué obra literaria es la primera de este movimiento, pues mientras para algunos es “Rayuela” (1963) del argentino Julio Cortázar, para otros es “La ciudad y los perros”, de Mario Vargas Llosa.

El peruano terminó esta novela en1961, pero no encontró ninguna editorial latinoamericana que la publicara. Es entonces cuando entra en juego uno de los impulsores del Boom: Carlos Barral, de la editorial Seix Barral, ubicada en Barcelona.

Este encontró entre los manuscritos desechados de su sello una obra que le impactó. Tanto que decidió trasladarse a París para conocer a su autor. Allí, convenció a Vargas Llosa de que presentara su obra a concurso y terminó como ganadora del Premio Biblioteca breve en 1962, para publicarse el mismo año que “Rayuela”, en 1963.

Julio Cortázar.
Getty Images
“Rayuela” de Julio Cortázar vio la luz en 1963, el mismo año que “La ciudad y los perros”.

En su día, la agente literaria Carmen Balcells dijo que “‘La ciudad y los perros’ es el libro más emblemático, con el que se afirma y establece el Boom”.

Lo cierto es que a partir de su publicación, Seix Barral se plantea editar a más autores latinoamericanos y la labor de Carlos Barral hace no solo que se lea a estos escritores fuera de sus fronteras, sino que se conocieran entre ellos, establecieran vínculos personales y se influenciaran en sus manuscritos.

Como dijo Carlos Fuentes en 1968, “la obra de García Márquez es incomprensible sin la de Cortázar, y la de Cortázar es incomprensible sin la de Vargas Llosa, y se establece toda una red que corresponde a algo muy real. Porque yo sé que cada uno de nosotros es muy consciente de lo que están haciendo los demás”.

Un ruptura con lo cotidiano

Si en las calles de América Latina hervían las ideas revolucionarias, precisamente revolucionar la literatura misma era el objetivo de los escritores del Boom.

Se consideraban “huérfanos de generación literaria”, es decir, sin ningún “padre” del que beber sus influencias.

Y la originalidad, tanto en la forma como en la estética, fue parte del sello de identidad del Boom, que tanto en novela como en cuento fue un movimiento de vanguardia. No hay sino que pensar en la estructura novedosa de “Rayuela” y sus múltiples modos de ser leída como en los ricos o en los diversos mundos de cualquier obra de García Márquez.

Carlos Fuentes.
Getty Images
El mexicano Carlos Fuentes también fue parte del Boom.

Precisamente, el “realismo mágico” fue otra de las características del Boom: una ruptura de los límites espacio-temporales con historias que, a la vez, valiéndose de lo que podría denominarse fantasía, relataban una realidad política, histórica y social cruda.

Todo ello con un modo también novedoso en el lenguaje, plagado de neologismos, juegos de palabras y el uso de la lengua vernácula, es decir, aquella sin gramática ni diccionarios, la que, en principio, tiene menos prestigio social pero que sin duda logra pintar con una paleta de colores mucho más amplia a sus personajes y acerca al lector otras realidades.

Las críticas al Boom

Como decíamos al inicio, hablar del Boom es nombrar a Vargas Llosa, Fuentes, Cortázar o García Márquez.

José Donoso o Guillermo Cabrera Infante, según quién, entrarían también en esta categoría del Boom.

Siendo esta una extraordinaria camada de escritores, no es de extrañar que años después la crítica se centrara en su principal carencia: la diversidad.

Empezando porque, en paralelo, había también un grupo excepcional de escritoras, muchas de las cuales incluso ahora solo son conocidas en sus países. Y a veces ni siquiera en ellos.

Un rápido repaso mental de las más conocidas nos da, por ejemplo, a la uruguaya Cristina Peri Rossi; a las mexicanas Elena Garro, Rosario Castellanos y Elena Poniatowska; la argentina Luisa Valenzuela, la colombiana Albalucía Ángel y las brasileñas Nélida Piñon y Clarice Lispector. Y faltan muchas.

La escritora Cristina Peri Rossi
Getty Images
La escritora Cristina Peri Rossi (Uruguay, 1941).

La escritora mexicana Carmen Boullosa (“Las paredes hablan” y “La mano de Lepanto”), de la generación inmediatamente posterior, es una apasionada del tema y recuerda bien esos años.

“Me acuerdo que mi librero, cuando yo era jovencita, por supuesto que tenía a Donoso, García Márquez, Cortázar, Reinaldo Arenas. Muchísimos varones en español. Y tenía muchas autoras de otros idiomas: Katherine Mansfield, Virginia Woolf, Anaïs Nin, Emily Brontë, que habían alcanzado el prestigio literario para llegar al inocente librero de una jovencísima escritora.

“En cambio, no tenía -y ahora que lo pienso me parece casi un crimen- a Rosario Castellanos, que fue una grandísima autora estrictamente contemporánea a la gente del Boom… (La novela) ‘Los recuerdos del porvenir’ la publicó Elena Garro en 1963 (el mismo año que Cortázar sacó “Rayuela” y Vargas Llosa “La ciudad y los perros”). Y el Boom no las tomó a ninguna de las dos. Ahí es donde uno ve que es mucho el asunto de género”.

Aunque también, siendo América Latina tan diversa en colores, tampoco tuvo el Boom variedad en ese sentido.

El empeño de Carmen Balcells

Aunque las plumas femeninas fueron las grandes olvidadas en el Boom, hay una mujer sin cuyo esfuerzo y dedicación este florecimiento literario no habría sido posible.

Es Carmen Balcells, la que es considerada la agente literaria en lengua española más importante del siglo XX.

A Balcells, nacida en Lleida (Cataluña) en 1930, se le atribuyen dos enormes logros: profesionalizar el mundo editorial y ser la impulsora del Boom latinoamericano.

Mario Vargas Llosa y Carmen Balcells.
Getty Images
Carmen Balcells fue una gran impulsora del Boom latinoamericano.

Entre los autores a los que representó hay seis premios Nobel, entre ellos Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y Pablo Neruda.

Fue precisamente Vargas Llosa quien la apodó como “la Mama Grande la de novela latinoamericana”

Por poner solo uno de los hitos de su carrera, fue ella la que le consiguió su primer editor a Gabriel García Márquez. Y en las décadas de los 60 y 70 se convirtió en un vínculo clave entre España, América Latina y el resto del mundo.

Volviendo a la cita inicial de Carlos Fuentes, su destino se cruzó con el de estos escritores―de los que despedimos ahora a su último exponente―, y todos marcaron un rumbo que puso a la América Latina más literaria en el mapa mundial para siempre.

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BBC

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