
Las autoridades mexicanas acumulan 23 recomendaciones por violaciones graves de derechos humanos emitidas por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) entre el 1 de octubre de 2024 y el 15 de noviembre de 2025. Las instituciones que recibieron más recomendaciones fueron la extinta Policía Federal, el Ejército y la Marina.
De las 23 recomendaciones, solo cinco corresponden a los gobiernos morenistas de Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum Pardo.
En el Día de los Derechos Humanos, especialistas consultados por El Sabueso mencionan que la CNDH apuesta por la cantidad de sus recomendaciones y deja de lado la calidad, lo que provoca que las víctimas pierdan el acceso a mecanismos de reparación, como el fondo de víctimas de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV).
Agregan que las recomendaciones emitidas no atienden las causas estructurales de las violaciones de derechos humanos y están mal integradas, por lo que no pueden prevenir futuras transgresiones.
Entre el 1 de octubre de 2024 y el 15 de noviembre de 2025, la CNDH emitió 23 recomendaciones por violaciones graves de derechos humanos, de las cuales solo cinco corresponden a hechos de los gobiernos morenistas.
Especialistas y organizaciones coinciden en que las recomendaciones emitidas por la actual CNDH presentan deficiencias técnicas, falta de investigación y debilidad en la determinación de responsabilidades. Además, la mayoría de las recomendaciones corresponde a hechos previos a los gobiernos de Morena, incluso de la década de 1990.
“En la emisión de recomendaciones por violaciones graves, la CNDH concentró sus esfuerzos en mayor medida en analizar eventos ocurridos en administraciones previas a las del presidente López Obrador, pues de las 132 recomendaciones de este tipo reportadas por la CNDH, la enorme mayoría, 115, son relativas a hechos ocurridos antes del 1 de diciembre de 2018, cuando inició la administración federal de dicho mandatario”, se lee en el informe de gestión de la CNDH del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh).
De acuerdo con una revisión de las 23 recomendaciones por violaciones graves de derechos humanos, estos instrumentos fueron dirigidos a policías estatales de Tamaulipas y Sinaloa, así como a miembros de la Marina y el Ejército. En estas recomendaciones la CNDH reportó actos de tortura, uso excesivo de la fuerza y asesinato de civiles.
El 1 de octubre de 2024, fecha de la toma de protesta de la presidenta Claudia Sheinbaum, personas migrantes fueron atacadas por elementos de la Sedena en la carretera Villa Comaltitlán–Huixtla, Chiapas. Según la CNDH, se identificó a 33 migrantes provenientes de Egipto, Nepal, Cuba, India, Pakistán y países árabes; cuatro murieron, incluida una menor de edad, 12 fueron hospitalizados y 17 resultaron ilesos.
Aunque la FGR separó a dos militares tras el incidente, la violencia continuó. En el fin de semana posterior, tres personas murieron a manos de militares y elementos de la Guardia Nacional.
El 11 de octubre, Yuricie Rivera Elizalde, enfermera del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), murió por disparos del Ejército en Nuevo Laredo. Un día después, en el mismo municipio, Lidia Galván Reséndez y su nieta, Lidia Iris Fuentes Galván, quedaron atrapadas en una persecución: la niña murió por impactos de bala. Ese mismo día, Diego Alfredo, de 18 años, falleció dentro de una camioneta perseguida por personal militar y de la Guardia Nacional; presentaba huellas de tortura y estaba desarmado.
De acuerdo con la CNDH, sí hubo un crecimiento sostenido en el número de recomendaciones de violaciones graves:
Para los especialistas, este aumento de recomendaciones no estuvo ligado a la calidad. Adalberto Méndez explica que “son recomendaciones que se emiten para cumplir la estadística, mas no para poder garantizar el derecho”.
De acuerdo con Adalberto Méndez, exconsejero del consejo consultivo de la CNDH (2021-2023), las recomendaciones de la comisión son “resoluciones de carácter recomendatorio, no tienen la fuerza vinculante de una sentencia; sin embargo, sí genera digamos un señalamiento público o el uso de carácter ético moral para las instituciones que están incumpliendo”.
En ese sentido, el principal objetivo de las recomendaciones debe ser someter a escrutinio público a las autoridades, brindar evidencia y permitir el reconocimiento de las víctimas. De acuerdo con Adalberto Méndez, una buena recomendación abre la puerta para que las víctimas puedan acceder a mecanismos de reparación como el fondo de la CEAV.
“Cabe resaltar que la actual CNDH se ha abstenido de emitir recomendaciones o pronunciarse frente a eventos de amplia trascendencia pública en los que miembros de la Guardia Nacional y la Sedena habrían cometido graves violaciones”, menciona el informe del Centro Prodh.
Aunque la CNDH reconoce graves violaciones por parte de las Fuerzas Armadas, Adalberto Méndez señala que la Comisión ha defendido la militarización de López Obrador, la cual ha continuado con Claudia Sheinbaum.
Según los especialistas, la CNDH ha fallado en reconocer las problemáticas estructurales de las violaciones a los derechos humanos en el país y ejemplifican que el Comité contra la Desaparición Forzada y el relator en materia de tortura han mencionado que las desapariciones y la tortura son un problema generalizado en México.
Como te contamos, el gobierno de Claudia Sheinbaum y la propia CNDH han utilizado datos engañosos para minimizar las desapariciones en el país. A pesar de ello, la Comisión ha emitido recomendaciones contra autoridades por su probable participación en este delito.
“Que la CNDH diga que no hay una crisis de desapariciones en México es vergonzoso. Hay 125,000 desaparecidos, ¿a partir de qué número sería una crisis para la CNDH? Si 125,000 desaparecidos no es una crisis de desaparecidos, si 72,000 cuerpos en espera de ser identificados no es una crisis, si el 99 % de impunidad en desaparición no es una crisis, ¿qué es una crisis?”, criticó Jacobo Dayán, especialista en Derechos Humanos.
Adalberto Méndez afirma que “el tema de reactivación del artículo 34 de la convención sobre desaparición forzada es un síntoma de la que la CNDH no está sirviendo”. El artículo 34 de la convención establece que el Comité investigará si las desapariciones forzadas son sistemáticas en un país y si lo identifican de esa forma, la situación se llevará ante la Asamblea General de las Naciones Unidas.
En 2025, la CNDH recibió un presupuesto de 1,722 millones de pesos y tendrá un incremento nominal del 3.6 % para 2026. Sin embargo, la comisión acumula cuestionamientos en temas de transparencia, falta de contrapesos, como la ausencia del consejo consultivo, incluso tras tres años de la renuncia masiva y una clara inscripción a un movimiento político.
También, Adalberto Méndez sostiene que los perfiles al frente del organismo han sido politizados: “No son titulares realmente destacables o que puedan destacar por su pericia o trayectoria en la protección de los derechos humanos, son perfiles politizados y eso también está mermando a la funcionalidad de la comisión”.
A esto se suman denuncias contra la ahora titular reelecta, Rosario Piedra Ibarra, por presunta corrupción, falsificación de documentos, parcialidad a favor del gobierno y mal desempeño. Fue la peor evaluada en la evaluación de la Comisión de Justicia en el Senado e incluso el Comité Eureka —la organización de familiares de desaparecidos fundada por la madre de Rosario Piedra— hizo pública su oposición a la reelección.
De acuerdo con un análisis de El Sabueso a las 23 recomendaciones, entre las principales acciones ordenadas por la CNDH destacan medidas de capacitación como:
Sin embargo, de acuerdo con el exconsejero de la CNDH, estas medidas resultan insuficientes para garantizar una reparación integral y evitar futuras violaciones de derechos humanos. El Centro Pro destaca que la comisión no fue exhaustiva en sus recomendaciones ni sus esfuerzos fueron acordes a la magnitud y naturaleza de las violaciones ocurridas.
“Entre ellos hay casos en los que, a pesar de tratarse de graves violaciones como tortura y ejecución extrajudicial, la CNDH limitó sus recomendaciones a que se iniciaran procesos administrativos al interior de las instituciones a las que pertenecen las autoridades responsables”, refiere el informe del Centro Pro.
“No es con Rosario (Piedra Ibarra) el problema, no ha habido un ombudsman que realmente tenga esa capacidad de decir: soy independiente cinco años, no me importa la reelección, vamos a empezar a llamar a las autoridades que den cuenta de por qué no están cumplimiento las recomendaciones; ahí te das cuenta que realmente se terminan alienando al poder”, concluye el exconsejero.

Un encuentro en la selva desencadenó una carrera entre jardineros, nobles, inventores… y transformó los espacios en los que vivimos.
“El 1 de enero de 1837, mientras luchábamos contra las dificultades que las plantas del río Berbice presentaban a nuestro avance, vi en un pequeño arroyo una hoja gigantesca, cuyo borde se alzaba unos centímetros sobre el agua; y al acercarme más, me impresionó la aparición de una flor que, por su magnífica belleza, superaba todo lo que había visto hasta entonces“.
Así relató Sir Robert H. Schomburgk, explorador y botánico alemán al servicio del Imperio británico, en el Journal de la Real Sociedad Geográfica, su primer encuentro con la majestuosa planta acuática que pronto cautivaría a sus contemporáneos.
Schomburgk no fue el primero en maravillarse con semejante espectáculo.
Décadas antes, el naturalista checo-alemán Thaddäus Haenke ya había registrado sus hojas colosales cerca de la frontera entre Bolivia y Paraguay, y poco después el francés Alcide d’Orbigny también la describió durante sus viajes por Sudamérica.
Aun así, ni entonces ni ahora se atenúa el asombro que provoca contemplar por primera vez esta extraordinaria creación de la naturaleza.
Al Museo Nacional de Historia Natural de París llegaron hojas, flores y semillas, pero no les prestaron mucha atención.
En Reino Unido sucedió todo lo contrario.
El país estaba obsesionado por la botánica, con nuevas plantas llegando a diario, a medida que se exploraban nuevos territorios que se sumaban al que llegaría a ser el Imperio más grande del mundo.
La Guyana, en ese entonces llamada British Guiana, había sido cedida por los neerlandeses a los británicos dos décadas antes, pero hasta el viaje de Schomburgk aún era virtualmente desconocida para los europeos.
El hallazgo en ese lugar de tan formidable especimen coincidió con el ascenso al trono de la joven Victoria, así que no extraña que llevara su nombre: Victoria regia (más tarde Victoria amazonica).
Fue instantáneamente aclamada como una de las maravillas de la época victoriana y no sólo provocó una fascinación entre sus súbditos, sino también una feroz competencia entre los aristócratas por lograr que esa joya tropical floreciera lejos de su tierra natal.
Pero además, sus hojas inspiraron el diseño del Crystal Palace (el Palacio de Cristal) de Londres, un hito por su audacia y ligereza cuyo uso pionero de hierro y vidrio a gran escala así como su nueva concepción del espacio interior lo convirtió en piedra fundacional de la arquitectura moderna.
Hoy seguimos viviendo su legado.
Su influencia -tanto técnica como conceptual- perdura en la mayoría de los edificios contemporáneos que privilegian la ligereza, la transparencia, la funcionalidad y la industrialización de los materiales.
Cuando las semillas de Victoria regia llegaron a Inglaterra, el reto de cultivarlas absorbió a algunos de los personajes más eminentes y emprendedores de la época.
No era porque se esperara que la nueva planta fuera fuente de algún remedio desconocido para la medicina o de alguna gran riqueza hasta entonces inexplotada, subraya Tatiana Holway en su libro “La flor del Imperio”.
La razón era la pasión… por las flores.
Todas las flores, desde las más comunes hasta las más raras, enloquecían a la sociedad británica de esa era, al punto que, quienes se podían dar el lujo, no dudaban en pagar más del equivalente de US$10.000 por un nuevo especimen.
Agrégale, en el caso de ese nenúfar amazónico, otros ingredientes: la aventura de encontrarla, traerla a Inglaterra y el desafío de hacerla crecer, lo que implicaba ambición hortícola, visión científica y fascinación por lo exótico.
Encima, por mucho que lo intentaron, resultó dificilísimo cultivarlas.
Aunque en el famoso jardín botánico londinense Kew Gardens los especialistas lograron que las semillas germinaran, no pudieron mantener vivas a las plantas durante los inviernos.
Crucialmente, allí y en los otros jardines botánicos y colecciones privadas que recibieron algunas de las semillas que envió Schomburgk, los horticultores y botánicos fracasaron en su empeño por que la Victoria regia floreciera.
Eso añadió un nuevo ingrediente que alimentó la obsesión: la gloria que supondría ser el primero en despertar la floración.
Así se desató una feroz competencia entre los aristócratas más acaudalados, cada uno empeñado en verla abrir sus pétalos en sus dominios.
La carrera por conseguirlo se tornó en un espectáculo cuyo público era internacional, y su escenario, los invernaderos desplegados por toda Inglaterra.
El más grande de todos, de hecho el edificio acristalado más grande del mundo en esa época, se llamaba el Great Stove (literalmente ‘la gran estufa’), y estaba en los jardines de Chatsworth House, el hogar ancestral de la familia Cavendish, cuyos varones primogénitos heredan el título de duque de Devonshire.
William Cavendish, el duque de Devonshire, dedicaba su atención a las plantas exóticas de su invernadero, asistido por un joven jardinero que pronto se haría célebre: Joseph Paxton.
Paxton era el hijo de un agricultor, y había sido uno de los primeros jóvenes en pedir una plaza en los jardines de entrenamiento de la nueva Sociedad Hortícola.
Fue una idea tremendamente atinada, porque de ahí fluyó su futuro.
El duque lo había contratado cuando tenía 23 años, y le había concedido la libertad de entregarse a sus pasiones en todos los aspectos de la horticultura, incluida la nueva y muy exclusiva ciencia de la construcción de invernaderos.
Ambos rebosaban de entusiasmo y planes ambiciosos, y con el dinero del duque y la imaginación del jardinero, comenzaron a experimentar con el vidrio, creando espacios que recreaban lugares distantes y ampliando la ciencia de la horticultura de formas novedosas.
Fue para resolver el problema de acomodar la creciente colección de plantas exóticas del duque que Paxton diseñó y construyó el Great Stove, que se extendía casi 70 metros de un extremo a otro y se alzaba más de 20 metros.
El costo fue enorme, pero el resultado, mágico, como comprobó en una visita la reina Victoria.
Quedó encantada con un paseo en carruaje en su interior, iluminado por 5.000 velas, con aves tropicales volando entre la exótica vegetación, peces en los estanques, cristales de roca y escaleras en espiral para poder ver las cimas de los árboles.
Nunca se había hecho nada parecido.
Lo que ni la reina, ni ninguno de los otros visitantes veían era lo que generaba ese calorsito que sentían al entrar al lugar.
Era una hazaña silenciosa.
Con ocho calderas ocultas, se mantenía la temperatura para simular una zona templada en un extremo y una zona subtropical en el otro.
Había túneles para transportar el carbón que alimentaba las calderas sin que los encargados fueran vistos, y tenía ventiladores en los cimientos de mampostería y en el techo para hacer circular el aire.
Las chimeneas también estaban escondídas para que el humo y vapor salíera lejos, en lo alto de una colina.
Así que cuando empezaron los intentos de cultivar Victoria regia en Inglaterra, entre todos los invernaderos importantes del país, incluido el de Kew Gardens, el Great Stove no sólo era el más grande, sino también el más avanzado.
Eso, y la fórmula de éxito: Paxton estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para que floreciera, y Cavendish, dispuesto a pagar para que así fuera.
Pero el horticultor y el duque sólo recibieron semillas de esa planta amazónica por primera vez en 1849, más de una década después de que Schomburgk se topara con ella en Guyana y enviara un lote pequeño a Londres.
En sus años de experiencia, Paxton había comprendido que si quería hacer que una planta floreciera, tenía que entender de dónde venía.
Sabía que para la Victoria regia necesitaba crear un entorno donde el agua se mantuviera en movimiento, así que instaló unas pequeñas ruedas en el estanque en el que las iba a cultivar.
Para mantener la temperatura adecuada, colocó tuberías bajo la tierra en el fondo.
Y se aseguró de que el agua tuviera lo necesario para alimentar las plantas.
Pronto sus plántulas empezaron a crecer, con la rapidez impresionante que las caracteriza: en su habitat natural, sus hojas pueden alcanzar un diámetro de unos tres metros a una velocidad increíble, de hasta 2,5 centímetros por hora.
En los invernaderos no alcanzaban semejantes proporciones, pero aun así desplegaban expansiones sorprendentes en poco tiempo.
Cuando el verano terminó, y las noches se hicieron más largas, Paxton supuso que sus Victoria regia morirían, como había sucedido hasta entonces.
No obstante, canceló un viaje que tenía previsto y le pidió al duque que le permitiera quedarse con ellas.
Y a principios de noviembre, le escribió para contarle que había salido un botón, que se había abierto, y que luego un tinte rosado se había extendido desde el centro hasta los bordes del pétalo.
Paxton había ganado la competencia, y su premio era el prestigio.
Ufano, le escribió al director de Kew Gardens, Sir William Jackson Hooker.
“Estimado Sir William:
“La Victoria regia está ahora en plena floración en Chatsworth y continuará así, creo yo, durante una quincena o más, pues hay una sucesión constante de capullos asomando.
“Lo más probable es que sus plantas ya estén mostrando algo para este momento. Y si no, contemplar esta planta merece un viaje de mil millas.
“Tenemos hojas de casi cinco pies de diámetro (≈ 1,5 metros), y en este momento la planta tiene trece hojas”.
Con el tiempo se descubriría cuán extraordinarias eran estas flores que tanto esfuerzo había costado cultivar en Inglaterra y luego en Europa.
En 24 horas, cambian de género.
La primera vez que se abren, cuando se oculta el Sol, las flores son blancas, femeninas y receptivas al polen de otras plantas.
Atraen a una especie de escarabajos con un aroma dulce y envolvente, y lo animan a quedarse en su interior con un nectar delicioso y una temperatura más cálida que la ambiental, para que dejen el polen que traían.
Pero ser polinizada es solo la mitad de la batalla.
El nenúfar ahora debe asegurarse de que su propio polen sea transportado a otra flor.
Así que se cierran cuando sale el Sol, con los escarabajos adentro, y se transforman en flores masculinas, con polen.
Cuando las flores se abren la segunda noche, ya no son blancas sino rosadas, sin aroma ni calidez en su interior, todo para obligar a su inquilino nocturno a irse en busca de otra flor blanca a la cual polinizar.
Si bien las flores y otras características de la Victoria regia son fascinantes, fueron sus hojas, vastas y perfectamente estructuradas, las que llevaron a Paxton a intuir un principio capaz de transformar no solo los invernaderos, sino la arquitectura misma.
Deslumbrado por el entramado íntimo de aquellas hojas, no se conformó con admirarlas: las estudió con la precisión de un ingeniero.
Le maravillaba su extraordinaria capacidad de carga, sostenida por una red de venas acanaladas que formaban vigas y arcos naturales.
En 1849, tras lograr la primera floración en Chatsworth, colocó a su hija Annie, de 7 años, sobre una de las hojas gigantes para demostrar su solidez; la imagen apareció poco después en el Illustrated London News, una suerte de declaración pública de lo que aquella planta le había revelado y de lo que imaginaba construir.
“La naturaleza fue la ingeniera”, declararía en 1850 ante la Royal Society of Arts, mientras mostraba una hoja de Victoria regia como ejemplo de un principio estructural perfecto.
“La naturaleza ha dotado a la hoja de vigas y soportes longitudinales y transversales que yo, inspirándome en ella, he adoptado en este edificio”.
Se refería al Crystal Palace, una estructura que parecía desafiar las nociones mismas del espacio y la materia: vasta, transparente, casi ingrávida.
Paxton había pasado de ser un innovador en la jardinería al creador de un proyecto arquitectónico único.
Su sistema de crestas y surcos, inspirado directamente en la geometría de la hoja, era capaz de sostener grandes superficies de vidrio con una ligereza inaudita y a su vez resistente, formada por piezas estandarizadas de hierro y vidrio que podían fabricarse en serie y ensamblarse como un gigantesco mecanismo.
El resultado fue algo sin precedentes: un colosal universo acristalado, casi irreal.
Es difícil imaginar la sensación de asombro que debieron experimentar los visitantes de ese entonces al contemplar aquel prodigio de vidrio y hierro que alojaba la Gran Exposición de 1851.
Su transparencia desorientaba la mirada; apenas proyectaba sombra, y su vastedad parecía desafiar las nociones mismas de espacio y materia.
La prefabricación, el diseño modular, el uso de la luz como material arquitectónico, inauguró una nueva manera de concebir los edificios, y vivimos en su legado.
El Crystal Palace brotó de la Victoria regia, “tan naturalmente como los robles crecen de las bellotas”, escribió Charles Dickens, y las hojas que lo inspiraron han alimentado la imaginación de artistas y arquitectos durante más de un siglo y medio.
Los científicos continúan estudiándolas, desentrañando sus secretos en busca de nuevas lecciones de ingenio.
Ligeras pero extraordinariamente fuertes y eficientes en el uso de la luz, sus estructuras sugieren caminos para la ingeniería, las construcciones flotantes y las tecnologías energéticas.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.